Martes 21 de
Mayo de 2013.
¡Palabra de Honor!
Por Riqui Ricón*
Los hijos de Elí eran hombres impíos, y no
tenían conocimiento de Jehová (1 S 2.12).
Ofni y Finees eran
hijos del sumo sacerdote Elí y no conocían a Dios. Es interesante notar lo que
la Escritura aquí nos enseña: Puedes ser descendiente de Abraham, israelita,
hijo(a) del sumo sacerdote, ministrar en el templo siendo reconocido(a) por la
gente y, con todo, no conocer al Señor.
A pesar de ser hijos
del sumo sacerdote, Ofni y Finees eran hombres impíos que vivían y actuaban
impíamente. ¿Por qué Elí no pudo enseñar, corregir y dirigir correctamente la
vida de sus hijos? La respuesta a esta pregunta es simple y asombrosa:
El joven Samuel ministraba a Jehová en presencia
de Elí; y la palabra de Jehová escaseaba en aquellos días; no había visión con
frecuencia (1 S 3.1).
¡Israel había hecho a
un lado la Palabra de Dios!
¡Es tan simple! ¡Lo
hemos sabido todo el tiempo! ¡Lo hemos enseñado y predicado continuamente! ¡La
Biblia es la Palabra de Dios! ¡La Biblia es la Verdad y contiene toda la
sabiduría y el poder para realizar una vida plena y abundante!
Es asombroso como,
desde los tiempos de Samuel hasta hoy en día, aquellos a quienes se les ha
revelado el Amor y la fidelidad de Dios son movidos tan fácilmente de Su
Palabra. Parece que realmente no le es difícil al adversario utilizar las
circunstancias y los apetitos de la carne para que el pueblo escogido relegue a
segundo o tercer término la Palabra de Dios.
En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos
del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos (Efe 4.22).
Amado(a), me apena
decirte esto, pero es Verdad, si tú no haces de la Biblia, la Palabra de Dios,
la norma y pauta primordial de tu existencia, vivirás siempre a merced de tu
adversario, el diablo. Siendo controlado(a) continuamente por emociones y
sentimientos que cambian continuamente y que fluyen según sea la realidad o
circunstancia a la que te enfrentes.
Lámpara es a mis pies tu palabra, Y lumbrera a
mi camino (Sal 119.105).
Quien no vive a la luz
de la Palabra de Dios no vive plenamente, pues transita por este mundo bajo los
términos fluctuantes de sus propias emociones.
Sacrifica a Dios alabanza, Y paga tus votos al
Altísimo; E invócame en el día de la angustia; Te libraré, y tú me honrarás (Sal 50.14-15).
Honrar a
Dios no es otra cosa que reconocer que Él es honorable. Honrar a Dios es
creerle a Él, creerle a Su Palabra, pues el honor de una persona se manifiesta
en el hecho de ser digno de confianza.
Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque
es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador
de los que le buscan (He
11.6-7).
Nunca podrás agradar a Dios si no
honras Su Palabra, pues la fe no es otra cosa más que creerle a Dios, creyendo
Su Palabra.
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha
dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas
tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para
condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Jn
3.16-18).
Recuerda siempre que
Dios te ama tanto que prefirió entregar a Su propio Hijo, para pagar todos tus
pecados, antes que perderte a ti. Él jamás ha deseado traer condenación a tu
vida sino plenitud, pues plenitud de vida es lo que significa ser salvo.
¡Fíjense
qué gran amor nos ha dado el Padre, que
se nos llame hijos de Dios! ¡Y lo
somos! El mundo no nos conoce, precisamente porque no lo conoció a él
(1 Jn 3.1 NVI)
Dios te ama tanto que
ahora, gracias a Jesús, Él te ha llamado Su Hijo(a), y esto, precisamente, es
lo que eres: un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo.
siendo renacidos, no de simiente corruptible,
sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre (1
P 1.23).
Ahora eres nueva
creatura, las cosas viejas pasaron y todas han sido hechas nuevas. ¡Has Nacido
de Nuevo! Tu Nuevo Nacimiento no se originó de una simiente corruptible como el
amor y la intimidad entre dos seres humanos, sino de una simiente incorruptible
e infalible que es la Palabra de Dios que vive y permanece para siempre.
He aquí que vienen días, dice Jehová, en los
cuales haré nuevo pacto con
la casa de Israel y con la casa de Judá. No como el pacto que hice
con sus padres el día que tomé su mano para sacarlos de la tierra de Egipto;
porque ellos invalidaron mi pacto, aunque fui yo un marido para ellos, dice
Jehová. Pero este es el pacto que haré con la casa de Israel
después de aquellos días, dice Jehová: Daré
mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón; y yo seré a ellos
por Dios, y ellos me serán por pueblo. Y no enseñará más ninguno a
su prójimo, ni ninguno a su hermano, diciendo: Conoce a Jehová; porque todos me
conocerán, desde el más pequeño de ellos hasta el más grande, dice Jehová; porque perdonaré la maldad de ellos, y
no me acordaré más de su pecado (Jer 31.31-34).
Tú no eres como Ofni y
Finees. Tú si conoces a Dios pues Su Palabra vive dentro de ti por la Sangre de
Jesús, por la Sangre del Nuevo Pacto.
¡Dios lo prometió y lo
cumplió el día que aceptaste a Jesús como tú Señor y Salvador!
Por esto, tu vida
cambió. Por esto, ahora eres una nueva especie de ser que no existía antes,
un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo.
¡Por Su Palabra de
Honor!
Nunca se apartará de tu boca este libro de la
ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas
conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu
camino, y todo te saldrá bien (Jos 1.8).
La Biblia, la Palabra de Dios, es
la garantía escrita que Dios ya te ha dado, por medio de Jesucristo y Su
Palabra, es el Poder y la habilidad que ahora tienes de hacer prosperar tu
camino y que todo te salga bien.
¿Qué pues dirás a todo esto? Si
Dios es contigo…
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, ahora
comprendo cuán importante es para Ti que yo honre Tu Palabra. De toda duda y de
haberme alejado de Tu Palabra, la Biblia, me arrepiento y te pido perdón. Dios,
entre más leo y medito Tu Palabra, me asombro más y más de Tu Grande y Eterno
Amor por mí. Señor Jesús, es Tu Vida, Tu Sangre, Tu muerte y resurrección lo
que me habilita para la Vida Eterna. ¡Gracias! ¡Muchas gracias, Señor Jesús!
¡Cómo no voy amarte! ¡Cómo no he de adorarte! Siendo Tú quién eres, Dios
Verdadero, hiciste de mí un(a) Hijo(a) Tuyo(a) Nacido(a) de Nuevo. ¡Lo creo y
lo recibo! Por tanto, estoy seguro(a)
que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo
presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna
otra cosa creada me podrá separar de Tu amor, mi Dios y Padre, que es en Cristo
Jesús mi Señor. Así que, declaro que estoy habilitado(a)
por la Palabra de Dios con la Vida Eterna para reinar sobre la tierra. Voy a establecer
Tu Reino poniendo Tu Palabra, Señor, en mi mente, boca y corazón. Yo soy la
persona que Dios dice que soy en Su Palabra, la Biblia. ¡Soy sano(a)! ¡Soy
libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy más que vencedor(a)! ¡Todo lo puedo en Cristo! Y,
por la Sangre de Jesús, soy dichoso(a) para vivir una vida plena y abundante.
Muchas gracias, Señor Jesús. Gracias por esta Nueva Vida en Plenitud que ahora
tengo. Gracias por mi sanidad. Gracias por mi salud. Gracias por mi
prosperidad. Gracias por el Amor, la paz y el gozo que ahora disfruto. ¡Gracias
por mi Victoria sobre la muerte! ¡Soy libre de la ley del pecado y de la muerte! ¡La Palabra de Dios me ha hecho
así! En el nombre de Jesús. Amén
*Ricardo
C. Peredo Jaime © 2011
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Mayo
21 Hch
27. 1-12 / 1 S 2.12-36 / Sal 50
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