Lunes 5 de
Noviembre de 2012.
¡Si puedes creer, al que cree
todo le es posible!
Por Riqui Ricón*
Porque no nos ha dado Dios
espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio (2 Ti 1.7).
Amado(a), de
acuerdo a la Biblia, la Palabra de Dios, que no miente, cuando aceptaste a
Jesús como Señor y Salvador de tu vida todos tus pecados fueron pagados; así, fuiste
justificado(a), perdonado(a) y santificado(a). Todo con el único propósito,
departe de Dios, de que recibieras el regalo de la Vida Eterna al Nacer de
Nuevo como un(a) Hijo(a) del Rey.
De modo que
si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí
todas son hechas nuevas (2 Co 5.17).
Es por esta
maravillosa operación del Nuevo Nacimiento que tú has sido hecho(a) una nueva
especie de ser, que no existía antes, y no has recibido espíritu de cobardía
sino que, Dios, te ha dotado, en tu nueva naturaleza, de un espíritu de poder,
de amor y de dominio propio. ¡Eres un(a) Hijo(a) del Rey!
Sin embargo, hay
creyentes que, cuando escuchan esta revelación, reaccionan pensando, “pues, si soy sincero(a), yo amo a Dios con
todo mi corazón, pero ni me siento santo(a), ni justo(a), ni noto ninguna clase
de poder o amor en mi vida. Aún sigo luchando contra mi vieja naturaleza”.
¡Aquí está la
clave del éxito para vivir esa clase de vida en poder, en amor y en dominio
propio!
Porque por gracia ustedes han sido salvados mediante la
fe; esto no procede de ustedes, sino que es el regalo de Dios, no por
obras, para que nadie se jacte (Efe 2.8-9 NVI).
La Nueva
Naturaleza, al igual que la salvación, se recibe por fe. La recibes, no por lo
que hayas hecho o vayas hacer, ni por cómo te sientas respecto a ti mismo; lo
recibes porque Dios lo dice así. Y si Dios lo dice, entonces tú lo crees, lo
aceptas y lo recibes.
Sin importar
como te veas o te sientas respecto a ti mismo(a), la única Verdad es que:
Porque de tal manera amó Dios
al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree,
no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su
Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Jn 3.16-17).
Todo aquel que cree que Jesús
es el Cristo, es nacido de Dios (1 Jn 5.1a).
Ustedes nacieron de nuevo, no por medio de padres mortales,
sino por medio del mensaje vivo y eterno de Dios (1 P 1.23 PDT).
Así que, lo
realmente relevante no es lo que
sientas, experimentes o manifiestes con tus actos, pues esa no es la Verdad. La
verdad es la que Dios ha declarado acerca de ti en Su Palabra, pues toda Su
Palabra es la Verdad.
Así que
vivimos confiados siempre, y sabiendo que entre tanto que estamos en el cuerpo,
estamos ausentes del Señor (porque
por fe andamos, no por vista) (2 Co
5.6-7).
La clave del
éxito es saber y creer que lo que Dios dice en la Biblia acerca de ti es la
Verdad y se cumple totalmente, pues primero el cielo y la tierra dejan de
existir antes que la Palabra de Dios deje de cumplirse.
Por esta razón
es que, sin fe es imposible agradar a Dios, Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe,
como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá (Ro 1.17).
Entonces, Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive
Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de
Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí (Gal 2.20).
Tu vieja
naturaleza pecaminosa está muerta, quedó clavada en la cruz, y si luchas contra
ella no la vencerás, pues ¡ya está vencida! ¡Está muerta! ¿Entiendes?
El asunto es que
el diablo tratará, a toda costa, de convencerte que sigues siendo la misma
persona que antes eras; y si le crees a él, en lugar de a tu Padre celestial,
entonces te convencerá de tu fracaso y te llevará al terreno de la condenación
dándote conciencia de pecado, en lugar de la conciencia de justicia en Cristo
Jesús. Recuerda que la única arma que Satanás puede usar en tu contra es la
mentira, y ésta adquiere poder sólo cuando la comienzas a creer.
Hijitos, vosotros sois de
Dios, y los habéis vencido; porque mayor es el que está en vosotros, que el que
está en el mundo (1 JN 4.4).
Tú eres un(a)
Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo y la única forma que tiene Satanás para
vencer a alguien tan fuerte, poderoso y formidable como tú, es convenciéndote a
que creas con todo tu ser que eres mucho más débil e insignificante que él.
Pues aunque andamos en la
carne, no militamos según la carne; porque las armas de nuestra
milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de
fortalezas, derribando argumentos y toda altivez que se levanta
contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la
obediencia a Cristo (2 Co 10.3-5).
Tu fe en la
Palabra de Dios (creer que lo que Él dice es Verdad), es el arma poderosa con
la cual puedes someter (castigar toda desobediencia) al espíritu de temor e
incredulidad que pretende engañarte. Es con tu fe que llamas las cosas que no
son como si fueran y comienzas a recibir y establecer, haciendo que suceda, lo
que Dios ya estableció desde la eternidad acerca de ti:
Miren lo grande que es el amor que el Padre nos ha
mostrado, ¡hasta llega a hacer posible que seamos llamados hijos de Dios! Y eso
es lo que de verdad somos. Por eso la gente del mundo no nos conoce, pues el
mundo no conoce a Dios (1 Jn 3.1).
Pues no habéis recibido el
espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido
el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre! (Ro 8.15).
Así que, sea
cual sea la situación que el día de hoy estés enfrentando, ¡Tú decides! ¿A
quién le vas a creer?
Oremos en voz
audible:
Amado Padre
celestial, yo sé en quién he creído y estoy seguro de que Eres poderoso para
guardar mi depósito para aquel día. Jamás seré avergonzado de haber confiado en
Tu Palabra sino que, por lo contrario, dichoso, mil veces feliz, el hombre y la
mujer que en Ti confían. En medio de cualquier circunstancia, Alzaré mis ojos a los montes; ¿De dónde vendrá mi socorro? Mi socorro
viene de Ti, Señor Jesús, Que has hecho los cielos y la tierra. No darás mi
pie al resbaladero, Ni te dormirás, Tú, el que me guardas. He aquí, no se
adormecerá ni dormirá El que guarda a __________ (tu nombre aquí). Padre, Tú
eres mi guardador; Tú eres mi sombra a mi mano derecha. El sol no me fatigará
de día, Ni la luna de noche. Jehová, Tú me guardarás de todo mal; Tú guardarás mi
alma. Dios, Tú guardarás mi salida y mi entrada Desde ahora y para siempre. Así que yo le
llamo a todo el bien, la gracia y la misericordia que Tú has decretado acerca
de mí. Me declaro sana(o) y saludable en cada una de las células, tejidos,
órganos y sistemas que forman mi cuerpo; soy libre de deudas, las voy a pagar
todas, y le llamo a la prosperidad y abundancia que Tú, oh Dios, deseas para mí
en Tu Palabra. Puedo vivir feliz y plena(o) pues nada ni nadie me pueden
separar de Tu Grande Amor que es para mí, en Cristo Jesús mi Señor. Muchas,
muchísimas gracias, Señor Jesús. Amén.
*Ricardo C.
Peredo Jaime © 2011
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al
final de un año habrás leído toda la Biblia.
Noviembre
5 2
Tim 1 /
Jer 5-6 / Sal 121
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