Sábado 1 de Diciembre
de 2012.
¡Dios se deleita en ti!
Por Riqui Ricón*
El
SEÑOR no se deleita en los bríos del caballo, ni se complace en la agilidad del
hombre, sino que se complace en los que le temen, en los que confían en su gran
amor (Sal 147.10-11 NVI).
¿Sabías que a Dios se le puede
complacer, que se le puede agradar? Antiguamente pensaban que a Dios le
complacían la sangre de los sacrificios y las ofrendas quemadas. Hoy en día,
aún hay personas que piensan que haciendo algún tipo de sacrificio, en su economía
o en sus personas u ofreciendo el sufrimiento que produce alguna tragedia o
enfermedad, pueden, de esa forma, agradar a Dios.
¡Nada más lejano a la Verdad que
eso! Cuando el rey Saúl pretendió agradar a Dios con sus sacrificios en lugar
de obedecer Su Palabra, sólo recibió el rechazo y la destitución de su cargo.
Y Samuel dijo: ¿Se complace
Jehová tanto en los holocaustos y víctimas, como en que se obedezca a las
palabras de Jehová? Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios, y el
prestar atención que la grosura de los carneros. Porque como
pecado de adivinación es la rebelión, y como ídolos e idolatría la obstinación.
Por cuanto tú desechaste la palabra de Jehová, él también te ha desechado para
que no seas rey (1 S 15.22-23).
Dios no se deleita en la fuerza
del caballo ni se complace en la agilidad del hombre, ni siquiera es la
alabanza y la adoración lo que realmente le agrada (como si Él, el
todopoderoso, tuviera la necesidad de ser adorado por sus criaturas).
La biblia, que es la Palabra de
Dios, y no miente, te enseña claramente que solamente una cosa complace a Dios:
Lo que más me alegra
es oír que mis hijos vivan de acuerdo a la verdad (3 Jn 4 PDT).
La fe es creerle a Dios, creerle
a Su Palabra, y cuando Dios escucha que tú caminas en la Verdad, la cual es Su
Palabra, la Biblia, entonces Él se goza.
Pero sin fe es imposible
agradar a Dios; porque es
necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de
los que le buscan (He 11.6).
Así es, mi amado(a), tu fe es lo
que complace y deleita a tu Padre celestial. Cuando tú decides creer que eres la
persona quien Él dice que eres, Su Hijo(a) amado(a), entonces comienzas a
complacer y deleitar a Dios.
Cuando gracias a tu fe (creer lo
que dice Su Palabra) comienzas a vivir esa vida plena y abundante que Dios
planeó para ti, entonces puedes estar seguro(a) de estar complaciendo y
deleitando a Dios.
Pon mucha atención, pues por más
victorioso(a) que tú puedas salir de las aflicciones, Dios no se deleita al
verte sumergido(a) en problemas o enfermedades, esperando a ver si los puedes resuelves.
¿Qué clase de Padre sería Él? ¡No! Dios se deleita al mirarte encarar la vida
con amor, gozo y paz. Dios se deleita cuando tú tienes la certeza de ser un(a)
Hijo(a) amado(a), capaz de salir más que vencedor(a) en todas las cosas.
En fin, Dios se deleita al notar
que has creído Su Palabra y vives en ella.
Porque de tal manera amó Dios
al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree,
no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su
Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Jn 3.16-17).
Dios se deleita cuando tú
realmente crees que Él te ama tanto que prefirió entregar a Su propio Hijo
antes que perderte a ti.
No es algo que tú tengas o que
puedas hacer lo que agrada a Dios, sino lo que tú ahora eres en Cristo Jesús.
MIREN CUÁNTO NOS ama el Padre celestial que permite que
seamos llamados hijos de Dios. ¡Y lo mas maravilloso es que de veras lo somos!
Naturalmente, como la mayoría de la gente no conoce a Dios, no comprende por
qué lo somos
(1 Jn 3.1 BAD).
Cuando, para hacer frente a los
retos que la vida te presenta, tú pones en tu boca, mente y corazón la Palabra
de Dios y lleno(a) de fe (con toda certeza) declaras: todo lo puedo en Cristo
que me fortalece; soy más que vencedor(a) por medio de Aquel que me amó, Cristo
Jesús; mayor es el que está en mí que el que está en el mundo; si Dios es
conmigo ¿quién contra mí? Etc., Así manifiestas tu identidad de Hijo(a) del Rey
y ¡Entonces es que Dios se deleita en ti!
Oremos en
voz audible:
Amado Padre
celestial, quiero decirte este día que creo y recibo todo lo que hiciste
conmigo por Amor a mí. Quiero que te deleites con mi fe. Yo te creo, creo a Tu
Palabra, la Biblia, y he decidido vivir agradándote, mi Dios. Jesús, Tú eres mi
Señor, Rey y Salvador. Todo lo que ahora soy, lo soy gracias a Ti. Por Tu
Sangre he sido justificado(a); en Tu muerte Dios, mi Padre, me ha perdonado y
por Tu resurrección me has dado Vida Eterna. ¡Por la Ley del Espíritu de Vida
en Cristo Jesús me has hecho libre de la ley del pecado y de la muerte! Ahora, ¡Soy
un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, no de simiente corruptible sino de la
incorruptible semilla que es la Palabra de Dios que vive y permanece para
siempre! Así que, con toda autoridad y para agradarte a Ti, mi Dios, resisto al espíritu de temor y duda, echo fuera de mi
vida la enfermedad, pobreza, tristeza y depresión. Recibo mi salud,
prosperidad, libertad y gozo. ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy
dichoso(a)! En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C.
Peredo Jaime © 2011
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al
final de un año habrás leído toda la Biblia.
Diciembre
1 Gal
5.1-15 / Lam 5
/ Sal 147
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