3 de Diciembre
¡No te dejes engañar!
Por Riqui Ricón*
No os engañéis; Dios no puede
ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará. Porque
el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; mas el que siembra
para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna (Ga 6.7-8).
Antes de
comenzar esta reflexión, y para que no haya mal entendidos, es necesario
aclarar que, de acuerdo a las Escrituras, tú como creyente, como un(a) Hijo(a)
de Dios Nacido(a) de Nuevo, estás facultado por Dios, tu Padre, para resistir SIEMPRE
las obras de la carne y desde luego, tienes el poder y la autoridad para no darle
lugar al pecado en tu vida. Veamos aquí cómo es esto.
Hay quienes piensan que la única
forma de vencer al pecado es resistiendo, con sus fuerzas, las obras de la
carne, pues de no hacerlo así significaría perder la salvación y, por
consiguiente, perder la nueva naturaleza que Dios nos obsequió con la muerte y
resurrección de Su Hijo Jesús.
Piensan que no es suficiente con
CREER que el precio que se pagó en esa cruz fue suficiente y completo; que no
es suficiente con CREER que la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús YA nos
HA HECHO libres de la ley del pecado y de la muerte y que es necesario, a toda
costa, resistir con todas sus fuerzas al pecado y no darle lugar a la carne.
Aunque esta forma de pensar
parece la correcta y hasta teológicamente bien orientada, pensar así es,
precisamente lo opuesto a lo que se desea; pensar así es la forma más fácil
para darle lugar a la carne y darle un lugar permanente al pecado en tu vida.
El engaño estriba en luchar
contra la carne y contra el pecado con tus fuerzas y con tu voluntad y no con
tu fe [creyéndole a Dios, creyendo Su Palabra]. ¡Desde luego que hay que
pelear! Pero no con tus fuerzas, ni con tus recursos.
Pelea la buena batalla de la fe, echa mano de la vida eterna, a la
cual asimismo fuiste llamado, habiendo hecho la buena profesión delante de
muchos testigos (1 Ti
6.12).
Tú eres un(a) Hijo(a) de Dios
Nacido(a) de Nuevo y de acuerdo a las Palabras de Jesucristo, tú no eres de
este mundo (Jn 17.14). Por lo tanto, existe una guerra continua y permanente de
parte del sistema de este mundo en contra tuya y la instrucción de Dios, tu
Padre, es que pelees con tu fe, esto es, creyéndole a Él, creyendo Su Palabra.
porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en
Dios para la destrucción de fortalezas, derribando argumentos y toda altivez
que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento
a la obediencia a Cristo (2 Co 10.4-5).
Así que, no luches con tus
fuerzas, sino con tu fe. Permite que la lectura y meditación de la Biblia y la
oración fortalezcan tu fe y tu voluntad para así actuar y manifestar las obras
de justicia que Dios preparó de ante mano para que anduvieras en ellas (Efe
2.10).
Pero sin fe [sin
creerle a Dios, creyendo Su Palabra] es
imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea
que le hay, y que es galardonador de los que le buscan (He 11.6).
Sólo
mediante la fe, creyéndole a Dios, creyendo Su Palabra, podrás vencer y
manifestarte como un(a) Hijo(a) del Rey para agradar a tu Padre celestial.
Porque no me avergüenzo del
evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al
judío primeramente, y también al griego. Porque en el evangelio la
justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo
por la fe vivirá (Ro
1.16-17).
Esta es la
clave para la buena batalla de la fe: En el Evangelio, en las Buenas Nuevas de
Jesucristo, la justicia de Dios se revela por creerle a Dios, creyendo Su
Palabra, y para creerle a Dios, creyendo Su Palabra, como está escrito: Más el
justo por creerle a Dios, creyendo Su Palabra, vivirá.
Pero el que duda sobre lo que
come, es condenado, porque no lo hace con fe; y todo lo que no proviene de fe,
es pecado (Ro 14.23).
La Escritura
es determinante en esto: Los Hijos de Dios Nacidos de Nuevo sólo pueden vivir por
fe.
Por lo tanto, de acuerdo a la Biblia, cualquier cosa que hagas y que no la
puedas respaldar con la Palabra de Dios es pecado, ya que no puedes hacerla por
fe.
El pecado y la carne tendrán
lugar en tu vida mientras sigas luchando en su contra en lugar de creer y aceptar
lo que la Palabra de Dios dice al respecto. Creerle a Dios significa creer y
aceptar que Jesús ya venció al pecado y a la muerte y te hizo libre de ello y,
por lo tanto, ni el pecado ni la muerte forman parte de tu NUEVA NATURALEZA.
Desde luego afirmo que esto no se
trata, como algunos piensan, de una mal entendida supergracia o superfe que te
permita pecar y salir impune. ¡No! ¡Nada de eso!
¡Dios no puede ser burlado:
pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará!
Se trata más bien de creer quién ahora
tú eres en cristo Jesús: un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, Nacido(a)
del Espíritu y, por lo tanto, se trata de creer que ahora ERES ESPÍRITU y no
carne.
Respondió Jesús: De cierto, de
cierto te digo, que el que no naciere de agua [de la Palabra de Dios] y del Espíritu, no puede entrar en el reino
de Dios. Lo
que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu
es (Jn 3.5-6).
Ahora estás
en Cristo y eres nueva creatura. Tu Nueva Naturaleza es totalmente diferente a
la que tenías antes de aceptar a Jesucristo como tu Señor y Salvador. Satanás
tratará siempre de convencerte con sus mentiras para que creas que sigues
siendo el (la) mismo(a) pecador que antes eras. Pero eso sería contrario a lo
que la Biblia enseña.
Los que se dejan dominar por su naturaleza pecaminosa, solo piensan en
cómo complacer a su propia naturaleza; pero los que viven conforme al Espíritu
Santo, piensan en las cosas propias del Espíritu. Porque la intención del
Espíritu es vida y paz; en cambio, la intención de la naturaleza pecaminosa es
muerte, porque la intención de la naturaleza pecaminosa es rebeldía contra
Dios: nunca ha obedecido a la ley de Dios ni nunca podrá obedecerla. Por eso,
los que viven sometidos al dominio de su propia naturaleza pecaminosa jamás
podrán agradar a Dios. Pero vosotros no vivís conforme a esa naturaleza, sino
que estáis bajo el dominio del Espíritu, si es que verdaderamente el Espíritu
de Dios habita en vosotros (digo esto para recordaros que quien en su interior
no tenga el Espíritu de Cristo, no es de Cristo) (Ro 8.5-9 CST).
El hecho de que estés
leyendo este devocional es prueba más que suficiente que tú no eres carnal,
sino espiritual. La Verdad es que tú no estás conforme con los apetitos de la
carne sino que buscas y anhelas las manifestaciones del Espíritu cada día de tu
vida.
Los pecadores pecan, eso es lo
que saben hacer y les gusta hacer. Pero tú, por haber creído en Jesús, has Nacido
de Nuevo y no de una semilla corruptible sino de la incorruptible semilla que
es la Palabra de Dios, que vive y permanece para siempre.
Es la mismísima Palabra de Dios
la que te ha habilitado con la fe necesaria para resistir las obras de la carne
y establecer tu victoria sobre el pecado (la victoria que Cristo Jesús ganó
para ti). Como dice la escritura:
Porque por gracia sois salvos
por medio de la fe; y esto no de
vosotros, pues es don de Dios;
no por obras, para que nadie se gloríe. Porque somos hechura suya, creados en
Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que
anduviésemos en ellas (Ef 2.8-10).
Así que, no te engañes a ti
misma(o), Dios no puede ser burlado, CUALQUIERA que siembre para la carne, de
la carne va a cosechar corrupción. Sin embargo, CUALQUIERA que siembra para el
Espíritu, en fe, creyéndole a Dios y a Su Palabra, recibirá Vida Eterna y Vida
abundante.
El ladrón no viene sino para
hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la
tengan en abundancia (Jn 10.10).
Los Hijos de Dios Nacidos de
Nuevo, cuando caemos nos levantamos, pues si pecamos, en lugar de alejarnos de
Dios, corremos hacia Él; NOS ARREPENTIMOS, confesamos nuestros pecados y fiel y
JUSTO es Él para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad (1 Jn
1.9).
Tú no eres un(a) pecador(a) salvo(a)
por gracia, eso sería un disparate; o eres salvo(a) o eres pecador(a). Como ya
dijimos, los pecadores pecan, eso es lo que saben y les gusta hacer.
No te dejes engañar, usa tu fe y decídete
a vivir creyendo que eres ese(a) Hijo(a) de Dios que la Biblia dice que eres y,
entonces es seguro que estarás sembrando para el Espíritu.
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, muchas
gracias porque en Tu Palabra, las Palabras que han salido de Tu boca, me has
declarado Hijo(a) Tuyo(a) por medio de la fe en Cristo Jesús. Gracias, Señor
Jesús, porque Tu sacrificio fue completo, perfecto y acabado. No quedó nada
pendiente. He sido justificado(a) en Tu Sangre y por Tu Vida yo he recibido la
Vida Eterna, la Vida plena y abundante que sólo pueden disfrutar los Hijos de
Dios. Gracias porque Tu Palabra, la Biblia, me da la facultad para que, en cuanto a
la pasada manera de vivir, yo me despoje del viejo(a) hombre(mujer), que está
viciado conforme a los deseos engañosos, y me renueve en el
espíritu de mi mente, y vestirme del nuevo hombre(mujer), creado
según Dios en la justicia y santidad de la Verdad. Así que, hoy vengo a Ti,
Abba, Padre; de todos mis pecados me arrepiento y te pido perdón, he fallado y
esto es algo que no quiero hacer más. Espíritu Santo, límpiame de toda maldad;
ayúdame a creer que soy ese(a) Hijo(a) Tuyo(a) creado en justicia y santidad de
la verdad, pues con mi fe, nada de ese(a) viejo(a) hombre(mujer) se volverá a
manifestar en mi vida. La Ley del espíritu de Vida en Cristo Jesús me ha hecho
libre de la ley del pecado y de la muerte. Dios, yo soy lo que Tú dices en Tu
Palabra que soy: Tu Hijo(o) amado(a). Por lo tanto, sé que sé, y así lo
declaro, en todo problema, enfermedad o aflicción, soy más que vencedor(a) por
medio de Tu Amor, Cristo Jesús. ¡Todo lo puedo! ¡Rechazo todo pensamiento o sentimiento de
condenación en mi vida! ¡Soy Nacido(a) de Nuevo! ¡Yo ando, vivo, pienso y
respiro conforme al Espíritu! ¡No estoy conforme con mi carne! ¡La ley del
Espíritu de Vida en Cristo Jesús me ha hecho libre de la ley del pecado y de la
muerte! ¡Estoy decidido(a), con Tu ayuda, Espíritu Santo, a vivir firme con la
libertad con que Cristo me hizo libre y ya no estaré, nunca más, sujeto(a) al
yugo de esclavitud! Así que, con esta autoridad que Tú me has dado,
Padre, resisto al espíritu de temor y duda, echo fuera de mi
vida la enfermedad, pobreza, tristeza y depresión. Recibo mi salud,
prosperidad, libertad y gozo. ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy
dichoso(a)! En el nombre de Jesús. Amén.
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el
Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu
atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:
Señor Jesús, yo
creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para
pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día
de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre
preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te
invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú
seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios
Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a
Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido
de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más
estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo
Jaime © 2012
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas
lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Diciembre
3 Gal 6
/ Ez 2-3
/ Sal 149
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