¡El ángel se equivocó!
Por Riqui Ricón*
Ahora, pues, Israel, ¿qué pide Jehová tu Dios de ti, sino que temas a Jehová tu Dios, que andes en todos sus caminos, y que lo ames, y sirvas a Jehová tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma; que guardes los mandamientos de Jehová y sus estatutos, que yo te prescribo hoy, para que tengas prosperidad? (Deu 10. 12-13)
¡Propósito! ¡Siempre propósito! Jamás Dios ha hecho algo con despropósito. Él es Amor y por el gran amor con que te ha amado te dio Su Palabra. La Biblia fue dictada por Dios para tu beneficio y bendición: PARA QUE TENGAS PROSPERIDAD. La palabra prosperidad tiene, en la Biblia, el significado de Plenitud, sin carencia alguna y sin temor alguno.
Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma (3 Jn 2).
La Voluntad de Dios, Su deseo, para tu vida, no puede ser más hermoso, simple y sencillo que verte vivir en plenitud: prospera/prospero materialmente, en salud, llena/lleno de paz, gozo y amor en tu alma donde radican tus pensamientos, emociones, sentimientos y voluntad.
- Pero, pero, Riqui Ricón, yo no tengo nada de eso, ni siquiera he sido una/un buena/buen cristiana/cristiano. Soy demasiada poca cosa para que Dios me trate así como tú dices.
Pon mucha atención, pues la Biblia, que es la Palabra de Dios y no miente, dice:
Si tú de mañana buscares a Dios, Y rogares al Todopoderoso; Si fueres limpio y recto, Ciertamente luego se despertará por ti, Y hará próspera la morada de tu justicia. Y aunque tu principio haya sido pequeño, Tu postrer estado será muy grande (Job 8. 5-7).
Amada/amado, pon ya un alto a tus temores y dudas; deja de escuchar esas palabras de fracaso, desánimo y derrota y decide CREER. Creerle a Aquel que te ha amado de tal manera que prefirió entregar a Su propio Hijo para pagar el justo precio de tus pecados, fracasos, dudas y derrotas, antes que perderte a ti.
- Pero, pero, ahí dice que si yo fuere limpia/limpio y recta/recto y, la verdad, yo no lo he sido.
Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos), y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús, para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús. Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe. Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas (Efe 2. 4-10).
Tienes que comprender hoy que no se trata de lo que hayas hecho o estés haciendo sino de lo que Él YA HIZO por ti en la cruz. Es Su Plan perfecto y con propósito para tu vida. En el mismo libro de Efesios, en el capítulo 4, versículo 23 Dios dice que la/el nueva/nuevo mujer/hombre que tú YA ERES en Cristo Jesús, fuiste creada/creado, por Dios mismo, en la justicia y santidad de la verdad. Y, debes tener siempre presente que Dios no puede mentir.
porque con una sola ofrenda (Jesús mismo) hizo perfectos para siempre a los santificados (He 10. 14).
Si has hecho a Jesucristo el Señor de tu vida aceptando el precio que pagó en la cruz por ti, entonces, de acuerdo a la Palabra de Dios, tu eres ya una/un Hija/Hijo de Dios Nacida/Nacido de Nuevo y no de simiente corruptible sino de incorruptible, por la Palabra de Dios, que vive y permanece para siempre (1 P 1. 23). Es la mismísima Biblia la que te hace Hija/Hijo de Dios y está aquí para tu provecho, para que te vaya bien y seas prosperada/prosperado para siempre.
Mas el ángel, respondiendo, dijo a las mujeres: No temáis vosotras; porque yo sé que buscáis a Jesús, el que fue crucificado. No está aquí, pues ha resucitado, como dijo. Venid, ved el lugar donde fue puesto el Señor. E id pronto y decid a sus discípulos que ha resucitado de los muertos, y he aquí va delante de vosotros a Galilea; allí le veréis. He aquí, os lo he dicho. Entonces ellas, saliendo del sepulcro con temor y gran gozo, fueron corriendo a dar las nuevas a sus discípulos. Y mientras iban a dar las nuevas a los discípulos, he aquí, Jesús les salió al encuentro, diciendo: ¡Salve! Y ellas, acercándose, abrazaron sus pies, y le adoraron. Entonces Jesús les dijo: No temáis; id, dad las nuevas a mis hermanos, para que vayan a Galilea, y allí me verán (Mat 28. 5-10).
Esta porción de la Escritura me causa gracia y mucho amor por mi Señor Jesús. Para Él es tan importante que sepas quién ahora tú eres, que aceptes tu nueva identidad, que tuvo que corregir inmediatamente y en persona el error de uno de sus ángeles.
El ángel dijo a las mujeres, vayan a Galilea y ahí verán al Señor, sin embargo, Jesús se les apareció inmediatamente, ¿por qué? Porque ese ángel cometió un tremendo error de identidad llamándoles discípulos a los ahora hermanos de Jesús. Por eso, el Señor mismo, en persona, tuvo que corregir sus planes de verlos en Galilea y acudir inmediatamente para establecer que ahora somos sus hermanos.
Ellos, como tú y yo, tuvieron un inicio insignificante como seres humanos comunes y corrientes llenos de delitos y pecados, pero, por Su Palabra y gran Amor, terminaron siendo Hijos del Dios vivo y verdadero, hermanos de Jesús, como tú y yo.
Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos (Ro 8.29).
Amado Padre celestial, gracias te doy porque tu ángel se equivocó y puedo darme cuenta lo importante que es para Ti que yo sepa muy bien quién soy ahora en Cristo Jesús. Soy Tu Hija/Hijo amada/amado y tengo todo el derecho a vivir como tal, creyéndote a Ti, creyendo a Tu Palabra, donde claramente dices que soy sana/sano por las heridas de Jesús, que bienes y riquezas hay en mi casa, que la paz que sobrepasa todo entendimiento llena mi mente y corazón. Por eso, Padre, declaro con todo mi corazón que no voy a temer mal alguno sino a creer, creerte a Ti. No recibo al espíritu de temor y de duda pues yo soy Tu Hija/Hijo y no tengo nada, absolutamente nada, que temer. Recibo la bendición de Tu Palabra y todas Tus promesas para mí, en el nombre de Jesús. Amén.
¡Gloria a Dios! ¡El ángel se equivocó!
*Ricardo C. Peredo Jaime © 2011
Lectura y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Abril 8 Mat 28 / Deu 9-10 / Job 8
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