Viernes 28 de Diciembre
de 2012.
¡Eres Hijo(a) amado(a)
de Dios!
Por Riqui Ricón*
Aconteció que cuando todo el pueblo se bautizaba, también Jesús fue
bautizado; y orando, el cielo se abrió, y descendió el Espíritu
Santo sobre él en forma corporal, como paloma, y vino una voz del cielo que
decía: Tú eres mi Hijo amado; en ti tengo complacencia (Luc 3.21-22).
La Biblia, que es la
Palabra de Dios, y NO PUEDE mentir, te enseña claramente que Jesús es llamado
por Dios, Hijo amado y también te enseña que Jesús llamaba a Dios Su propio
Padre.
En aquel día, Jesús el
hijo de José y María descendió al río Jordán para ser bautizado por Juan y
entonces el Espíritu Santo descendió sobre Él y comenzó Su ministerio al ser
ungido y al ser llamado por Dios, Hijo Amado.
Jesús, el Cristo, el
Ungido, ahora lleno con el Espíritu Santo está listo para servir y complacer al
todopoderoso Dios.
¿Te has preguntado
alguna vez, ¿qué es lo que Dios ve en ti o qué quiere Dios de ti? La respuesta
a esta pregunta es simple: Dios ve en ti y quiere de ti a un(a) Hijo(a) amado(a).
Pero tú eres nuestro padre, si bien Abraham nos ignora, e Israel no nos
conoce; tú, oh Jehová, eres nuestro padre; nuestro Redentor perpetuo es tu
nombre (Isa 63.16).
De acuerdo a la Biblia,
este siempre ha sido Su deseo para contigo.
«Un
hombre tenía dos hijos —continuó Jesús—. El menor de ellos le dijo a su padre:
“Papá, dame lo que me toca de la herencia.” Así que el padre repartió sus
bienes entre los dos. Poco después el hijo menor juntó todo lo que tenía y se
fue a un país lejano; allí vivió desenfrenadamente y derrochó su herencia. »Cuando
ya lo había gastado todo, sobrevino una gran escasez en la región, y él comenzó
a pasar necesidad. Así que fue y consiguió empleo con un ciudadano de aquel
país, quien lo mandó a sus campos a cuidar cerdos. Tanta hambre tenía que
hubiera querido llenarse el estómago con la comida que daban a los cerdos, pero
aun así nadie le daba nada. Por fin recapacitó y se dijo: “¡Cuántos jornaleros
de mi padre tienen comida de sobra, y yo aquí me muero de hambre! Tengo que
volver a mi padre y decirle: Papá, he pecado contra el cielo y contra ti. Ya no
merezco que se me llame tu hijo; trátame como si fuera uno de tus jornaleros.” Así
que emprendió el viaje y se fue a su padre. »Todavía estaba lejos cuando su
padre lo vio y se compadeció de él; salió corriendo a su encuentro, lo abrazó y
lo besó. El joven le dijo: “Papá, he pecado contra el cielo y contra ti. Ya no
merezco que se me llame tu hijo.” Pero el padre ordenó a sus siervos: “¡Pronto!
Traigan la mejor ropa para vestirlo. Pónganle también un anillo en el dedo y
sandalias en los pies. Traigan el ternero más gordo y mátenlo para celebrar un
banquete. Porque este hijo mío estaba muerto, pero ahora ha vuelto a la vida;
se había perdido, pero ya lo hemos encontrado.” Así que empezaron a hacer
fiesta. »Mientras tanto, el hijo mayor estaba en el campo. Al volver, cuando se
acercó a la casa, oyó la música del baile. Entonces llamó a uno de los siervos
y le preguntó qué pasaba. “Ha llegado tu hermano —le respondió—, y tu papá ha
matado el ternero más gordo porque ha recobrado a su hijo sano y salvo.” Indignado,
el hermano mayor se negó a entrar. Así que su padre salió a suplicarle que lo
hiciera. Pero él le contestó: “¡Fíjate cuántos años te he servido sin desobedecer
jamás tus órdenes, y ni un cabrito me has dado para celebrar una fiesta con mis
amigos! ¡Pero ahora llega ese hijo tuyo, que ha despilfarrado tu fortuna con
prostitutas, y tú mandas matar en su honor el ternero más gordo!” »“Hijo mío
—le dijo su padre—, tú siempre estás conmigo, y todo lo que tengo es tuyo. Pero
teníamos que hacer fiesta y alegrarnos, porque este hermano tuyo estaba muerto,
pero ahora ha vuelto a la vida; se había perdido, pero ya lo hemos encontrado.”
»
(Luc 15.11-32 NVI).
Al leer la parábola del
hijo prodigo te puedes dar cuenta que ambos hijos quieren servir a su padre y
no se dan cuenta que el padre ya tiene muchos siervos y lo único que desea el
Padre es gozarse con sus hijos.
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito,
para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque
no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo
sea salvo por él (Jn 3.16-17).
Así es, mi amado(a),
Dios no está tan pendiente de tus pecados, fracasos y derrotas como de que recapacites
y vuelvas a Él. Él sólo quiere que sepas, y creas, que te ama tanto que
prefirió entregar a Su propio Hijo antes que perderte a ti.
Porque
convenía a aquel por cuya causa son todas las cosas, y por quien todas las
cosas subsisten, que habiendo de
llevar muchos hijos a la gloria, perfeccionase por aflicciones al autor
de la salvación de ellos (He 2.10).
Al morir en la cruz y
pagar por tus pecados, Cristo Jesús, sólo estaba cubriendo el requisito para
cumplir el propósito principal del Plan de Salvación: ¡llevar muchos hijos a la
gloria! Hijos de Dios por medio de la fe en Jesucristo. ¡Hijos de Dios Nacidos
de Nuevo!
Todo aquel que cree que Jesús
es el Cristo, es nacido de Dios… Porque todo lo que es nacido de Dios vence al
mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe. ¿Quién
es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios? (1 Jn 5.1,4.5).
Ser Hijo(a) de Dios y
hacerse llamar Hijo(a) de Dios es cosa seria, pues EN VERDAD tienes todo el
poder y la autoridad para vencer al mundo por medio de la fe al creer lo que
dice la Biblia, la Palabra de Honor de Dios, que Jesús es el Hijo de Dios y tú también.
MIREN
CUÁNTO NOS ama el Padre celestial que permite que seamos llamados hijos de
Dios. ¡Y lo mas maravilloso es que de veras lo somos! Naturalmente, como la
mayoría de la gente no conoce a Dios, no comprende por qué lo somos
(1 Jn 3.1 BAD).
Ahora, por lo que Él
hizo en la cruz y por creer la Palabra de Dios, ¡Jesús es tu hermano mayor!
Porque
Dios los conoció desde el principio, y de antemano los destinó a ser semejantes
a su Hijo Jesucristo, a fin de que él sea el mayor entre todos los hermanos
(Ro 8.29 CST).
Además de ser tu
hermano mayor, no existe otra diferencia entre Jesús y tú pues así como Él es,
así eres tú en este mundo.
En esto se ha perfeccionado el amor en nosotros, para que tengamos
confianza en el día del juicio; pues como él es, así somos nosotros en este
mundo (1 Jn 4.17).
Puedes decirlo pero
sobre todo tienes que creerlo: ¡Eres Hijo(a) amado(a) de Dios!
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial,
en este día quiero, una vez más, decirte cuanto te amo y cuan agradecido estoy
por el gran Amor con que me has amado, que estando yo muerto(a) en delitos y
pecados eso no te importó sino que me diste Vida juntamente con Tu Hijo Jesús.
Señor Jesús, muchas gracias porque Satanás solo vino a hurtarme, matarme y destruirme
pero Tú has venido para darme Vida y Vida abundante. En Ti y por Ti, Señor
Jesús, tengo todo el derecho a la Vida Eterna pues ahora, en Ti y por Ti, al
igual que Tú, soy un(a) Hijo(a) de Dios. ¡He Nacido de Nuevo! En esta identidad
y en esta plenitud de ser quien ahora soy, gracias a Ti, mi Rey, Señor y
Salvador, estoy seguro(a) que nada ni nadie me puede separar de Tu Amor, pues
si no escatimaste ni a Tu propio Hijo, sino que la entregaste por Amor a mí,
¿cómo no me darás juntamente con El todas las cosas? Y de mi vida pasada y
presente, ¿quién me acusará si soy
escogido(a) de Dios? ¡Dios, Tú eres el que me justifica! ¿Quién me condenará? ¡Jesús, Tú eres el que murió; más aun, el que
también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también
intercede por mí! ¿Quién me
separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre,
o desnudez, o peligro, o espada? Como está escrito: Por causa de ti soy muerto(a) todo el tiempo; Soy
contado(a) como oveja de matadero. Antes, en todas estas cosas yo, _________
(tu nombre aquí), soy más que vencedor(a) por medio de aquel que me amó. Por
lo cual estoy seguro(a) de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni
principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo
alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada me podrá separar del amor de
Dios, que es en Cristo Jesús mi Señor. Por lo tanto, resisto todo
espíritu de incredulidad, temor, enfermedad, pobreza y fracaso que quiera
engañarme haciéndome creer que soy otra persona diferente a la que Dios dice en
Su Palabra que ahora soy yo. Declaro con la misma autoridad de Jesucristo que
¡Soy sano(a)! ¿Soy libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy dichoso(a)! ¡Soy un(a) Hijo(a)
de Dios Nacido(a) de Nuevo! En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C.
Peredo Jaime © 2011
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al
final de un año habrás leído toda la Biblia.
Diciembre
28 Luc
3.21-38 / Ez 42-43
/ Isa 63
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¿Qué piensas al respecto?