Miércoles 21 de
Noviembre de 2012.
¡Tu carne está vencida! ¡Sí puedes
vivir conforme a la voluntad de Dios!
Por Riqui Ricón*
Puesto que Cristo ha padecido
por nosotros en la carne, vosotros también armaos del mismo pensamiento; pues
quien ha padecido en la carne, terminó con el pecado, para no vivir
el tiempo que resta en la carne, conforme a las concupiscencias de los hombres,
sino conforme a la voluntad de Dios (1 P 4.1-2).
Cada vez que leo en la Escritura
acerca de la lucha contra el pecado, la vieja naturaleza y el no vivir conforme
a mi carne, le agradezco a Dios, con todo mi corazón, por Su Amor expresado en
el sacrificio que Jesús hizo por mí.
Si te preguntas, ¿qué tiene que
ver una cosa con la otra? Quiero decirte que están íntima y totalmente relacionados,
pues es gracias a la muerte y resurrección de Jesucristo que se pagó el precio
de TODOS tus pecados: pasados, presentes y futuros; para que así, siendo totalmente
libre del pecado, fueses hecho(o) conforme a la imagen de Su Hijo.
Porque a los que antes
conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de
su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos (Ro 8.29).
La Biblia, que es la Palabra de
Dios, y no puede mentir, dice que la ley del espíritu de vida en Cristo Jesús te
ha hecho LIBRE de la ley del pecado y de la muerte. No dice que serás libre a
través de tus acciones y esfuerzos para ser santo(a) y agradar a Dios
sometiendo tu carne; sino que, claramente dice, ya fuiste, tú, hecho(a) libre
por Cristo Jesús, pues, además de haber pagado el precio de tu redención,
también padeció por ti en la carne.
Ahora, pues, ninguna
condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a
la carne, sino conforme al Espíritu. Porque la ley del Espíritu de
vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte (Ro 8.1-2).
- ¿Cómo se puede hacer esto? Le
preguntó Nicodemo a Jesús, y éste le respondió: -si no nacieres de nuevo no
podrás ver ni entrar al reino de Dios (Jn 3.1-6). En el momento que tú hiciste
a Jesús el Señor de tu vida y lo aceptaste como Salvador, en ese momento,
Naciste de Nuevo; la mujer o el hombre que tú eras, muerto(a) en delitos y pecados,
dejó de existir en esa cruz y ahora tú eres nueva creación de Dios: un(a) Hijo(a)
de Dios NACIDO(A) DE NUEVO.
De manera que nosotros de aquí
en adelante a nadie conocemos según la carne; y aun si a Cristo conocimos según
la carne, ya no lo conocemos así. De
modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron;
he aquí todas son hechas nuevas (2 Co 5.16-17).
Así que, no se trata de luchar
contra la carne y de pagar un precio por tu santidad, sino que, en verdad se
trata de creer, aceptar y recibir la santificación mediante la fe. Esto es, no
vives en santidad para creer, demostrar o sentirte Hijo(a) de Dios, sino que
vives muerto(a) a la carne porque ahora YA ERES VERDADERO(A) HIJO(A) DE DIOS
NACIDO(A) DE NUEVO. Esto es lo que dice la Biblia y, ¡es la verdad!
Ahora bien, el saber y creer esto,
de ninguna manera es una licencia para pecar o vivir una vida libertina; no,
nada de eso. La Biblia lo dice así:
¿Qué, pues, diremos? ¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde? En ninguna manera. Porque los
que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él? ¿O no
sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido
bautizados en su muerte? Porque
somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que
como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida
nueva (Ro 6.1-4).
Los
pecadores, pecan, eso es lo que les gusta y saben hacer. Pero, los(as) Hijos(as)
de Dios hemos Nacido de Nuevo y ahora creemos y vivimos de acuerdo a la Palabra
de Dios, la Biblia. Ya no andamos más conforme a la carne, sino conforme al Espíritu.
Así que, la victoria sobre tu
carne no está en hacer algo sino en creer lo que Dios hizo por ti y en lo que dice
acerca de quién ahora eres tú, por medio de Jesucristo. No es por lo que hagas
o tengas sino por quién eres. Una vez que creas esto, puedes actuar y hacer que
tu fe no sea muerta sino plena de obras y frutos de justicia, ya que la
Voluntad de Dios es tu santificación (1 Tes 4.3).
MIREN CUÁNTO NOS ama el Padre celestial que permite que
seamos llamados hijos de Dios. ¡Y lo mas maravilloso es que de veras lo somos!
Naturalmente, como la mayoría de la gente no conoce a Dios, no comprende por
qué lo somos (1 Jn 3.1).
Ahora eres un(a) Hijo(a) amado(a)
de Dios y la ley del pecado y de la muerte con su enfermedad, pobreza,
tristeza, soledad, depresión, etc., nada, absolutamente nada, tiene en ti.
Puedes, con tu fe, creyéndole a Dios, creyendo Su Palabra, echarlos fuera de tu
vida. Jesús no sólo pago todos tus pecados al morir en la cruz por Amor a ti,
sino que, también compró para ti una Vida Nueva: la Vida Eterna, para que la
vivas plena y abundantemente sobre la tierra.
El ladrón no viene sino para
hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la
tengan en abundancia (Jn 10.10).
¡Es verdad! ¡Ahora puedes vivir
conforme a la voluntad de Dios!
Oremos en
voz audible:
Amado Padre
celestial, una vez más, quiero decirte que te amo, que estoy muy agradecido(a)
por tanto y tan grande Amor. De todos mis pecados me arrepiento y,
confesándotelos, te pido perdón. Gracias, pues sé que me has perdonado ya que, Si confesamos nuestros
pecados, Tu eres fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de
toda maldad. Señor
Jesús, hoy me levanto de toda condenación, fracaso o debilidad para ser ese(a) Hijo(a) que Tú has puesto en autoridad y
dominio. Todo lo puedo en Ti, Señor, y en todas las cosas que estoy viviendo
hoy, soy más que vencedor(a) por medio de Tu Amor. Me declaro sano(a), libre,
próspero(a) y lleno(a) de Tu Amor, para ser luz en medio de las tinieblas y
cumplir mi propósito en la tierra amando a mis semejantes como a mí mismo.
Gracias Espíritu Santo, pues estás aquí conmigo y de ninguna forma podemos
fallar pues mayor eres Tú, que estás en mí, que el que está en el mundo. ¡Soy
Santo(a)! ¡Soy justo(a)! ¡Soy perfecto(a)! Puedo ser feliz. Por la Sangre de
Jesús. Amén.
*Ricardo C.
Peredo Jaime © 2011
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al
final de un año habrás leído toda la Biblia.
Noviembre
21 1
P 4 / Jer 37-38
/ Sal 137
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