jueves, 20 de octubre de 2011

Este será, efectivamente, el Nuevo Amanecer de tu existencia‏


Jueves 20 de Octubre de 2011.

¡Ya nos ha amanecido!

Por Riqui Ricón*

¡A la ley y al testimonio! Si no dijeren conforme a esto, es porque no les ha amanecido (Isa 8.20).

Cuando les preguntas a los creyentes qué es la Biblia, la mayoría responde rápidamente que es la Palabra de Dios. Invariablemente, esa respuesta me lleva a reflexionar: ¿Qué significa realmente CREER que la Biblia es la Palabra de Dios? Pues, nada más y nada menos que eso mismo. Son las Palabras que salen de la boca de Dios y por lo tanto SON LA VERDAD y TODAS se van a cumplir.

Jerry Savelle, un gran predicador y hombre de fe, me puso en una situación incómoda durante una de sus conferencias cuando planteó las únicas dos razones posibles para que un creyente viva con temor, dudas, enfermedad, pobreza, derrota y carente de poder alguno: o no conoce la Palabra de Dios o no la CREE.

Piénsalo bien, ¿por qué habría de vivir con temor y dudas alguien que sabe con certeza que Dios, el Todopoderoso, ha hablado y decretado Palabras de Amor y Victoria sobre su vida como: por mis heridas has sido sanada(o); en todas las cosas eres más que vencedor(a); eres mi Hija(o) amada(o); mayor soy Yo, que vivo en ti, que el que está en el mundo; aunque tu padre y tu madre te dejaren, con todo, yo te recogeré; caerán a tu lado mil y diez mil a tu diestra mas a ti no llegará; etc., etc., etc?

Las únicas respuestas posibles a esta pregunta son: porque no lo sabe o porque no lo cree. Sin embargo, ahora tú ya lo sabes.

Satanás conoce muy bien la Biblia pero NO LA CREE. Si la creyera ya se hubiese arrepentido. El muy ingenuo sigue pensando y creyendo que se va a salir con la suya y va a ganar.

Mas hablamos sabiduría de Dios en misterio, la sabiduría oculta, la cual Dios predestinó antes de los siglos para nuestra gloria, la que ninguno de los príncipes de este siglo conoció; porque si la hubieran conocido, nunca habrían crucificado al Señor de gloria (1 Co 2. 7-8).

Así que, cuando estés enfrentando algún problema o circunstancia adversa hazte siempre estas dos preguntas:

1.      ¿Conozco alguna Promesa que Dios me haya hecho en Su Palabra tocante a mi necesidad?

2.      ¿Creo que Dios va a cumplirme la Promesa que me dio en Su Palabra tocante a esa necesidad?

Te puedo asegurar que no existe situación alguna a la que no puedas contestar afirmativamente a estas preguntas.

Continuamente encuentro gente que está más dispuesta y deseosa para creer en sueños y visiones o en alguna palabra que le dé un profeta o iluminado que en creerle a Dios, CREERLE A SU PALABRA. Y esto es algo lamentable pues la misma Escritura nos enseña que no existe palabra profética más segura que la Biblia.

Tenemos también la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones; entendiendo primero esto, que ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada, porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo (2 P 1.19-21).

Al meditar más en esto te podrás dar cuenta de cómo Josué pudo detener, con su palabra, las poderosísimas fuerzas gravitacionales del sol, la tierra y la luna; Dios le había instruido:

Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien (Jos 1. 8).

Así que, ¡Ya lo sabes! Vayamos a la Biblia, pongámosla en nuestra boca, mente y corazón, pues si hablamos conforme a ella, entonces, en verdad, ya nos ha amanecido.

Oremos:

Bendito Padre celestial, ¿cómo no estar agradecida(o) por Tu Palabra, la Biblia, donde has decretado Palabras de Amor y Bendición sobre mi vida? Tú no mientes y Tu Palabra ha de cumplirse plena y cabalmente en mi vida. Gracias, Señor, por tanto y tan grande Amor. Ahora lo sé y lo creo: aunque ande en valle de sombra y de muerte no voy a temer mal alguno porque Tú estás conmigo; Tú me libras del lazo del cazador y de la peste destructora; no me sobrevendrá mal ni plaga tocará mi morada; Tú suplirás todo lo que me falta conforme a tus riquezas en gloria; todo lo puedo en Cristo Jesús que me fortalece. Por lo tanto, resisto al espíritu de engaño, mentira y temor. Soy un(a) Hija(o) amada(o) del Dios vivo y verdadero. Fui comprada(o) a precio de Sangre. ¡Nada ni nadie me pueden vencer! ¡Soy un(a) Hija(o) del Rey! Gracias, Señor Jesús. Amén.

*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2010




Lectura y Meditación de la Palabra de Dios

Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.



Octubre 20                             Apo 20 /  Isa 7-8/ Sal 110

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