Sábado 20 de
Octubre de 2012.
¡Ya te ha amanecido!
Por Riqui Ricón*
¡A la ley y al testimonio! Si
no dijeren conforme a esto, es porque no les ha amanecido (Isa 8.20).
Cuando pregunto
a los creyentes qué es la Biblia, la mayoría, sin dudar, que la Biblia es la
Palabra de Dios. Invariablemente, esta respuesta me lleva a cuestionar
nuevamente: ¿Qué significa CREER que la Biblia es la Palabra de Dios? En este
punto, casi todos mis interlocutores se me quedan mirando con expresión de
asombro. Con esa expresión que se traduce como, ¡eh! ¡Mmmh! ¿Me repite la
pregunta por favor?
Decir que la
Biblia es la Palabra de Dios es una gran responsabilidad pues implica,
necesariamente, creer que TODAS las palabras de la Biblia, literalmente,
salieron de la boca de Dios y, por lo tanto, SON LA VERDAD y TODAS, y cada una
de ellas, se van a cumplir.
El doctor Jerry
Savelle, un gran predicador y hombre de fe, durante una de sus conferencias, me
puso en una situación incómoda cuando planteó las únicas dos razones posibles
para que tú, como creyente, vivas con temor, dudas, enfermedad, pobreza,
derrota y carente de poder alguno: estas dos razones, planteó él, son o que no
conoces la Palabra de Dios o que no la CREES.
Piénsalo
bien, ¿por qué habrías de vivir con temor y dudas sabiendo con toda certeza que
Dios, el Todopoderoso, ha hablado y decretado Palabras de Amor y Victoria sobre
tu vida. Palabras como: por mis heridas has sido sanado(a); en todas las cosas
eres más que vencedor(a); eres mi Hijo(a) amado(a); mayor soy Yo, que vivo en
ti, que el que está en el mundo; aunque tu padre y tu madre te dejaren, con
todo, yo te recogeré; caerán a tu lado mil y diez mil a tu diestra mas a ti no
llegará; etc., etc., etc?
Las únicas
respuestas posibles a esta pregunta son: porque no sabes que todo esto lo ha
decretado, sobre tu vida, el único y verdadero Dios, o porque si lo sabes, pero
no lo crees. Sin embargo, ahora tú ya lo sabes.
Mas hablamos sabiduría de Dios
en misterio, la sabiduría oculta, la cual Dios predestinó antes de los siglos
para nuestra gloria, la que ninguno de los príncipes de este siglo
conoció; porque si la hubieran
conocido, nunca habrían crucificado al Señor de gloria (1 Co 2. 7-8).
Satanás
conoce muy bien la Biblia pero NO LA CREE. Si la creyera ya se hubiese
arrepentido. El muy ingenuo sigue pensando y creyendo que se va a salir con la
suya y va a ganar.
Así que, cuando estés enfrentando
algún problema o circunstancia adversa hazte siempre las siguientes dos
preguntas:
1.
¿Conozco alguna Promesa que
Dios me haya hecho en Su Palabra tocante a mi necesidad?
2.
¿Creo que Dios va a cumplirme
la Promesa que me dio en Su Palabra tocante a esa necesidad?
Te puedo
asegurar que no existe situación alguna a la que no puedas contestar
afirmativamente a estas preguntas.
Si alguien les dice: "Consulten a las pitonisas y a
los agoreros que susurran y musitan; ¿acaso no es deber de un pueblo consultar
a sus dioses y a los muertos, en favor de los vivos?", yo les digo:
"¡Aténganse a la ley y al testimonio!" Para quienes no se atengan a
esto, no habrá un amanecer (Isa 8.19-20 NVI).
Continuamente
encuentro gente que está más dispuesta y deseosa para creer en sueños y
visiones o en alguna palabra que le dé un profeta o iluminado que en creerle a
Dios, que CREERLE A SU PALABRA. Y esto es algo lamentable.
Tenemos también la palabra
profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos como a una
antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero
de la mañana salga en vuestros corazones; entendiendo primero
esto, que ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada, porque
nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres
de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo (2 P 1.19-21).
Claramente,
la Escritura te enseña que no existe palabra profética más segura que la
Biblia.
Ese día en que el Señor entregó a los amorreos en manos
de los israelitas, Josué le dijo al
Señor en presencia de todo el pueblo: "Sol,
detente en Gabaón, luna, párate sobre Ayalón." El sol se detuvo y
la luna se paró, hasta que Israel se
vengó de sus adversarios. Esto está
escrito en el libro de Jaser. Y, en efecto,
el sol se detuvo en el cenit y no se movió de allí por casi un día entero.
Nunca antes ni después ha habido un día como aquél; fue el día en que el Señor obedeció la orden
de un *ser humano. ¡No cabe duda de que
el Señor estaba peleando por Israel! (Jos 10.12-14).
Fue el
conocer y creer lo que Dios había dicho, y prometido, lo que habilitó a Josué
para realizar uno de los milagros más asombrosos de los que se tengan registro.
Él pudo detener, con su palabra, las poderosísimas fuerzas gravitacionales del
sol, la tierra y la luna. Recuerda sólo que Dios le había instruido:
Nunca se apartará de tu boca
este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que
guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien (Jos 1. 8).
Así que, ¡Ya
lo sabes! Ve a la Biblia, ponla en tu boca, mente y corazón, pues si hablas,
oras y declaras conforme a ella, entonces, en verdad, ya te ha amanecido.
Oremos en voz audible:
Bendito Padre celestial, ¿cómo no
estar agradecida(o) por Tu Palabra, la Biblia, donde has decretado Palabras de
Amor y Bendición sobre mi vida? Tú no mientes y Tu Palabra ha de cumplirse
plena y cabalmente en mi vida. Gracias, Señor, por tanto y tan grande Amor, que
estando yo muerto(a) en delitos y pecados, me diste Vida Eterna juntamente con
Cristo. Es por tu Gracia y Amor que me has hecho heredero(a) de la salvación.
Ahora lo sé y lo creo: aunque ande en valle de sombra y de muerte no voy a
temer mal alguno porque Tú estás conmigo; Tú me libras del lazo del cazador y
de la peste destructora; no me sobrevendrá mal ni plaga tocará mi morada; Tú
suplirás todo lo que me falta conforme a tus riquezas en gloria; todo lo puedo
en Cristo Jesús que me fortalece. Por lo tanto, resisto al espíritu de engaño,
mentira y temor. Soy un(a) Hija(o) amada(o) del Dios vivo y verdadero. Fui
comprada(o) a precio de Sangre. ¡Nada ni nadie me pueden vencer! ¡Soy sano(a)!
¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy dichoso(a)! ¡Soy un(a) Hija(o) del Rey!
Gracias, Señor Jesús. Amén.
*Ricardo C.
Peredo Jaime © 2011
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al
final de un año habrás leído toda la Biblia.
Octubre
20 Apo
20 / Isa 7-8/ Sal 110
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