Lunes 24 de Octubre de 2011.
¿Quién lo va hacer?
Por Riqui Ricón*
Y el Señor os haga crecer y abundar en amor unos para con otros y para con todos, como también lo hacemos nosotros para con vosotros, para que sean afirmados vuestros corazones, irreprensibles en santidad delante de Dios nuestro Padre, en la venida de nuestro Señor Jesucristo con todos sus santos (1 Tes 3.12-13).
Estos versos nos hablan del plan perfecto de Dios para nuestra redención, donde se incluye el NACER DE NUEVO mediante la fe en Jesucristo. Es Él, el Señor, quien nos hace crecer y abundar en amor unos para con otros. No somos nosotros, no son nuestros actos ni nuestro esfuerzo por agradarle lo que desarrolla el Amor en nuestras vidas. ¡Es Él! ¡Es Su Plan!
O, ¿acaso puede mentir la Escritura cuando dice, de ti y de mí, que somos renacidos (nacidos de nuevo) no de simiente corruptible, sino de simiente incorruptible por la Palabra de Dios que vive y permanece para siempre (1 P 1.23)?
Y es la Biblia, la Palabra de Dios que no miente, quien nos dice claramente, … y la esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado (Ro 5.5).
Es el Amor de Dios, que ya ha sido derramado en nuestros corazones, y NO NUESTRAS ACCIONES, lo que nos permite ser afirmados e irreprensibles en santidad delante de Dios NUESTRO Padre. ¿Te das cuenta? ¡Es Él! ¡Es el Espíritu Santo en nosotros!
No hay Amor tan grande, bueno, sublime y perfecto como el Amor de Dios. Éste es el Amor Agape, el que todo lo espera, el que todo lo soporta, el que todo lo cree y nunca deja de ser. Es el Amor de pacto mediante el cual Dios ha decidido amarte aunque tú no lo ames a Él.
Durante milenios la humanidad había estado desafiando a Dios invalidando Su Pacto y Él, ¿qué hizo? No nos destruyó ni aniquiló como bien hubiera podido hacer. No, sino que se propuso hacer un Nuevo Pacto, un mejor pacto establecido sobre mejores promesas. Un Nuevo pacto que no será invalidado pues es establecido con Su propio Hijo Jesús pagando TODOS los pecados de la humanidad mediante el derramamiento de Su Sangre y de Su Vida.
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (JN 3.16-17).
¡Él lo prometió! ¡Él lo va hacer!
Lo mismo sucede con la santidad, pues ésta no es algo que tengamos que alcanzar por esfuerzos propios sino un estado espiritual que ya se nos ha entregado, al NACER DE NUEVO por Su Amor, y al que sólo accedemos por la fe. Fe en Su Amor. Fe en Jesús y Su sacrificio. Fe en Su Plan de Redención. Fe en Su Palabra.
Recuerda que DE NINGUNA MANERA somos pecadores salvos por gracia. ¡Éramos pecadores y ahora somos salvos por Su Gracia! De la misma forma, aunque esto no les agrada a los religiosos, Su Gracia incluye nuestra santificación y santidad. ¡Esto es el Nuevo Pacto!
He aquí que vienen días, dice Jehová, en los cuales haré nuevo pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá. No como el pacto que hice con sus padres el día que tomé su mano para sacarlos de la tierra de Egipto; porque ellos invalidaron mi pacto, aunque fui yo un marido para ellos, dice Jehová. Pero este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová: Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón; y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo (Jer 31.31-33).
Yo me pregunto ¿Quién lo va hacer, nosotros o Él?
Oremos:
Amado Padre celestial, es muy hermoso y confortante saber que Tú eres Dios y que, por lo tanto, vas a cumplir en mi vida todas y cada una de Tus Palabras que has hablado respecto de mí. ¡Gracias! Puedo asegurar, conforme a Tu Palabra, que dichosa(o) es la mujer o el hombre que en Ti confía. Hoy hablo sanidad y vida a todo mi ser, espíritu, alma y cuerpo. Declaro que mi familia, todos mis seres queridos, vendrán a Ti, Señor Jesús. Creo y recibo la victoria, la vida nueva, la vida eterna plena y abundante que ganaste para mí, al morir pagando todos mis pecados y resucitar para darme la vida eterna. Soy un(a) Hija(o) de Dios Nacida(o) de Nuevo y nada ni nadie en este mundo me podrá hacer frente pues Tú, Jesús, estás conmigo. Todo problema, enfermedad o circunstancia que esté enfrentando en estos momentos la voy a vencer pues mayor eres Tú, Espíritu Santo, que vives en mí y conmigo, que el que está en el mundo. Me niego a temer pues yo estoy llena(o) del Amor de Dios y el perfecto Amor echa fuera el temor. En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo Jaime © 2010
Lectura y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Octubre 24 1 Tes 2.17-3.13 / Isa 17-19 / Sal 114
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¿Qué piensas al respecto?