Lunes 9 de Mayo de 2011.
¡Mi Amigo el Espíritu Santo!
Por Riqui Ricón*
Y el Espíritu de Jehová vino sobre Jefté (Jue 11.29a).
Ya en la época de los jueces, en el Antiguo Testamento, hace más de 1,500 años, el Espíritu de Dios, el Espíritu Santo, se manifestaba en la vida de las personas trayendo cambios drásticos y asombrosos en la personalidad de aquellos sobre los que venía. Cuando faraón escuchó a José interpretar su sueño y la recomendación que le hacía exclamó: ¿Acaso hallaremos a otro hombre como éste, en quien esté el espíritu de Dios? (Gen 41. 38)
Con Saúl, Sansón, Jefté, Balam, José y cientos de ellos, el Espíritu Santo realizó en sus personas cambios maravillosos para que estos pudieran realizar obras extraordinarias para Dios. Lamentablemente, esos cambios en su personalidad no siempre fueron permanentes: Jefté terminó por sacrificar a su propia hija y hacer un efod de oro detrás del cual se prostituyó Israel; Sansón rindió su fuerza ante una mujer filistea llamada Dalila; Saúl desobedeció para morir a manos de sus enemigos; Balam sucumbió ante la codicia por los regalos de los moabitas.
Aconteció que entre tanto que Apolos estaba en Corinto, Pablo, después de recorrer las regiones superiores, vino a Efeso, y hallando a ciertos discípulos, les dijo: ¿Recibisteis el Espíritu Santo cuando creísteis? Y ellos le dijeron: Ni siquiera hemos oído si hay Espíritu Santo (Hch 19. 1-2).
¡Qué diferente es ahora nuestra situación bajo el Nuevo Pacto! Una de las cosas que Dios estableció que haría en nosotros por medio de la Sangre de Jesús, que es la Sangre del Nuevo Pacto, fue que pondría dentro de nosotros Su Espíritu Santo. No es que vendría sobre nosotros con el riesgo de poder alejarlo de nuestras vidas como les sucedió a muchos bajo el Antiguo Pacto. Ahora, por la muerte y resurrección de Jesús, todos tus pecados fueron pagados, la justicia está satisfecha y tú has sido hecha/hecho justa/justo; por el gran Amor con que Dios te ha amado, Él ya perdonó todos tus pecados, pasados, presentes y futuros, para así, hacerte espíritu totalmente nuevo, darte un nuevo corazón, poner al Espíritu santo dentro de ti y contigo; y de esta manera, y por todo esto, hacerte Su Hija/Hijo legítima/legítimo. ¡El Espíritu Santo llegó a tu vida para quedarse!
Como Jesús sabía perfectamente bien acerca de nuestra naturaleza caída, que estábamos vendidos al pecado como esclavos y destinados a la muerte eterna; sin posibilidad alguna si Él no intervenía, decidió pagar con Su propia Vida, para cumplir con la justicia. Con el propósito de comprarnos para sí, morimos con Él y nos hizo de nuevo, dotándonos de una nueva naturaleza. Nos hizo una nueva especie de Ser que no existía antes. Nos hizo Hijas e Hijos de Dios Nacidos de Nuevo al darnos Su propio Espíritu, el Espíritu Santo.
Todo aquel que cree que Jesús es el Cristo, es nacido de Dios (1 Jn 5. 1a).
siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre (1 P 1.23).
Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios; por esto el mundo no nos conoce, porque no le conoció a él (1 Jn 3.1).
Tú, amada/amado, que has creído en Cristo Jesús y le has recibido como Señor y Salvador de tu vida has nacido de Dios. Eres llamada/llamado por Dios: Hija/Hijo. Y has Nacido de Nuevo no de una simiente corruptible sino de la incorruptible semilla que es la Palabra de Dios que vive y permanece para siempre.
Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios. Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer? Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es (Jn 3. 3-6).
Sólo alguien concebido por el espíritu Santo como Nueva Creatura puede ver y entrar al reino de Dios. ¡Ese alguien eres tú!
El problema es que aún hay cristianos que se encuentran en la misma condición que los discípulos de Efeso y no saben que el Espíritu Santo ya les ha sido otorgado por Dios como las arras, el sello y la garantía, de lo que Él había prometido: la Nueva Naturaleza en Cristo Jesús.
Amado Padre celestial, este día declaro que sí recibo ese sello de garantía en mi Nueva Naturaleza que eres Tú, Espíritu Santo. Yo soy nacida/nacido del Espíritu. Soy espíritu creado de nuevo para ser Tu Hija/Hijo. ¡Gracias Señor! Tú en mí y yo en Ti. ¡Gracias Jesús por lo que hiciste por mí en esa cruz! Ahora sé que todo lo puedo y que, efectivamente, en todas las cosas soy más que vencedora/vencedor por medio de Ti, Señor Jesús. Nada ni nadie me pueden hacer frente todos los días de mi vida pues Tú, Espíritu Santo, estás conmigo y si Tú estás conmigo, ¿quién contra mí? ¡Amen!
*Ricardo C. Peredo Jaime © 2011
Lectura y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Mayo 9 Hch 19. 1-22 / Jue 10.1-11.33 / Job 39
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