26 de Diciembre
¡Asombroso!
Por Riqui Ricón*
Ahora, Señor, despides a tu siervo en paz, Conforme a tu palabra;
Porque han visto mis ojos tu salvación, La cual has preparado en presencia de
todos los pueblos; Luz para revelación a los gentiles, Y gloria de tu pueblo
Israel (Luc 2.29-32).
Esta es la
oración que Simeón hizo cuando, movido por el Espíritu Santo, vio a Jesús en el
templo el día que sus padres lo llevaron a presentarlo delante del Señor, según
está escrito en la ley. ¿Cuál es esa salvación que vio Simeón con sus ojos?
¿Qué tan grande era esa salvación que él pudo declarar, sin titubear, que estaba
listo para morir y se despedía en paz?
Para
contestar estas preguntas atendamos a lo que Jesús dijo en su primer sermón en
Nazaret:
El Espíritu de Jehová el Señor
está sobre mí, porque me ungió Jehová; me ha enviado a predicar buenas nuevas a
los abatidos, a vendar a los quebrantados de corazón, a publicar libertad a
los cautivos, y a los presos apertura de la cárcel; a proclamar el
año de la buena voluntad de Jehová, y el día de venganza del Dios nuestro; a
consolar a todos los enlutados; a
ordenar que a los afligidos de Sion se les dé gloria en lugar de ceniza, óleo
de gozo en lugar de luto, manto de alegría en lugar del espíritu angustiado; y
serán llamados árboles de justicia, plantío de Jehová, para gloria suya (Isa
61.1-3).
Jesús fue
enviado por Dios para traerte buenas noticias, animándote si estás desanimado(a),
levantándote si es que has caído; Él ha venido a sanar tu corazón; hacerte totalmente
libre, libre del miedo a la muerte, de las enfermedades, de la pobreza, de la
amargura, soledad, tristeza y depresión.
Porque la ley del Espíritu de
vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte (Ro 8.2).
Jesús vino a
consolarte y a ordenar, con Su Palabra, que se te dé
gloria en lugar de ceniza, óleo de gozo en lugar de luto, manto de alegría en
lugar del espíritu angustiado; por lo que ahora eres
llamado(a) justo(a) y eres propiedad del Señor.
En gran manera me gozaré en
Jehová, mi alma se alegrará en mi Dios; porque me vistió con vestiduras de
salvación, me rodeó de manto de justicia, como a novio me atavió, y como a
novia adornada con sus joyas (Isa 61.10).
Simeón se alegró por lo que sus
ojos miraron. Sin embargo, ¿cómo podría Dios cumplir Su promesa con personas
que, a pesar de las continuas manifestaciones asombrosas de su Amor y fidelidad
hacia ellos, durante más de mil años habían demostrado ser obstinadas,
orgullosas y de duro corazón?
No os acordéis de las cosas
pasadas, ni traigáis a memoria las cosas antiguas. He aquí que yo
hago cosa nueva; pronto saldrá a luz; ¿no la conoceréis? Otra vez abriré camino
en el desierto, y ríos en la soledad… Este pueblo he creado para mí; mis
alabanzas publicará… Yo, yo soy el que borro tus rebeliones por amor de mí
mismo, y no me acordaré de tus pecados (Isa
43.18-19, 21, 25).
Dios no está
interesado en tus pecados, ni en tus continuos fracasos. ¡Él está interesado en
ti! ¿No es asombroso el Amor que Dios siente por ti?
Porque como la tierra produce
su renuevo, y como el huerto hace brotar su semilla, así Jehová el Señor hará
brotar justicia y alabanza delante de todas las naciones (Isa
61.11).
Así como la tierra produce su
renuevo, Dios determinó hacer de ti una creatura totalmente Nueva por medio de
la muerte y resurrección de Su Hijo, Jesucristo.
De modo que si alguno está en
Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas
nuevas (2 Co 5.17).
Esta es la más asombrosa y maravillosa
de las noticias del Plan de Redención que Dios ideó para ti: por la fe en
Jesucristo, por haber creído y recibido el Amor que Dios siente por ti (quien
prefirió entregar a Su propio Hijo antes que perderte a ti), ya no eres más la
misma persona que antes eras.
El milagro más hermoso es este,
que por la Palabra de Dios, porque Dios lo ha dicho, ahora tú eres un(a) Hijo(a)
de Dios Nacido(a) de Nuevo.
MIREN CUÁNTO NOS ama el Padre celestial que permite que seamos llamados
hijos de Dios. ¡Y lo mas maravilloso es que de veras lo somos! Naturalmente,
como la mayoría de la gente no conoce a Dios, no comprende por qué lo somos (1 Jn 3.1 BAD).
¡Créelo mi
amado(a)! ¡Por la Palabra de Dios, tú ya no eres más la misma persona pecadora
que antes eras!
siendo renacidos, no de
simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y
permanece para siempre (1 P 1.23).
¡Escrito está! Dios lo ha dicho y
es la Verdad. No depende de lo que hayas hecho o puedas hacer sino de lo que
Jesús hizo por ti y de lo que Dios ha establecido, en Su Palabra, acerca de ti:
que eres salvo(a); que eres sano(a); que en todas las cosas saldrás más que
vencedor(a), pues todo lo puedes en Cristo Jesús; que al enfrentar los problemas
tendrás paz y serás dichoso(a), pues eres un(a) Hijo(a) de Dios.
¡Asombroso!
Oremos en voz audible:
Amado padre
celestial, realmente es asombroso que, a pesar de como yo fui, Tú me ames tanto
que me hayas justificado, perdonado, santificado y justificado para darme Vida
Eterna y hacerme parte de Tu familia. Señor Jesús, solo con mi amor y gratitud
eterna podré pagar lo que hiciste por mí. Estoy decidido(a) a creer y recibir
este gran Amor para vivir en Tu Plenitud, de la cual tomamos todos Tus Hijos.
No daré lugar al temor ni a la duda y haré de Tu Palabra, la Biblia, la norma
máxima de mi existencia. Yo soy lo que Tú, Todopoderoso Dios, dices que soy, ni
más ni menos. ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy Hijo(a) de Dios!
¡Soy feliz! ¡Gracias Padre! Bendigo Tu Nombre y declaro que lo mejor de mi vida
ya comenzó. En el nombre de Jesús. Amén.
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el
Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu
atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:
Señor Jesús, yo
creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para
pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día
de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre
preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te
invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú
seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios
Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a
Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido
de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más
estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo
Jaime © 2012
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Diciembre
26 Luc
2.21-52 / Ez 38-39 / Isa 61
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