12 de Marzo
¡Estoy asegurado!
Por Riqui Ricón*
Toda palabra de Dios es
limpia; El es escudo a los que en él esperan (Pro 30.5).
¿Cómo puede ser Dios escudo a los que en Él esperan?
Puesto que Él es Dios (el único Dios verdadero), entonces Su Palabra es la
Verdad. Lo cual significa que TODO lo que Él dice tiene cumplimiento. El poder
de la fuerza de Dios no es el Amor, ni Su Voluntad, ni Su Presencia sino Su
Palabra. Todo cuanto existe, lo visible y lo invisible, fue creado por Su
Palabra, no por el Amor.
Por la fe entendemos haber
sido constituido el universo por la palabra de Dios, de modo que lo
que se ve fue hecho de lo que no se veía (He 11.3).
Es el poder que contiene la
Palabra de Dios lo que hace que se materialicen cosas que no existían, que se
vea lo que no se veía.
Y dijo Dios: Sea la luz; y fue
la luz (Gen 1.3).
Ahora bien, no me malinterpretes, es totalmente
verdadero que Dios ES Amor y, por lo tanto, hizo el universo por Amor y en Amor,
pero lo hizo con Su Palabra.
De hecho, Dios te ama
tanto que prefirió entregar a Su propio Hijo antes que perderte a ti.
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito,
para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque
no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo
sea salvo por él (Jn 3.16-17).
Lo importante a destacar aquí, en la meditación de
hoy, es que la Biblia, la Palabra de Dios, es más vital que el alimento mismo;
es el arma y escudo con las que Jesús derrotó al diablo:
Y
vino a él el tentador, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se
conviertan en pan. El respondió y dijo: Escrito está: No sólo de
pan vivirá el hombre, sino de toda
palabra que sale de la boca de Dios (Mat 4.3-4).
La Biblia es el arma y escudo con las que tú derrotas
al diablo cada día, cada vez que el viene a tratar de hurtar, matar o destruir
tu gozo, tu paz o tu vida.
(Efe 6:16-17 RV60) Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que
podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno. 17 Y tomad el yelmo de la salvación, y la
espada del Espíritu, que es la palabra de Dios;
La Palabra de Dios es tan importante, santa, pura,
infalible, contundente y eterna que las mismas Escrituras se definen como la
Perfecta Ley, la Ley de Verdad, la Ley de Libertad.
Mas el
que mira atentamente en la perfecta ley, la de la libertad, y persevera en
ella, no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra, éste será
bienaventurado en lo que hace (Sgo 1.25).
De modo que sí, sí puedes estar seguro(a) en esta
vida. Si la Biblia dice que Dios es escudo a los que en Él esperan, entonces tú
tienes el mejor de los escudos.
De modo que sí, sí puedes estar totalmente seguro(a)
en tu vida. Dondequiera que andes y como quiera que estés, si la Biblia dice
que Aquel que fue engendrado por Dios, Cristo Jesús, te guarda y el maligno no
te toca (1 Jn 5.18), entonces tienes de tu lado al mejor de los guardianes y, definitivamente,
Satanás no puede tocarte.
Por esto es sumamente importante que desarrolles y
uses tu fe. ¡Créele a Dios creyendo Su Palabra!
Mas la fe nace cuando se presta atención a las Buenas
Noticias acerca de Jesucristo (Rom 10.17 BAD).
Así que la
fe ES por oír la Palabra de Dios, entonces, lo que tienes que hacer para
desarrollar tu fe es escuchar continua y constantemente la Biblia.
Nunca
se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche
meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está
escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien (Jos 1.8).
¡Más claro, ni el agua! Dios te
revela en Su Palabra el secreto para vivir una vida exitosa: ¡Haz de la lectura
y meditación de la Biblia la norma máxima de tu existencia!
Jesús le
dijo: Si puedes creer, al que cree todo le es posible (Mar 9.23).
Y desde luego que al que le cree
a Dios, TODO le es posible.
La fe es lo único que te garantiza una Vida
victoriosa y lo único que tienes que hacer
es poner la Biblia en tu boca, mente y
corazón; leyéndola y meditándola TODOS LOS DIAS, porque dice Dios que entonces
(no antes, ni después, ni de ningún otra forma), harás prosperar tu camino y
todo te saldrá bien.
Bienaventurado
el hombre que teme a Jehová, Y en sus mandamientos se deleita en gran manera…
No tendrá temor de malas noticias; Su corazón está firme, confiado en Jehová.
Asegurado está su corazón; no temerá, Hasta que vea en sus enemigos su deseo (Sal 112.1, 7-8).
Puesto que la Biblia es la Palabra de Dios, Su
Palabra de Honor, entonces tiene todo el Poder para hacerse cumplir a sí misma
y tú puedes recibir hoy esta bendición para aquellos que aman y se deleitan en
la Palabra de Dios: No tendrás temor de malas noticias. Tú corazón está firme,
confiado en el Señor. Asegurado está tu corazón; no temerás.
Ahora bien, todo esto es muy real y posible porque
Dios te ama tanto que, a través de Jesucristo, Él te ha hecho Su propio(a)
Hijo(a).
MIREN CUÁNTO NOS ama el Padre
celestial que permite que seamos llamados hijos de Dios. ¡Y lo mas maravilloso
es que de veras lo somos! Naturalmente, como la mayoría de la gente no conoce a
Dios, no comprende por qué lo somos (1 Jua 3.1 BAD).
Así que, puedes hoy declararlo en voz alta: ¡Dios
es mi Padre y mi escudo! ¡No temeré! ¡Estoy asegurado(a)!
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, que
hermoso es saber y creer lo que hiciste por Amor a mí. Gracias por no haber
escatimado a Tu propio Hijo Jesús, sino que lo entregaste por mí. Señor Jesús,
muchas gracias porque Tú, siendo en forma de Dios, no
estimaste el ser igual a Dios como cosa a que aferrarte, sino que
Te despojaste a Ti mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los
hombres; y estando en la condición de hombre, Te humillaste a Ti
mismo, haciéndote obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Gracias porque
con Tu muerte y resurrección, destruiste por medio de la muerte al que tenía el
imperio de la muerte, esto es, al diablo, y así, me has hecho
libre, pues yo, por el temor de la muerte estaba durante toda mi vida sujeto(a)
a servidumbre. ¡Porque Tú moriste, mi vieja naturaleza, mi viejo(a) yo, murió
contigo! ¡Porque Tú vives, yo también vivo! ¡La Vida Eterna que Tú tienes, es
la misma que adquiriste para mí! ¡Puedo dejar de temerle a la muerte! ¡La
muerte ya no se enseñorea más de mí! ¡Gracias! ¡Muchas gracias, Señor Jesús! Ahora puedo, con toda certeza
declarar que, ¡Soy
sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy más que vencedor(a)! ¡Todo lo puedo
en Cristo! Y, por la Sangre de Jesús, soy dichoso(a) para vivir una vida plena
y abundante. Muchas gracias, Señor Jesús. Gracias por esta Nueva Vida en
Plenitud que ahora tengo. Gracias por mi sanidad. Gracias por mi salud. Gracias
por mi prosperidad. Gracias por el Amor, la paz y el gozo que ahora disfruto.
¡Gracias por mi Victoria sobre la muerte! ¡Ya no tengo temor! ¡Estoy
asegurado(a)! ¡Tú eres mi escudo! En el nombre de Jesús. Amén
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo
establezco una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en
voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a
Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el
Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis
pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí
acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa
derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a
entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi
único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios
Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a
Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido
de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más
estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo
Jaime © 2012
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al final
de un año habrás leído toda la Biblia.
Marzo
12 Mat 14.1-21
/ Lev 20-21 /
Pro 30
San
Mateo 14.1-21
Muerte de Juan el Bautista
(Mr. 6.14–29; Lc. 9.7–9)
14
1En aquel tiempo
Herodes el tetrarca oyó la fama de Jesús, 2y dijo a sus criados:
Este es Juan el Bautista; ha resucitado de los muertos, y por eso actúan en él
estos poderes. 3Porque Herodes había prendido a Juan, y le había
encadenado y metido en la cárcel, por causa de Herodías, mujer de Felipe su
hermano; 4porque Juan le decía: No te es lícito tenerla. 5Y Herodes quería matarle, pero temía al pueblo; porque tenían a Juan
por profeta. 6Pero cuando se celebraba el cumpleaños de Herodes,
la hija de Herodías danzó en medio, y agradó a Herodes, 7por lo
cual éste le prometió con juramento darle todo lo que pidiese. 8Ella,
instruida primero por su madre, dijo: Dame aquí en un plato la cabeza de Juan
el Bautista. 9Entonces el rey se entristeció; pero a causa del
juramento, y de los que estaban con él a la mesa, mandó que se la diesen,
10y ordenó decapitar a Juan en la cárcel. 11Y fue traída su
cabeza en un plato, y dada a la muchacha; y ella la presentó a su madre.
12Entonces llegaron sus discípulos, y tomaron el cuerpo y lo enterraron;
y fueron y dieron las nuevas a Jesús.
Alimentación de los cinco mil
(Mr. 6.30–44; Lc. 9.10–17; Jn. 6.1–14)
13Oyéndolo Jesús,
se apartó de allí en una barca a un lugar desierto y apartado; y cuando la
gente lo oyó, le siguió a pie desde las ciudades. 14Y saliendo
Jesús, vio una gran multitud, y tuvo compasión de ellos, y sanó a los que de
ellos estaban enfermos. 15Cuando anochecía, se acercaron a él sus
discípulos, diciendo: El lugar es desierto, y la hora ya pasada; despide a la
multitud, para que vayan por las aldeas y compren de comer. 16Jesús
les dijo: No tienen necesidad de irse; dadles vosotros de comer. 17Y
ellos dijeron: No tenemos aquí sino cinco panes y dos peces. 18El
les dijo: Traédmelos acá. 19Entonces mandó a la gente recostarse
sobre la hierba; y tomando los cinco panes y los dos peces, y levantando los
ojos al cielo, bendijo, y partió y dio los panes a los discípulos, y los
discípulos a la multitud. 20Y comieron todos, y se saciaron; y
recogieron lo que sobró de los pedazos, doce cestas llenas. 21Y
los que comieron fueron como cinco mil hombres, sin contar las mujeres y los
niños.
Levítico
20-21
Penas por actos de inmoralidad
20
1Habló Jehová a
Moisés, diciendo: 2Dirás asimismo a los hijos de Israel: Cualquier
varón de los hijos de Israel, o de los extranjeros que moran en Israel, que
ofreciere alguno de sus hijos a Moloc, de seguro morirá; el pueblo de la tierra
lo apedreará. 3Y yo pondré mi rostro contra el tal varón, y lo
cortaré de entre su pueblo, por cuanto dio de sus hijos a Moloc, contaminando
mi santuario y profanando mi santo nombre. 4Si el pueblo de la
tierra cerrare sus ojos respecto de aquel varón que hubiere dado de sus hijos a
Moloc, para no matarle, 5entonces yo pondré mi rostro contra aquel
varón y contra su familia, y le cortaré de entre su pueblo, con todos los que
fornicaron en pos de él prostituyéndose con Moloc.
6Y la persona que
atendiere a encantadores o adivinos, para prostituirse tras de ellos, yo pondré
mi rostro contra la tal persona, y la cortaré de entre su pueblo. 7Santificaos,
pues, y sed santos, porque yo Jehová soy vuestro Dios. 8Y guardad
mis estatutos, y ponedlos por obra. Yo Jehová que os santifico. 9Todo
hombre que maldijere a su padre o a su madre, de cierto morirá; a su padre o a su madre maldijo; su sangre será sobre él.
10Si un hombre
cometiere adulterio con la mujer de su prójimo, el adúltero y la adúltera
indefectiblemente serán muertos. 11Cualquiera que
yaciere con la mujer de su padre, la desnudez de su padre descubrió; ambos han
de ser muertos; su sangre será sobre ellos. 12Si
alguno durmiere con su nuera, ambos han de morir; cometieron grave perversión;
su sangre será sobre ellos. 13Si alguno se
ayuntare con varón como con mujer, abominación hicieron; ambos han de ser
muertos; sobre ellos será su sangre. 14El
que tomare mujer y a la madre de ella, comete vileza; quemarán con fuego a él y
a ellas, para que no haya vileza entre vosotros. 15Cualquiera
que tuviere cópula con bestia, ha de ser muerto, y mataréis a la bestia.
16Y si una mujer se llegare a algún animal para ayuntarse con él, a la
mujer y al animal matarás; morirán indefectiblemente; su sangre será sobre
ellos.
17Si alguno
tomare a su hermana, hija de su padre o hija de su madre, y viere su desnudez,
y ella viere la suya, es cosa execrable; por tanto serán muertos a ojos de los
hijos de su pueblo; descubrió la desnudez de su hermana; su pecado llevará. 18Cualquiera que durmiere con mujer menstruosa, y descubriere su
desnudez, su fuente descubrió, y ella descubrió la fuente de su sangre; ambos
serán cortados de entre su pueblo. 19La
desnudez de la hermana de tu madre, o de la hermana de tu padre, no
descubrirás; porque al descubrir la desnudez de su parienta, su iniquidad
llevarán. 20Cualquiera que durmiere con la mujer del hermano de su
padre, la desnudez del hermano de su padre descubrió; su pecado llevarán;
morirán sin hijos. 21Y el que
tomare la mujer de su hermano, comete inmundicia; la desnudez de su hermano
descubrió; sin hijos serán.
22Guardad, pues,
todos mis estatutos y todas mis ordenanzas, y ponedlos por obra, no sea que os
vomite la tierra en la cual yo os introduzco para que habitéis en ella.
23Y no andéis en las prácticas de las naciones que yo echaré de delante
de vosotros; porque ellos hicieron todas estas cosas, y los tuve en
abominación. 24Pero a vosotros os he dicho: Vosotros poseeréis la
tierra de ellos, y yo os la daré para que la poseáis por heredad, tierra que
fluye leche y miel. Yo Jehová vuestro Dios, que os he apartado de los pueblos.
25Por tanto, vosotros haréis diferencia entre animal limpio e inmundo, y
entre ave inmunda y limpia; y no contaminéis vuestras personas con los
animales, ni con las aves, ni con nada que se arrastra sobre la tierra, los
cuales os he apartado por inmundos. 26Habéis, pues, de serme
santos, porque yo Jehová soy santo, y os he apartado de los pueblos para que
seáis míos.
27Y el hombre o
la mujer que evocare espíritus de muertos o se entregare a la adivinación, ha
de morir; serán apedreados; su sangre será sobre ellos.
Santidad de los sacerdotes
21
1Jehová dijo a
Moisés: Habla a los sacerdotes hijos de Aarón, y diles que no se contaminen por
un muerto en sus pueblos. 2Mas por su pariente cercano, por su
madre o por su padre, o por su hijo o por su hermano, 3o por su
hermana virgen, a él cercana, la cual no haya tenido marido, por ella se
contaminará. 4No se contaminará como cualquier hombre de su
pueblo, haciéndose inmundo. 5No harán tonsura en su cabeza, ni
raerán la punta de su barba, ni en su carne harán rasguños. 6Santos serán a su Dios, y no profanarán el nombre de su Dios, porque
las ofrendas encendidas para Jehová y el pan de su Dios ofrecen; por tanto,
serán santos. 7Con mujer ramera o infame no se casarán, ni con
mujer repudiada de su marido; porque el sacerdote es santo a su Dios. 8Le
santificarás, por tanto, pues el pan de tu Dios ofrece; santo será para ti,
porque santo soy yo Jehová que os santifico. 9Y la hija del
sacerdote, si comenzare a fornicar, a su padre deshonra; quemada será al fuego.
10Y el sumo
sacerdote entre sus hermanos, sobre cuya cabeza fue derramado el aceite de la
unción, y que fue consagrado para llevar las vestiduras, no descubrirá su
cabeza, ni rasgará sus vestidos, 11ni entrará donde haya alguna
persona muerta; ni por su padre ni por su madre se contaminará. 12Ni
saldrá del santuario, ni profanará el santuario de su Dios; porque la
consagración por el aceite de la unción de su Dios está sobre él. Yo Jehová.
13Tomará por esposa a una mujer virgen. 14No tomará viuda,
ni repudiada, ni infame ni ramera, sino tomará de su pueblo una virgen por
mujer, 15para que no profane su descendencia en sus pueblos;
porque yo Jehová soy el que los santifico.
16Y Jehová habló
a Moisés, diciendo: 17Habla a Aarón y dile: Ninguno de tus
descendientes por sus generaciones, que tenga algún defecto, se acercará para
ofrecer el pan de su Dios. 18Porque ningún varón en el cual haya
defecto se acercará; varón ciego, o cojo, o mutilado, o sobrado, 19o
varón que tenga quebradura de pie o rotura de mano, 20o jorobado,
o enano, o que tenga nube en el ojo, o que tenga sarna, o empeine, o testículo
magullado. 21Ningún varón de la descendencia del sacerdote Aarón,
en el cual haya defecto, se acercará para ofrecer las ofrendas encendidas para
Jehová. Hay defecto en él; no se acercará a ofrecer el pan de su Dios. 22Del
pan de su Dios, de lo muy santo y de las cosas santificadas, podrá comer.
23Pero no se acercará tras el velo, ni se acercará al altar, por cuanto
hay defecto en él; para que no profane mi santuario, porque yo Jehová soy el
que los santifico. 24Y Moisés habló esto a Aarón, y a sus hijos, y
a todos los hijos de Israel.
Proverbios 30
Las palabras de Agur
30
1Palabras de
Agur, hijo de Jaqué; la profecía que dijo el varón a Itiel, a Itiel y a Ucal.
2 Ciertamente más rudo soy yo que ninguno,
Ni tengo
entendimiento de hombre.
3 Yo ni aprendí sabiduría,
Ni conozco
la ciencia del Santo.
4 ¿Quién subió al cielo, y descendió?
¿Quién
encerró los vientos en sus puños?
¿Quién ató
las aguas en un paño?
¿Quién
afirmó todos los términos de la tierra?
¿Cuál es su nombre, y el
nombre de su hijo, si sabes?
5 Toda palabra de Dios es limpia;
El es escudo
a los que en él esperan.
6 No añadas a sus palabras, para que no te reprenda,
Y seas hallado mentiroso.
7 Dos cosas te he demandado;
No me las
niegues antes que muera:
8 Vanidad y palabra mentirosa aparta de mí;
No me des
pobreza ni riquezas;
Manténme del
pan necesario;
9 No sea que me sacie, y te niegue, y diga: ¿Quién es Jehová?
O que siendo
pobre, hurte,
Y blasfeme el nombre de mi
Dios.
10 No acuses al siervo ante su señor,
No sea que te maldiga, y
lleves el castigo.
11 Hay generación que maldice a su padre
Y a su madre
no bendice.
12 Hay generación limpia en su propia opinión,
Si bien no
se ha limpiado de su inmundicia.
13 Hay generación cuyos ojos son altivos
Y cuyos
párpados están levantados en alto.
14 Hay generación cuyos dientes son espadas, y sus muelas cuchillos,
Para devorar a los pobres de
la tierra, y a los menesterosos de entre los hombres.
15 La sanguijuela tiene dos hijas que dicen: ¡Dame! ¡dame!
Tres cosas
hay que nunca se sacian;
Aun la
cuarta nunca dice: ¡Basta!
16 El Seol, la matriz estéril,
La tierra
que no se sacia de aguas,
Y el fuego que jamás dice:
¡Basta!
17 El ojo que escarnece a su padre
Y
menosprecia la enseñanza de la madre,
Los cuervos
de la cañada lo saquen,
Y lo devoren
los hijos del águila.
18 Tres cosas me son ocultas;
Aun tampoco
sé la cuarta:
19 El rastro del águila en el aire;
El rastro de
la culebra sobre la peña;
El rastro de
la nave en medio del mar;
Y el rastro del hombre en la
doncella.
20 El proceder de la mujer adúltera es así:
Come, y
limpia su boca
Y dice: No he hecho maldad.
21 Por tres cosas se alborota la tierra,
Y la cuarta
ella no puede sufrir:
22 Por el siervo cuando reina;
Por el necio
cuando se sacia de pan;
23 Por la mujer odiada cuando se casa;
Y por la sierva cuando hereda
a su señora.
24 Cuatro cosas son de las más pequeñas de la tierra,
Y las mismas
son más sabias que los sabios:
25 Las hormigas, pueblo no fuerte,
Y en el
verano preparan su comida;
26 Los conejos, pueblo nada esforzado,
Y ponen su
casa en la piedra;
27 Las langostas, que no tienen rey,
Y salen
todas por cuadrillas;
28 La araña que atrapas con la mano,
Y está en palacios de rey.
29 Tres cosas hay de hermoso andar,
Y la cuarta
pasea muy bien:
30 El león, fuerte entre todos los animales,
Que no
vuelve atrás por nada;
31 El ceñido de lomos; asimismo el macho cabrío;
Y el rey, a quien nadie
resiste.
32 Si neciamente has procurado enaltecerte,
O si has
pensado hacer mal,
Pon el dedo
sobre tu boca.
33 Ciertamente el que bate la leche sacará mantequilla,
Y el que
recio se suena las narices sacará sangre;
Y el que
provoca la ira causará contienda.
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