martes, 5 de marzo de 2019

¡Cómo se vive una Vida Victoriosa!



5 de Marzo
¡Sin miedo!
Por Riqui Ricón*

No tengáis miedo de los que pueden matar el cuerpo, pero no pueden matar el alma; antes bien, temed a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno. ¿Cuánto puede valer un par de pájaros? ¡Muy poco dinero! Sin embargo, ni uno solo de ellos cae a tierra sin el consentimiento de vuestro Padre. Pues vosotros sabed que hasta el último de vuestros cabellos está contado; por tanto no tengáis miedo, pues más valéis vosotros que muchos pájaros (Mat 10.28-31 CST).
Cada vez que te parezca que estás en aprietos; cada vez que comiences a sentir angustia o preocupación o miedo, recuerda que tú puedes combatir esos estados de ánimo utilizando tu fe. ¿Cómo se hace esto? Sólo busca en la Biblia las promesas de tu Padre celestial y recuerda cuánto vales tú para Dios.
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Jn 3.16-17).
¡Dios te ama tanto que prefirió entregar a Su propio Hijo antes que perderte a ti!
Si Dios te valora tanto que hizo semejante sacrificio por Amor a ti, ¿crees que se puede olvidar de ti dejándote a la deriva a merced de tus problemas, enfermedades o aflicciones? ¡No! ¡Nada de eso!
MIREN CUÁNTO NOS ama el Padre celestial que permite que seamos llamados hijos de Dios. ¡Y lo mas maravilloso es que de veras lo somos! Naturalmente, como la mayoría de la gente no conoce a Dios, no comprende por qué lo somos  (1 Jua 3.1 BAD).
Ahora que estás en Cristo Jesús, Dios te ha llamado Su propio(a) Hijo(a), ¡y eso es lo que eres! Ahora que estás en Cristo Jesús, Dios, como buen Padre velará y cuidará de ti.
O acaso no dice la Escritura, ¿Qué hombre hay de vosotros, que si su hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿O si le pide un pescado, le dará una serpiente? Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan? (Mat 7.9-11).
Así que, sin importar cuales sean los problemas, enfermedades, aflicciones o retos que estés enfrentando el día de hoy, deshazte de todo temor y hecha fuera de tu vida la angustia y la ansiedad, pues,
Aunque ande en valle de sombra de muerte, No temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; Tu vara y tu cayado me infundirán aliento (Sal 23.4).
Y como si fuera poco que Dios mismo esté contigo, a tu lado, sosteniéndote e infundiéndote aliento, la Biblia, que es la Palabra de Dios, y no miente, te dice claramente que,
Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre! (Rom 8.15).
Vivir con miedo es vivir esclavo. Sin embargo, es tu identidad de Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo la que te da la victoria sobre el espíritu de esclavitud y de temor.
Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros? (Rom 8.31).
Piénsalo bien, siendo tú Hijo(a) legítimo(a) del único Dios Todopoderoso, ¿qué habrías de temer?
Jehová es mi luz y mi salvación; ¿de quién temeré? Jehová es la fortaleza de mi vida; ¿de quién he de atemorizarme? Cuando se juntaron contra mí los malignos, mis angustiadores y mis enemigos, Para comer mis carnes, ellos tropezaron y cayeron. Aunque un ejército acampe contra mí, No temerá mi corazón; Aunque contra mí se levante guerra, Yo estaré confiado (Sal 27.1-3).
La próxima vez que te sientas tentado a ceder ante la angustia y la preocupación, sin importar la magnitud de tus circunstancias, levanta tus manos a Dios y comienza alabarle porque tú eres un(a) Hijo(a) amado(a) de Dios y en todas las cosas eres más que vencedor(a) por medio de Aquel que te ama, Cristo Jesús.
Jehová de los ejércitos, Dichoso el hombre que en ti confía (Sal 84.12).

Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, es muy hermoso saberme tan amado(a) por Ti. Gracias, Señor Jesús, porque no sólo proveíste para mí el perdón de mis pecados sino que me hiciste justicia de Dios en Ti y me reconciliaste con Dios haciéndome hermano(a) Tuyo(a) e Hijo(a) del Padre. Por Ti, mi amado Jesús, he Nacido de Nuevo y ahora Dios, el Todopoderoso, es Abba, Padre, mi Papá. Leer de esto en Tu Palabra, la Biblia, me hace conocer la Verdad y la Verdad me hace libre. Soy libre para recibir, por medio de la fe en Ti, Jesucristo, esta Nueva Vida. Soy libre para recibir, por medio de la fe en Tu Palabra, esta identidad de Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, siendo renacido(a), no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre. Por lo tanto, amado Padre celestial, todas y cada una de las Promesas que están en Tu Palabra son mías y para mí. Hoy puedo orar a Ti con la certeza de que me escuchas y me respondes. Tengo gozo y paz en mi corazón pues puedo pedir y recibir. Por lo tanto, en el nombre poderoso de Cristo Jesús, declaró que soy sano(a) y libre de toda enfermedad o dolencia; creo y recibo la voluntad expresa de mi Padre, Dios Todopoderoso, para ser y vivir prospero(a) en todas las cosas. Echo fuera de mi vida todo pensamiento de temor y duda resistiendo todo engaño y mentira acerca de mí. Yo soy lo que la Biblia dice que soy. Un(a) Hijo(a) amado(a) de Dios; especial tesoro de mi Padre; todo lo puedo en Cristo que me fortalece y en todas las cosas, absolutamente todas las cosas, soy más que vencedor por medio del Amor de Cristo Jesús, mi Rey, Señor y Salvador. Señor Jesús, hoy me alegro en el gozo y la paz que brindan el ser la persona que Tú dices que soy. Amén.
 Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2012


Lectura y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.

Marzo 5                            Mat 10.26-42  /  Lev 9-10  /  Pro 23

San Mateo 10.26-42
A quién se debe temer
(Lc. 12.2–9)
26Así que, no los temáis; porque nada hay encubierto, que no haya de ser manifestado; ni oculto, que no haya de saberse. 27Lo que os digo en tinieblas, decidlo en la luz; y lo que oís al oído, proclamadlo desde las azoteas. 28Y no temáis a los que matan el cuerpo, mas el alma no pueden matar; temed más bien a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno. 29¿No se venden dos pajarillos por un cuarto? Con todo, ni uno de ellos cae a tierra sin vuestro Padre. 30Pues aun vuestros cabellos están todos contados. 31Así que, no temáis; más valéis vosotros que muchos pajarillos. 32A cualquiera, pues, que me confiese delante de los hombres, yo también le confesaré delante de mi Padre que está en los cielos. 33Y a cualquiera que me niegue delante de los hombres, yo también le negaré delante de mi Padre que está en los cielos.

Jesús, causa de división
(Lc. 12.49–53; 14.26–27)
34No penséis que he venido para traer paz a la tierra; no he venido para traer paz, sino espada. 35Porque he venido para poner en disensión al hombre contra su padre, a la hija contra su madre, y a la nuera contra su suegra; 36y los enemigos del hombre serán los de su casa. 37El que ama a padre o madre más que a mí, no es digno de mí; el que ama a hijo o hija más que a mí, no es digno de mí; 38y el que no toma su cruz y sigue en pos de mí, no es digno de mí. 39El que halla su vida, la perderá; y el que pierde su vida por causa de mí, la hallará.

Recompensas
(Mr. 9.41)
40El que a vosotros recibe, a mí me recibe; y el que me recibe a mí, recibe al que me envió. 41El que recibe a un profeta por cuanto es profeta, recompensa de profeta recibirá; y el que recibe a un justo por cuanto es justo, recompensa de justo recibirá. 42Y cualquiera que dé a uno de estos pequeñitos un vaso de agua fría solamente, por cuanto es discípulo, de cierto os digo que no perderá su recompensa.

Levítico 9-10
Los sacrificios de Aarón
9
1En el día octavo, Moisés llamó a Aarón y a sus hijos, y a los ancianos de Israel; 2y dijo a Aarón: Toma de la vacada un becerro para expiación, y un carnero para holocausto, sin defecto, y ofrécelos delante de Jehová. 3Y a los hijos de Israel hablarás diciendo: Tomad un macho cabrío para expiación, y un becerro y un cordero de un año, sin defecto, para holocausto. 4Asimismo un buey y un carnero para sacrificio de paz, que inmoléis delante de Jehová, y una ofrenda amasada con aceite; porque Jehová se aparecerá hoy a vosotros. 5Y llevaron lo que mandó Moisés delante del tabernáculo de reunión, y vino toda la congregación y se puso delante de Jehová. 6Entonces Moisés dijo: Esto es lo que mandó Jehová; hacedlo, y la gloria de Jehová se os aparecerá. 7Y dijo Moisés a Aarón: Acércate al altar, y haz tu expiación y tu holocausto, y haz la reconciliación por ti y por el pueblo; haz también la ofrenda del pueblo, y haz la reconciliación por ellos, como ha mandado Jehová.
8Entonces se acercó Aarón al altar y degolló el becerro de la expiación que era por él. 9Y los hijos de Aarón le trajeron la sangre; y él mojó su dedo en la sangre, y puso de ella sobre los cuernos del altar, y derramó el resto de la sangre al pie del altar. 10E hizo arder sobre el altar la grosura con los riñones y la grosura del hígado de la expiación, como Jehová lo había mandado a Moisés. 11Mas la carne y la piel las quemó al fuego fuera del campamento.
12Degolló asimismo el holocausto, y los hijos de Aarón le presentaron la sangre, la cual roció él alrededor sobre el altar. 13Después le presentaron el holocausto pieza por pieza, y la cabeza; y lo hizo quemar sobre el altar. 14Luego lavó los intestinos y las piernas, y los quemó sobre el holocausto en el altar.
15Ofreció también la ofrenda del pueblo, y tomó el macho cabrío que era para la expiación del pueblo, y lo degolló, y lo ofreció por el pecado como el primero. 16Y ofreció el holocausto, e hizo según el rito. 17Ofreció asimismo la ofrenda, y llenó de ella su mano, y la hizo quemar sobre el altar, además del holocausto de la mañana.
18Degolló también el buey y el carnero en sacrificio de paz, que era del pueblo; y los hijos de Aarón le presentaron la sangre, la cual roció él sobre el altar alrededor; 19y las grosuras del buey y del carnero, la cola, la grosura que cubre los intestinos, los riñones, y la grosura del hígado; 20y pusieron las grosuras sobre los pechos, y él las quemó sobre el altar. 21Pero los pechos, con la espaldilla derecha, los meció Aarón como ofrenda mecida delante de Jehová, como Jehová lo había mandado a Moisés.
22Después alzó Aarón sus manos hacia el pueblo y lo bendijo; y después de hacer la expiación, el holocausto y el sacrificio de paz, descendió. 23Y entraron Moisés y Aarón en el tabernáculo de reunión, y salieron y bendijeron al pueblo; y la gloria de Jehová se apareció a todo el pueblo. 24Y salió fuego de delante de Jehová, y consumió el holocausto con las grosuras sobre el altar; y viéndolo todo el pueblo, alabaron, y se postraron sobre sus rostros.

El pecado de Nadab y Abiú
10
1Nadab y Abiú, hijos de Aarón, tomaron cada uno su incensario, y pusieron en ellos fuego, sobre el cual pusieron incienso, y ofrecieron delante de Jehová fuego extraño, que él nunca les mandó. 2Y salió fuego de delante de Jehová y los quemó, y murieron delante de Jehová. 3Entonces dijo Moisés a Aarón: Esto es lo que habló Jehová, diciendo: En los que a mí se acercan me santificaré, y en presencia de todo el pueblo seré glorificado. Y Aarón calló.
4Y llamó Moisés a Misael y a Elzafán, hijos de Uziel tío de Aarón, y les dijo: Acercaos y sacad a vuestros hermanos de delante del santuario, fuera del campamento. 5Y ellos se acercaron y los sacaron con sus túnicas fuera del campamento, como dijo Moisés. 6Entonces Moisés dijo a Aarón, y a Eleazar e Itamar sus hijos: No descubráis vuestras cabezas, ni rasguéis vuestros vestidos en señal de duelo, para que no muráis, ni se levante la ira sobre toda la congregación; pero vuestros hermanos, toda la casa de Israel, sí lamentarán por el incendio que Jehová ha hecho. 7Ni saldréis de la puerta del tabernáculo de reunión, porque moriréis; por cuanto el aceite de la unción de Jehová está sobre vosotros. Y ellos hicieron conforme al dicho de Moisés.
8Y Jehová habló a Aarón, diciendo: 9Tú, y tus hijos contigo, no beberéis vino ni sidra cuando entréis en el tabernáculo de reunión, para que no muráis; estatuto perpetuo será para vuestras generaciones, 10para poder discernir entre lo santo y lo profano, y entre lo inmundo y lo limpio, 11y para enseñar a los hijos de Israel todos los estatutos que Jehová les ha dicho por medio de Moisés.
12Y Moisés dijo a Aarón, y a Eleazar y a Itamar sus hijos que habían quedado: Tomad la ofrenda que queda de las ofrendas encendidas a Jehová, y comedla sin levadura junto al altar, porque es cosa muy santa. 13La comeréis, pues, en lugar santo; porque esto es para ti y para tus hijos, de las ofrendas encendidas a Jehová, pues que así me ha sido mandado. 14Comeréis asimismo en lugar limpio, tú y tus hijos y tus hijas contigo, el pecho mecido y la espaldilla elevada, porque por derecho son tuyos y de tus hijos, dados de los sacrificios de paz de los hijos de Israel. 15Con las ofrendas de las grosuras que se han de quemar, traerán la espaldilla que se ha de elevar y el pecho que será mecido como ofrenda mecida delante de Jehová; y será por derecho perpetuo tuyo y de tus hijos, como Jehová lo ha mandado.
16Y Moisés preguntó por el macho cabrío de la expiación, y se halló que había sido quemado; y se enojó contra Eleazar e Itamar, los hijos que habían quedado de Aarón, diciendo: 17¿Por qué no comisteis la expiación en lugar santo? Pues es muy santa, y la dio él a vosotros para llevar la iniquidad de la congregación, para que sean reconciliados delante de Jehová. 18Ved que la sangre no fue llevada dentro del santuario; y vosotros debíais comer la ofrenda en el lugar santo, como yo mandé. 19Y respondió Aarón a Moisés: He aquí hoy han ofrecido su expiación y su holocausto delante de Jehová; pero a mí me han sucedido estas cosas, y si hubiera yo comido hoy del sacrificio de expiación, ¿sería esto grato a Jehová? 20Y cuando Moisés oyó esto, se dio por satisfecho.
       
Proverbios 23

23
     1     Cuando te sientes a comer con algún señor,
Considera bien lo que está delante de ti,
     2     Y pon cuchillo a tu garganta,
Si tienes gran apetito.
     3     No codicies sus manjares delicados,
Porque es pan engañoso.
     4     No te afanes por hacerte rico;
Sé prudente, y desiste.
     5     ¿Has de poner tus ojos en las riquezas, siendo ningunas?
Porque se harán alas
Como alas de águila, y volarán al cielo.
     6     No comas pan con el avaro,
Ni codicies sus manjares;
     7     Porque cual es su pensamiento en su corazón, tal es él.
Come y bebe, te dirá;
Mas su corazón no está contigo.
     8     Vomitarás la parte que comiste,
Y perderás tus suaves palabras.
     9     No hables a oídos del necio,
Porque menospreciará la prudencia de tus razones.
     10     No traspases el lindero antiguo,
Ni entres en la heredad de los huérfanos;
     11     Porque el defensor de ellos es el Fuerte,
El cual juzgará la causa de ellos contra ti.
     12     Aplica tu corazón a la enseñanza,
Y tus oídos a las palabras de sabiduría.
     13     No rehúses corregir al muchacho;
Porque si lo castigas con vara, no morirá.
     14     Lo castigarás con vara,
Y librarás su alma del Seol.
     15     Hijo mío, si tu corazón fuere sabio,
También a mí se me alegrará el corazón;
     16     Mis entrañas también se alegrarán
Cuando tus labios hablaren cosas rectas.
     17     No tenga tu corazón envidia de los pecadores,
Antes persevera en el temor de Jehová todo el tiempo;
     18     Porque ciertamente hay fin,
Y tu esperanza no será cortada.
     19     Oye, hijo mío, y sé sabio,
Y endereza tu corazón al camino.
     20     No estés con los bebedores de vino,
Ni con los comedores de carne;
     21     Porque el bebedor y el comilón empobrecerán,
Y el sueño hará vestir vestidos rotos.
     22     Oye a tu padre, a aquel que te engendró;
Y cuando tu madre envejeciere, no la menosprecies.
     23     Compra la verdad, y no la vendas;
La sabiduría, la enseñanza y la inteligencia.
     24     Mucho se alegrará el padre del justo,
Y el que engendra sabio se gozará con él.
     25     Alégrense tu padre y tu madre,
Y gócese la que te dio a luz.
     26     Dame, hijo mío, tu corazón,
Y miren tus ojos por mis caminos.
     27     Porque abismo profundo es la ramera,
Y pozo angosto la extraña.
     28     También ella, como robador, acecha,
Y multiplica entre los hombres los prevaricadores.
     29     ¿Para quién será el ay? ¿Para quién el dolor? ¿Para quién las rencillas?
¿Para quién las quejas? ¿Para quién las heridas en balde?
¿Para quién lo amoratado de los ojos?
     30     Para los que se detienen mucho en el vino,
Para los que van buscando la mistura.
     31     No mires al vino cuando rojea,
Cuando resplandece su color en la copa.
Se entra suavemente;
     32     Mas al fin como serpiente morderá,
Y como áspid dará dolor.
     33     Tus ojos mirarán cosas extrañas,
Y tu corazón hablará perversidades.
     34     Serás como el que yace en medio del mar,
O como el que está en la punta de un mastelero.
     35     Y dirás: Me hirieron, mas no me dolió;
Me azotaron, mas no lo sentí;
Cuando despertare, aún lo volveré a buscar.

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