Viernes 10 de Mayo de 2013.
¡Preciosa Sangre!
Por Riqui Ricón*
Además
respondió Jehová a Job, y dijo: ¿Es sabiduría contender con el Omnipotente? El
que disputa con Dios, responda a esto… Cíñete ahora como varón tus lomos; Yo
te preguntaré, y tú me responderás. ¿Invalidarás tú también mi juicio? ¿Me
condenarás a mí, para justificarte tú? ¿Tienes tú un brazo como el de Dios? ¿Y
truenas con voz como la suya? (Job 40.
1-2, 7-9).
Es
interesante notar cómo aquellos que pretenden presentarse delante de Dios
abogando por sí mismos y declarando su propia justicia, no podrán siquiera
pronunciar una palabra delante de Su Presencia. Claro que, para los que
aseguran que Dios no existe, el choque de la impresión será tal, que es seguro
que no podrán articular palabra alguna delante de Él. Pero, ¿qué será de los
que se creen lo suficientemente buenos como para pretender señalarle a Dios
unas cuantas de sus muchas opiniones que tienen?
Para responder a esto sólo
tenemos que acudir a la Escritura donde encontramos que David, el amado y
escogido por Dios, clamaba:
Oh Jehová, oye mi oración,
escucha mis ruegos; Respóndeme por tu verdad, por tu justicia. Y no entres en
juicio con tu siervo; Porque no se
justificará delante de ti ningún ser humano (Sal 142.
1-2).
Ahora bien, lo importante aquí no
es señalar lo indigno o poca cosa que el hombre es delante de Dios, sino, por al
contrario, se trata de resaltar el maravilloso Amor con que Dios te ha amado.
¿Cómo podría cualquier hombre o mujer
permanecer delante de Su Majestad si todos somos injustos, si todos hemos
pecado y estamos destituidos de la gloria de Dios?
Porque de tal manera amó Dios
al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree,
no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su
Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Jn 3. 16-17).
¡Él, el único y todopoderoso
Dios, decidió amarte tanto que prefirió entregar a Su propio Hijo, como el
precio para pagar tus culpas y pecados, antes que perderte a ti!
MIREN
CUÁNTO NOS ama el Padre celestial que permite que seamos llamados hijos de
Dios. ¡Y lo mas maravilloso es que de veras lo somos! Naturalmente, como la
mayoría de la gente no conoce a Dios, no comprende por qué lo somos (1 Jn 3.1
Biblia Al Día BAD).
Es por Su Amor hacia ti, que Dios
desea trasladarte de tu condición de muerte eterna a Su condición de Vida Eterna;
a una Vida plena y abundante donde, en lugar de condenación, encuentres la
plenitud como un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo.
El ladrón no viene sino para
hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la
tengan en abundancia (Jn 10. 10).
¡Sólo los Hijos de Dios Nacidos
de Nuevo tienen derecho a vivir la Vida Plena y Abundante que es la Vida
Eterna!
El propósito de la muerte de
Jesucristo en esa cruz, siempre ha sido llevarte de ese estilo de vida de
fracaso, desesperación, enfermedad, pobreza, temor y muerte, hacia una Vida
plena y abundante que solamente Él te puede ofrecer.
Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en
temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos:
¡Abba, Padre! El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu,
de que somos hijos de Dios. Y si hijos, también herederos;
herederos de Dios y coherederos con Cristo (Ro 8.15-17a).
Una Vida llena de luz y de amor; donde
tengas la plena certeza de quién tú ahora eres en Cristo: un(a) Hijo(a) amado(a)
del único Dios vivo y verdadero. ¡Heredero(a) de Dios y coheredero(a) con
Cristo Jesús!
Pues
han nacido de nuevo pero no a una vida que pronto se acabará. Su nueva vida
durará para siempre porque proviene de la eterna y viviente palabra de Dios (1 P 1.23
Nueva Traducción Viviente NTV).
Gracias a que tu Nuevo Nacimiento
no proviene de una simiente corruptible sino de la semilla incorruptible que es
la Palabra de Dios, ahora tú tienes una Vida totalmente Nueva donde el pecado
NADA tiene en ti.
Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar
nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad (1 Jn
1.9).
Si caes, puedes correr hacia tu
Padre celestial, en lugar de huir y esconderte de Él sintiéndote todo(a)
condenado(a) por tus fracasos; puedes con toda confianza ir a Su Presencia y
arrepentirte y pedirle perdón, sabiendo de antemano que, por Su gran Amor con
que te ama, Él te perdona y no te condena.
Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también
participó de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el
imperio de la muerte, esto es, al diablo, y librar a todos los que
por el temor de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre (He 2.14-15).
Por lo que Jesucristo hizo en la
cruz por Amor a ti, tienes una Naturaleza totalmente Nueva y todo el derecho a
vivir una Vida Plena donde la muerte ya ha sido vencida en ti y no tienes
absolutamente nada que temer, pues tú moriste con Jesús y juntamente con Él
fuiste resucitado(a): la muerte ya no te puede tocar.
Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive
Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de
Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí (Gal 2.20).
Recuerda que la paga del pecado
es muerte (eso lo pagó Jesús por ti), pero el regalo de Dios es VIDA ETERNA en Cristo
Jesús (esto lo recibes tú al creer, al creerle a Dios, al creerle a Su Palabra).
Hijitos, vosotros sois de
Dios, y los habéis vencido; porque mayor es el que está en vosotros, que el que
está en el mundo (1 Jn 4. 4).
Tu situación actual es totalmente
distinta a la del pasado. Tú no eres más como todos los que están en el mundo.
Hoy, tú eres un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo y el Espíritu Santo vive
en ti y contigo. La victoria es tuya y no tienes nada que temer. Ya no te
justificas delante de Dios, ni pretendes discutir con Él. Ahora le conoces, conoces
Su Amor y le amas como Hijo(a) que eres de Él.
Lo que te hace diferente a los
que están en el mundo no son tus acciones ni tu conducta, sino tu fe. Esto es,
lo que te da la victoria sobre tu vieja naturaleza, sobre el hombre de pecado. Lo
que te hace diferente a los que están en el mundo es que tú le crees a Dios, tú le crees a Su
Palabra, la Biblia. Lo que te hace diferente a los que están en el mundo es
creer que por la obra redentora de Jesucristo, ahora tú eres la persona que Dios
dice en la Biblia que eres:
Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la
victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe. ¿Quién es el que
vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios? (1 Jn 5.4-5).
Efectivamente, la Biblia te
enseña quién ahora tú eres en Cristo Jesús, pero es hasta que lo has creído que
comienzas a pensar, hablar y actuar como tal.
Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de
su Hijo, el cual clama: ¡Abba, Padre! Así que ya no eres esclavo,
sino hijo; y si hijo, también heredero de Dios por medio de Cristo (Gal 4.6-7).
Antes de Nacer de Nuevo, en mi
ignorancia yo creía que tenía todo el derecho, como creatura, para confrontar a
Dios. Ahora entiendo que hay una forma, un camino, para hablar con Él cara a
cara. Hoy mi orgullo y falta de conocimiento han sido diluidos por la hermosa
luz de la Verdad:
Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos
amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida
juntamente con Cristo(por gracia sois salvos), y juntamente con él
nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo
Jesús, para mostrar en los siglos venideros las abundantes
riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús. Porque
por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don
de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe. Porque
somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios
preparó de antemano para que anduviésemos en ellas (Efe 2.4-10).
¡Dios me justificó en la Sangre
de Jesús! ¡Preciosa Sangre!
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, ahora
entiendo que Job pretendía ejercer un derecho que no tenía, pero anhelaba
tener: hablar Contigo cara a cara. Ahora, yo, Señor, tengo ese derecho y
privilegio por la Sangre de Tu Hijo Jesús, mi Rey, Señor y Salvador. Cómo no
decirte que te amo y te adoro. Gracias por tan grande Amor. Hoy estoy delante
de Tu Presencia sabiéndome Tu Hijo(a) amado(a). Señor Jesús, creo lo que
hiciste por mí en la Cruz, y recibo todos los beneficios que Tu Sangre compró
para mí: Vida Eterna, Vida Abundante, Vida Plena. Mi Dios, yo
tengo fe y sé que puedo confiar plenamente en Tu Palabra y, por lo tanto,
comprendo y creo que Tu voluntad para conmigo es buena, agradable y perfecta.
Creo y recibo este tu gran Amor que sientes por mí. Gracias por Tu Palabra, que
es la Verdad, y con la cual puedo dirigir mi vida. Gracias, Señor Jesús, por lo
que adquiriste para mí al morir en esa cruz y al resucitar de la muerte. Por todo esto, creo y declaro que caerán a mi lado mil y
diez mil a mi diestra más a mí no llegará, porque aunque ande en valle de
sombra y de muerte NO TEMERÉ mal alguno porque Tú, Señor, estás conmigo. Tú
eres el que me guarda y el maligno no me toca. Someto todo problema, angustia o
enfermedad a la autoridad de la Palabra de Dios, mi Padre, y los pongo bajo mis
pies. ¡Soy
sano(a)! ¡Soy Libre! ¡Soy próspero(a)! Creo y recibo el Amor, el gozo y la paz
que sólo yo, un(a) Hijo(a) del Rey, puedo experimentar para vivir una vida en
la Plenitud de Dios, mi Padre. ¡No voy a temer! Solamente creeré lo que la
Biblia, la Palabra de Dios, que no miente, dice acerca de mí. Abba,
Padre, me parece que la Eternidad será corta para amarte y agradecerte lo que
hiciste por mí. En el nombre de Jesús. Amén.
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo
establezco una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en
voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a
Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el
Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis
pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí
acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa
derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a
entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi
único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios
Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a
Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido
de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más
estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo
Jaime © 2011
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Mayo
10 Hch
19. 23-41 / Jue -11.34-12.15 / Job 40
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