15 de Marzo
¡Tu fe en la Palabra!
Por Riqui Ricón*
Entonces ella vino y se postró ante él, diciendo: ¡Señor, socórreme!
Respondiendo él, dijo: No está bien tomar el pan de los hijos, y echarlo
a los perrillos. Y ella
dijo: Sí, Señor; pero aun los perrillos comen de las migajas que caen
de la mesa de sus amos. Entonces respondiendo Jesús, dijo: Oh mujer, grande es tu fe;
hágase contigo como quieres. Y su hija fue sanada desde aquella hora (Mat 15.25-28).
Respecto a este pasaje de la Escritura,
continuamente he escuchado la interpretación que Jesús no le hacía caso a esta
mujer sirofenicia porque pretendía llevarla a tal grado de quebrantamiento y
necesidad donde ella pudiera tener fe, sin embargo, por ningún lado en la
Biblia encontrarás a Dios manipulando los sentimientos y las necesidades de los
seres humanos con el propósito de enseñarles algún tipo de lección. ¡No
necesita hacer eso! ¡Él no es así! ¡Dios es bueno! ¡Dios es amor!
Jesús
le dijo: ¿Por qué me llamas bueno? Ninguno hay bueno, sino sólo uno, Dios (Mar 10.18).
La Verdad es que Jesús no atendía a esta mujer dado
que, de acuerdo a la palabra de Dios (Jesús siempre actuará conforme a la
Palabra de Dios), el Pacto fue establecido con el pueblo de Israel, la
descendencia de Abraham, y el Nuevo Pacto no había sido revelado todavía, así
que Jesús le explicó a ella lo que decía la Palabra.
El
respondiendo, dijo: No soy enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de
Israel (Mat 15.24).
La grande fe de esta mujer surgió en el momento que
aceptó la Palabra de Jesús y actuó de acuerdo con ella al responder: “es cierto, tienes razón y lo acepto, pero aún
nosotros los que no estamos en Pacto con Dios podremos tomar, creyendo, lo que
los hijos dejan caer al no creer”.
Entonces
respondiendo Jesús, dijo: Oh mujer,
grande es tu fe; hágase contigo como quieres. Y su hija fue sanada
desde aquella hora.
¿Te das cuenta? Exactamente igual que Abram (no
Abraham, pues aún no entraba en pacto con Dios), esta mujer creyó a Dios, creyó
Su Palabra, y le fue contado por justicia.
Después
de estas cosas vino la palabra de Jehová a Abram en visión, diciendo: No temas,
Abram; yo soy tu escudo, y tu galardón será sobremanera grande… Y creyó a
Jehová, y le fue contado por justicia (Gen15.1, 6).
La fe ES por el oír y lo que tenemos que oír, poner
en nuestra mente boca y corazón, es la Biblia, que es la Palabra de Dios y no
miente, porque primero la tierra y el cielo pasarán antes de que deje de
cumplirse la Palabra de Dios.
El
cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán (Luc 21.33).
De la misma forma que la mujer sirofenicia y Abram,
Josué pudo detener las fuerzas astronómicas que hacen girar al Sol, la luna y
la tierra porque prestó atención a la Palabra de Dios y obedeció la orden que
se le dio de leerla y meditarla todos los días de su vida.
Nunca se apartará de tu boca
este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que
guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien (Jos 1.8).
Entonces
Josué habló a Jehová el día en que Jehová entregó al amorreo delante de los
hijos de Israel, y dijo en presencia de los israelitas: Sol, detente en Gabaón;
Y tú, luna, en el valle de Ajalón. Y el sol se detuvo y la luna se paró, Hasta
que la gente se hubo vengado de sus enemigos. ¿No está escrito esto en el libro
de Jaser? Y el sol se paró en medio del cielo, y no se apresuró a ponerse casi
un día entero. Y no hubo día como aquel, ni antes ni después de él,
habiendo atendido Jehová a la voz de un hombre; porque Jehová peleaba por
Israel (Jos 10.12-14).
¡Dios lo dijo y Él mismo lo cumplió! ¡Dios lo habló
y Él mismo lo ejecuto!
Así que, mi amigo(a), pon la Biblia en tu mente,
boca y corazón. Léela y medita en ella de mañana, tarde y noche pues así, y
solamente así (no antes, ni después, ni de ninguna otra forma), harás prosperar
tu camino y todo te saldrá bien al poner tu fe en la Palabra de Dios.
Si
anduviereis en mis decretos y guardareis mis mandamientos, y los pusiereis por
obra, yo daré vuestra lluvia en su tiempo, y la tierra rendirá sus
productos, y el árbol del campo dará su fruto. Vuestra trilla
alcanzará a la vendimia, y la vendimia alcanzará a la sementera, y comeréis
vuestro pan hasta saciaros, y habitaréis seguros en vuestra tierra. Y
yo daré paz en la tierra, y dormiréis, y no habrá quien os espante; y haré
quitar de vuestra tierra las malas bestias, y la espada no pasará por vuestro
país. Y perseguiréis a vuestros enemigos, y caerán a espada delante
de vosotros. Cinco de vosotros perseguirán a ciento, y ciento de
vosotros perseguirán a diez mil, y vuestros enemigos caerán a filo de espada
delante de vosotros. Porque yo me volveré a vosotros, y os haré
crecer, y os multiplicaré, y afirmaré mi pacto con vosotros (Lev 26.3-9).
Amado(a), la Voluntad de Dios hacia contigo es
buena, agradable y perfecta. Él no va a dejar de cumplirte Su Palabra, pues Su
Palabra es Palabra de Honor.
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito,
para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque
no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo
sea salvo por él (Jn 3.16-17).
¡Dios te ama tanto que
prefirió entregar a Su único Hijo antes que perderte a ti!
MIREN CUÁNTO NOS ama el Padre
celestial que permite que seamos llamados hijos de Dios. ¡Y lo mas maravilloso
es que de veras lo somos! Naturalmente, como la mayoría de la gente no conoce a
Dios, no comprende por qué lo somos (1 Jua 3.1
BAD).
Por ese grande Amor con que
Dios te ama, te ha llamado(a) Hijo(a) y eso es lo que en Verdad eres, un(a)
Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo. Ahora, por Cristo Jesús, el “Pan de los
Hijos”, la salud, la prosperidad, el gozo y la paz son por derecho
legítimamente tuyos.
Así que, tú puedes con toda certeza de fe, como la
mujer siriofenicia, o el centurión o la virgen María, decir en este día, “creo que recibo lo que te estoy pidiendo pues te
creo a Ti, Señor, creo a Tu Palabra”.
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, este día quiero agradecerte por el gran Amor con
que me has amado. Cristo Jesús, me asombro cada día más y más por todo lo que
has hecho por mí y en mí. Estoy decidido(a), con Tu ayuda, Espíritu Santo, a
cambiar mi forma de pensar transformándome en el espíritu de mi mente. Sin
importar las circunstancias del momento o la forma en que hoy me siento, creo y
declaro que soy ese(a) Hijo(a) que Tú, mi Dios y Padre, siempre has deseado,
justo(a), santo(a) y perfecto(a). Lo sé porque así está escrito en Tu Palabra y
esa es la Verdad. Estoy dispuesto(a) a dejar atrás todas esas emociones y
pensamientos negativos de fracaso y de derrota. Esa vieja naturaleza nada tiene
en mí, pues yo he sido regenerado(a) en Cristo Jesús para vivir una vida plena
y victoriosa. Lo sé porque lo dice la Biblia, lo creo porque es Tu Palabra de
Honor y me dispongo, con Tu ayuda, Espíritu Santo, a vivirlo. Viviré esa vida
prospera, en salud, amor, paz y gozo que Tú, oh Dios, deseas para mí. Yo,
_____________ (tu nombre aquí), soy un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo.
Todo lo puedo en Cristo que me fortalece, pues mayor es el que está en mí que
el que está en el mundo y ese eres Tú, Precioso Espíritu de Dios. No le daré
lugar al diablo y a sus mentiras en mi vida. ¡No voy a temer más! Echo fuera de
mi vida toda ansiedad e inquietud. ¡En todas las cosas soy más que vencedor(a)
por medio de Aquel que me amó, Cristo Jesús! ¡Ya he sido sanado(a) por las
heridas de Jesús! ¡He sido establecido(a) para reinar en esta vida por la
sangre de Jesús! No hay forma que pueda perder, pues Tú, mi Dios y Padre, estás
en mí y conmigo, y si Dios es conmigo, ¿quién contra mí? ¡Soy sano(a)! ¡Soy
libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy feliz! En el nombre de Jesús. Amén
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo
establezco una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en
voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a
Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el
Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis
pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí
acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa
derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a
entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi
único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios
Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a
Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido
de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más
estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo
Jaime © 2012
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Marzo
15 Mat
15-21-39 / Lev 26-27 / Ecl 1.11-2.36
San
Mateo 15.21-39
La fe de la mujer cananea
(Mr. 7.24–30)
21Saliendo Jesús
de allí, se fue a la región de Tiro y de Sidón. 22Y he aquí una
mujer cananea que había salido de aquella región clamaba, diciéndole: ¡Señor,
Hijo de David, ten misericordia de mí! Mi hija es gravemente atormentada por un
demonio. 23Pero Jesús no le respondió palabra. Entonces
acercándose sus discípulos, le rogaron, diciendo: Despídela, pues da voces tras
nosotros. 24El respondiendo, dijo: No soy enviado sino a las
ovejas perdidas de la casa de Israel. 25Entonces ella vino y se
postró ante él, diciendo: ¡Señor, socórreme! 26Respondiendo él,
dijo: No está bien tomar el pan de los hijos, y echarlo a los perrillos.
27Y ella dijo: Sí, Señor; pero aun los perrillos comen de las migajas
que caen de la mesa de sus amos. 28Entonces respondiendo Jesús,
dijo: Oh mujer, grande es tu fe; hágase contigo como quieres. Y su hija fue
sanada desde aquella hora.
Jesús sana a muchos
29Pasó Jesús de
allí y vino junto al mar de Galilea; y subiendo al monte, se sentó allí.
30Y se le acercó mucha gente que traía consigo a cojos, ciegos, mudos,
mancos, y otros muchos enfermos; y los pusieron a los pies de Jesús, y los
sanó; 31de manera que la multitud se maravillaba, viendo a los
mudos hablar, a los mancos sanados, a los cojos andar, y a los ciegos ver; y
glorificaban al Dios de Israel.
Alimentación de los cuatro mil
(Mr. 8.1–10)
32Y Jesús,
llamando a sus discípulos, dijo: Tengo compasión de la gente, porque ya hace
tres días que están conmigo, y no tienen qué comer; y enviarlos en ayunas no
quiero, no sea que desmayen en el camino. 33Entonces sus
discípulos le dijeron: ¿De dónde tenemos nosotros tantos panes en el desierto,
para saciar a una multitud tan grande? 34Jesús les dijo: ¿Cuántos
panes tenéis? Y ellos dijeron: Siete, y unos pocos pececillos. 35Y
mandó a la multitud que se recostase en tierra. 36Y tomando los
siete panes y los peces, dio gracias, los partió y dio a sus discípulos, y los
discípulos a la multitud. 37Y comieron todos, y se saciaron; y
recogieron lo que sobró de los pedazos, siete canastas llenas. 38Y
eran los que habían comido, cuatro mil hombres, sin contar las mujeres y los
niños. 39Entonces, despedida la gente, entró en la barca, y vino a
la región de Magdala.
Levítico
26-27
Bendiciones de la obediencia
(Dt. 7.12–24; 28.1–14)
26
1No haréis para
vosotros ídolos, ni escultura, ni os
levantaréis estatua, ni pondréis en vuestra tierra piedra pintada para
inclinaros a ella; porque yo soy Jehová vuestro Dios. 2Guardad mis
días de reposo,* y tened en reverencia mi santuario. Yo Jehová.
3Si anduviereis
en mis decretos y guardareis mis mandamientos, y los pusiereis por obra,
4yo daré vuestra lluvia en su tiempo, y la tierra rendirá sus productos,
y el árbol del campo dará su fruto. 5Vuestra trilla alcanzará a la
vendimia, y la vendimia alcanzará a la sementera, y comeréis vuestro pan hasta
saciaros,
y habitaréis seguros en vuestra tierra. 6Y yo daré paz en la
tierra, y dormiréis, y no habrá quien os espante; y haré quitar de vuestra
tierra las malas bestias, y la espada no pasará por vuestro país. 7Y
perseguiréis a vuestros enemigos, y caerán a espada delante de vosotros.
8Cinco de vosotros perseguirán a ciento, y ciento de vosotros
perseguirán a diez mil, y vuestros enemigos caerán a filo de espada delante de
vosotros. 9Porque yo me volveré a vosotros, y os haré crecer, y os
multiplicaré, y afirmaré mi pacto con vosotros. 10Comeréis lo
añejo de mucho tiempo, y pondréis fuera lo añejo para guardar lo nuevo. 11Y
pondré mi morada en medio de vosotros, y mi alma no os abominará; 12y
andaré entre vosotros, y yo seré vuestro Dios, y vosotros seréis mi pueblo.
13Yo Jehová vuestro Dios, que os saqué de la tierra de Egipto, para que
no fueseis sus siervos, y rompí las coyundas de vuestro yugo, y os he hecho
andar con el rostro erguido.
Consecuencias de la
desobediencia
(Dt. 28.15–68)
14Pero si no me
oyereis, ni hiciereis todos estos mis mandamientos, 15y si
desdeñareis mis decretos, y vuestra alma menospreciare mis estatutos, no
ejecutando todos mis mandamientos, e invalidando mi pacto, 16yo
también haré con vosotros esto: enviaré sobre vosotros terror, extenuación y
calentura, que consuman los ojos y atormenten el alma; y sembraréis en vano
vuestra semilla, porque vuestros enemigos la comerán. 17Pondré mi
rostro contra vosotros, y seréis heridos delante de vuestros enemigos; y los
que os aborrecen se enseñorearán de vosotros, y huiréis sin que haya quien os
persiga. 18Y si aun con estas cosas no me oyereis, yo volveré a
castigaros siete veces más por vuestros pecados. 19Y quebrantaré
la soberbia de vuestro orgullo, y haré vuestro cielo como hierro, y vuestra
tierra como bronce. 20Vuestra fuerza se consumirá en vano, porque
vuestra tierra no dará su producto, y los árboles de la tierra no darán su
fruto.
21Si anduviereis
conmigo en oposición, y no me quisiereis oír, yo añadiré sobre vosotros siete
veces más plagas según vuestros pecados. 22Enviaré también contra
vosotros bestias fieras que os arrebaten vuestros hijos, y destruyan vuestro
ganado, y os reduzcan en número, y vuestros caminos sean desiertos.
23Y si con estas
cosas no fuereis corregidos, sino que anduviereis conmigo en oposición,
24yo también procederé en contra de vosotros, y os heriré aún siete
veces por vuestros pecados. 25Traeré sobre vosotros espada
vengadora, en vindicación del pacto; y si buscareis refugio en vuestras
ciudades, yo enviaré pestilencia entre vosotros, y seréis entregados en mano
del enemigo. 26Cuando yo os quebrante el sustento del pan, cocerán
diez mujeres vuestro pan en un horno, y os devolverán vuestro pan por peso; y
comeréis, y no os saciaréis.
27Si aun con esto
no me oyereis, sino que procediereis conmigo en oposición, 28yo
procederé en contra de vosotros con ira, y os castigaré aún siete veces por
vuestros pecados. 29Y comeréis la carne de vuestros hijos, y
comeréis la carne de vuestras hijas. 30Destruiré vuestros lugares
altos, y derribaré vuestras imágenes, y pondré vuestros cuerpos muertos sobre
los cuerpos muertos de vuestros ídolos, y mi alma os abominará. 31Haré
desiertas vuestras ciudades, y asolaré vuestros santuarios, y no oleré la
fragancia de vuestro suave perfume. 32Asolaré también la tierra, y
se pasmarán por ello vuestros enemigos que en ella moren; 33y a
vosotros os esparciré entre las naciones, y desenvainaré espada en pos de
vosotros; y vuestra tierra estará asolada, y desiertas vuestras ciudades.
34Entonces la
tierra gozará sus días de reposo, todos los días que esté asolada, mientras
vosotros estéis en la tierra de vuestros enemigos; la tierra descansará
entonces y gozará sus días de reposo. 35Todo el tiempo que esté
asolada, descansará por lo que no reposó en los días de reposo cuando
habitabais en ella. 36Y a los que queden de vosotros infundiré en
sus corazones tal cobardía, en la tierra de sus enemigos, que el sonido de una
hoja que se mueva los perseguirá, y huirán como ante la espada, y caerán sin
que nadie los persiga. 37Tropezarán los unos con los otros como si
huyeran ante la espada, aunque nadie los persiga; y no podréis resistir delante
de vuestros enemigos. 38Y pereceréis entre las naciones, y la
tierra de vuestros enemigos os consumirá. 39Y los que queden de
vosotros decaerán en las tierras de vuestros enemigos por su iniquidad; y por
la iniquidad de sus padres decaerán con ellos.
40Y confesarán su
iniquidad, y la iniquidad de sus padres, por su prevaricación con que
prevaricaron contra mí; y también porque anduvieron conmigo en oposición,
41yo también habré andado en contra de ellos, y los habré hecho entrar
en la tierra de sus enemigos; y entonces se humillará su corazón incircunciso,
y reconocerán su pecado. 42Entonces yo me acordaré de mi pacto con
Jacob, y asimismo de mi pacto con Isaac,y también de mi pacto con
Abraham
me acordaré, y haré memoria de la tierra. 43Pero la tierra será
abandonada por ellos, y gozará sus días de reposo, estando desierta a causa de
ellos; y entonces se someterán al castigo de sus iniquidades; por cuanto
menospreciaron mis ordenanzas, y su alma tuvo fastidio de mis estatutos.
44Y aun con todo esto, estando ellos en tierra de sus enemigos, yo no
los desecharé, ni los abominaré para consumirlos, invalidando mi pacto con
ellos; porque yo Jehová soy su Dios. 45Antes me acordaré de ellos
por el pacto antiguo, cuando los saqué de la tierra de Egipto a los ojos de las
naciones, para ser su Dios. Yo Jehová.
46Estos son los
estatutos, ordenanzas y leyes que estableció Jehová entre sí y los hijos de
Israel en el monte de Sinaí por mano de Moisés.
Cosas consagradas a Dios
27
1Habló Jehová a
Moisés, diciendo: 2Habla a los hijos de Israel y diles: Cuando
alguno hiciere especial voto a Jehová, según la estimación de las personas que
se hayan de redimir, lo estimarás así: 3En cuanto al varón de
veinte años hasta sesenta, lo estimarás en cincuenta siclos de plata, según el
siclo del santuario. 4Y si fuere mujer, la estimarás en treinta
siclos. 5Y si fuere de cinco años hasta veinte, al varón lo
estimarás en veinte siclos, y a la mujer en diez siclos. 6Y si
fuere de un mes hasta cinco años, entonces estimarás al varón en cinco siclos
de plata, y a la mujer en tres siclos de plata. 7Mas si fuere de
sesenta años o más, al varón lo estimarás en quince siclos, y a la mujer en
diez siclos. 8Pero si fuere muy pobre para pagar tu estimación,
entonces será llevado ante el sacerdote, quien fijará el precio; conforme a la
posibilidad del que hizo el voto, le fijará precio el sacerdote.
9Y si fuere
animal de los que se ofrece ofrenda a Jehová, todo lo que de los tales se diere
a Jehová será santo. 10No será cambiado ni trocado, bueno por
malo, ni malo por bueno; y si se permutare un animal por otro, él y el dado en
cambio de él serán sagrados. 11Si fuere algún animal inmundo, de
que no se ofrece ofrenda a Jehová, entonces el animal será puesto delante del
sacerdote, 12y el sacerdote lo valorará, sea bueno o sea malo;
conforme a la estimación del sacerdote, así será. 13Y si lo
quisiere rescatar, añadirá sobre tu valuación la quinta parte.
14Cuando alguno
dedicare su casa consagrándola a Jehová, la valorará el sacerdote, sea buena o
sea mala; según la valorare el sacerdote, así quedará. 15Mas si el
que dedicó su casa deseare rescatarla, añadirá a tu valuación la quinta parte
del valor de ella, y será suya.
16Si alguno
dedicare de la tierra de su posesión a Jehová, tu estimación será conforme a su
siembra; un homer de siembra de cebada se valorará en cincuenta siclos de
plata. 17Y si dedicare su tierra desde el año del jubileo,
conforme a tu estimación quedará. 18Mas si después del jubileo
dedicare su tierra, entonces el sacerdote hará la cuenta del dinero conforme a
los años que quedaren hasta el año del jubileo, y se rebajará de tu estimación.
19Y si el que dedicó la tierra quisiere redimirla, añadirá a tu
estimación la quinta parte del precio de ella, y se le quedará para él.
20Mas si él no rescatare la tierra, y la tierra se vendiere a otro, no
la rescatará más; 21sino que cuando saliere en el jubileo, la
tierra será santa para Jehová, como tierra consagrada; la posesión de ella será
del sacerdote. 22Y si dedicare alguno a Jehová la tierra que él
compró, que no era de la tierra de su herencia, 23entonces el
sacerdote calculará con él la suma de tu estimación hasta el año del jubileo, y
aquel día dará tu precio señalado, cosa consagrada a Jehová. 24En
el año del jubileo, volverá la tierra a aquél de quien él la compró, cuya es la
herencia de la tierra. 25Y todo lo que valorares será conforme al
siclo del santuario; el siclo tiene veinte geras.
26Pero el
primogénito de los animales, que por la primogenitura es de Jehová, nadie lo
dedicará; sea buey u oveja, de Jehová es. 27Mas si fuere de los
animales inmundos, lo rescatarán conforme a tu estimación, y añadirán sobre
ella la quinta parte de su precio; y si no lo rescataren, se venderá conforme a
tu estimación.
28Pero no se
venderá ni se rescatará ninguna cosa consagrada, que alguno hubiere dedicado a
Jehová; de todo lo que tuviere, de hombres y animales, y de las tierras de su
posesión, todo lo consagrado será cosa santísima para
Jehová. 29Ninguna persona separada como anatema podrá ser
rescatada; indefectiblemente ha de ser muerta.
30Y el diezmo de
la tierra, así de la simiente de la tierra como del fruto de los árboles, de
Jehová es; es cosa dedicada a Jehová. 31Y si alguno quisiere
rescatar algo del diezmo, añadirá la quinta parte de su precio por ello.
32Y todo diezmo de vacas o de ovejas, de todo lo que pasa bajo la vara,
el diezmo será consagrado a Jehová. 33No mirará si es bueno o
malo, ni lo cambiará; y si lo cambiare, tanto él como el que se dio en cambio
serán cosas sagradas; no podrán ser rescatados.
34Estos son los
mandamientos que ordenó Jehová a Moisés para los hijos de Israel, en el monte
de Sinaí.
Eclesiastés 1.12-2.26
La experiencia del Predicador
12Yo el
Predicador fui rey sobre Israel en Jerusalén. 13Y di mi corazón a
inquirir y a buscar con sabiduría sobre todo lo que se hace debajo del cielo;
este penoso trabajo dio Dios a los hijos de los hombres, para que se ocupen en
él. 14Miré todas las obras que se hacen debajo del sol; y he aquí,
todo ello es vanidad y aflicción de espíritu. 15Lo torcido no se
puede enderezar, y lo incompleto no puede contarse.
16Hablé yo en mi
corazón, diciendo: He aquí yo me he engrandecido, y he crecido en sabiduría
sobre todos los que fueron antes de mí en Jerusalén; y mi corazón ha percibido
mucha sabiduría y ciencia. 17Y dediqué mi corazón a conocer la
sabiduría, y también a entender las locuras y los desvaríos; conocí que aun
esto era aflicción de espíritu. 18Porque en la mucha sabiduría hay
mucha molestia; y quien añade ciencia, añade dolor.
2
1Dije yo en mi
corazón: Ven ahora, te probaré con alegría, y gozarás de bienes. Mas he aquí
esto también era vanidad. 2A la risa dije: Enloqueces; y al
placer: ¿De qué sirve esto? 3Propuse en mi corazón agasajar mi
carne con vino, y que anduviese mi corazón en sabiduría, con retención de la
necedad, hasta ver cuál fuese el bien de los hijos de los hombres, en el cual
se ocuparan debajo del cielo todos los días de su vida. 4Engrandecí
mis obras, edifiqué para mí casas, planté para mí viñas; 5me hice
huertos y jardines, y planté en ellos árboles de todo fruto. 6Me
hice estanques de aguas, para regar de ellos el bosque donde crecían los
árboles. 7Compré siervos y siervas, y tuve siervos nacidos en
casa; también tuve posesión grande de vacas y de ovejas, más que todos los que
fueron antes de mí en Jerusalén. 8Me amontoné también plata y oro,
y tesoros preciados de reyes y de provincias; me hice de cantores y cantoras,
de los deleites de los hijos de los hombres, y de toda clase de instrumentos de
música.
9Y fui
engrandecido y aumentado más que todos los que fueron antes de mí en Jerusalén;
a más de esto, conservé conmigo mi sabiduría. 10No negué a mis
ojos ninguna cosa que desearan, ni aparté mi corazón de placer alguno, porque
mi corazón gozó de todo mi trabajo; y esta fue mi parte de toda mi faena.
11Miré yo luego todas las obras que habían hecho mis manos, y el trabajo
que tomé para hacerlas; y he aquí, todo era vanidad y aflicción de espíritu, y
sin provecho debajo del sol. 12Después volví yo a mirar para ver
la sabiduría y los desvaríos y la necedad; porque ¿qué podrá hacer el hombre
que venga después del rey? Nada, sino lo que ya ha sido hecho. 13Y
he visto que la sabiduría sobrepasa a la necedad, como la luz a las tinieblas.
14El sabio tiene sus ojos en su cabeza, mas el necio anda en tinieblas;
pero también entendí yo que un mismo suceso acontecerá al uno como al otro.
15Entonces dije yo en mi corazón: Como sucederá al necio, me sucederá
también a mí. ¿Para qué, pues, he trabajado hasta ahora por hacerme más sabio?
Y dije en mi corazón, que también esto era vanidad. 16Porque ni
del sabio ni del necio habrá memoria para siempre; pues en los días venideros
ya todo será olvidado, y también morirá el sabio como el necio. 17Aborrecí,
por tanto, la vida, porque la obra que se hace debajo del sol me era
fastidiosa; por cuanto todo es vanidad y aflicción de espíritu.
18Asimismo
aborrecí todo mi trabajo que había hecho debajo del sol, el cual tendré que
dejar a otro que vendrá después de mí. 19Y ¿quién sabe si será
sabio o necio el que se enseñoreará de todo mi trabajo en que yo me afané y en
que ocupé debajo del sol mi sabiduría? Esto también es vanidad. 20Volvió,
por tanto, a desesperanzarse mi corazón acerca de todo el trabajo en que me
afané, y en que había ocupado debajo del sol mi sabiduría. 21¡Que
el hombre trabaje con sabiduría, y con ciencia y con rectitud, y que haya de
dar su hacienda a hombre que nunca trabajó en ello! También es esto vanidad y
mal grande. 22Porque ¿qué tiene el hombre de todo su trabajo, y de
la fatiga de su corazón, con que se afana debajo del sol? 23Porque
todos sus días no son sino dolores, y sus trabajos molestias; aun de noche su
corazón no reposa. Esto también es vanidad.
24No hay cosa
mejor para el hombre sino que coma y beba, y que su alma se alegre en su
trabajo. También he visto que esto es de la mano de Dios. 25Porque
¿quién comerá, y quién se cuidará, mejor que yo? 26Porque al
hombre que le agrada, Dios le da sabiduría, ciencia y gozo; mas al pecador da
el trabajo de recoger y amontonar, para darlo al que agrada a Dios. También
esto es vanidad y aflicción de espíritu.
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