sábado, 23 de marzo de 2019

¡Cómo vencer los problemas, enfermedades y circunstancias adversas!


4 de octubre
¡Peleando la Buena Batalla!

Por Riqui Ricón *

En realidad,  lo que pretendían era asustarnos.  Pensaban desanimarnos,  para que no termináramos la obra.   "Y ahora,  Señor,  ¡fortalece mis manos!" (Neh 6.9 NVI).

Amado(a), estos tiempos que estamos viviendo son tiempos muy emocionantes. Grandes milagros están a punto de suceder en tu vida. Solo debes estar consciente que, te guste o no te guste, tú estás librando una gran batalla y se llama la buena batalla de la fe.

Pelea la buena batalla de la fe, echa mano de la vida eterna, a la cual asimismo fuiste llamado, habiendo hecho la buena profesión delante de muchos testigos (1 Ti 6.12).

Todos los problemas, enfermedades o aflicciones que estés enfrentando el día de hoy forman parte de esa batalla, y la buena noticia es que tú puedes hacer que sea una BUENA batalla si te decides a pelearla con tu FE (en lugar de con tus fuerzas).

Y, ¿qué es la fe?

Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve (He 11.1).

Quizá a ti te pase como a mí me sucedía antes: esta definición de la fe me sonaba muy propia y aún bonita pero no me servía de mucho ya que no comprendía cómo podía yo tener por cierto cosas que no se ven, ¿cómo creer que estoy sano si en mis manos tengo los análisis clínicos que confirman el diagnóstico de mi médico, quienes aseguran que estoy enfermo de tal o cual enfermedad? ¿Cómo creer que mi familia o mi matrimonio serán restaurados cuando no veo ya posibilidad alguna? ¿Cómo creer que saldré adelante económicamente cuando mis deudas y acreedores me están ahogando? ¿Cómo puedo estar convencido de esas respuestas que estoy esperando?

La respuesta a estas y otras preguntas parecidas la encontrarás en la Biblia.

Dios no es un simple *mortal  para mentir y cambiar de parecer. ¿Acaso no cumple lo que promete  ni lleva a cabo lo que dice? (Num 23.19 NVI).

La respuesta a tus preguntas es hermosamente sencilla. Puedes creer y estar plenamente seguro(a) cuando tienes la Palabra de Dios al respecto. Esto es, si encuentras en la Biblia una promesa de liberación tocante a tu necesidad, pues Dios todo lo puede (excepto mentir), y si Él te ha dado una Palabra o una Promesa de auxilio o liberación, entonces, puedes estar cien por ciento seguro(a), totalmente convencido(a), que Él honrará Su Palabra, ¡Cumpliéndola!

El cielo y la tierra pasarán,  pero mis palabras jamás pasarán (Mat 24.35). 

Entonces, cuando entras a una batalla con la certeza y total seguridad de que vas a vencer, porque si Dios es contigo, ¿quién contra ti? ¡Esa es la buena batalla de la fe! Sabes que sabes que todo lo puedes y que, en todas las cosas, saldrás más que vencedor(a) por medio de Aquel que te ha amado, Cristo Jesús.

Y ¿cómo lo sabes? ¿Cómo puedes estar tan seguro(a)? Pues simplemente porque, ¡Dios lo ha dicho así acerca de ti! En Su Palabra, La Biblia.

Antes,  en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó (Ro 8.37).

Así que puedes estar totalmente seguro, pues esto es lo que la FE en Verdad ES: creerle a Dios, creyendo Su Palabra. Sólo de Su Palabra puede provenir toda certeza y toda confianza pues, al fin y al cabo, ¡Dios tiene Palabra de Honor!

Estén siempre atentos y listos para lo que venga, pues su enemigo el diablo anda buscando a quien destruir, como si fuera un león rugiente (1 Pe 5.8 BLS).

El día de hoy, al igual que en los tiempos de Nehemías, Satanás, el diablo, sólo puede rugir sus mentiras pretendiendo asustarte. Él no es ningún león, tan sólo simula y aparenta ser uno. Su estrategia es simple, si él logra que tú comiences a escuchar sus mentiras, entonces tu realidad (problemas, enfermedades, aflicciones, etc.), comenzará a parecerte tan grande e impresionante que dejarás de creer la Verdad de la Palabra de Dios para comenzar a creer en la mentira de tu inminente fracaso o derrota y serás presa fácil del desánimo, el miedo, la ansiedad, el mal genio, etc.

Pero eso NO sucederá hoy, ni contigo. Sólo tienes que prestar atención a las instrucciones que Dios le dio a Josué el día que enfrentó el reto más grande de su vida.

Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien (Jos 1.8).

Hoy debes tomar conciencia de que es de vital importancia que hagas de la Biblia la norma máxima de tu existencia. ¡Ponla en tu mente, boca y corazón! ¡Léela y medítala de día y de noche!

De tu lectura y meditación de la Biblia fluirá como un río la FE que necesitas para ganar esta batalla y, como en el caso de Nehemías, sin importar que tan difícil sea la obra o que tanta oposición encuentres, ¡saldrás adelante sobrenaturalmente!

Fue terminado, pues, el muro, el veinticinco del mes de Elul, en cincuenta y dos días. Y cuando lo oyeron todos nuestros enemigos, temieron todas las naciones que estaban alrededor de nosotros, y se sintieron humillados, y conocieron que por nuestro Dios había sido hecha esta obra (Neh 6.15).

¡Cincuenta y dos días! Quizá tú, como yo, no sepas mucho acerca de la industria de la construcción, pero algo si sé: no es nada fácil terminar de construir una casa pequeña en dos meses (60 días); se necesitan muchos recursos y personal trabajando continuamente hasta en dos turnos de trabajo. ¡Cómo imaginar siquiera que la ancha muralla que protege a una ciudad completa se pueda terminar en cincuenta y dos días! Sólo con la ayuda de Dios y eso, mi amado(a), se llama un milagro.

La Biblia, que es la Palabra de Dios, y no miente, te asegura que Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, Ni han subido en corazón de hombre, Son las que Dios ha preparado para los que le aman (1 Co 2.9). Así que, tú, como Nehemías,  prepárate a ser asombrado y recibir, en esta buena batalla, el pronto auxilio del único Dios Todopoderoso.

En aquel tiempo, los enemigos de Nehemías, y del pueblo de Dios, así como todas las naciones de alrededor se sintieron humillados y conocieron que Dios estaba con ellos. Esto sucedió porque un hombre le recordó al Señor Su propia Palabra, el Pacto establecido con Israel:

»Recuerda, te suplico, lo que le dijiste a tu siervo Moisés: “Si ustedes pecan, yo los dispersaré entre las naciones: pero si se vuelven a mí, y obedecen y ponen en práctica mis mandamientos, aunque hayan sido llevados al lugar más apartado del mundo los recogeré y los haré volver al lugar donde he decidido habitar.” (Neh 1.8-9 NVI).

Me pregunto, ¿qué no hará el Señor tu Dios por un(a) Hijo(a) Nacido(a) de Nuevo mediante un pacto establecido sobre mejores promesas? ¡Un pacto establecido en la Sangre de Su propio Hijo Jesucristo!

Amado(a), sea cual sea tu situación actual, es tiempo de comenzar a creerle a Dios. Este es el tiempo de creer que la Biblia no es un libro de religión sino que realmente es la Palabra de Dios y esto significa que son las Palabras que salieron de la boca de Dios y por lo tanto se van a cumplir todas. El cielo y la tierra pasarán pero Su Palabra NO va a pasar.

Tú eres un(a) Nehemías de este tiempo y has sido dejado(a) por Dios en esta tierra para vencer poderosos enemigos y hacer que la gente conozca y reconozca que la Palabra de Dios es Verdad en tu boca (1R 17.24). Tu vida, como la de Nehemías, tiene un propósito y sentido, y es establecer el reino de Dios aquí en la tierra.

Probablemente esto no suene muy acorde con la realidad que estás viviendo o te parezca demasiado formidable como para realizarlo pero, no te preocupes, la mismísima Palabra de Dios te tiene la respuesta:

¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas? (Ro 8.31-32).

Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús (Fil 4.19).

Todo esto lo dice Dios acerca de ti.

…Si puedes creer, al que cree todo le es posible (Mar 9.23).

De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aun mayores hará, porque yo voy al Padre (Jn 14.12).

Así que, ¡Prepárate para ser asombrado por tu FE! ¡Por creerle a Dios, creyendo Su Palabra!

Oremos en voz audible:

Amado Padre celestial, en este momento quiero darte gracias por Tu Gran Amor con que me has amado que estando yo muerto(a) en delitos y pecados me salvaste y diste vida juntamente con Cristo. Señor Jesús, muchas gracias por la Vida Plena y abundante que adquiriste para mí. ¡La creo y la recibo! Soy ¡Nueva Creatura! ¡Las cosas viejas pasaron y he aquí que todo en mi vida es Nuevo! ¡Gracias a Ti! ¡Gracias a Tu Amor! Hoy quiero honrarte aceptando y recibiendo esa preciosa identidad que me has dado como Hijo(a) Tuyo(a). Creo y por lo tanto declaro que soy lo(a) más valioso(a) que Tú tienes sobre la tierra. He conocido y creído el Amor que Tú, oh Dios, tienes por mí. No voy a permitir que el espíritu de temor y duda me haga soltar lo que con tanto Amor pagaste por mí en esa cruz: el saber y creer que en verdad soy un(a) Hija(o) del único Dios vivo y verdadero. Por tanto, nada ni nadie me puede vencer; nada ni nadie me puede separar de Tu Amor que es en Cristo Jesús mi Señor. Contigo ya he vencido al mundo. ¡No temo! ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy dichoso(a)! Estoy listo(a) para hacer grandes cosas, las mismas que Tú, Jesucristo, hiciste y aún mayores. ¡Todo lo puedo en Cristo y en todas las cosas soy más que vencedor(a)! Sí, soy dichoso(a), pues yo en Ti confío. Gracias Señor Jesús, te amo con todo mi corazón. Amén

 Nota Importante:

¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el Todopoderoso?

Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:

Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.

*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2011



Lectura y Meditación de la Palabra de Dios

Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.

Marzo 23          Mat 20:17-34/ Núm 15-16/ Ecl 9:13-10:20


San Mateo 20.17-34
Nuevamente Jesús anuncia su muerte
(Mr. 10.32–34; Lc. 18.31–34)
17Subiendo Jesús a Jerusalén, tomó a sus doce discípulos aparte en el camino, y les dijo: 18He aquí subimos a Jerusalén, y el Hijo del Hombre será entregado a los principales sacerdotes y a los escribas, y le condenarán a muerte; 19y le entregarán a los gentiles para que le escarnezcan, le azoten, y le crucifiquen; mas al tercer día resucitará.

Petición de Santiago y de Juan
(Mr. 10.35–45)
20Entonces se le acercó la madre de los hijos de Zebedeo con sus hijos, postrándose ante él y pidiéndole algo. 21El le dijo: ¿Qué quieres? Ella le dijo: Ordena que en tu reino se sienten estos dos hijos míos, el uno a tu derecha, y el otro a tu izquierda. 22Entonces Jesús respondiendo, dijo: No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber del vaso que yo he de beber, y ser bautizados con el bautismo con que yo soy bautizado? Y ellos le dijeron: Podemos. 23El les dijo: A la verdad, de mi vaso beberéis, y con el bautismo con que yo soy bautizado, seréis bautizados; pero el sentaros a mi derecha y a mi izquierda, no es mío darlo, sino a aquellos para quienes está preparado por mi Padre. 24Cuando los diez oyeron esto, se enojaron contra los dos hermanos. 25Entonces Jesús, llamándolos, dijo: Sabéis que los gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas, y los que son grandes ejercen sobre ellas potestad. 26Mas entre vosotros no será así, sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor, 27y el que quiera ser el primero entre vosotros será vuestro siervo; 28como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos.

Dos ciegos reciben la vista
(Mr. 10.46–52; Lc. 18.35–43)
29Al salir ellos de Jericó, le seguía una gran multitud. 30Y dos ciegos que estaban sentados junto al camino, cuando oyeron que Jesús pasaba, clamaron, diciendo: ¡Señor, Hijo de David, ten misericordia de nosotros! 31Y la gente les reprendió para que callasen; pero ellos clamaban más, diciendo: ¡Señor, Hijo de David, ten misericordia de nosotros! 32Y deteniéndose Jesús, los llamó, y les dijo: ¿Qué queréis que os haga? 33Ellos le dijeron: Señor, que sean abiertos nuestros ojos. 34Entonces Jesús, compadecido, les tocó los ojos, y en seguida recibieron la vista; y le siguieron.

Números 15-16
Leyes sobre las ofrendas
15
1Jehová habló a Moisés, diciendo: 2Habla a los hijos de Israel, y diles: Cuando hayáis entrado en la tierra de vuestra habitación que yo os doy, 3y hagáis ofrenda encendida a Jehová, holocausto, o sacrificio, por especial voto, o de vuestra voluntad, o para ofrecer en vuestras fiestas solemnes olor grato a Jehová, de vacas o de ovejas; 4entonces el que presente su ofrenda a Jehová traerá como ofrenda la décima parte de un efa de flor de harina, amasada con la cuarta parte de un hin de aceite. 5De vino para la libación ofrecerás la cuarta parte de un hin, además del holocausto o del sacrificio, por cada cordero. 6Por cada carnero harás ofrenda de dos décimas de flor de harina, amasada con la tercera parte de un hin de aceite; 7y de vino para la libación ofrecerás la tercera parte de un hin, en olor grato a Jehová. 8Cuando ofrecieres novillo en holocausto o sacrificio, por especial voto, o de paz a Jehová, 9ofrecerás con el novillo una ofrenda de tres décimas de flor de harina, amasada con la mitad de un hin de aceite; 10y de vino para la libación ofrecerás la mitad de un hin, en ofrenda encendida de olor grato a Jehová.
11Así se hará con cada buey, o carnero, o cordero de las ovejas, o cabrito. 12Conforme al número así haréis con cada uno, según el número de ellos. 13Todo natural hará estas cosas así, para ofrecer ofrenda encendida de olor grato a Jehová. 14Y cuando habitare con vosotros extranjero, o cualquiera que estuviere entre vosotros por vuestras generaciones, si hiciere ofrenda encendida de olor grato a Jehová, como vosotros hiciereis, así hará él. 15Un mismo estatuto tendréis vosotros de la congregación y el extranjero que con vosotros mora; será estatuto perpetuo por vuestras generaciones; como vosotros, así será el extranjero delante de Jehová. 16Una misma ley y un mismo decreto tendréis, vosotros y el extranjero que con vosotros mora.
17También habló Jehová a Moisés, diciendo: 18Habla a los hijos de Israel, y diles: Cuando hayáis entrado en la tierra a la cual yo os llevo, 19cuando comencéis a comer del pan de la tierra, ofreceréis ofrenda a Jehová. 20De lo primero que amaséis, ofreceréis una torta en ofrenda; como la ofrenda de la era, así la ofreceréis. 21De las primicias de vuestra masa daréis a Jehová ofrenda por vuestras generaciones. 22Y cuando errareis, y no hiciereis todos estos mandamientos que Jehová ha dicho a Moisés, 23todas las cosas que Jehová os ha mandado por medio de Moisés, desde el día que Jehová lo mandó, y en adelante por vuestras edades, 24si el pecado fue hecho por yerro con ignorancia de la congregación, toda la congregación ofrecerá un novillo por holocausto en olor grato a Jehová, con su ofrenda y su libación conforme a la ley, y un macho cabrío en expiación. 25Y el sacerdote hará expiación por toda la congregación de los hijos de Israel; y les será perdonado, porque yerro es; y ellos traerán sus ofrendas, ofrenda encendida a Jehová, y sus expiaciones delante de Jehová por sus yerros. 26Y será perdonado a toda la congregación de los hijos de Israel, y al extranjero que mora entre ellos, por cuanto es yerro de todo el pueblo.
27Si una persona pecare por yerro, ofrecerá una cabra de un año para expiación. 28Y el sacerdote hará expiación por la persona que haya pecado por yerro; cuando pecare por yerro delante de Jehová, la reconciliará, y le será perdonado. 29El nacido entre los hijos de Israel, y el extranjero que habitare entre ellos, una misma ley tendréis para el que hiciere algo por yerro. 30Mas la persona que hiciere algo con soberbia, así el natural como el extranjero, ultraja a Jehová; esa persona será cortada de en medio de su pueblo. 31Por cuanto tuvo en poco la palabra de Jehová, y menospreció su mandamiento, enteramente será cortada esa persona; su iniquidad caerá sobre ella.

Lapidación de un violador del día de reposo
32Estando los hijos de Israel en el desierto, hallaron a un hombre que recogía leña en día de reposo. 33Y los que le hallaron recogiendo leña, lo trajeron a Moisés y a Aarón, y a toda la congregación; 34y lo pusieron en la cárcel, porque no estaba declarado qué se le había de hacer. 35Y Jehová dijo a Moisés: Irremisiblemente muera aquel hombre; apedréelo toda la congregación fuera del campamento. 36Entonces lo sacó la congregación fuera del campamento, y lo apedrearon, y murió, como Jehová mandó a Moisés.

Franjas en los vestidos
37Y Jehová habló a Moisés, diciendo: 38Habla a los hijos de Israel, y diles que se hagan franjas en los bordes de sus vestidos, por sus generaciones; y pongan en cada franja de los bordes un cordón de azul. 39Y os servirá de franja, para que cuando lo veáis os acordéis de todos los mandamientos de Jehová, para ponerlos por obra; y no miréis en pos de vuestro corazón y de vuestros ojos, en pos de los cuales os prostituyáis. 40Para que os acordéis, y hagáis todos mis mandamientos, y seáis santos a vuestro Dios. 41Yo Jehová vuestro Dios, que os saqué de la tierra de Egipto, para ser vuestro Dios. Yo Jehová vuestro Dios.

La rebelión de Coré
16
1Coré hijo de Izhar, hijo de Coat, hijo de Leví, y Datán y Abiram hijos de Eliab, y On hijo de Pelet, de los hijos de Rubén, tomaron gente, 2y se levantaron contra Moisés con doscientos cincuenta varones de los hijos de Israel, príncipes de la congregación, de los del consejo, varones de renombre. 3Y se juntaron contra Moisés y Aarón y les dijeron: ¡Basta ya de vosotros! Porque toda la congregación, todos ellos son santos, y en medio de ellos está Jehová; ¿por qué, pues, os levantáis vosotros sobre la congregación de Jehová? 4Cuando oyó esto Moisés, se postró sobre su rostro; 5y habló a Coré y a todo su séquito, diciendo: Mañana mostrará Jehová quién es suyo, y quién es santo, y hará que se acerque a él; al que él escogiere, él lo acercará a sí. 6Haced esto: tomaos incensarios, Coré y todo su séquito, 7y poned fuego en ellos, y poned en ellos incienso delante de Jehová mañana; y el varón a quien Jehová escogiere, aquel será el santo; esto os baste, hijos de Leví. 8Dijo más Moisés a Coré: Oíd ahora, hijos de Leví: 9¿Os es poco que el Dios de Israel os haya apartado de la congregación de Israel, acercándoos a él para que ministréis en el servicio del tabernáculo de Jehová, y estéis delante de la congregación para ministrarles, 10y que te hizo acercar a ti, y a todos tus hermanos los hijos de Leví contigo? ¿Procuráis también el sacerdocio? 11Por tanto, tú y todo tu séquito sois los que os juntáis contra Jehová; pues Aarón, ¿qué es, para que contra él murmuréis?
12Y envió Moisés a llamar a Datán y Abiram, hijos de Eliab; mas ellos respondieron: No iremos allá. 13¿Es poco que nos hayas hecho venir de una tierra que destila leche y miel, para hacernos morir en el desierto, sino que también te enseñorees de nosotros imperiosamente? 14Ni tampoco nos has metido tú en tierra que fluya leche y miel, ni nos has dado heredades de tierras y viñas. ¿Sacarás los ojos de estos hombres? No subiremos.
15Entonces Moisés se enojó en gran manera, y dijo a Jehová: No mires a su ofrenda; ni aun un asno he tomado de ellos, ni a ninguno de ellos he hecho mal. 16Después dijo Moisés a Coré: Tú y todo tu séquito, poneos mañana delante de Jehová; tú, y ellos, y Aarón; 17y tomad cada uno su incensario y poned incienso en ellos, y acercaos delante de Jehová cada uno con su incensario, doscientos cincuenta incensarios; tú también, y Aarón, cada uno con su incensario. 18Y tomó cada uno su incensario, y pusieron en ellos fuego, y echaron en ellos incienso, y se pusieron a la puerta del tabernáculo de reunión con Moisés y Aarón. 19Ya Coré había hecho juntar contra ellos toda la congregación a la puerta del tabernáculo de reunión; entonces la gloria de Jehová apareció a toda la congregación. 20Y Jehová habló a Moisés y a Aarón, diciendo: 21Apartaos de entre esta congregación, y los consumiré en un momento. 22Y ellos se postraron sobre sus rostros, y dijeron: Dios, Dios de los espíritus de toda carne, ¿no es un solo hombre el que pecó? ¿Por qué airarte contra toda la congregación? 23Entonces Jehová habló a Moisés, diciendo: 24Habla a la congregación y diles: Apartaos de en derredor de la tienda de Coré, Datán y Abiram.
25Entonces Moisés se levantó y fue a Datán y a Abiram, y los ancianos de Israel fueron en pos de él. 26Y él habló a la congregación, diciendo: Apartaos ahora de las tiendas de estos hombres impíos, y no toquéis ninguna cosa suya, para que no perezcáis en todos sus pecados. 27Y se apartaron de las tiendas de Coré, de Datán y de Abiram en derredor; y Datán y Abiram salieron y se pusieron a las puertas de sus tiendas, con sus mujeres, sus hijos y sus pequeñuelos. 28Y dijo Moisés: En esto conoceréis que Jehová me ha enviado para que hiciese todas estas cosas, y que no las hice de mi propia voluntad. 29Si como mueren todos los hombres murieren éstos, o si ellos al ser visitados siguen la suerte de todos los hombres, Jehová no me envió. 30Mas si Jehová hiciere algo nuevo, y la tierra abriere su boca y los tragare con todas sus cosas, y descendieren vivos al Seol, entonces conoceréis que estos hombres irritaron a Jehová.
31Y aconteció que cuando cesó él de hablar todas estas palabras, se abrió la tierra que estaba debajo de ellos. 32Abrió la tierra su boca, y los tragó a ellos, a sus casas, a todos los hombres de Coré, y a todos sus bienes. 33Y ellos, con todo lo que tenían, descendieron vivos al Seol, y los cubrió la tierra, y perecieron de en medio de la congregación. 34Y todo Israel, los que estaban en derredor de ellos, huyeron al grito de ellos; porque decían: No nos trague también la tierra. 35También salió fuego de delante de Jehová, y consumió a los doscientos cincuenta hombres que ofrecían el incienso.
36Entonces Jehová habló a Moisés, diciendo: 37Di a Eleazar hijo del sacerdote Aarón, que tome los incensarios de en medio del incendio, y derrame más allá el fuego; porque son santificados 38los incensarios de estos que pecaron contra sus almas; y harán de ellos planchas batidas para cubrir el altar; por cuanto ofrecieron con ellos delante de Jehová, son santificados, y serán como señal a los hijos de Israel. 39Y el sacerdote Eleazar tomó los incensarios de bronce con que los quemados habían ofrecido; y los batieron para cubrir el altar, 40en recuerdo para los hijos de Israel, de que ningún extraño que no sea de la descendencia de Aarón se acerque para ofrecer incienso delante de Jehová, para que no sea como Coré y como su séquito; según se lo dijo Jehová por medio de Moisés.
41El día siguiente, toda la congregación de los hijos de Israel murmuró contra Moisés y Aarón, diciendo: Vosotros habéis dado muerte al pueblo de Jehová. 42Y aconteció que cuando se juntó la congregación contra Moisés y Aarón, miraron hacia el tabernáculo de reunión, y he aquí la nube lo había cubierto, y apareció la gloria de Jehová. 43Y vinieron Moisés y Aarón delante del tabernáculo de reunión. 44Y Jehová habló a Moisés, diciendo: 45Apartaos de en medio de esta congregación, y los consumiré en un momento. Y ellos se postraron sobre sus rostros. 46Y dijo Moisés a Aarón: Toma el incensario, y pon en él fuego del altar, y sobre él pon incienso, y ve pronto a la congregación, y haz expiación por ellos, porque el furor ha salido de la presencia de Jehová; la mortandad ha comenzado. 47Entonces tomó Aarón el incensario, como Moisés dijo, y corrió en medio de la congregación; y he aquí que la mortandad había comenzado en el pueblo; y él puso incienso, e hizo expiación por el pueblo, 48y se puso entre los muertos y los vivos; y cesó la mortandad. 49Y los que murieron en aquella mortandad fueron catorce mil setecientos, sin los muertos por la rebelión de Coré. 50Después volvió Aarón a Moisés a la puerta del tabernáculo de reunión, cuando la mortandad había cesado.
       
Eclesiastés 10

Excelencia de la sabiduría
10
1Las moscas muertas hacen heder y dar mal olor al perfume del perfumista; así una pequeña locura, al que es estimado como sabio y honorable. 2El corazón del sabio está a su mano derecha, mas el corazón del necio a su mano izquierda. 3Y aun mientras va el necio por el camino, le falta cordura, y va diciendo a todos que es necio. 4Si el espíritu del príncipe se exaltare contra ti, no dejes tu lugar; porque la mansedumbre hará cesar grandes ofensas.
5Hay un mal que he visto debajo del sol, a manera de error emanado del príncipe: 6la necedad está colocada en grandes alturas, y los ricos están sentados en lugar bajo. 7Vi siervos a caballo, y príncipes que andaban como siervos sobre la tierra. 8El que hiciere hoyo caerá en él; y al que aportillare vallado, le morderá la serpiente. 9Quien corta piedras, se hiere con ellas; el que parte leña, en ello peligra. 10Si se embotare el hierro, y su filo no fuere amolado, hay que añadir entonces más fuerza; pero la sabiduría es provechosa para dirigir. 11Si muerde la serpiente antes de ser encantada, de nada sirve el encantador.
12Las palabras de la boca del sabio son llenas de gracia, mas los labios del necio causan su propia ruina. 13El principio de las palabras de su boca es necedad; y el fin de su charla, nocivo desvarío. 14El necio multiplica palabras, aunque no sabe nadie lo que ha de ser; ¿y quién le hará saber lo que después de él será? 15El trabajo de los necios los fatiga; porque no saben por dónde ir a la ciudad.
16¡Ay de ti, tierra, cuando tu rey es muchacho, y tus príncipes banquetean de mañana! 17¡Bienaventurada tú, tierra, cuando tu rey es hijo de nobles, y tus príncipes comen a su hora, para reponer sus fuerzas y no para beber! 18Por la pereza se cae la techumbre, y por la flojedad de las manos se llueve la casa. 19Por el placer se hace el banquete, y el vino alegra a los vivos; y el dinero sirve para todo. 20Ni aun en tu pensamiento digas mal del rey, ni en lo secreto de tu cámara digas mal del rico; porque las aves del cielo llevarán la voz, y las que tienen alas harán saber la palabra.

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