1 de Octubre.
¡Eres Bienaventurado para reinar!
Por Riqui Ricón *
Dichoso el que lee y dichosos los que escuchan las palabras de este mensaje profético y hacen caso de lo que aquí está escrito, porque el tiempo de su cumplimiento está cerca (Apo 1.3 NVI).
La mayoría de los creyentes reconocen que la Biblia es la Palabra de Dios, pero pocos son los que se detienen a reflexionar lo que esto significa.
¿Qué es la Palabra de Dios?
Decir que la biblia es la palabra de Dios significa que TODO lo que está escrito en ella son las Palabras que han salido de la boca de Dios y por consiguiente, se van a cumplir en su totalidad, pues como Jesús lo estableció, “el cielo y la tierra pasarán pero mis Palabras NO pasarán”.
A su vez, afirmar que la Biblia es la Palabra de Dios significa que la Biblia NUNCA dejará de ser y por lo tanto, ES LA VERDAD.
Es por esta razón que hoy puedes reflexionar que de acuerdo a la Biblia, tú eres dichoso(a), pues te has propuesto leer y CREER la Palabra de Dios.
Es precisamente Su Palabra la que afirma que Él te ama tanto que prefirió entregar a Su propio Hijo antes que perderte a ti.
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna (Jn 3.16).
Jesús te ama tanto que lavó, limpió, TODOS tus pecados con Su sangre. Al morir por ti pagó TODO lo que debías, pero al resucitar venciendo a la muerte te otorgo el derecho a la Vida Eterna.
y de Jesucristo el testigo fiel, el primogénito de los muertos, y el soberano de los reyes de la tierra. Al que nos amó, y nos lavó de nuestros pecados con su sangre, y nos hizo reyes y sacerdotes para Dios, su Padre; a él sea gloria e imperio por los siglos de los siglos. Amén (Apo 1.5-6).
¿Para qué hizo esto? Para hacer de ti un(a) genuino(a) y legítimo(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo y constituirte, en esta vida, como un rey (reina) y sacerdote (sacerdotisa) para tu Padre celestial.
Su sacrificio de AMOR en esa cruz no solamente te da derecho a un lugar junto a Él, en Su Presencia, allá en el cielo, sino que establece también un destino y propósito eterno para tu vida aquí en la tierra: ¡Reinar!
Pues si por la transgresión de un solo hombre reinó la muerte, con mayor razón los que reciben en abundancia la gracia y el don de la justicia reinarán en vida por medio de un solo hombre, Jesucristo (Ro 5.17 NVI).
Porque Jesús te ama y ha lavado tus pecados con Su Sangre, ahora tú puedes reinar en esta vida, pues aunque el pecado de un solo hombre, Adán, hizo que la muerte reinara sobre todos los seres humanos, aún más grande es la gracia maravillosa de Dios y el regalo de su justicia, porque todos los que lo reciben vivirán en victoria sobre el pecado y sobre la muerte por medio de un solo hombre, Jesucristo.
¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? Como está escrito: Por causa de ti somos muertos todo el tiempo; Somos contados como ovejas de matadero. Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro (Ro 8.35-39).
Ahora tú eres un(a) Hijo(a) de Dios y puedes reinar sobre los problemas, las enfermedades, la pobreza y toda circunstancia adversa en tu vida.
Cuando Cristo Jesús murió en esa cruz sus últimas palabras fueron, consumado es. Lo cual significa que Él ya hizo su parte y ahora te toca a ti hacer la tuya; esto es, dejar de temer, dejar de afligirte y comenzar a CREER. Creerle a Él, creyendo Su Palabra.
Sin embargo, cuando Sanbalat, Tobías y Gesem el árabe se enteraron de nuestro plan, se burlaron con desprecio. —¿Qué están haciendo? —preguntaron—. ¿Se rebelan contra el rey? (Neh 2.19 NTV).
Quizá tu situación parezca en este día tan difícil, que quiere gritarte y hacer burla de tu FE en la Palabra de Dios, para atemorizarte y hacerte dudar que tu Padre cumplirá Su Palabra.
Yo contesté: —El Dios del cielo nos ayudará a tener éxito. Nosotros, sus siervos, comenzaremos a reconstruir esta muralla; pero ustedes no tienen ninguna parte ni derecho legal o reclamo histórico en Jerusalén (Neh 2.20 NTV).
Lo importante aquí, es que tú no eres como Nehemías, un representante del rey que tenía poderes y autoridad para reconstruir la ciudad de Jerusalén, ¡tú eres un(a) Hijo(a) del Rey de reyes y Señor de señores!
Así que, sea cual sea el problema, enfermedad o aflicción que estés enfrentando el día de hoy, levántate y comienza a ejercer la autoridad y dominio que te han sido dados como Rey y Sacerdote para Dios, tu Padre.
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, muchas gracias porque en Tu Palabra, las Palabras que han salido de Tu boca, me has declarado Hijo(a) Tuyo(a) por medio de la fe en Cristo Jesús. Gracias, Señor Jesús, porque Tu sacrificio fue completo, perfecto y acabado. No quedó nada pendiente. He sido justificado(a) en Tu Sangre y por Tu Vida yo he recibido la Vida Eterna, la Vida plena y abundante que sólo pueden disfrutar los Hijos de Dios. Gracias porque Tu Palabra, la Biblia, me da la facultad para que, en cuanto a la pasada manera de vivir, despojarme del viejo(a) hombre(mujer), que está viciado conforme a los deseos engañosos, y renovarme en el espíritu de mi mente, y vestirme del nuevo hombre(mujer), creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad. Así que, hoy vengo a Ti, Abba, Padre; de todos mis pecados me arrepiento y te pido perdón, he fallado y esto es algo que no quiero hacer más. Espíritu Santo, límpiame de toda maldad; ayúdame a creer que soy ese(a) Hijo(a) Tuyo(a) creado en justicia y santidad de la verdad, pues con mi fe, nada de ese(a) viejo(a) hombre(mujer) se volverá a manifestar en mi vida. La Ley del espíritu de Vida en Cristo Jesús me ha hecho libre de la ley del pecado y de la muerte. Dios, yo soy lo que Tú dices en Tu Palabra que soy: Tu Hijo(o) amado(a). Por lo tanto, sé que sé, y así lo declaro, en todo problema, enfermedad o aflicción, soy más que vencedor(a) por medio de Tu Amor, Cristo Jesús. ¡Todo lo puedo! ¡Rechazo todo pensamiento o sentimiento de condenación en mi vida! ¡Soy Nacido(a) de Nuevo! ¡Yo ando, vivo, pienso y respiro conforme al Espíritu! ¡No estoy conforme con mi carne! ¡La ley del Espíritu de Vida en Cristo Jesús me ha hecho libre de la ley del pecado y de la muerte! ¡Estoy decidido(a), con Tu ayuda, Espíritu Santo, a vivir firme con la libertad con que Cristo me hizo libre y ya no estaré, nunca más, sujeto(a) al yugo de esclavitud! Así que, con esta autoridad que Tú me has dado, Padre, resisto al espíritu de temor y duda, echo fuera de mi vida la enfermedad, pobreza, tristeza y depresión. Recibo mi salud, prosperidad, libertad y gozo. ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy dichoso(a)! En el nombre de Jesús. Amén.
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo Jaime © 2012
Lectura y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Marzo
20 Mat
19.1-15 / Núm 9-10 / Ecl 7
San
Mateo 19.1-15
Jesús enseña sobre el divorcio
(Mr. 10.1–12; Lc. 16.18)
19
1Aconteció que
cuando Jesús terminó estas palabras, se alejó de Galilea, y fue a las regiones
de Judea al otro lado del Jordán. 2Y le siguieron grandes
multitudes, y los sanó allí.
3Entonces
vinieron a él los fariseos, tentándole y diciéndole: ¿Es lícito al hombre
repudiar a su mujer por cualquier causa? 4Él, respondiendo, les
dijo: ¿No habéis leído que el que los hizo al principio, varón y hembra los
hizo,
5y dijo: Por esto el hombre dejará padre y madre, y se unirá a su mujer,
y los dos serán una sola carne? 6Así que no son
ya más dos, sino una sola carne; por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el
hombre. 7Le dijeron: ¿Por qué, pues, mandó Moisés dar carta de
divorcio, y repudiarla? 8El les dijo:
Por la dureza de vuestro corazón Moisés os permitió repudiar a vuestras
mujeres; mas al principio no fue así. 9Y yo os digo que cualquiera
que repudia a su mujer, salvo por causa de fornicación, y se casa con otra,
adultera; y el que se casa con la repudiada, adultera.
10Le dijeron sus
discípulos: Si así es la condición del hombre con su mujer, no conviene
casarse. 11Entonces él les dijo: No todos son capaces de recibir
esto, sino aquellos a quienes es dado. 12Pues hay eunucos que
nacieron así del vientre de su madre, y hay eunucos que son hechos eunucos por
los hombres, y hay eunucos que a sí mismos se hicieron eunucos por causa del
reino de los cielos. El que sea capaz de recibir esto, que lo reciba.
Jesús bendice a los niños
(Mr. 10.13–16; Lc. 18.15–17)
13Entonces le
fueron presentados unos niños, para que pusiese las manos sobre ellos, y orase;
y los discípulos les reprendieron. 14Pero Jesús dijo: Dejad a los
niños venir a mí, y no se lo impidáis; porque de los tales es el reino de los
cielos. 15Y habiendo puesto sobre ellos las manos, se fue de allí.
Números
9-10
Celebración de la pascua
9
1Habló Jehová a
Moisés en el desierto de Sinaí, en el segundo año de su salida de la tierra de
Egipto, en el mes primero, diciendo: 2Los hijos de Israel
celebrarán la pascua a su tiempo. 3El decimocuarto día de este
mes, entre las dos tardes, la celebraréis a su tiempo; conforme a todos sus
ritos y conforme a todas sus leyes la celebraréis. 4Y habló Moisés
a los hijos de Israel para que celebrasen la pascua. 5Celebraron
la pascua en el mes primero, a los catorce días del mes, entre las dos tardes,
en el desierto de Sinaí; conforme a todas las cosas que mandó Jehová a Moisés,
así hicieron los hijos de Israel. 6Pero hubo
algunos que estaban inmundos a causa de muerto, y no pudieron celebrar la
pascua aquel día; y vinieron delante de Moisés y delante de Aarón aquel día,
7y le dijeron aquellos hombres: Nosotros estamos inmundos por causa de
muerto; ¿por qué seremos impedidos de ofrecer ofrenda a Jehová a su tiempo
entre los hijos de Israel? 8Y Moisés les respondió: Esperad, y
oiré lo que ordena Jehová acerca de vosotros.
9Y Jehová habló a
Moisés, diciendo: 10Habla a los hijos de Israel, diciendo:
Cualquiera de vosotros o de vuestros descendientes, que estuviere inmundo por
causa de muerto o estuviere de viaje lejos, celebrará la pascua a Jehová.
11En el mes segundo, a los catorce días del mes, entre las dos tardes,
la celebrarán; con panes sin levadura y hierbas amargas la comerán. 12No
dejarán del animal sacrificado para la mañana, ni quebrarán hueso de él;
conforme a todos los ritos de la pascua la celebrarán. 13Mas el
que estuviere limpio, y no estuviere de viaje, si dejare de celebrar la pascua,
la tal persona será cortada de entre su pueblo; por cuanto no ofreció a su
tiempo la ofrenda de Jehová, el tal hombre llevará su pecado. 14Y
si morare con vosotros extranjero, y celebrare la pascua a Jehová, conforme al
rito de la pascua y conforme a sus leyes la celebrará; un mismo rito tendréis,
tanto el extranjero como el natural de la tierra.
La nube sobre el tabernáculo
(Ex. 40.34–38)
15El día que el
tabernáculo fue erigido, la nube cubrió el tabernáculo sobre la tienda del
testimonio; y a la tarde había sobre el tabernáculo como una apariencia de
fuego, hasta la mañana. 16Así era continuamente: la nube lo cubría
de día, y de noche la apariencia de fuego. 17Cuando se alzaba la
nube del tabernáculo, los hijos de Israel partían; y en el lugar donde la nube
paraba, allí acampaban los hijos de Israel. 18Al mandato de Jehová
los hijos de Israel partían, y al mandato de Jehová acampaban; todos los días
que la nube estaba sobre el tabernáculo, permanecían acampados. 19Cuando
la nube se detenía sobre el tabernáculo muchos días, entonces los hijos de
Israel guardaban la ordenanza de Jehová, y no partían. 20Y cuando
la nube estaba sobre el tabernáculo pocos días, al mandato de Jehová acampaban,
y al mandato de Jehová partían. 21Y cuando la nube se detenía
desde la tarde hasta la mañana, o cuando a la mañana la nube se levantaba,
ellos partían; o si había estado un día, y a la noche la nube se levantaba,
entonces partían. 22O si dos días, o un mes, o un año, mientras la
nube se detenía sobre el tabernáculo permaneciendo sobre él, los hijos de
Israel seguían acampados, y no se movían; mas cuando ella se alzaba, ellos
partían. 23Al mandato de Jehová acampaban, y al mandato de Jehová
partían, guardando la ordenanza de Jehová como Jehová lo había dicho por medio
de Moisés.
Las trompetas de plata
10
1Jehová habló a
Moisés, diciendo: 2Hazte dos trompetas de plata; de obra de
martillo las harás, las cuales te servirán para convocar la congregación, y
para hacer mover los campamentos. 3Y cuando las tocaren, toda la
congregación se reunirá ante ti a la puerta del tabernáculo de reunión. 4Mas
cuando tocaren sólo una, entonces se congregarán ante ti los príncipes, los
jefes de los millares de Israel. 5Y cuando tocareis alarma,
entonces moverán los campamentos de los que están acampados al oriente. 6Y
cuando tocareis alarma la segunda vez, entonces moverán los campamentos de los
que están acampados al sur; alarma tocarán para sus partidas. 7Pero
para reunir la congregación tocaréis, mas no con sonido de alarma. 8Y
los hijos de Aarón, los sacerdotes, tocarán las trompetas; y las tendréis por
estatuto perpetuo por vuestras generaciones. 9Y cuando saliereis a
la guerra en vuestra tierra contra el enemigo que os molestare, tocaréis alarma
con las trompetas; y seréis recordados por Jehová vuestro Dios, y seréis salvos
de vuestros enemigos. 10Y en el día de vuestra alegría, y en
vuestras solemnidades, y en los principios de vuestros meses, tocaréis las
trompetas sobre vuestros holocaustos, y sobre los sacrificios de paz, y os
serán por memoria delante de vuestro Dios. Yo Jehová vuestro Dios.
Los israelitas salen de Sinaí
11En el año
segundo, en el mes segundo, a los veinte días del mes, la nube se alzó del
tabernáculo del testimonio. 12Y partieron los hijos de Israel del
desierto de Sinaí según el orden de marcha; y se detuvo la nube en el desierto
de Parán. 13Partieron la primera vez al mandato de Jehová por
medio de Moisés. 14La bandera del campamento de los hijos de Judá
comenzó a marchar primero, por sus ejércitos; y Naasón hijo de Aminadab estaba
sobre su cuerpo de ejército. 15Sobre el cuerpo de ejército de la
tribu de los hijos de Isacar, Natanael hijo de Zuar. 16Y sobre el
cuerpo de ejército de la tribu de los hijos de Zabulón, Eliab hijo de Helón.
17Después que
estaba ya desarmado el tabernáculo, se movieron los hijos de Gersón y los hijos
de Merari, que lo llevaban. 18Luego comenzó a marchar la bandera
del campamento de Rubén por sus ejércitos; y Elisur hijo de Sedeur estaba sobre
su cuerpo de ejército. 19Sobre el cuerpo de ejército de la tribu
de los hijos de Simeón, Selumiel hijo de Zurisadai. 20Y sobre el
cuerpo de ejército de la tribu de los hijos de Gad, Eliasaf hijo de Deuel.
21Luego
comenzaron a marchar los coatitas llevando el santuario; y entretanto que ellos
llegaban, los otros acondicionaron el tabernáculo. 22Después
comenzó a marchar la bandera del campamento de los hijos de Efraín por sus
ejércitos; y Elisama hijo de Amiud estaba sobre su cuerpo de ejército. 23Sobre
el cuerpo de ejército de la tribu de los hijos de Manasés, Gamaliel hijo de
Pedasur. 24Y sobre el cuerpo de ejército de la tribu de los hijos
de Benjamín, Abidán hijo de Gedeoni.
25Luego comenzó a
marchar la bandera del campamento de los hijos de Dan por sus ejércitos, a
retaguardia de todos los campamentos; y Ahiezer hijo de Amisadai estaba sobre
su cuerpo de ejército. 26Sobre el cuerpo de ejército de la tribu
de los hijos de Aser, Pagiel hijo de Ocrán. 27Y sobre el cuerpo de
ejército de la tribu de los hijos de Neftalí, Ahira hijo de Enán. 28Este
era el orden de marcha de los hijos de Israel por sus ejércitos cuando partían.
29Entonces dijo
Moisés a Hobab, hijo de Ragüel madianita, su suegro: Nosotros partimos para el
lugar del cual Jehová ha dicho: Yo os lo daré. Ven con nosotros, y te haremos
bien; porque Jehová ha prometido el bien a Israel. 30Y él le
respondió: Yo no iré, sino que me marcharé a mi tierra y a mi parentela.
31Y él le dijo: Te ruego que no nos dejes; porque tú conoces los lugares
donde hemos de acampar en el desierto, y nos serás en lugar de ojos. 32Y
si vienes con nosotros, cuando tengamos el bien que Jehová nos ha de hacer,
nosotros te haremos bien.
33Así partieron
del monte de Jehová camino de tres días; y el arca del pacto de Jehová fue
delante de ellos camino de tres días, buscándoles lugar de descanso. 34Y
la nube de Jehová iba sobre ellos de día, desde que salieron del campamento.
35Cuando el arca
se movía, Moisés decía: Levántate, oh Jehová, y sean dispersados tus enemigos,
y huyan de tu presencia los que te aborrecen. 36Y
cuando ella se detenía, decía: Vuelve, oh Jehová, a los millares de millares de
Israel.
Eclesiastés 7
Contraste entre la sabiduría y la insensatez
7
1Mejor es la
buena fama que el buen ungüento; y mejor el día de la muerte que el día del
nacimiento. 2Mejor es ir a la casa del luto que a la casa del
banquete; porque aquello es el fin de todos los hombres, y el que vive lo
pondrá en su corazón. 3Mejor es el pesar que la risa; porque con
la tristeza del rostro se enmendará el corazón. 4El corazón de los
sabios está en la casa del luto; mas el corazón de los insensatos, en la casa
en que hay alegría. 5Mejor es oír la reprensión del sabio que la
canción de los necios. 6Porque la risa del necio es como el
estrépito de los espinos debajo de la olla. Y también esto es vanidad. 7Ciertamente
la opresión hace entontecer al sabio, y las dádivas corrompen el corazón.
8Mejor es el fin del negocio que su principio; mejor es el sufrido de
espíritu que el altivo de espíritu. 9No te apresures en tu
espíritu a enojarte; porque el enojo reposa en el seno de los necios. 10Nunca
digas: ¿Cuál es la causa de que los tiempos pasados fueron mejores que estos?
Porque nunca de esto preguntarás con sabiduría. 11Buena es la ciencia
con herencia, y provechosa para los que ven el sol. 12Porque
escudo es la ciencia, y escudo es el dinero; mas la sabiduría excede, en que da
vida a sus poseedores. 13Mira la obra de Dios; porque ¿quién podrá
enderezar lo que él torció?
14En el día del
bien goza del bien; y en el día de la adversidad considera. Dios hizo tanto lo
uno como lo otro, a fin de que el hombre nada halle después de él.
15Todo esto he
visto en los días de mi vanidad. Justo hay que perece por su justicia, y hay
impío que por su maldad alarga sus días. 16No seas demasiado
justo, ni seas sabio con exceso; ¿por qué habrás de destruirte? 17No
hagas mucho mal, ni seas insensato; ¿por qué habrás de morir antes de tu
tiempo? 18Bueno es que tomes esto, y también de aquello no apartes
tu mano; porque aquel que a Dios teme, saldrá bien en todo.
19La sabiduría
fortalece al sabio más que diez poderosos que haya en una ciudad.
20Ciertamente no
hay hombre justo en la tierra, que haga el bien y nunca peque.
21Tampoco apliques
tu corazón a todas las cosas que se hablan, para que no oigas a tu siervo
cuando dice mal de ti; 22porque tu corazón sabe que tú también
dijiste mal de otros muchas veces.
23Todas estas
cosas probé con sabiduría, diciendo: Seré sabio; pero la sabiduría se alejó de
mí. 24Lejos está lo que fue; y lo muy profundo, ¿quién lo
hallará? 25Me volví y fijé mi corazón para saber y examinar e
inquirir la sabiduría y la razón, y para conocer la maldad de la insensatez y
el desvarío del error. 26Y he hallado más amarga que la muerte a
la mujer cuyo corazón es lazos y redes, y sus manos ligaduras. El que agrada a
Dios escapará de ella; mas el pecador quedará en ella preso. 27He
aquí que esto he hallado, dice el Predicador, pesando las cosas una por una para
hallar la razón; 28lo que aún busca mi alma, y no lo encuentra: un
hombre entre mil he hallado, pero mujer entre todas éstas nunca hallé. 29He
aquí, solamente esto he hallado: que Dios hizo al hombre recto, pero ellos
buscaron muchas perversiones.
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