8 de Octubre
¡Cámbialo en una
fuente de Vida!
Por Riqui Ricón *
Bendice, alma mía, a
Jehová, Y bendiga todo mi ser su santo nombre. Bendice, alma mía, a Jehová, Y
no olvides ninguno de sus beneficios. Él es quien perdona todas tus
iniquidades, El que sana todas tus dolencias; El que rescata del hoyo tu vida,
El que te corona de favores y misericordias; El que sacia de bien tu boca De
modo que te rejuvenezcas como el águila (Sal 103.1-5).
Por desconocer
el alcance y significado de la Palabra de Dios, la mayoría de los cristianos
conforman su salvación a expectativas sumamente limitadas y, sin querer,
contradicen con sus vidas, el mensaje del evangelio, que es, ¡Buenas Noticias!
Creer que el
sacrificio de Amor del Hijo de Dios en esa cruz solamente te
libra del infierno para darte un lugar en el cielo gracias a que Él pago todos
tus pecados, significa quedarse muy, pero muy, corto en este maravilloso plan
para tu salvación.
La Biblia, que
es la Palabra de Dios, y no miente, te anima a recordar TODOS Sus
beneficios, de los cuales, el perdón de tus pecados es apenas el comienzo.
Ciertamente llevó él
nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por
azotado, por herido de Dios y abatido. Mas él herido fue por
nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue
sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados (Isa 53.4-5).
En Cristo Jesús
tienes sanidad pues ciertamente llevo Él tus enfermedades y sufrió tus dolores
y por sus heridas ya fuiste tú sanado.
El ladrón sólo viene a robar, matar y
destruir; pero yo he venido para darles vida, una vida rica y permanente (Jn
10.10 CST).
En Él, y con Él,
tienes derecho a una vida plena y abundante ya que, tu adversario, el diablo,
sólo viene para hurtar, matar y destruir pero Jesús vino a darte vida y vida
abundante.
Efectivamente,
es en este plan maravilloso donde, Él es quien perdona
todas tus iniquidades, El que sana todas tus dolencias; El que rescata del
hoyo tu vida, El que te corona de favores y misericordias; El que sacia de
bien tu boca De modo que te rejuvenezcas como el águila.
¡Estas son
Buenas Noticias! ¡No solamente has sido librado(a) del infierno para irte al
cielo, sino que puedes, y DEBES, vivir en
la Plenitud de Dios, en esta tierra!
para que os dé, conforme
a las riquezas de su gloria, el ser fortalecidos con poder en el hombre
interior por su Espíritu; para que habite Cristo por la fe en
vuestros corazones [por creerle a Dios, creyendo Su Palabra], a fin de que,
arraigados y cimentados en amor, seáis plenamente capaces de
comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la
profundidad y la altura, y de conocer el amor de Cristo, que
excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios (Efe 3.16-19).
La versión Palabra de Dios para Todos (PDT) lo
dice así:
A él le pido que en su infinita grandeza les
conceda a ustedes fortaleza interior a través del Espíritu. Pido al Padre que
Cristo viva en ustedes por la fe [por creerle a Dios,
creyendo Su Palabra] y que su amor sea la raíz y el cimiento
de su vida. Así podrán comprender con todo el pueblo santo de Dios cuán ancho y
largo, cuán alto y profundo, es su amor. El amor de Cristo es tan grande que
supera todo conocimiento. Pero a pesar de eso [a pesar que El amor de Cristo es tan grande que supera todo
conocimiento],
pido a Dios que lo puedan conocer, de manera que se llenen completamente de
todo lo que Dios es (Efe 3.16-19 PDT).
Dios, tu Padre, el que perdona todas tus
iniquidades, el que sana todas tus dolencias; el que rescata del hoyo tu vida,
el que te corona de favores y misericordias; el que sacia de bien tu boca de
modo que te rejuvenezcas como el águila, entregó a Su único Hijo por amor a ti,
¡Para que tú seas lleno de toda la Plenitud de Dios! ¡De manera que tú te
llenes completamente de todo lo que Dios es!
Esto es lo que tienes que comprender del
Evangelio, que Dios te ama tanto que prefirió entregar a Su propio Hijo antes
que perderte a ti.
Porque de tal manera amó
Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él
cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió
Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea
salvo por él (Jn
3.16-17).
Jesús pagó con Su muerte todos tus pecados para
justificarte delante de Dios y que así Él, el Todopoderoso, pudiera perdonarte.
en quien tenemos
redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia (Efe 1.7).
Pero eso no fue todo, ciertamente, al morir Jesús en tu lugar, tú
moriste con él; el (la) viejo(a) hombre (mujer) vendido(a) al pecado ya no
existe más, ¡está muerto(a)!
¿O no sabéis que todos
los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su
muerte? Porque somos sepultados juntamente con él para muerte
por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria
del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva (Ro 6.3-4).
Pero, al resucitar, Jesucristo venció a la muerte
eterna y te transmitió, por medio de la fe que es en Él, la Vida Eterna, la
Vida Plena y Abundante que solamente un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo
puede poseer.
Y él os dio vida a
vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados, en
los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo,
conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en
los hijos de desobediencia, entre los cuales también todos
nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la
voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de
ira, lo mismo que los demás. Pero Dios, que es rico en
misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando
nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia
sois salvos), y juntamente con él nos resucitó, y asimismo
nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús, para
mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su
bondad para con nosotros en Cristo Jesús. Porque por gracia
sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no
por obras, para que nadie se gloríe. Porque somos hechura
suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de
antemano para que anduviésemos en ellas (Efe 2.1-10).
Con Su muerte, Jesús pagó todos tus pecados y tú
fuiste justificado(a) y perdonado(a); con Su resurrección tú fuiste
santificado(a) y perfeccionado(a) para ser hecho, por la fe en Jesús, un(a)
Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo.
Porque a los que antes
conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de
su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos (Ro 8.29).
¡Ahora eres un miembro de la familia de Dios,
hecho(a) semejante a Cristo Jesús!
Jesús ya no es más el único Hijo de Dios sino que
ahora es el primero entre muchos hermanos, de los cuales tú eres uno(a) de
ellos.
Miren lo grande que es el amor que el Padre
nos ha mostrado, ¡hasta llega a hacer posible que seamos llamados hijos de
Dios! Y eso es lo que de verdad somos. Por eso la gente del mundo no nos
conoce, pues el mundo no conoce a Dios (1
Jn 3.1 PDT).
Así que, después
de haber confesado que Jesús es el Señor y Salvador de tu vida, Dios no te dejó
en esta tierra para que atravieses un valle de lágrimas y penurias y demuestres
así que eres digno(a) de merecer Su gracia. ¡No! ¡De ninguna manera! Él ya lo
hizo todo por Amor a ti y ahora te permite estar aquí porque eres un(a) Hijo(a)
Nacido(a) de Nuevo y tu estancia en este mundo tiene propósito: has sido
llamado(a) a establecer Su Reino.
Y sabemos que a los que
aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a
su propósito son llamados (Ro 8.28).
Así que, aunque
andes en el valle de sombra y de muerte, no temas mal alguno porque Él está
contigo y lo está para hacer cumplir Su propósito en ti. Lo dice Su Palabra y
esa es la verdad, eres más que vencedor(a) en Cristo Jesús.
Qué afortunado es el que se apoya en ti, el
que sólo piensa en andar en tus caminos. Cuando pasa por el
valle de las Lágrimas, lo convierte en un oasis bendecido por la
lluvia temprana (Sal 84.5-6 PDT).
Por eso cantamos
y adoramos al Rey: ¡Bendice al Señor alma mía, y bendiga todo mi ser Su santo
Nombre! Esto es el Evangelio, son Buenas Noticias. No hay forma que puedas
perder en esta vida pues Dios está contigo, y ¿qué vas a decir a todo esto? Si
Dios está contigo, ¿quién contra ti?
Oremos en voz
audible:
Amado Padre
celestial, este día bendigo Tu Santo y precioso Nombre, pues me has dado Buenas
Noticias y entiendo que, de acuerdo a tu Palabra, la Biblia, de todo problema,
enfermedad o circunstancia saldré más que vencedor(a) por medio de Tu Amor. Así
lo has establecido en Tu Palabra y primero el cielo y la tierra pasarán antes
que dejes de cumplirse Tu Palabra en mi Vida. Amado Señor Jesús, te doy gracias
porque con Tu sacrificio en la cruz y con Tu resurrección me trasladaste de una
vida de tinieblas a Tu luz admirable; he pasado de muerte a vida: ¡He Nacido de
Nuevo! No voy a temer, Señor, sino a creer y así vivir como lo que soy: un(a)
Hija(o) del Rey, Libre y en victoria para compartir Tu luz a este mundo en
tinieblas. Gracias Señor Jesús, te amo con todo mi corazón. ¡Soy sano(a)! ¡Soy
libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy dichoso(a)! ¡Estoy lleno de toda la plenitud de
Dios! En el nombre de Jesús. Amén.
Nota Importante:
¿Cómo me hago
Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu atención y
corazón a lo que le estás diciendo a Dios:
Señor Jesús, yo
creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para
pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día
de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre
preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te
invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú
seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios
Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a
Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido
de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más
estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C.
Peredo Jaime © 2011
Lectura y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás
leído toda la Biblia.
Marzo 27 Mat
22.23-46 / Núm 22:1-40 / Can 2.8-3.5
Mateo
22:23-46
La pregunta sobre la resurrección
(Mr. 12.18-27; Lc. 20.27-40)
23 Aquel día vinieron a él los
saduceos, que dicen que no hay resurrección, y le preguntaron, 24 diciendo:
Maestro, Moisés dijo: Si alguno muriere sin hijos, su hermano se casará con su
mujer, y levantará descendencia a su hermano. 25 Hubo, pues, entre nosotros
siete hermanos; el primero se casó, y murió; y no teniendo descendencia, dejó
su mujer a su hermano. 26 De la misma manera también el segundo, y el tercero,
hasta el séptimo. 27 Y después de todos murió también la mujer. 28 En la
resurrección, pues, ¿de cuál de los siete será ella mujer, ya que todos la
tuvieron? 29 Entonces respondiendo Jesús, les dijo: Erráis, ignorando las
Escrituras y el poder de Dios. 30 Porque en la resurrección ni se casarán ni se
darán en casamiento, sino serán como los ángeles de Dios en el cielo. 31 Pero
respecto a la resurrección de los muertos, ¿no habéis leído lo que os fue dicho
por Dios, cuando dijo: 32 Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios
de Jacob? Dios no es Dios de muertos, sino de vivos. 33 Oyendo esto la gente,
se admiraba de su doctrina.
El gran mandamiento
(Mr. 12.28-34)
34 Entonces los fariseos, oyendo que había hecho callar a los saduceos,
se juntaron a una. 35 Y uno de ellos, intérprete de la ley, preguntó por tentarle,
diciendo: 36 Maestro, ¿cuál es el gran mandamiento en la ley? 37 Jesús le dijo:
Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu
mente. 38 Este es el primero y grande mandamiento. 39 Y el segundo es
semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. 40 De estos dos mandamientos
depende toda la ley y los profetas.
¿De quién es hijo el Cristo?
(Mr. 12.35-37; Lc. 20.41-44)
41 Y estando juntos los fariseos, Jesús les preguntó, 42 diciendo: ¿Qué
pensáis del Cristo? ¿De quién es hijo? Le dijeron: De David. 43 Él les dijo:
¿Pues cómo David en el Espíritu le llama Señor, diciendo:
44 Dijo el Señor a mi Señor:
Siéntate a mi derecha,
Hasta que ponga a tus
enemigos por estrado de tus pies?
45 Pues si David le llama
Señor, ¿cómo es su hijo? 46 Y nadie le podía responder palabra; ni osó alguno
desde aquel día preguntarle más.
Números
22:1-40
Balac manda llamar a Balaam
22 Partieron los hijos de Israel, y acamparon en los
campos de Moab junto al Jordán, frente a Jericó. 2 Y vio Balac hijo de Zipor
todo lo que Israel había hecho al amorreo. 3 Y Moab tuvo gran temor a causa del
pueblo, porque era mucho; y se angustió Moab a causa de los hijos de Israel. 4
Y dijo Moab a los ancianos de Madián: Ahora lamerá esta gente todos nuestros
contornos, como lame el buey la grama del campo. Y Balac hijo de Zipor era
entonces rey de Moab. 5 Por tanto, envió mensajeros a Balaam hijo de Beor, en
Petor, que está junto al río en la tierra de los hijos de su pueblo, para que
lo llamasen, diciendo: Un pueblo ha salido de Egipto, y he aquí cubre la faz de
la tierra, y habita delante de mí. 6 Ven pues, ahora, te ruego, maldíceme este
pueblo, porque es más fuerte que yo; quizá yo pueda herirlo y echarlo de la
tierra; pues yo sé que el que tú bendigas será bendito, y el que tú maldigas
será maldito.
7 Fueron los ancianos de
Moab y los ancianos de Madián con las dádivas de adivinación en su mano, y
llegaron a Balaam y le dijeron las palabras de Balac. 8 Él les dijo: Reposad
aquí esta noche, y yo os daré respuesta según Jehová me hablare. Así los
príncipes de Moab se quedaron con Balaam. 9 Y vino Dios a Balaam, y le dijo:
¿Qué varones son estos que están contigo? 10 Y Balaam respondió a Dios: Balac
hijo de Zipor, rey de Moab, ha enviado a decirme: 11 He aquí, este pueblo que
ha salido de Egipto cubre la faz de la tierra; ven pues, ahora, y maldícemelo;
quizá podré pelear contra él y echarlo. 12 Entonces dijo Dios a Balaam: No
vayas con ellos, ni maldigas al pueblo, porque bendito es. 13 Así Balaam se
levantó por la mañana y dijo a los príncipes de Balac: Volveos a vuestra
tierra, porque Jehová no me quiere dejar ir con vosotros. 14 Y los príncipes de
Moab se levantaron, y vinieron a Balac y dijeron: Balaam no quiso venir con
nosotros.
15 Volvió Balac a enviar
otra vez más príncipes, y más honorables que los otros; 16 los cuales vinieron
a Balaam, y le dijeron: Así dice Balac, hijo de Zipor: Te ruego que no dejes de
venir a mí; 17 porque sin duda te honraré mucho, y haré todo lo que me digas;
ven, pues, ahora, maldíceme a este pueblo. 18 Y Balaam respondió y dijo a los
siervos de Balac: Aunque Balac me diese su casa llena de plata y oro, no puedo
traspasar la palabra de Jehová mi Dios para hacer cosa chica ni grande. 19 Os
ruego, por tanto, ahora, que reposéis aquí esta noche, para que yo sepa qué me
vuelve a decir Jehová. 20 Y vino Dios a Balaam de noche, y le dijo: Si vinieron
para llamarte estos hombres, levántate y vete con ellos; pero harás lo que yo
te diga.
El ángel y el asna de Balaam
21 Así Balaam se levantó por
la mañana, y enalbardó su asna y fue con los príncipes de Moab. 22 Y la ira de
Dios se encendió porque él iba; y el ángel de Jehová se puso en el camino por
adversario suyo. Iba, pues, él montado sobre su asna, y con él dos criados
suyos. 23 Y el asna vio al ángel de Jehová, que estaba en el camino con su espada
desnuda en su mano; y se apartó el asna del camino, e iba por el campo.
Entonces azotó Balaam al asna para hacerla volver al camino. 24 Pero el ángel
de Jehová se puso en una senda de viñas que tenía pared a un lado y pared al
otro. 25 Y viendo el asna al ángel de Jehová, se pegó a la pared, y apretó
contra la pared el pie de Balaam; y él volvió a azotarla. 26 Y el ángel de
Jehová pasó más allá, y se puso en una angostura donde no había camino para
apartarse ni a derecha ni a izquierda. 27 Y viendo el asna al ángel de Jehová,
se echó debajo de Balaam; y Balaam se enojó y azotó al asna con un palo. 28
Entonces Jehová abrió la boca al asna, la cual dijo a Balaam: ¿Qué te he hecho,
que me has azotado estas tres veces? 29 Y Balaam respondió al asna: Porque te
has burlado de mí. !!Ojalá tuviera espada en mi mano, que ahora te mataría! 30
Y el asna dijo a Balaam: ¿No soy yo tu asna? Sobre mí has cabalgado desde que
tú me tienes hasta este día; ¿he acostumbrado hacerlo así contigo? Y él
respondió: No. 31 Entonces Jehová abrió los ojos de Balaam, y vio al ángel de
Jehová que estaba en el camino, y tenía su espada desnuda en su mano. Y Balaam
hizo reverencia, y se inclinó sobre su rostro. 32 Y el ángel de Jehová le dijo:
¿Por qué has azotado tu asna estas tres veces? He aquí yo he salido para
resistirte, porque tu camino es perverso delante de mí. 33 El asna me ha visto,
y se ha apartado luego de delante de mí estas tres veces; y si de mí no se
hubiera apartado, yo también ahora te mataría a ti, y a ella dejaría viva. 34
Entonces Balaam dijo al ángel de Jehová: He pecado, porque no sabía que tú te
ponías delante de mí en el camino; mas ahora, si te parece mal, yo me volveré. 35
Y el ángel de Jehová dijo a Balaam: Ve con esos hombres; pero la palabra que yo
te diga, esa hablarás. Así Balaam fue con los príncipes de Balac. 36 Oyendo
Balac que Balaam venía, salió a recibirlo a la ciudad de Moab, que está junto
al límite de Arnón, que está al extremo de su territorio. 37 Y Balac dijo a
Balaam: ¿No envié yo a llamarte? ¿Por qué no has venido a mí? ¿No puedo yo
honrarte? 38 Balaam respondió a Balac: He aquí yo he venido a ti; mas ¿podré
ahora hablar alguna cosa? La palabra que Dios pusiere en mi boca, esa hablaré. 39
Y fue Balaam con Balac, y vinieron a Quiriat-huzot. 40 Y Balac hizo matar
bueyes y ovejas, y envió a Balaam, y a los príncipes que estaban con él.
Cantares 2:8-3:5
8 ¡La voz de mi amado! He
aquí él viene
Saltando sobre los montes,
Brincando sobre los
collados.
9 Mi amado es semejante al
corzo,
O al cervatillo.
Helo aquí, está tras nuestra
pared,
Mirando por las ventanas,
Atisbando por las celosías.
10 Mi amado habló, y me
dijo:
Levántate, oh amiga mía,
hermosa mía, y ven.
11 Porque he aquí ha pasado
el invierno,
Se ha mudado, la lluvia se
fue;
12 Se han mostrado las
flores en la tierra,
El tiempo de la canción ha
venido,
Y en nuestro país se ha oído
la voz de la tórtola.
13 La higuera ha echado sus
higos,
Y las vides en cierne dieron
olor;
Levántate, oh amiga mía,
hermosa mía, y ven.
14 Paloma mía, que estás en
los agujeros de la peña, en lo escondido de escarpados parajes,
Muéstrame tu rostro, hazme
oír tu voz;
Porque dulce es la voz tuya,
y hermoso tu aspecto.
15 Cazadnos las zorras, las
zorras pequeñas, que echan a perder las viñas;
Porque nuestras viñas están
en cierne.
16 Mi amado es mío, y yo
suya;
El apacienta entre lirios.
17 Hasta que apunte el día,
y huyan las sombras,
Vuélvete, amado mío; sé
semejante al corzo, o como el cervatillo
Sobre los montes de Beter.
El
ensueño de la esposa
3 Por las noches busqué en mi lecho al que ama mi
alma;
Lo busqué, y no lo hallé.
2 Y dije: Me levantaré
ahora, y rodearé por la ciudad;
Por las calles y por las
plazas
Buscaré al que ama mi alma;
Lo busqué, y no lo hallé.
3 Me hallaron los guardas
que rondan la ciudad,
Y les dije: ¿Habéis visto al
que ama mi alma?
4 Apenas hube pasado de
ellos un poco,
Hallé luego al que ama mi
alma;
Lo así, y no lo dejé,
Hasta que lo metí en casa de
mi madre,
Y en la cámara de la que me
dio a luz.
5 Yo os conjuro, oh
doncellas de Jerusalén,
Por los corzos y por las
ciervas del campo,
Que no despertéis ni hagáis
velar al amor,
Hasta que quiera.
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