Domingo 30 de Octubre de 2011.
¡Jamás serás avergonzada(o)!
Por Riqui Ricón*
Y daré por respuesta a mi avergonzador, Que en tu palabra he confiado. No quites de mi boca en ningún tiempo la palabra de verdad, Porque en tus juicios espero (Sal 119.42-43).
¿Sabes? Hasta este momento de la historia no existe un solo ser humano que haya confiado en la Palabra de Dios con todo su corazón y haya sido avergonzado por eso. Esto se debe a que la Palabra de Dios es LA VERDAD y las/los Hijas/Hijos de Dios NACIDOS DE NUEVO JAMÁS seremos avergonzados de haber confiado en la Biblia. De hecho, podemos y debemos, ante todo problema y circunstancia adversa, responderle al avergonzador que confiamos plenamente en la Palabra de Dios.
La Biblia es la Palabra de Dios y Él NO PUEDE mentir, así que si la Biblia dice que eres sana/sano por las heridas de Cristo Jesús, esa es la verdad y cualquier enfermedad que estés padeciendo, se encuentra en tu cuerpo en contra de la verdad y de la voluntad de Dios.
Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma (3 Jn 2). Esta breve porción de la Escritura expresa magistralmente la voluntad de Dios para tu vida: prosperidad en todas las cosas, salud, paz y gozo; en suma, una vida plena y abundante.
El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia (Jn 10.10).
A veces las personas se preguntan por qué si la Biblia es la Verdad, ellos no alcanzan a ver ni a experimentar la calidad de vida que en ella se promete. Para dar respuesta a esto, primero te preguntaría ¿podría ser, habría la más remota posibilidad, que el que está equivocado seas tú y no el Señor?
Fe es creerle al Señor, creerle a Su Palabra y el mayor estorbo para recibir las promesas de Dios mediante la fe es la condenación que obra a través del espíritu de temor. Me refiero a esa sensación de no ser lo suficientemente limpio, santo, digno o capaz de merecer un milagro o el cumplimiento de una promesa de parte de Dios.
La biblia es la Ley de Justicia, la Ley de Verdad y declara que al aceptar el pago que Jesucristo hizo con Su Vida, tú recibes la justificación o perdón de todos tus pecados para que ahora puedas recibir, por la fe en Él, la plenitud de vida.
No te engañes a ti misma/mismo, no existe precio ni trabajo ni acción alguna que tú puedas realizar para pagar, por tus medios, lo que Él ya hizo por ti. Podrías estar intentándolo hasta el fin de los tiempos y no lo vas a lograr. La buena noticia es que Dios es digno de confianza y puedes creerle y recibir tu justificación y vida plena. ¡Él tiene Palabra de Honor!
Así que: Y el efecto de la justicia será paz; y la labor de la justicia, reposo y seguridad para siempre (Isa 32.17). Puedes estar tranquila/tranquilo, nunca serás avergonzada/avergonzado por haber CREIDO a la Palabra de Dios.
Oremos:
Amado Padre celestial, es hermoso saber en quién he confiado y a quién le he entregado mi vida y corazón: a Ti, precioso Dios que me has amado tanto que preferiste entregar a Tu propio Hijo antes que perderme a mí. A Ti que has hablado Palabras de Verdad y de Amor sobre de mí y de mi familia. Gracias, Señor, porque sé que ninguna de esas Palabras dejará de cumplirse en mi: soy amada(o) del Padre; soy más que vencedor(a); nada ni nadie me pueden hacer frente pues Tú, Señor Jesús, estás conmigo. No hay forma en que pueda perder en esta vida. ¡Gracias, Señor Jesús! Amén.
*Ricardo C. Peredo Jaime © 2010
Lectura y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Octubre 30 1 Tim 1 / Isa 31-33/ Sal 119.33-64
1Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. 2Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte. 3Porque lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne; 4para que la justicia de la ley se cumpliese en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu (Ro 8.1-5).
ResponderEliminarGracias, Anónimo !
ResponderEliminar