Viernes 24 de
Mayo de 2013.
¡Sólo por Tu Gracia!
Por Riqui Ricón*
Dice el
necio en su corazón: No hay Dios. Se han corrompido, e hicieron abominable
maldad; No hay quien haga bien. Dios desde los cielos miró sobre los hijos de
los hombres, Para ver si había algún entendido Que buscara a Dios. Cada uno se
había vuelto atrás; todos se habían corrompido; No hay quien haga lo bueno, no
hay ni aun uno (Sal 53.1-3).
Cuando el hombre decidió creer la
palabra del diablo en lugar de creer la Palabra de Dios, perdió su naturaleza
divina (creado a imagen y semejanza de Dios), y heredó la naturaleza pecaminosa
de Satanás. Esta naturaleza pecaminosa es lo que conocemos con el nombre de
iniquidad y se ha transmitido a todos y cada uno de los seres humanos de tal
forma que, sin la Gracia de Dios, sólo te queda vivir en tinieblas, con un
corazón corrompido y entenebrecido.
Cuando vieron esto los cinco príncipes de los filisteos, volvieron a
Ecrón el mismo día (1 Sam 6.16).
La situación
del hombre ante Dios no es diferente hoy como lo fue en días de Samuel. Los
filisteos capturaron el Arca donde la Presencia de Dios se manifestaba. Esto lo
consiguieron no porque fueran poderosos sino porque Dios decidió dejar a Israel
por causa de estar constantemente violando el Pacto con sus pecados. Los
filisteos y sus líderes vieron y experimentaron el poder y el enojo de nuestro
Dios y Padre: Dagón su dios fue humillado y mutilado sobrenaturalmente;
vinieron tumores y mortandad sobre todos los pobladores de las ciudades donde
llevaban el Arca así como una plaga de ratones. Por todo esto, los filisteos
decidieron devolver el Arca de Dios, pero, para estar seguros de que esto no
era casualidad sino obra de la mano de Dios, pusieron el Arca sobre de una
carreta nueva a la que le uncieron dos vacas que nunca se les había puesto un
yugo y que además estaban criando y, mientras alejaban de ellas a sus
becerritos, las soltaron para ver que sucedía. Lo asombroso fue que las vacas
no respingaron por estar atadas al yugo, ni se inmutaron por haber sido
separadas de sus crías, sino que se encaminaron en línea recta, sin apartarse
ni a derecha ni a izquierda, ¡hacia la tierra de Israel!
A pesar de
todas las evidencias, ni los filisteos ni sus príncipes se convirtieron para
reconocer que Jehová era Dios. Por su iniquidad (la naturaleza del hombre
vendida al pecado), quedaron en tinieblas con sus corazones corruptos y
entenebrecidos.
Y algunos
asentían a lo que se decía, pero otros no creían... Sabed, pues,
que a los gentiles es enviada esta salvación de Dios; y ellos oirán. Y
cuando hubo dicho esto, los judíos se fueron, teniendo gran discusión entre sí (Hch 28.24, 28-29).
La situación no fue diferente en
el libro de los Hechos, pues éste termina mostrándonos como los judíos en Roma no pudieron creer el mensaje del
Evangelio de Jesucristo.
Profesando
ser sabios se hicieron necios delante de Dios (Ro 1.22).
Al igual que
con Egipto y faraón, los filisteos y judíos vieron y experimentaron el poder de
Dios y no hicieron nada al respecto. No cambiaron su actitud hacia el único
Dios vivo y verdadero y tampoco cambiaron sus afectos hacia sus dioses hechos
de palo y piedra por sus propias manos, ni dejaron su orgullo. ¿Qué significa
esto?
Pero ahora,
aparte de la ley, se ha manifestado la justicia de Dios, testificada por la ley
y por los profetas; la justicia de Dios por medio de la fe en
Jesucristo, para todos los que creen en él. Porque no hay diferencia, por cuanto todos pecaron, y
están destituidos de la gloria de Dios, siendo
justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en
Cristo Jesús, a quien Dios puso como propiciación por medio de la
fe en su sangre, para manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto,
en su paciencia, los pecados pasados, con la mira de manifestar en
este tiempo su justicia, a fin de que él sea el justo, y el que justifica al
que es de la fe de Jesús (Ro 3.21-26).
De acuerdo a la Biblia, que es la
Palabra de Dios y no miente, solamente por el Amor y la Gracia de Dios sobre tu
persona es que puedes estar leyendo este mensaje, creyendo que eres quién Él
dice en Su Palabra que ahora tú eres: un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo
y amado(a) por el Padre.
Porque de tal manera amó Dios
al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree,
no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su
Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Jn 3.16-17).
¡Dios te ama tanto que prefirió entregar a Su
propio Hijo antes que perderte a ti!
Es verdad, entre los seres
humanos no hay uno que sea justo, ni uno solo, pero, no es así con los Hijos de
Dios Nacidos de Nuevo; ahora eres justo(a) pues, por Su Gracia y Amor, Cristo
Jesús pagó por todos tus pecados (pasados, presentes y futuros), haciendo de ti
un ser justo(a) y sólo existen dos tipos de seres justos: uno es Dios y los
otros son los Hijos de Dios.
Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos
amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida
juntamente con Cristo (por gracia
sois salvos), y juntamente con él nos resucitó, y asimismo
nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús, para
mostrar en los siglos venideros las abundantes
riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús.
Porque por gracia sois salvos
por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no
por obras, para que nadie se gloríe. Porque somos hechura suya,
creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano
para que anduviésemos en ellas (Efe 2.4-10).
Esto, mi
amado(a), son buenas noticias, noticias de gran gozo, ya que por Su sacrificio
de amor Jesús no sólo pagó el precio de todos tus pecados sino que también te
justificó. Esto quiere decir, que te hizo justo(a) quebrando el yugo que la iniquidad
tenía sobre de ti.
Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús,
los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. Porque
la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado
y de la muerte. Porque lo que era imposible para la ley, por cuanto
era débil por la carne, Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de
pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne; para
que la justicia de la ley se cumpliese en nosotros, que no andamos conforme a
la carne, sino conforme al Espíritu (Ro 8.1-4).
Efectivamente, por la Gracia de
Dios, tú ya no vive conforme con tu carne sino que vives conforme con el
Espíritu Santo que vive en ti. Es por esto que cuando caes y pecas no te sientes
bien contigo porque no estás conforme. Los pecadores pecan, pues es lo que
saben hacer, les gusta hacer y no sienten ningún remordimiento por ello. Tú,
como Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo tienes al Espíritu Santo como las arras
de tu herencia: que la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús te ha librado
de la ley del pecado y de la muerte. ¡La iniquidad nada tiene en ti! ¡Sólo por
Su Gracia!
Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar
nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad (1 Jn 1.9).
Así que, si has pecado no huyas
de Dios; no te escondas de Su Presencia todo lleno(a) de condenación y culpa.
Mejor corre hacia Él y confiesa tu pecado pues fiel y justo es Dios para
perdonarte y limpiarte de toda maldad.
Recuerda siempre que no se trata
de lo que tú hiciste, estés haciendo o puedas hacer en el futuro sino de lo que
Cristo Jesús hizo al derramar hasta la última gota de sangre en esa cruz por
Amor a ti y derrotar al pecado y a la muerte al resucitar para hacerte libre y
darte una Nueva Vida.
Porque la Ley del Espíritu de
Vida en Cristo Jesús ya te hizo libre de la ley del pecado y de la muerte. ¡El
pecado y la muerte nada tienen en ti!
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, gracias
porque cada día que pasa creo y recibo más de tu Amor por mí. Puedo afrontar
este día con la certeza, la garantía de que todo me saldrá bien, pues Tú estás
conmigo y si Dios es conmigo ¿quién contra mí? Además, Tú has declarado en Tu
Palabra que a los que te amamos TODAS las cosas les ayudan a bien, esto es, a
los que conforme a Tu Propósito hemos sido llamados en Tu Amor y por Tu Amor.
Sé que todo lo puedo y que soy más que vencedor(a) pues por Tu Gracia y Amor lo
has establecido así. Precioso Jesús, que más te puedo decir sino que te amo con
todo mi ser y corazón. Gracias Espíritu Santo por vivir aquí conmigo, hagamos
de este día el mejor de nuestras vidas. Por lo tanto, creo y declaro que ante
todo problema, enfermedad o aflicción, yo, ____________ (tu nombre aquí), soy
más que vencedor(a) pues todo lo puedo en Cristo Jesús. ¡Soy sano(a)! ¡Soy próspero(a)!
¡Soy libre! ¡Soy feliz! ¡Soy un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo y soy
libre de la ley del pecado y de la muerte! ¡Soy libre de la naturaleza caída y
pecaminosa del ser humano! ¡Soy libre de la iniquidad! ¡Sólo por Tu Gracia, mi
Señor Jesús! Amén.
*Ricardo
C. Peredo Jaime © 2011
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Mayo
24 Hch
28.17-31 / 1 Sam 6-7 / Sal 53
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¿Qué piensas al respecto?