Miércoles 23 de Noviembre de 2011.
¡Tú ya tienes esta clase de fe!
Por Riqui Ricón*
Simón Pedro, siervo y apóstol de Jesucristo, a los que habéis alcanzado, por la justicia de nuestro Dios y Salvador Jesucristo, una fe igualmente preciosa que la nuestra (2 P 1.1).
El primer capítulo de la segunda carta del apóstol Pedro es tan maravillosamente rico en la revelación de quién somos en Cristo Jesús que necesitamos varios días de meditación para poder comprender y recibir la enseñanza que la Palabra de Dios nos da el día de hoy.
Por sólo citar algunos de los puntos más relevantes, encontrarás que: 1) En Cristo Jesús, ya tienes fe. 2) Todas las cosas buenas ya nos han sido dadas. 3) Dios nos ha dado preciosas y grandísimas promesas. 4) Ahora participamos de la misma naturaleza divina que nuestro Padre Celestial. 5) Por todo lo anterior vencemos al pecado y vivimos en santidad. 6) No caeremos jamás. 7) Tenemos amplia y generosa entrada al Reino de Dios. 8) Todo esto está establecido por Dios en la Palabra profética más segura, que es Su propia Palabra, la Biblia.
Ahora bien, en lugar de atemorizarte o sentirte indigno porque Él ha mostrado en tu tiempo las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús, mejor acepta que este es el mensaje constante y coherente del Evangelio: que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados,… ya que, Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él (2 Co 5,19, 21).
Tienes que entender, de una vez por todas, que el Plan de Redención de Dios para tu vida, es mucho más rico y maravilloso como para sólo contener el perdón de tus pecados y tu entrada al cielo. Así es, amada(o), el Plan de Redención de Dios para tu vida es muchísimo más que eso.
Limpiar nuestros pecados es apenas el primer requisito para tener derecho a esas preciosas y grandísimas promesas por medio de las cuales puedes llegar a ser participante de la naturaleza divina (2 P 1.4).
Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero ), para que en Cristo Jesús la bendición de Abraham alcanzase a los gentiles, a fin de que por la fe recibiésemos la promesa del Espíritu… Y si vosotros sois de Cristo, ciertamente linaje de Abraham sois, y herederos según la promesa (Gal 3.13, 14, 29).
Efectivamente, como HIJA(O) DE DIOS NACIDA(O) DE NUEVO, has sido redimida(o) de toda maldición (enfermedad, pobreza, temor, angustia, rencor, resentimiento, soledad, tribulación, depresión, amargura, dolor, etc., etc.) y ahora vives bajo la bendición de Dios TU PADRE (vida eterna, vida abundante de prosperidad, salud, amor, paz, gozo y plenitud).
En Verdad, sin importar cuales sean tus circunstancias en este momento o como te sientas o mires a ti misma(o) el día de hoy; tú eres Hija(o) de Dios; heredera(o); heredera(o) de Dios y coheredera(o) con Cristo. ¡Heredera(o) de la Promesa del Espíritu! ¿De cuál Espíritu? Del mismo que te permite, por medio de la fe en Cristo Jesús, RECIBIR TODO ESTO: el Espíritu Santo. El mismo Espíritu que resucito a Jesús de entre los muertos, a ti y a mí nos ha regenerado, haciéndonos Nacer de Nuevo, conforme a la imagen de Su Hijo, para que Él, Jesucristo, sea el primogénito entre muchos hermanos.
Ahora bien, para que todo esto se pueda lograr; Él, el Espíritu Santo, te ha provisto de fe. La medida de fe, que es una fe igualmente preciosa a la del apóstol Pedro; aquel que, al pasar, los enfermos sanaban con sólo tocar su sombra.
Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí. No desecho la gracia de Dios; pues si por la ley fuese la justicia, entonces por demás murió Cristo (Gal 2.20-21).
Así que, no deseches la gracia de Dios pensando que esto es demasiado bueno como para CREER que sea verdad. De acuerdo a la biblia, la Palabra de Dios que no miente, es Jesús mismo el autor y consumador de esa fe que tú ya tienes. Fe para creer quién ahora tú eres. Fe para creer que eres ese(a) Hija(o) amada(o) que Él dice que eres. Fe para creer que puedes ser y hacer todas las cosas que Él dice que puedes. ¡Fe con propósito!
Oremos:
Amado Padre celestial, yo no desecho Tu Gracia sino que la recibo. Creo y recibo la fe de Jesucristo para hacer las cosas que Él hizo y aún mayores. Yo, _______________(dí tu nombre aquí), soy un(a) Hija(o) de Dios Nacida(o) de Nuevo, no de simiente corruptible sino de la incorruptible semilla que es la Palabra de Dios, que vive y permanece para siempre. He sido escogida(o) por Dios para ser adoptada(o) Hija(o) Suya(o) según el puro afecto de Su Voluntad, para participar de la naturaleza divina. Rechazo al espíritu de condenación y fracaso que quiere hacerme creer que sigo siendo el(la) misma(o) pecador(a) que antes era. ¡Apelo a la Sangre de Cristo como el precio de Amor que se pagó por mi regeneración! Yo soy la persona que Tú, Padre Santo, dices que soy en Tu Palabra, la Biblia. Resisto al espíritu de temor, a la enfermedad, pobreza, rencor, tristeza y cualquier otra emoción o sentimiento que me quiera apartar de la Verdad. ¡Jesús ya pagó por mí! ¡La Sangre fue derramada! ¡Yo no tengo porque pagar! ¡Soy sana(o)! ¡Soy libre! En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo Jaime © 2010
Lectura y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Noviembre 23 2 P 1 / Jer 41-42 / Sal 139
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