¡Cómo vencer la derrota!
¡Constante y persistente para Vencer!
Por Riqui Ricón*
Antes de la batalla, los israelitas fueron a Betel y le preguntaron a
Dios: —¿Cuál de las tribus debe ser la primera en atacar a la gente de
Benjamín? El SEÑOR contestó: —Judá debe ir primero... Pero los guerreros de
Benjamín, que estaban defendiendo la ciudad, salieron y mataron ese día a
veintidós mil israelitas en el campo de batalla. Sin embargo, los israelitas se
animaron unos a otros y otra vez tomaron sus posiciones en el mismo lugar donde
habían luchado el día anterior. Pues habían subido a Betel y habían llorado en
presencia del SEÑOR hasta la noche. Le habían preguntado al SEÑOR: —¿Debemos
salir nuevamente a pelear contra nuestros parientes de Benjamín? Y el SEÑOR
había dicho: —Salgan a pelear contra ellos. Así que, al día siguiente,
volvieron a pelear contra los hombres de Benjamín, pero los hombres de Benjamín
mataron a otros dieciocho mil israelitas, todos ellos expertos en el uso de la
espada… Los israelitas le preguntaron al SEÑOR: —¿Debemos volver a pelear
contra nuestros parientes de Benjamín o debemos detenernos? El SEÑOR dijo:
—¡Vayan! Mañana se los entregaré (Jue
20.18, 21-25, 28 NTV).
Una vez más, la lectura de la
Palabra de Dios para el día de hoy es muy ilustrativa del tipo y forma de vida
que tú estás destinado(a) a vivir.
Vemos aquí al pueblo de Israel
acercándose a consultar a Dios varias veces antes de entrar a batalla. Lo
curioso es que a pesar de haberlo consultado fueron derrotados las dos primeras
veces y perdieron 40 mil hombres.
¿Cómo debes actuar ante el
fracaso y la derrota? ¿Qué enseña la Biblia al respecto? Partiendo de esta
lectura, la Palabra de Dios nos enseña varias cosas importantes para todos
aquellos que son Hijos de Dios Nacidos de Nuevo.
A pesar de la primer y segunda
derrota, ellos se mantuvieron buscando a Dios. Fueron constantes y persistentes
en creer que sólo Dios tenía la respuesta y la victoria para ellos.
Pacientemente esperé a Jehová, Y se inclinó a mí, y oyó mi clamor. Y me
hizo sacar del pozo de la desesperación, del lodo cenagoso; Puso mis pies sobre
peña, y enderezó mis pasos. Puso luego en mi boca cántico nuevo, alabanza a
nuestro Dios. Verán esto muchos, y temerán, Y confiarán en Jehová (Sal
40.1-3).
En el lenguaje de la Biblia, esperar pacientemente a Jehová, significa esperar la respuesta del Señor
constante y persistentemente. Esto es, no una vez, ni dos, sino constante y
persistentemente, con la certeza y confianza que Él responderá.
Entonces los israelitas subieron a lamentarse delante del Señor hasta la
tarde. Luego consultaron al Señor, diciendo: "¿Tenemos que entablar un
nuevo combate con los hijos de nuestro hermano Benjamín?". Y el Señor
respondió: "Suban a atacarlo". De esta manera, la tropa israelita
recobró el valor y volvió a disponer sus filas para el combate en el mismo
lugar que el primer día (Jue
20.22-23 LPD).
Después de su primera derrota,
ellos no huyeron, ni se fueron lamentándose y auto compadeciéndose por su
fracaso. Tampoco culparon a Dios por su fracaso. Lo que sí hicieron fue ir a la
Presencia de Dios para escuchar Su Palabra.
Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de
su fuerza (Efe 6.10).
Y, ¿cuál es este poder de la
fuerza de Dios en que debes fortalecerte? ¿Acaso el Poder de la fuerza de Dios
son manifestaciones de fuerza como los huracanes, truenos y relámpagos? ¿No,
más bien, el Poder de la Fuerza de Dios es Su Eterna, Infalible e Inmutable
Palabra?
Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra
de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía (He 11.3).
Así que, el Poder de la Fuerza
de Dios es Su Palabra. El Poder donde Dios te instruye para que seas
fortalecido(a) ante cualquier circunstancia, es la Biblia.
La Palabra de Dios es tan real
y poderosa que ella misma produce la fe que necesitas para poder creer.
Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios (Ro 10.17).
De esta manera, la fe que tú necesitas
para triunfar el día de hoy viene cuando escuchas con atención el mensaje que
fluye de la Biblia acerca de Jesucristo.
La Palabra de Dios produce fe
y por lo tanto te llena de fortaleza
para encarar cualquier reto, problema, enfermedad o aflicción.
Y daré por respuesta a mi avergonzador, Que en tu palabra he confiado (Sal 119.42).
No importa si parece que tu
vida haya sido una espiral hacia abajo de continuos fracasos y derrotas, ni que
hayas perdido una, dos o mil batallas; todo eso es aparente, pues ahora, en
Cristo Jesús, tú has sido declarado(a) más que vencedor(a) por la Palabra de
Dios.
Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de
aquel que nos amó (Ro 8.37).
¡Levántate y sacúdete
cualquier tipo de desánimo! Sé constante y persistente en creer pues, al fin y
al cabo, tú eres la persona que Dios dice en Su Palabra que eres: justo(a),
santo(a), perfecto(a), humilde, servicial, amoroso(a), igual a Cristo Jesús, ni
más ni menos.
Entonces, ¿cómo actuar ante el
fracaso y la derrota? Sólo recuerda que el fracaso y la derrota siempre son
aparentes, pues son parte del sistema de este mundo que se basa no en la fe a
la Palabra de Dios sino en las mentiras y engaños del diablo que terminan por
producir miedo, angustia, ansiedad y temor.
Así que vivimos confiados siempre, y sabiendo que entre tanto que
estamos en el cuerpo, estamos ausentes del Señor (porque por fe
andamos, no por vista); pero confiamos, y más quisiéramos estar
ausentes del cuerpo, y presentes al Señor (2 Co 5.6-8).
Pon la Palabra de Dios en tu boca, mente y corazón,
y deshecha las mentiras y acechanzas del diablo. ¡Vive confiado(a) siempre,
porque por fe andas y no por vista! No permitas que la apariencia terrible y amenazadora
de tus problemas te desplace de tu posición de Victoria que es tu identidad
como un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo.
Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la
victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe. ¿Quién es el que
vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios? (1 Jn 5.4-5).
Mira lo que la Biblia dice:
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito,
para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque
no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo
sea salvo por él (Jn 3.16-17).
¡Dios te ama tanto que
prefirió entregar a Su propio Hijo antes que perderte a ti! Por ese amor, ¡Ahora
eres Eterno(a)!
MIREN CUÁNTO NOS ama el Padre celestial que permite que seamos llamados
hijos de Dios. ¡Y lo mas maravilloso es que de veras lo somos! Naturalmente,
como la mayoría de la gente no conoce a Dios, no comprende por qué lo somos (1 Jn 3.1 BAD)
¡Por Amor a ti, Dios, el
Todopoderoso, te ha declarado Su propio Hijo(a)! ¡Ahora eres un(a) auténtico y
legítimo Hijo de Dios, igual a Jesucristo y eres Eterno(a)!
Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también
participó de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio
de la muerte, esto es, al diablo, y librar a todos los que por el
temor de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre (He 2.14-15).
El fracaso y la derrota
siempre son aparentes. Aunque te suene extraño (si lo meditas a la luz de la
Palabra de Dios no lo será), la muerte de 40 mil hombres no significa nada para
Dios, pues en la vida del Reino, aún la muerte (especialmente ella) también es
aparente.
Todavía estaba hablando Jesús, cuando llegaron unos hombres de la casa
de Jairo, jefe de la sinagoga, para decirle: —Tu hija ha muerto. ¿Para qué
sigues molestando al Maestro? Sin hacer caso de la noticia, Jesús le dijo al
jefe de la sinagoga: —No tengas miedo; cree nada más (Mar 5.35-36 NVI).
¡Y la niña resucitó! En este
mundo no hay nada tan definitivo como la muerte. Para los seres humanos la
muerte es el fin de toda esperanza. Pero esto no es así para con los Hijos de
Dios. No tengas temor a nada, sólo tienes que creer, creerle a Dios creyendo Su
Palabra.
—¿Hace cuánto tiempo que le pasa esto? —preguntó Jesús al padre del
muchacho. —Desde que era muy pequeño —contestó él —. A menudo el espíritu lo
arroja al fuego o al agua para matarlo. Ten misericordia de nosotros y ayúdanos
si puedes. —¿Cómo que “si puedo”? —preguntó Jesús —. Todo es posible si uno
cree (Mar
9.21-23 NTV).
Al que cree, al que le cree a
Dios creyendo Su Palabra, ¡Todo le es posible!
Así qué, Pelea la buena batalla de la fe; haz tuya la
vida eterna, a la que fuiste llamado y por la cual hiciste aquella admirable
declaración de fe delante de muchos testigos (1 Ti 6.12 NVI).
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, muchas gracias por el gran
Amor con que me amas. Gracias porque
estando yo muerto(a) en delitos y pecados Tú me diste Vida juntamente con
Cristo Jesús, y no me diste cualquier clase de vida sino la Vida Eterna que
sólo un(a) Hijo(a) de Dios puede tener. ¡Exactamente igual a Cristo Jesús! Por
Tu Amor y por Tu Palabra, puedo hacer las mismas cosas que Jesús hizo y aún
mayores porque ahora Tú, Dios Todopoderoso, también eres mi Padre. Así que, no
estoy derrotado(a) y nunca lo estaré. Tú, mi Dios y Padre, estás conmigo, y si
Tú estás conmigo ¿quién contra mí? Nada ni nadie me pueden hacer frente pues Tú
estás conmigo. Por lo tanto, me determino, con Tu ayuda,
Espíritu Santo, a no dejarme engañar por palabras y pensamientos de desaliento,
fracaso o derrota. Yo creo lo que Tú dices acerca de mí: que por Tu Sangre,
Señor Jesús, me has redimido de todo pueblo, lengua o nación; y me has hecho
un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo. Tú, Señor Jesús, me has hecho rey
(reina) y sacerdote (sacerdotisa) para nuestro Dios, y REINARÉ sobre esta
tierra. Así que, hoy me levanto en tu nombre Jesús, a cumplir el propósito y
destino Eterno que compraste para mí en esa cruz. De cualquier aparente
derrota, estoy seguro(a) que saldré más que vencedor(a) por medio de Aquel que
me ama tanto, Cristo Jesús, mi Rey, Señor y Salvador. Por lo tanto, hoy declaro
que soy sano(a), soy libre, soy próspero(a) y soy dichoso(a) en todas las
cosas. Resisto, con la Palabra de Dios, al espíritu de temor, al desaliento y a
la depresión; no recibo a la enfermedad, ni a la pobreza; perdono a todos los
que me han lastimado y defraudado y recibo la salud, el gozo, la paz y el amor
que son mi herencia y mi derecho, Voy hacer de mi vida una vida que valga la
pena vivirse. ¡Voy a vivir una vida plena y abundante! ¡Nada ni nadie me pueden
detener! En el nombre de Jesús. Amén.
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo
establezco una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en
voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el
Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis
pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí
acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa
derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a
entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi
único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios
Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a
Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido
de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más
estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo Jaime © 2012
Tres Recomendaciones:
Lo que acabas de suceder al reconocer a Jesucristo como el Señor y
Salvador de tu vida, de acuerdo con La Palabra de Dios, es que has Nacido de
Nuevo, ya no más como un ser humano común y corriente, sujeto a la ley del
pecado y de la muerte, sino que ahora eres un(a) legítimo(a) y auténtico(a) Hijo(a)
de Dios Nacido(a) de Nuevo, exactamente igual a Jesucristo, quien ahora es tu
Hermano Mayor. Por lo tanto, te hago estas tres importantísimas
recomendaciones:
1.
Orar. Orar es platicar con Dios. Así que, búscate
un lugar tranquilo donde puedas comenzar a platicar todas tus cosas con Él.
Hazlo de forma audible y notarás como Dios siempre responderá a tu corazón.
2.
Leer y meditar la Palabra de Dios. La Biblia es La
Palabra de Dios, así que, consigue una Biblia y comienza a leerla y meditarla.
¿Cómo empezar? Es muy sencillo. Dependiendo del día que sea hoy, busca en el
programa de lectura “La Biblia en un año” y realiza las lecturas
correspondientes. Este programa lo puedes obtener en: A
Través de La Biblia En Un Ano (palabradehonor.org) Notarás que el
programa está arreglado para imprimirlo como un cuadernillo.
3.
En oración con Dios, tu Padre, busca y únete a una
iglesia o congregación cristiana donde enseñen la Palabra de Dios en base a las
Buenas Noticias que son el Evangelio de Jesucristo.
*Ricardo C. Peredo
Jaime © 2020
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Mayo
16 Hch
23.23 – 24.9 / Jue 20 / Sal 45
RV60
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Mayo
16 Hch
23.23 – 24.9 / Jue 20 / Sal 45
Hechos
23.23 – 24.9
Pablo es enviado a Félix el gobernador
23Y llamando a dos centuriones,
mandó que preparasen para la hora tercera de la noche doscientos soldados,
setenta jinetes y doscientos lanceros, para que fuesen hasta Cesarea; 24y
que preparasen cabalgaduras en que poniendo a Pablo, le llevasen en salvo a
Félix el gobernador. 25Y escribió una carta en estos términos:
26Claudio Lisias al excelentísimo
gobernador Félix: Salud. 27A este hombre, aprehendido por los
judíos, y que iban ellos a matar, lo libré yo acudiendo con la tropa, habiendo
sabido que era ciudadano romano. 28Y queriendo saber la causa por
qué le acusaban, le llevé al concilio de ellos; 29y hallé que le
acusaban por cuestiones de la ley de ellos, pero que ningún delito tenía digno
de muerte o de prisión. 30Pero al ser avisado de asechanzas que
los judíos habían tendido contra este hombre, al punto le he enviado a ti,
intimando también a los acusadores que traten delante de ti lo que tengan
contra él. Pásalo bien.
31Y los soldados, tomando a Pablo
como se les ordenó, le llevaron de noche a Antípatris. 32Y al día
siguiente, dejando a los jinetes que fuesen con él, volvieron a la fortaleza.
33Cuando aquéllos llegaron a Cesarea, y dieron la carta al gobernador, presentaron
también a Pablo delante de él. 34Y el gobernador, leída la carta,
preguntó de qué provincia era; y habiendo entendido que era de Cilicia,
35le dijo: Te oiré cuando vengan tus acusadores. Y mandó que le
custodiasen en el pretorio de Herodes.
Defensa de Pablo ante Félix
24
1Cinco días después, descendió el
sumo sacerdote Ananías con algunos de los ancianos y un cierto orador llamado
Tértulo, y comparecieron ante el gobernador contra Pablo. 2Y
cuando éste fue llamado, Tértulo comenzó a acusarle, diciendo:
Como debido a ti gozamos de gran paz, y muchas
cosas son bien gobernadas en el pueblo por tu prudencia, 3oh
excelentísimo Félix, lo recibimos en todo tiempo y en todo lugar con toda
gratitud. 4Pero por no molestarte más largamente, te ruego que nos
oigas brevemente conforme a tu equidad. 5Porque hemos hallado que
este hombre es una plaga, y promotor de sediciones entre todos los judíos por
todo el mundo, y cabecilla de la secta de los nazarenos. 6Intentó
también profanar el templo; y prendiéndole, quisimos juzgarle conforme a
nuestra ley. 7Pero interviniendo el tribuno Lisias, con gran
violencia le quitó de nuestras manos, 8mandando a sus acusadores
que viniesen a ti. Tú mismo, pues, al juzgarle, podrás informarte de todas estas
cosas de que le acusamos.
9Los judíos también confirmaban,
diciendo ser así todo.[1]
Jueces
20
La guerra contra Benjamín
20
1Entonces salieron todos los hijos
de Israel, y se reunió la congregación como un solo hombre, desde Dan hasta Beerseba
y la tierra de Galaad, a Jehová en Mizpa. 2Y los jefes de todo el
pueblo, de todas las tribus de Israel, se hallaron presentes en la reunión del
pueblo de Dios, cuatrocientos mil hombres de a pie que sacaban espada. 3Y
los hijos de Benjamín oyeron que los hijos de Israel habían subido a Mizpa. Y
dijeron los hijos de Israel: Decid cómo fue esta maldad. 4Entonces
el varón levita, marido de la mujer muerta, respondió y dijo: Yo llegué a Gabaa
de Benjamín con mi concubina, para pasar allí la noche. 5Y
levantándose contra mí los de Gabaa, rodearon contra mí la casa por la noche,
con idea de matarme, y a mi concubina la humillaron de tal manera que murió.
6Entonces tomando yo mi concubina, la corté en pedazos, y la envié por
todo el territorio de la posesión de Israel, por cuanto han hecho maldad y
crimen en Israel. 7He aquí todos vosotros sois hijos de Israel;
dad aquí vuestro parecer y consejo.
8Entonces todo el pueblo, como un
solo hombre, se levantó, y dijeron: Ninguno de nosotros irá a su tienda, ni
volverá ninguno de nosotros a su casa. 9Mas esto es ahora lo que
haremos a Gabaa: contra ella subiremos por sorteo. 10Tomaremos
diez hombres de cada ciento por todas las tribus de Israel, y ciento de cada
mil, y mil de cada diez mil, que lleven víveres para el pueblo, para que yendo
a Gabaa de Benjamín le hagan conforme a toda la abominación que ha cometido en
Israel. 11Y se juntaron todos los hombres de Israel contra la
ciudad, ligados como un solo hombre.
12Y las tribus de Israel enviaron
varones por toda la tribu de Benjamín, diciendo: ¿Qué maldad es esta que ha
sido hecha entre vosotros? 13Entregad, pues, ahora a aquellos
hombres perversos que están en Gabaa, para que los matemos, y quitemos el mal
de Israel. Mas los de Benjamín no quisieron oír la voz de sus hermanos los
hijos de Israel, 14sino que los de Benjamín se juntaron de las
ciudades en Gabaa, para salir a pelear contra los hijos de Israel. 15Y
fueron contados en aquel tiempo los hijos de Benjamín de las ciudades, veintiséis
mil hombres que sacaban espada, sin los que moraban en Gabaa, que fueron por
cuenta setecientos hombres escogidos. 16De toda aquella gente
había setecientos hombres escogidos, que eran zurdos, todos los cuales tiraban
una piedra con la honda a un cabello, y no erraban. 17Y fueron
contados los varones de Israel, fuera de Benjamín, cuatrocientos mil hombres
que sacaban espada, todos estos hombres de guerra.
18Luego se levantaron los hijos de
Israel, y subieron a la casa de Dios y consultaron a Dios, diciendo: ¿Quién
subirá de nosotros el primero en la guerra contra los hijos de Benjamín? Y
Jehová respondió: Judá será el primero.
19Se levantaron, pues, los hijos de
Israel por la mañana, contra Gabaa. 20Y salieron los hijos de
Israel a combatir contra Benjamín, y los varones de Israel ordenaron la batalla
contra ellos junto a Gabaa. 21Saliendo entonces de Gabaa los hijos
de Benjamín, derribaron por tierra aquel día veintidós mil hombres de los hijos
de Israel. 22Mas reanimándose el pueblo, los varones de Israel
volvieron a ordenar la batalla en el mismo lugar donde la habían ordenado el
primer día. 23Porque los hijos de Israel subieron y lloraron
delante de Jehová hasta la noche, y consultaron a Jehová, diciendo: ¿Volveremos
a pelear con los hijos de Benjamín nuestros hermanos? Y Jehová les respondió:
Subid contra ellos.
24Por lo cual se acercaron los
hijos de Israel contra los hijos de Benjamín el segundo día. 25Y
aquel segundo día, saliendo Benjamín de Gabaa contra ellos, derribaron por tierra
otros dieciocho mil hombres de los hijos de Israel, todos los cuales sacaban
espada. 26Entonces subieron todos los hijos de Israel, y todo el
pueblo, y vinieron a la casa de Dios; y lloraron, y se sentaron allí en
presencia de Jehová, y ayunaron aquel día hasta la noche; y ofrecieron
holocaustos y ofrendas de paz delante de Jehová. 27Y los hijos de
Israel preguntaron a Jehová (pues el arca del pacto de Dios estaba allí en
aquellos días, 28y Finees hijo de Eleazar, hijo de Aarón, ministraba
delante de ella en aquellos días), y dijeron: ¿Volveremos aún a salir contra
los hijos de Benjamín nuestros hermanos, para pelear, o desistiremos? Y Jehová
dijo: Subid, porque mañana yo os los entregaré.
29Y puso Israel emboscadas
alrededor de Gabaa. 30Subiendo entonces los hijos de Israel contra
los hijos de Benjamín el tercer día, ordenaron la batalla delante de Gabaa,
como las otras veces. 31Y salieron los hijos de Benjamín al
encuentro del pueblo, alejándose de la ciudad; y comenzaron a herir a algunos
del pueblo, matándolos como las otras veces por los caminos, uno de los cuales
sube a Bet-el, y el otro a Gabaa en el campo; y mataron unos treinta hombres de
Israel. 32Y los hijos de Benjamín decían: Vencidos son delante de
nosotros, como antes. Mas los hijos de Israel decían: Huiremos, y los
alejaremos de la ciudad hasta los caminos. 33Entonces se
levantaron todos los de Israel de su lugar, y se pusieron en orden de batalla
en Baal-tamar; y también las emboscadas de Israel salieron de su lugar, de la
pradera de Gabaa. 34Y vinieron contra Gabaa diez mil hombres
escogidos de todo Israel, y la batalla arreciaba; mas ellos no sabían que ya el
desastre se acercaba a ellos. 35Y derrotó Jehová a Benjamín
delante de Israel; y mataron los hijos de Israel aquel día a veinticinco mil
cien hombres de Benjamín, todos los cuales sacaban espada.
36Y vieron los hijos de Benjamín
que eran derrotados; y los hijos de Israel cedieron campo a Benjamín, porque
estaban confiados en las emboscadas que habían puesto detrás de Gabaa. 37Y
los hombres de las emboscadas acometieron prontamente a Gabaa, y avanzaron e
hirieron a filo de espada a toda la ciudad. 38Y era la señal
concertada entre los hombres de Israel y las emboscadas, que hiciesen subir una
gran humareda de la ciudad. 39Luego, pues, que los de Israel
retrocedieron en la batalla, los de Benjamín comenzaron a herir y matar a la
gente de Israel como treinta hombres, y ya decían: Ciertamente ellos han caído
delante de nosotros, como en la primera batalla. 40Mas cuando la
columna de humo comenzó a subir de la ciudad, los de Benjamín miraron hacia
atrás; y he aquí que el humo de la ciudad subía al cielo. 41Entonces
se volvieron los hombres de Israel, y los de Benjamín se llenaron de temor,
porque vieron que el desastre había venido sobre ellos. 42Volvieron,
por tanto, la espalda delante de Israel hacia el camino del desierto; pero la
batalla los alcanzó, y los que salían de las ciudades los destruían en medio de
ellos. 43Así cercaron a los de Benjamín, y los acosaron y hollaron
desde Menúha hasta enfrente de Gabaa hacia donde nace el sol. 44Y
cayeron de Benjamín dieciocho mil hombres, todos ellos hombres de guerra.
45Volviéndose luego, huyeron hacia el desierto, a la peña de Rimón, y de
ellos fueron abatidos cinco mil hombres en los caminos; y fueron
persiguiéndolos aun hasta Gidom, y mataron de ellos a dos mil hombres. 46Fueron
todos los que de Benjamín murieron aquel día, veinticinco mil hombres que
sacaban espada, todos ellos hombres de guerra. 47Pero se volvieron
y huyeron al desierto a la peña de Rimón seiscientos hombres, los cuales
estuvieron en la peña de Rimón cuatro meses. 48Y los hombres de
Israel volvieron sobre los hijos de Benjamín, y los hirieron a filo de espada,
así a los hombres de cada ciudad como a las bestias y todo lo que fue hallado;
asimismo pusieron fuego a todas las ciudades que hallaban.[2]
Salmos 45
Cántico de las bodas del rey
Al músico principal; sobre Lirios. Masquil de los hijos de Coré. Canción
de amores.
1 Rebosa mi
corazón palabra buena;
Dirijo al rey mi canto;
Mi lengua es pluma de
escribiente muy ligero.
2 Eres el más
hermoso de los hijos de los hombres;
La gracia se derramó en tus
labios;
Por tanto, Dios te ha bendecido
para siempre.
3 Ciñe tu
espada sobre el muslo, oh valiente,
Con tu gloria y con tu
majestad.
4 En tu
gloria sé prosperado;
Cabalga sobre palabra de
verdad, de humildad y de justicia,
Y tu diestra te enseñará cosas
terribles.
5 Tus saetas
agudas,
Con que caerán pueblos debajo
de ti,
Penetrarán en el corazón de
los enemigos del rey.
6 Tu trono,
oh Dios, es eterno y para siempre;
Cetro de justicia es el cetro
de tu reino.
7 Has amado
la justicia y aborrecido la maldad;
Por tanto, te ungió Dios, el
Dios tuyo,
Con óleo de alegría más que a
tus compañeros.a
8 Mirra, áloe
y casia exhalan todos tus vestidos;
Desde palacios de marfil te
recrean.
9 Hijas de
reyes están entre tus ilustres;
Está la reina a tu diestra con
oro de Ofir.
10 Oye, hija,
y mira, e inclina tu oído;
Olvida tu pueblo, y la casa de
tu padre;
11 Y deseará
el rey tu hermosura;
E inclínate a él, porque él es
tu señor.
12 Y las hijas
de Tiro vendrán con presentes;
Implorarán tu favor los ricos
del pueblo.
13 Toda
gloriosa es la hija del rey en su morada;
De brocado de oro es su
vestido.
14 Con
vestidos bordados será llevada al rey;
Vírgenes irán en pos de ella,
Compañeras suyas serán traídas
a ti.
15 Serán
traídas con alegría y gozo;
Entrarán en el palacio del
rey.
16 En lugar de
tus padres serán tus hijos,
A quienes harás príncipes en
toda la tierra.
17 Haré
perpetua la memoria de tu nombre en todas las generaciones,
Por lo cual te alabarán los
pueblos eternamente y para siempre.[3]
[1]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Hch 23.22-24.9). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
[2]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Jue 19.30-20.48). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
a a 45.6–7: He. 1.8–9.
[3]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Sal 44.26-45.17). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Mayo
16 Hch
23.23 – 24.9 / Jue 20 / Sal 45
Hechos
23.23 – 24.9
Pablo es enviado a Félix el gobernador
23Y llamando a dos centuriones,
mandó que preparasen para la hora tercera de la noche doscientos soldados,
setenta jinetes y doscientos lanceros, para que fuesen hasta Cesarea; 24y
que preparasen cabalgaduras en que poniendo a Pablo, le llevasen en salvo a
Félix el gobernador. 25Y escribió una carta en estos términos:
26Claudio Lisias al excelentísimo
gobernador Félix: Salud. 27A este hombre, aprehendido por los
judíos, y que iban ellos a matar, lo libré yo acudiendo con la tropa, habiendo
sabido que era ciudadano romano. 28Y queriendo saber la causa por
qué le acusaban, le llevé al concilio de ellos; 29y hallé que le
acusaban por cuestiones de la ley de ellos, pero que ningún delito tenía digno
de muerte o de prisión. 30Pero al ser avisado de asechanzas que
los judíos habían tendido contra este hombre, al punto le he enviado a ti,
intimando también a los acusadores que traten delante de ti lo que tengan
contra él. Pásalo bien.
31Y los soldados, tomando a Pablo
como se les ordenó, le llevaron de noche a Antípatris. 32Y al día
siguiente, dejando a los jinetes que fuesen con él, volvieron a la fortaleza.
33Cuando aquéllos llegaron a Cesarea, y dieron la carta al gobernador, presentaron
también a Pablo delante de él. 34Y el gobernador, leída la carta,
preguntó de qué provincia era; y habiendo entendido que era de Cilicia,
35le dijo: Te oiré cuando vengan tus acusadores. Y mandó que le
custodiasen en el pretorio de Herodes.
Defensa de Pablo ante Félix
24
1Cinco días después, descendió el
sumo sacerdote Ananías con algunos de los ancianos y un cierto orador llamado
Tértulo, y comparecieron ante el gobernador contra Pablo. 2Y
cuando éste fue llamado, Tértulo comenzó a acusarle, diciendo:
Como debido a ti gozamos de gran paz, y muchas
cosas son bien gobernadas en el pueblo por tu prudencia, 3oh
excelentísimo Félix, lo recibimos en todo tiempo y en todo lugar con toda
gratitud. 4Pero por no molestarte más largamente, te ruego que nos
oigas brevemente conforme a tu equidad. 5Porque hemos hallado que
este hombre es una plaga, y promotor de sediciones entre todos los judíos por
todo el mundo, y cabecilla de la secta de los nazarenos. 6Intentó
también profanar el templo; y prendiéndole, quisimos juzgarle conforme a
nuestra ley. 7Pero interviniendo el tribuno Lisias, con gran
violencia le quitó de nuestras manos, 8mandando a sus acusadores
que viniesen a ti. Tú mismo, pues, al juzgarle, podrás informarte de todas estas
cosas de que le acusamos.
9Los judíos también confirmaban,
diciendo ser así todo.[1]
Jueces
20
La guerra contra Benjamín
20
1Entonces salieron todos los hijos
de Israel, y se reunió la congregación como un solo hombre, desde Dan hasta Beerseba
y la tierra de Galaad, a Jehová en Mizpa. 2Y los jefes de todo el
pueblo, de todas las tribus de Israel, se hallaron presentes en la reunión del
pueblo de Dios, cuatrocientos mil hombres de a pie que sacaban espada. 3Y
los hijos de Benjamín oyeron que los hijos de Israel habían subido a Mizpa. Y
dijeron los hijos de Israel: Decid cómo fue esta maldad. 4Entonces
el varón levita, marido de la mujer muerta, respondió y dijo: Yo llegué a Gabaa
de Benjamín con mi concubina, para pasar allí la noche. 5Y
levantándose contra mí los de Gabaa, rodearon contra mí la casa por la noche,
con idea de matarme, y a mi concubina la humillaron de tal manera que murió.
6Entonces tomando yo mi concubina, la corté en pedazos, y la envié por
todo el territorio de la posesión de Israel, por cuanto han hecho maldad y
crimen en Israel. 7He aquí todos vosotros sois hijos de Israel;
dad aquí vuestro parecer y consejo.
8Entonces todo el pueblo, como un
solo hombre, se levantó, y dijeron: Ninguno de nosotros irá a su tienda, ni
volverá ninguno de nosotros a su casa. 9Mas esto es ahora lo que
haremos a Gabaa: contra ella subiremos por sorteo. 10Tomaremos
diez hombres de cada ciento por todas las tribus de Israel, y ciento de cada
mil, y mil de cada diez mil, que lleven víveres para el pueblo, para que yendo
a Gabaa de Benjamín le hagan conforme a toda la abominación que ha cometido en
Israel. 11Y se juntaron todos los hombres de Israel contra la
ciudad, ligados como un solo hombre.
12Y las tribus de Israel enviaron
varones por toda la tribu de Benjamín, diciendo: ¿Qué maldad es esta que ha
sido hecha entre vosotros? 13Entregad, pues, ahora a aquellos
hombres perversos que están en Gabaa, para que los matemos, y quitemos el mal
de Israel. Mas los de Benjamín no quisieron oír la voz de sus hermanos los
hijos de Israel, 14sino que los de Benjamín se juntaron de las
ciudades en Gabaa, para salir a pelear contra los hijos de Israel. 15Y
fueron contados en aquel tiempo los hijos de Benjamín de las ciudades, veintiséis
mil hombres que sacaban espada, sin los que moraban en Gabaa, que fueron por
cuenta setecientos hombres escogidos. 16De toda aquella gente
había setecientos hombres escogidos, que eran zurdos, todos los cuales tiraban
una piedra con la honda a un cabello, y no erraban. 17Y fueron
contados los varones de Israel, fuera de Benjamín, cuatrocientos mil hombres
que sacaban espada, todos estos hombres de guerra.
18Luego se levantaron los hijos de
Israel, y subieron a la casa de Dios y consultaron a Dios, diciendo: ¿Quién
subirá de nosotros el primero en la guerra contra los hijos de Benjamín? Y
Jehová respondió: Judá será el primero.
19Se levantaron, pues, los hijos de
Israel por la mañana, contra Gabaa. 20Y salieron los hijos de
Israel a combatir contra Benjamín, y los varones de Israel ordenaron la batalla
contra ellos junto a Gabaa. 21Saliendo entonces de Gabaa los hijos
de Benjamín, derribaron por tierra aquel día veintidós mil hombres de los hijos
de Israel. 22Mas reanimándose el pueblo, los varones de Israel
volvieron a ordenar la batalla en el mismo lugar donde la habían ordenado el
primer día. 23Porque los hijos de Israel subieron y lloraron
delante de Jehová hasta la noche, y consultaron a Jehová, diciendo: ¿Volveremos
a pelear con los hijos de Benjamín nuestros hermanos? Y Jehová les respondió:
Subid contra ellos.
24Por lo cual se acercaron los
hijos de Israel contra los hijos de Benjamín el segundo día. 25Y
aquel segundo día, saliendo Benjamín de Gabaa contra ellos, derribaron por tierra
otros dieciocho mil hombres de los hijos de Israel, todos los cuales sacaban
espada. 26Entonces subieron todos los hijos de Israel, y todo el
pueblo, y vinieron a la casa de Dios; y lloraron, y se sentaron allí en
presencia de Jehová, y ayunaron aquel día hasta la noche; y ofrecieron
holocaustos y ofrendas de paz delante de Jehová. 27Y los hijos de
Israel preguntaron a Jehová (pues el arca del pacto de Dios estaba allí en
aquellos días, 28y Finees hijo de Eleazar, hijo de Aarón, ministraba
delante de ella en aquellos días), y dijeron: ¿Volveremos aún a salir contra
los hijos de Benjamín nuestros hermanos, para pelear, o desistiremos? Y Jehová
dijo: Subid, porque mañana yo os los entregaré.
29Y puso Israel emboscadas
alrededor de Gabaa. 30Subiendo entonces los hijos de Israel contra
los hijos de Benjamín el tercer día, ordenaron la batalla delante de Gabaa,
como las otras veces. 31Y salieron los hijos de Benjamín al
encuentro del pueblo, alejándose de la ciudad; y comenzaron a herir a algunos
del pueblo, matándolos como las otras veces por los caminos, uno de los cuales
sube a Bet-el, y el otro a Gabaa en el campo; y mataron unos treinta hombres de
Israel. 32Y los hijos de Benjamín decían: Vencidos son delante de
nosotros, como antes. Mas los hijos de Israel decían: Huiremos, y los
alejaremos de la ciudad hasta los caminos. 33Entonces se
levantaron todos los de Israel de su lugar, y se pusieron en orden de batalla
en Baal-tamar; y también las emboscadas de Israel salieron de su lugar, de la
pradera de Gabaa. 34Y vinieron contra Gabaa diez mil hombres
escogidos de todo Israel, y la batalla arreciaba; mas ellos no sabían que ya el
desastre se acercaba a ellos. 35Y derrotó Jehová a Benjamín
delante de Israel; y mataron los hijos de Israel aquel día a veinticinco mil
cien hombres de Benjamín, todos los cuales sacaban espada.
36Y vieron los hijos de Benjamín
que eran derrotados; y los hijos de Israel cedieron campo a Benjamín, porque
estaban confiados en las emboscadas que habían puesto detrás de Gabaa. 37Y
los hombres de las emboscadas acometieron prontamente a Gabaa, y avanzaron e
hirieron a filo de espada a toda la ciudad. 38Y era la señal
concertada entre los hombres de Israel y las emboscadas, que hiciesen subir una
gran humareda de la ciudad. 39Luego, pues, que los de Israel
retrocedieron en la batalla, los de Benjamín comenzaron a herir y matar a la
gente de Israel como treinta hombres, y ya decían: Ciertamente ellos han caído
delante de nosotros, como en la primera batalla. 40Mas cuando la
columna de humo comenzó a subir de la ciudad, los de Benjamín miraron hacia
atrás; y he aquí que el humo de la ciudad subía al cielo. 41Entonces
se volvieron los hombres de Israel, y los de Benjamín se llenaron de temor,
porque vieron que el desastre había venido sobre ellos. 42Volvieron,
por tanto, la espalda delante de Israel hacia el camino del desierto; pero la
batalla los alcanzó, y los que salían de las ciudades los destruían en medio de
ellos. 43Así cercaron a los de Benjamín, y los acosaron y hollaron
desde Menúha hasta enfrente de Gabaa hacia donde nace el sol. 44Y
cayeron de Benjamín dieciocho mil hombres, todos ellos hombres de guerra.
45Volviéndose luego, huyeron hacia el desierto, a la peña de Rimón, y de
ellos fueron abatidos cinco mil hombres en los caminos; y fueron
persiguiéndolos aun hasta Gidom, y mataron de ellos a dos mil hombres. 46Fueron
todos los que de Benjamín murieron aquel día, veinticinco mil hombres que
sacaban espada, todos ellos hombres de guerra. 47Pero se volvieron
y huyeron al desierto a la peña de Rimón seiscientos hombres, los cuales
estuvieron en la peña de Rimón cuatro meses. 48Y los hombres de
Israel volvieron sobre los hijos de Benjamín, y los hirieron a filo de espada,
así a los hombres de cada ciudad como a las bestias y todo lo que fue hallado;
asimismo pusieron fuego a todas las ciudades que hallaban.[2]
Salmos 45
Cántico de las bodas del rey
Al músico principal; sobre Lirios. Masquil de los hijos de Coré. Canción
de amores.
1 Rebosa mi
corazón palabra buena;
Dirijo al rey mi canto;
Mi lengua es pluma de
escribiente muy ligero.
2 Eres el más
hermoso de los hijos de los hombres;
La gracia se derramó en tus
labios;
Por tanto, Dios te ha bendecido
para siempre.
3 Ciñe tu
espada sobre el muslo, oh valiente,
Con tu gloria y con tu
majestad.
4 En tu
gloria sé prosperado;
Cabalga sobre palabra de
verdad, de humildad y de justicia,
Y tu diestra te enseñará cosas
terribles.
5 Tus saetas
agudas,
Con que caerán pueblos debajo
de ti,
Penetrarán en el corazón de
los enemigos del rey.
6 Tu trono,
oh Dios, es eterno y para siempre;
Cetro de justicia es el cetro
de tu reino.
7 Has amado
la justicia y aborrecido la maldad;
Por tanto, te ungió Dios, el
Dios tuyo,
Con óleo de alegría más que a
tus compañeros.a
8 Mirra, áloe
y casia exhalan todos tus vestidos;
Desde palacios de marfil te
recrean.
9 Hijas de
reyes están entre tus ilustres;
Está la reina a tu diestra con
oro de Ofir.
10 Oye, hija,
y mira, e inclina tu oído;
Olvida tu pueblo, y la casa de
tu padre;
11 Y deseará
el rey tu hermosura;
E inclínate a él, porque él es
tu señor.
12 Y las hijas
de Tiro vendrán con presentes;
Implorarán tu favor los ricos
del pueblo.
13 Toda
gloriosa es la hija del rey en su morada;
De brocado de oro es su
vestido.
14 Con
vestidos bordados será llevada al rey;
Vírgenes irán en pos de ella,
Compañeras suyas serán traídas
a ti.
15 Serán
traídas con alegría y gozo;
Entrarán en el palacio del
rey.
16 En lugar de
tus padres serán tus hijos,
A quienes harás príncipes en
toda la tierra.
17 Haré
perpetua la memoria de tu nombre en todas las generaciones,
Por lo cual te alabarán los
pueblos eternamente y para siempre.[3]
[1]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Hch 23.22-24.9). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
[2]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Jue 19.30-20.48). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
a a 45.6–7: He. 1.8–9.
[3]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Sal 44.26-45.17). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¿Qué piensas al respecto?