Domingo 13 de Enero
de 2013.
¡Contundente victoria!
Por Riqui Ricón*
¿Hasta
cuándo, Jehová? ¿Me olvidarás para siempre? ¿Hasta cuándo esconderás tu rostro
de mí? ¿Hasta cuándo pondré consejos en mi alma, Con tristezas en mi corazón
cada día? ¿Hasta cuándo será enaltecido mi enemigo sobre mí? (Sal 13.1-2).
Me gusta el Salmo 13 porque me
recuerda la forma en como antes me acercaba al Señor en oración: con la actitud
de víctima, apegado a la vieja naturaleza. No me malinterpretes, yo acudía a Él
de forma sincera, con el corazón en la mano, para preguntarle, hasta cuándo o
por qué a mí, y hasta llegué a pensar o exclamar que no era justo lo que estaba
viviendo.
Me gusta el Salmo 13 porque me
recuerda que estoy en medio de una batalla y me ayuda a darme cuenta que cuando
me pongo en la posición de víctima, estoy cediendo terreno al enemigo, pues mi
derrota comenzará cuando empiece a creer que yo no soy importante para Dios,
que no merezco tener éxito y que, al contrario, sí merezco todas las cosas
malas que me suceden.
Pelea la buena batalla
de la fe, echa mano de la vida eterna, a la cual asimismo fuiste llamado,
habiendo hecho la buena profesión delante de muchos testigos (1 Tim 6.12).
La Biblia, que es la Palabra de
Dios y no puede mentir, te enseña que debes pelear la buena batalla de la fe, que
eches mano a la vida eterna, a la cual has sido llamado(a), declarando como
ciertas las buenas cosas que Dios te ha prometido.
Entrad por
la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva
a la perdición, y muchos son los que entran por ella; porque
estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los
que la hallan (Mt 7.13-14).
Pelear la buena batalla de la fe
significa creer ciegamente a Dios y dejar de prestar atención a los problemas y
circunstancias que nos rodean. Significa creerle de tal manera a Dios y a Su
Palabra que ni aún permitas a tus emociones y sentimientos dictar tu estado de
ánimo, porque, al fin y al cabo, si todo lo puedo en Cristo que me fortalece;
si mayor es el que está en mí que el que está en el mundo; si en todas las
cosas soy más que vencedor por medio de Aquel que me amó; si todas las cosas
ayudan a bien a los que amamos a Dios, entonces, en verdad que no tienes razón
alguna para temer, ni angustiarte, ni sentirte víctima de nada ni de nadie. A
menos que creas que Él no va a cumplir Su Palabra.
Ancho y espacioso es el camino
donde miras las circunstancias; sopesas tus opciones; escuchas las noticias y
diversas opiniones; haces balance de tus ingresos y egresos. Ancho y espacioso
es el camino donde permites al espíritu de temor y duda robarte tu identidad de
Hijo(a) del Dios Vivo y Verdadero. Ancho y espacioso es el camino que te
conduce a SENTIR que eres una víctima para comenzar a clamar, ¡hasta cuándo!
¡Por qué a mí!
Pues no
habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino
que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba,
Padre! (Ro 8.15).
Recuerda que Dios no es hombre
para que mienta, ni hijo de hombre para que se arrepienta, si Él lo dijo,
entonces, lo va a cumplir, si Él lo habló, entonces, lo va a ejecutar.
Tú no eres más una víctima y no
debes permitir que las circunstancias, problemas, enfermedades u otras personas
te coloquen en esa posición. Tú eres un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo,
comprado(a) y redimido(a) al precio de la Sangre del Unigénito Hijo de Dios,
para ser hecho(a) libre y conforme a Su imagen.
Porque de tal manera amó Dios
al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree,
no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su
Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Jn 3.16-17).
Dios te ama tanto que prefirió
entregar a Su propio Hijo antes que perderte a ti. Ahora tú eres lo que Dios dice
en Su Palabra que eres: sano(a), libre, más que vencedor(a) y quién todo lo
puede.
MIREN CUÁNTO NOS ama el Padre celestial que permite que
seamos llamados hijos de Dios. ¡Y lo mas maravilloso es que de veras lo somos!
Naturalmente, como la mayoría de la gente no conoce a Dios, no comprende por
qué lo somos (1 Jn 3.1).
Tú eres un(a) Hijo(a) amado(a) de
tu Padre celestial, con quien puedes hablar en confianza y con toda
familiaridad decirle: Abba, Papá, Papito.
Si tú de mañana buscares a
Dios, Y rogares al Todopoderoso; Si fueres limpio y recto, Ciertamente luego
se despertará por ti, Y hará próspera la morada de tu justicia. Y aunque tu
principio haya sido pequeño, Tu postrer estado será muy grande (Job 8.5-7).
Ojalá te guste mucho el salmo 13
porque se parece mucho a tu vida que, aunque tu principio haya sido pequeño, tu
postrer estado será muy grande.
Mas yo en tu misericordia he confiado; Mi corazón se alegrará en tu
salvación. Cantaré a Jehová, Porque
me ha hecho bien (Sal 13.5-6).
Ojalá te guste mucho el salmo 13
porque se parece mucho a tu vida que, a pesar de haber comenzado en aparente
fracaso, ahora ha de manifestarse en contundente victoria.
¡Si puedes creer, al que cree
TODO le es posible!
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, muchas
gracias porque el día de hoy me has dado la respuesta y señalado el camino para
levantarme de cualquier tipo de derrota o fracaso. Yo he creído y recibido Tu
gran Amor con que me has amado. Gracias, Señor Jesús, pues con Tu Sangre me has
hecho libre y puedo levantarme a vivir esa vida que compraste para mí. El
ladrón no viene sino a hurtar, matar y destruir, pero Tú, Jesús, has llegado a
mí, para darme vida y vida abundante. ¡Esta es la Verdad! Gracias, Padre, por
haberme levantado del polvo y la miseria, me has hecho apto(a) para participar de la herencia de los santos en luz; me has
librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de Tu amado Hijo,
Jesús, en quien tengo redención por Su sangre, el perdón de todos mis pecados.
¡No soy una víctima! ¡Ya no estoy más abajo, sino arriba! ¡Ahora soy cabeza y
no cola! Con toda la autoridad que me da Tu Palabra, Dios Todopoderoso, me
declaro sano(a) de toda enfermedad, libre de toda opresión. ¡Recibo el gozo, la
paz y el Amor que Tú me das, para hacer de mi vida una contundente victoria! En el nombre de Jesús. Amén.
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo
establezco una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en
voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a
Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el
Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis
pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí
acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa
derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a
entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi
único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios
Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a
Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido
de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más
estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C.
Peredo Jaime © 2011
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Enero
13 Luc
11.29-54 / Gen 20 / Sal 13
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