18 de Marzo
¡Eres un(a) Hijo(a) del Reino!
Por Riqui Ricón*
En
aquel tiempo los discípulos vinieron a Jesús, diciendo: ¿Quién es el mayor en
el reino de los cielos? Y llamando Jesús a un
niño, lo puso en medio de ellos, y dijo: De cierto os digo, que si no os volvéis
y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos. Así que, cualquiera que
se humille como este niño, ése es el mayor en el reino de los cielos (Mat 18.1-4).
De a cuerdo a la Palabra de
Jesús, si quieres entrar al reino de los cielos tienes que hacerte como
niño(a)…
Había
un hombre de los fariseos que se llamaba Nicodemo, un principal entre los
judíos. Este vino a Jesús de noche, y
le dijo: Rabí, sabemos que has venido de Dios como maestro; porque nadie puede
hacer estas señales que tú haces, si no está Dios con él. Respondió Jesús y le dijo: De
cierto, de cierto te digo, que el que
no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios. Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede
un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre
de su madre, y nacer? Respondió Jesús: De cierto, de
cierto te digo, que el que no naciere
de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. Lo que es nacido de la carne,
carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es (Jn 3.1-6).
Pareciera que las dos condiciones que Jesús
estableció para entrar al reino de Dios son distintas: nacer de nuevo y ser
como niños. En realidad, ambas son la misma condición, la cual fue adquirida o
cumplida a través del Nuevo Pacto en la Sangre de Jesús.
Mat 26:26-28 RV60
Y mientras comían, tomó Jesús el pan, y bendijo,
y lo partió, y dio a sus
discípulos, y dijo: Tomad,
comed; esto es mi cuerpo. (27) Y
tomando la copa, y habiendo dado
gracias, les dio, diciendo:
Bebed de ella todos; (28) porque esto es mi sangre del nuevo
pacto, que por muchos es derramada para
remisión de los pecados.
Permíteme explicarme: con Su Sangre, derramada
hasta la última gota en esa cruz, Jesucristo pagó el precio de TODOS tus
pecados, cumpliéndose así la Justicia de Dios al recibir Él, el castigo de tus
pecados para que ahora tú puedas, con toda confianza y seguridad, presentarte
como justo delante del Juez de toda la tierra.
con
gozo dando gracias al Padre que nos hizo aptos para participar de la herencia
de los santos en luz; el cual nos ha librado de
la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo, en quien tenemos redención
por su sangre, el perdón de pecados (Col 1.12-14).
Después, Dios perdonó TODAS tus faltas y
transgresiones al decidir olvidarlas y no acordarse nunca más de ellas.
Y no
enseñará más ninguno a su prójimo, ni ninguno a su hermano, diciendo: Conoce a
Jehová; porque todos me conocerán, desde el más pequeño de ellos hasta el más
grande, dice Jehová; porque perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré más
de su pecado (Jer 31.34).
Por último, te dio un corazón nuevo, te hizo
espíritu nuevo y te dio al Espíritu Santo para, así, con todo esto, hacer de ti
un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo.
Os
daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de
vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne. Y pondré dentro de vosotros
mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos, y
los pongáis por obra (Eze 36.26-27).
Has Nacido de Nuevo por medio de
la FE, pues aunque todavía no lo sabías, cuando aceptaste a Jesucristo como tu
Señor y Salvador, estabas creyendo todo esto, estabas creyéndole a Dios,
creyendo Su Palabra.
siendo
renacidos [Nacidos de Nuevo], no de simiente corruptible sino de incorruptible, por la Palabra de
Dios que vive y permanece para siempre (1 P 1.23).
¡Todo por amor a ti!
¿Te das cuenta? Dios te ama tanto que prefirió
entregar a Su propio Hijo antes que perderte a ti.
Porque de tal manera amó Dios
al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree,
no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo
al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Jn
3.16-17).
Por ese Amor con que Dios te ama,
Él te ha hecho Su propio(a) Hijo(a), con Su Palabra.
MIREN CUÁNTO NOS ama el Padre
celestial que permite que seamos llamados hijos de Dios. ¡Y lo mas maravilloso
es que de veras lo somos! Naturalmente, como la mayoría de la gente no conoce a
Dios, no comprende por qué lo somos (1 Jn 3.1 BAD).
Todo esto se hizo una realidad para ti cuando
aceptaste a Jesús como Señor y Salvador de tu vida diciéndole: ¡Si Señor Jesús,
CREO en ti, acepto tu sacrificio en la cruz que me justifica, perdona y borra
todos mis pecados; ven a mi vida, te abro mi corazón! Amén.
Rom 10:8-11 RV60
Mas
¿qué dice? Cerca de ti está la
palabra, en tu boca y en tu
corazón. Esta es la palabra de fe que
predicamos: (9) que si confesares con tu boca que Jesús es el
Señor, y creyeres en tu corazón que Dios
le levantó de los muertos, serás
salvo. (10) Porque con el corazón se cree para
justicia, pero con la boca se confiesa
para salvación. (11) Pues la Escritura dice: Todo aquel que en él creyere, no será avergonzado.
Ahora eres, legal y legítimamente, un(a) Hijo(a) de
Dios Nacido(a) de Nuevo y puedes confiar total y plenamente en tu Padre
celestial. Puedes estar plenamente seguro(a) que la Biblia es la Palabra de
Honor de Dios y por lo tanto la va a cumplir toda. Primero el cielo y la tierra
dejan de existir ante que tu Padre deje de cumplirte Su Palabra.
El
cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán (Luc 21.33).
Así que, exactamente igual a un(a) niño(a), con la
misma actitud y confianza en tu corazón, puedes dejarle a Dios TODOS tus
problemas. Puedes dejarle TODAS tus necesidades. No te preocupes más, no te
angusties, ahora Él es tu Padre y es responsable de ti y por ti.
¡Tú eres Su Hijo(a) amado(a)!
Venid
a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros,
y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para
vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y
ligera mi carga (Mat 11.28-30).
Sin importar que problemas, enfermedades o
aflicciones estés enfrentando, ahora puedes, como un niño, poner toda tu
confianza en la Palabra de Dios y venir a Jesucristo para hallar descanso y
consuelo para tu alma.
¿Qué hombre hay de vosotros,
que si su hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿O si le pide un pescado, le
dará una serpiente? Pues si vosotros, siendo
malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre
que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan? (Mat
7.9-11).
Dios es un
Padre bueno que está dispuesto a darte todas las cosas que le pidas con FE, que
le pidas creyendo Su Palabra.
Por
tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis
de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir. ¿No es la vida más que
el alimento, y el cuerpo más que el vestido? Mirad las aves del cielo, que
no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las
alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas? ¿Y quién de vosotros podrá,
por mucho que se afane, añadir a su estatura un codo? Y por el vestido, ¿por qué os
afanáis? Considerad los lirios del campo, cómo crecen: no trabajan ni hilan; pero os digo, que ni aun
Salomón con toda su gloria se vistió así como uno de
ellos. Y si la hierba del campo que
hoy es, y mañana se echa en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más a
vosotros, hombres de poca fe? No os afanéis, pues, diciendo:
¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos? Porque los gentiles buscan
todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de
todas estas cosas. Mas buscad primeramente el
reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas (Mat
6.25-33).
La justicia del reino de Dios es aquella que se
cumplió en la cruz del Calvario. ¡Búscala! ¡Acéptala! ¡Recíbela! Lo único que
tienes que hacer es creer la Palabra de Dios, que no miente (no puede mentir,
nunca lo ha hecho y nunca lo hará).
Sin importar que tan difíciles sean tus
circunstancias el día de hoy, créele a Dios y comienza a vivir como un(a)
Hijo(a) del Reino, te aseguro que saldrás más que vencedor(a) por medio de
Aquel que te amo, Cristo Jesús.
Así que, bienvenido(a) al Reino de tu Padre. Ahora,
con toda certeza, puedes declararlo en voz alta: ¡Soy un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a)
de Nuevo! ¡Soy como un(a) niño(a) y mi Padre es Dios! ¡Aleluya! ¡Ya estoy
viviendo dentro del reino de Dios! ¡Soy un(a) Hijo(a) del Reino!
Oremos en voz audible:
Amado Padre
celestial, no encuentro mejor forma de agradecer lo que has hecho por mí que
aceptándolo. No encuentro mejor forma de honrar el sacrificio de Tu Hijo Jesús
que recibiendo la posición e Identidad que Él adquirió para mí al morir en esa
cruz. ¡Gracias Jesús! ¡Muchas gracias Señor! Creo y recibo tu grande y eterno
Amor por mí. Creo y recibo mi identidad de Hijo(a) Tuyo(a). Por lo tanto, creo
y recibo también todas y cada una de tus promesas. Gracias Señor, porque no hay forma en que yo vaya a perder en esta vida.
Gracias Padre porque no me has dejado nunca, ni me dejarás, porque me has amado
con tan grande amor y me has hecho tu Hijo(a). Por lo que Tú hiciste en la
cruz, Señor Jesús, y por Tu Palabra, ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy
próspero(a)! ¡Soy más que vencedor(a)! ¡Todo lo puedo en Cristo! Y, por la
Sangre de Jesús, soy dichoso(a) para vivir una vida plena y abundante. Muchas
gracias, Señor Jesús. Gracias por esta Nueva Vida en Plenitud que ahora tengo
como Hijo(a) de Dios. Gracias por mi sanidad. Gracias por mi salud. Gracias por
mi prosperidad. Gracias por el Amor, la paz y el gozo que ahora disfruto. En el
nombre de Jesús. Amén
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo
establezco una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en
voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a
Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el
Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis
pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí
acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa
derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a
entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi
único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios
Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a
Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido
de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más
estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo
Jaime © 2011
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Marzo
18 Mat 18.1-21
/ Núm 5-6 /
Ecl 5
San
Mateo 18.1-21
¿Quién es el mayor?
(Mr. 9.33–37; Lc. 9.46–48)
18
1En aquel tiempo
los discípulos vinieron a Jesús, diciendo: ¿Quién es el mayor en el reino de
los cielos? 2Y llamando Jesús a un niño, lo
puso en medio de ellos, 3y dijo: De cierto os digo, que si no os
volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos.
4Así que, cualquiera que se humille como este niño, ése es el mayor en
el reino de los cielos. 5Y cualquiera que reciba en mi nombre a un
niño como este, a mí me recibe.
Ocasiones de caer
(Mr. 9.42–48; Lc. 17.1–2)
6Y cualquiera que
haga tropezar a alguno de estos pequeños que creen en mí, mejor le fuera que se
le colgase al cuello una piedra de molino de asno, y que se le hundiese en lo
profundo del mar.
7¡Ay del mundo
por los tropiezos! porque es necesario que vengan tropiezos, pero ¡ay de aquel
hombre por quien viene el tropiezo! 8Por tanto, si tu mano o tu pie
te es ocasión de caer, córtalo y échalo de ti; mejor te es entrar en la vida
cojo o manco, que teniendo dos manos o dos pies ser echado en el fuego eterno.
9Y si tu ojo te es ocasión de caer, sácalo y échalo de ti; mejor te es
entrar con un solo ojo en la vida, que teniendo dos ojos ser echado en el
infierno de fuego.
Parábola de la oveja perdida
(Lc. 15.3–7)
10Mirad que no
menospreciéis a uno de estos pequeños; porque os digo que sus ángeles en los
cielos ven siempre el rostro de mi Padre que está en los cielos. 11Porque
el Hijo del Hombre ha venido para salvar lo que se había perdido. 12¿Qué os parece? Si un hombre tiene cien ovejas, y se descarría una de
ellas, ¿no deja las noventa y nueve y va por los montes a buscar la que se
había descarriado? 13Y si acontece que la encuentra, de cierto os
digo que se regocija más por aquélla, que por las noventa y nueve que no se
descarriaron. 14Así, no es la voluntad de vuestro Padre que está
en los cielos, que se pierda uno de estos pequeños.
Cómo se debe perdonar al hermano
15Por tanto, si
tu hermano peca contra ti, ve y repréndele estando tú y él solos; si te oyere,
has ganado a tu hermano. 16Mas si no te
oyere, toma aún contigo a uno o dos, para que en boca de dos o tres testigos
conste toda palabra. 17Si no los oyere a ellos, dilo a la iglesia;
y si no oyere a la iglesia, tenle por gentil y publicano. 18De
cierto os digo que todo lo que atéis en la tierra, será atado en el cielo; y
todo lo que desatéis en la tierra, será desatado en el cielo.
19Otra vez os digo, que si dos de vosotros se pusieren de acuerdo en la
tierra acerca de cualquiera cosa que pidieren, les será hecho por mi Padre que
está en los cielos. 20Porque donde están dos o tres congregados en
mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.
21Entonces se le
acercó Pedro y le dijo: Señor, ¿cuántas veces perdonaré a mi hermano que peque
contra mí? ¿Hasta siete? 22Jesús le dijo: No te digo hasta siete,
sino aun hasta setenta veces siete.
Números
5-6
Todo inmundo es echado fuera del campamento
5
1Jehová habló a
Moisés, diciendo: 2Manda a los hijos de Israel que echen del
campamento a todo leproso, y a todos los que padecen flujo de semen, y a todo
contaminado con muerto. 3Así a hombres como a mujeres echaréis;
fuera del campamento los echaréis, para que no contaminen el campamento de
aquellos entre los cuales yo habito. 4Y lo hicieron así los hijos
de Israel, y los echaron fuera del campamento; como Jehová dijo a Moisés, así
lo hicieron los hijos de Israel.
Ley sobre la restitución
5Además habló
Jehová a Moisés, diciendo: 6Di a los hijos de Israel: El hombre o
la mujer que cometiere alguno de todos los pecados con que los hombres
prevarican contra Jehová y delinquen, 7aquella persona confesará el
pecado que cometió, y compensará enteramente el daño, y añadirá sobre ello la
quinta parte, y lo dará a aquel contra quien pecó. 8Y si aquel
hombre no tuviere pariente al cual sea resarcido el daño, se dará la
indemnización del agravio a Jehová entregándola al sacerdote, además del
carnero de las expiaciones, con el cual hará expiación por él. 9Toda ofrenda de todas las cosas santas que los hijos de Israel
presentaren al sacerdote, suya será. 10Y lo santificado de
cualquiera será suyo; asimismo lo que cualquiera diere al sacerdote, suyo será.
Ley sobre los celos
11También Jehová
habló a Moisés, diciendo: 12Habla a los hijos de Israel y diles:
Si la mujer de alguno se descarriare, y le fuere infiel, 13y
alguno cohabitare con ella, y su marido no lo hubiese visto por haberse ella
amancillado ocultamente, ni hubiere testigo contra ella, ni ella hubiere sido
sorprendida en el acto; 14si viniere sobre él espíritu de celos, y
tuviere celos de su mujer, habiéndose ella amancillado; o viniere sobre él
espíritu de celos, y tuviere celos de su mujer, no habiéndose ella
amancillado; 15entonces el marido traerá su mujer al sacerdote, y
con ella traerá su ofrenda, la décima parte de un efa de harina de cebada; no
echará sobre ella aceite, ni pondrá sobre ella incienso, porque es ofrenda de
celos, ofrenda recordativa, que trae a la memoria el pecado.
16Y el sacerdote
hará que ella se acerque y se ponga delante de Jehová. 17Luego
tomará el sacerdote del agua santa en un vaso de barro; tomará también el
sacerdote del polvo que hubiere en el suelo del tabernáculo, y lo echará en el
agua. 18Y hará el sacerdote estar en pie a la mujer delante de
Jehová, y descubrirá la cabeza de la mujer, y pondrá sobre sus manos la ofrenda
recordativa, que es la ofrenda de celos; y el sacerdote tendrá en la mano las
aguas amargas que acarrean maldición. 19Y el sacerdote la
conjurará y le dirá: Si ninguno ha dormido contigo, y si no te has apartado de
tu marido a inmundicia, libre seas de estas aguas amargas que traen maldición;
20mas si te has descarriado de tu marido y te has amancillado, y ha
cohabitado contigo alguno fuera de tu marido 21(el sacerdote
conjurará a la mujer con juramento de maldición, y dirá a la mujer): Jehová te
haga maldición y execración en medio de tu pueblo, haciendo Jehová que tu muslo
caiga y que tu vientre se hinche; 22y estas aguas que dan
maldición entren en tus entrañas, y hagan hinchar tu vientre y caer tu muslo. Y
la mujer dirá: Amén, amén.
23El sacerdote
escribirá estas maldiciones en un libro, y las borrará con las aguas amargas;
24y dará a beber a la mujer las aguas amargas que traen maldición; y las
aguas que obran maldición entrarán en ella para amargar. 25Después
el sacerdote tomará de la mano de la mujer la ofrenda de los celos, y la mecerá
delante de Jehová, y la ofrecerá delante del altar. 26Y tomará el
sacerdote un puñado de la ofrenda en memoria de ella, y lo quemará sobre el
altar, y después dará a beber las aguas a la mujer. 27Le dará,
pues, a beber las aguas; y si fuere inmunda y hubiere sido infiel a su marido,
las aguas que obran maldición entrarán en ella para amargar, y su vientre se
hinchará y caerá su muslo; y la mujer será maldición en medio de su pueblo.
28Mas si la mujer no fuere inmunda, sino que estuviere limpia, ella será
libre, y será fecunda.
29Esta es la ley
de los celos, cuando la mujer cometiere infidelidad contra su marido, y se
amancillare; 30o del marido sobre el cual pasare espíritu de
celos, y tuviere celos de su mujer; la presentará entonces delante de Jehová, y
el sacerdote ejecutará en ella toda esta ley. 31El hombre será
libre de iniquidad, y la mujer llevará su pecado.
El voto de los nazareos
6
1Habló Jehová a
Moisés, diciendo: 2Habla a los hijos de Israel y diles: El hombre
o la mujer que se apartare haciendo voto de nazareo, para
dedicarse a Jehová, 3se abstendrá de vino y de sidra; no beberá
vinagre de vino, ni vinagre de sidra, ni beberá ningún licor de uvas, ni
tampoco comerá uvas frescas ni secas. 4Todo el tiempo de su
nazareato, de todo lo que se hace de la vid, desde los granillos hasta el
hollejo, no comerá.
5Todo el tiempo
del voto de su nazareato no pasará navaja sobre su cabeza; hasta que sean
cumplidos los días de su apartamiento a Jehová, será santo; dejará crecer su
cabello.
6Todo el tiempo
que se aparte para Jehová, no se acercará a persona muerta. 7Ni
aun por su padre ni por su madre, ni por su hermano ni por su hermana, podrá
contaminarse cuando mueran; porque la consagración de su Dios tiene sobre su
cabeza. 8Todo el tiempo de su nazareato, será santo para Jehová.
9Si alguno
muriere súbitamente junto a él, su cabeza consagrada será contaminada; por
tanto, el día de su purificación raerá su cabeza; al séptimo día la raerá.
10Y el día octavo traerá dos tórtolas o dos palominos al sacerdote, a la
puerta del tabernáculo de reunión. 11Y el sacerdote ofrecerá el
uno en expiación, y el otro en holocausto; y hará expiación de lo que pecó a
causa del muerto, y santificará su cabeza en aquel día. 12Y
consagrará para Jehová los días de su nazareato, y traerá un cordero de un año
en expiación por la culpa; y los días primeros serán anulados, por cuanto fue
contaminado su nazareato.
13Esta es, pues,
la ley del nazareo el día que se cumpliere el tiempo de su nazareato: Vendrá a
la puerta del tabernáculo de reunión, 14y ofrecerá su ofrenda a
Jehová, un cordero de un año sin tacha en holocausto, y una cordera de un año
sin defecto en expiación, y un carnero sin defecto por ofrenda de paz. 15Además
un canastillo de tortas sin levadura, de flor de harina amasadas con aceite, y
hojaldres sin levadura untadas con aceite, y su ofrenda y sus libaciones.
16Y el sacerdote lo ofrecerá delante de Jehová, y hará su expiación y su
holocausto; 17y ofrecerá el carnero en ofrenda de paz a Jehová,
con el canastillo de los panes sin levadura; ofrecerá asimismo el sacerdote su
ofrenda y sus libaciones. 18Entonces el nazareo raerá a la puerta
del tabernáculo de reunión su cabeza consagrada, y tomará los cabellos de su
cabeza consagrada y los pondrá sobre el fuego que está debajo de la ofrenda de
paz. 19Después tomará el sacerdote la espaldilla cocida del
carnero, una torta sin levadura del canastillo, y una hojaldre sin levadura, y
las pondrá sobre las manos del nazareo, después que fuere raída su cabeza
consagrada; 20y el sacerdote mecerá aquello como ofrenda mecida
delante de Jehová, lo cual será cosa santa del sacerdote, además del pecho
mecido y de la espaldilla separada; después el nazareo podrá beber vino.
21Esta es la ley
del nazareo que hiciere voto de su ofrenda a Jehová por su nazareato, además de
lo que sus recursos le permitieren; según el voto que hiciere, así hará,
conforme a la ley de su nazareato.
La bendición sacerdotal
22Jehová
habló a Moisés, diciendo: 23Habla a Aarón y a sus hijos y diles:
Así bendeciréis a los hijos de Israel, diciéndoles:
24 Jehová te bendiga, y te guarde;
25 Jehová haga resplandecer su rostro sobre ti, y tenga de ti
misericordia;
26 Jehová alce sobre ti su rostro, y ponga en ti paz.
27Y pondrán mi
nombre sobre los hijos de Israel, y yo los bendeciré.
Eclesiastés 5
La insensatez de hacer votos a la ligera
5
1Cuando fueres a
la casa de Dios, guarda tu pie; y acércate más para oír que para ofrecer el
sacrificio de los necios; porque no saben que hacen mal. 2No te
des prisa con tu boca, ni tu corazón se apresure a proferir palabra delante de
Dios; porque Dios está en el cielo, y tú sobre la tierra; por tanto, sean pocas
tus palabras.
3Porque de la
mucha ocupación viene el sueño, y de la multitud de las palabras la voz del
necio.
4Cuando a Dios
haces promesa, no tardes en cumplirla; porque él no se complace en los
insensatos. Cumple lo que prometes. 5Mejor es que no prometas, y
no que prometas y no cumplas. 6No dejes que tu boca te haga pecar,
ni digas delante del ángel, que fue ignorancia. ¿Por qué harás que Dios se
enoje a causa de tu voz, y que destruya la obra de tus manos?
7Donde abundan
los sueños, también abundan las vanidades y las muchas palabras; mas tú, teme a
Dios.
La vanidad de la vida
8Si opresión de
pobres y perversión de derecho y de justicia vieres en la provincia, no te
maravilles de ello; porque sobre el alto vigila otro más alto, y uno más alto
está sobre ellos. 9Además, el provecho de la tierra es para todos;
el rey mismo está sujeto a los campos.
10El que ama el
dinero, no se saciará de dinero; y el que ama el mucho tener, no sacará fruto.
También esto es vanidad. 11Cuando aumentan los bienes, también
aumentan los que los consumen. ¿Qué bien, pues, tendrá su dueño, sino verlos
con sus ojos?
12Dulce es el
sueño del trabajador, coma mucho, coma poco; pero al rico no le deja dormir la
abundancia.
13Hay un mal
doloroso que he visto debajo del sol: las riquezas guardadas por sus dueños
para su mal; 14las cuales se pierden en malas ocupaciones, y a los
hijos que engendraron, nada les queda en la mano. 15Como salió del
vientre de su madre, desnudo, así vuelve, yéndose tal como vino; y nada tiene
de su trabajo para llevar en su mano. 16Este también es un gran
mal, que como vino, así haya de volver. ¿Y de qué le aprovechó trabajar en
vano? 17Además de esto, todos los días de su vida comerá en
tinieblas, con mucho afán y dolor y miseria.
18He aquí, pues,
el bien que yo he visto: que lo bueno es comer y beber, y gozar uno del bien de
todo su trabajo con que se fatiga debajo del sol, todos los días de su vida que
Dios le ha dado; porque esta es su parte. 19Asimismo, a todo
hombre a quien Dios da riquezas y bienes, y le da también facultad para que
coma de ellas, y tome su parte, y goce de su trabajo, esto es don de Dios.
20Porque no se acordará mucho de los días de su vida; pues Dios le
llenará de alegría el corazón.
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