Domingo 20 de Noviembre de 2011.
Si tienes oídos para oír, entonces, ¡Deberías escuchar!
Por Riqui Ricón*
Toma un rollo de libro, y escribe en él todas las palabras que te he hablado contra Israel y contra Judá, y contra todas las naciones, desde el día que comencé a hablarte, desde los días de Josías hasta hoy. Quizá oiga la casa de Judá todo el mal que yo pienso hacerles, y se arrepienta cada uno de su mal camino, y yo perdonaré su maldad y su pecado (Jer 36.2-3).
Una de las cosas que más me han asombrado en estos días es el descubrir cómo los seres humanos han desarrollado una resistencia natural, una antipatía disimulada, hacia la Palabra de Dios; exactamente igual a como el rey Joacim y sus príncipes lo hicieron en los días del profeta Jeremías.
Me asombra saber que el 100 por ciento de los cristianos confiesan creer que la Biblia es la Palabra de Dios y, sin embargo, viven vidas carentes del poder y la Presencia de Dios, luchando todos los días una batalla, que parecieran ir perdiendo, contra las enfermedades, las carencias económicas, el rencor, el resentimiento, el miedo y el dolor.
¿Cómo puedes reconciliar la vida que vives con las Palabras de Jesús cuando dijo: El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia (Jn 10.10)?
¡Sencillo! Simplemente creyéndole a Él, creyendo que, efectivamente, la Biblia es la Palabra de Dios, las Palabras que salieron de Su boca, y te fue dada para tu beneficio. Nota que Dios le dijo a Jeremías, quizá oigan y se arrepientan y yo les perdone. Dios mismo pregunta por medio del profeta Isaías ¿Quién ha creído a nuestro anuncio?
Es cuestión de decidir ¿a quién le vas a creer, a tu forma de ver las cosas como siempre lo has hecho o a la Palabra de Honor del Dios Vivo y Verdadero que te ha amado tanto que prefirió entregar a Su propio Hijo antes que perderte a ti? Es, prácticamente, la misma decisión que tuvieron que tomar Adán y Eva en el jardín del Edén ¿quién dirá la verdad, la serpiente o Dios? ¿A quién le vamos a creer?
No lo dudes mi amada(o), Dios te ha dado Su Palabra para tu provecho y no para quitarte o restarte algo de tu vida. De hecho, Su propósito es llevarte a un nivel extraordinario de vida por medio de la fe. ¿Y qué es la fe? Tener fe es tener muy en claro y resuelto los siguientes principios: si Dios lo dice en Su Palabra, entonces, es la verdad y Él lo va a cumplir. Primero el cielo y la tierra dejan de existir antes que se deje de cumplir una sola de las Palabras que han salido de la Boca de Dios. Él es Dios y, por lo tanto, no puede mentir ya que cada Palabra que sale de Su Boca tiene todo el Poder de Dios en Si misma para hacerse cumplir.
Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres (Jn 8.31-32).
Acuérdate de la palabra dada a tu siervo, En la cual me has hecho esperar. Ella es mi consuelo en mi aflicción, Porque tu dicho me ha vivificado… Lámpara es a mis pies tu palabra, Y lumbrera a mi camino (Sal 119.49, 50, 105).
El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán (Luc 21.33).
Pero yo te declararé lo que está escrito en el libro de la verdad (Dan 10.21a).
Ahora pues, Jehová Dios, tú eres Dios, y tus palabras son verdad, y tú has prometido este bien a tu siervo (2 S 7.28).
Así que, sacúdete toda pasividad para con la Biblia y haz de la Palabra de Dios la norma máxima de tu existencia. Ponla en tu mente boca y corazón leyéndola y meditándola de día y de noche. La Biblia jamás te restará algo sino todo lo contrario, siempre te sumará la Bendición de Dios para tu vida pues son las Palabras que Dios declaró para tu bien, puesto que te ama con todo Su Corazón.
Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien (Jos 1.8).
no devolviendo mal por mal, ni maldición por maldición, sino por el contrario, bendiciendo, sabiendo que fuisteis llamados para que heredaseis bendición (1 P 3.9).
¡Has sido llamada(o) por Dios para ser heredera(o) de bendición!
Oremos:
Amado Padre celestial, Tú Palabra, la Biblia, es la Verdad y es la Luz que guía mi vida. Porque Tú lo hablaste Dios, Jesús, el Verbo, la Palabra, se hizo carne para que, por tu gran Amor con que me has amado, al pagar Él todos mis pecados con Su Vida en la cruz, yo recibiese la Vida Eterna y la adopción de Hija(o) Tuya(o). ¡Gracias, Señor Jesús! ¡Escrito está! Porque Tú moriste, yo morí contigo en esa cruz. ¡Escrito está! Porque Tú resucitaste, yo resucité contigo a una vida totalmente nueva, libre del pecado y de la muerte pues con Tu Sangre me has redimido para Dios de todo linaje y lengua y pueblo y nación; y me has hecho para nuestro Dios rey(reina) y sacerdote(sacerdotisa), y reinaré sobre la tierra. Padre, yo soy Tu Hija(o) y he de reinar sobre toda aflicción, enfermedad o problema, pues para esto me dejaste aquí en la tierra; para establecer Tu Reino, anunciando Tu Gran Amor con el cual me llamaste de las tinieblas a Tu Luz admirable. Gracias mi Dios, pues no sólo lo has hablado sino que lo pusiste por escrito: ¡He sido llamada(o) por Ti para ser heredera(o)! ¡Soy heredera(o) de Tu Bendición! ¡Soy heredera(o) de Tu Palabra! En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo Jaime © 2010
Lectura y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Noviembre 20 1 P 3 / Jer 35-36 / Sal 136
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