Miércoles
1 de Mayo de 2013.
¡Tiempos emocionantes!
Por
Riqui Ricón*
Por tanto, se detuvieron allí mucho tiempo,
hablando con denuedo, confiados en el Señor, el cual daba testimonio a la
palabra de su gracia, concediendo que se hiciesen por las manos de ellos
señales y prodigios (Hch 14.3).
En la lectura
del día de hoy, la Biblia nos muestra como Pablo y Bernabé estuvieron en la ciudad de Iconio predicando el evangelio durante bastante
tiempo; mientras que el Señor les concedía el poder de hacer grandes milagros
que demostraban el origen divino del mensaje que predicaban.
Y ellos, saliendo, predicaron en todas partes,
ayudándoles el Señor y confirmando la palabra con las señales que la seguían.
Amén (Mar 16.20).
Hoy en día, en pleno siglo XXI, somos testigos de las mismas señales que
acompañan la predicación de la Palabra de Dios: cáncer, diabetes, VIH y
muchísimas otras enfermedades son sanadas mediante la oración y la imposición
de manos. Los matrimonios y las vidas destruidas de cientos de miles de
personas son restaurados en este preciso momento por el Poder y el Amor
contenidos en el mensaje del Evangelio.
Y estas señales seguirán a los que creen: En mi
nombre echarán fuera demonios; hablarán nuevas lenguas; tomarán en
las manos serpientes, y si bebieren cosa mortífera, no les hará daño; sobre los
enfermos pondrán sus manos, y sanarán (Mar 16.17-18).
Es evidente que Jesús lo dijo así en Su Palabra y esto es una realidad el
día de hoy.
En verdad que estamos viviendo los tiempos más emocionantes en la historia
de la humanidad. El mensaje de la Biblia, el Evangelio de Jesucristo, sigue
siendo tan real y eficaz como lo fue en la época de Pablo y Bernabé.
Quizá tú no te sientas hoy con la fe suficiente (menos con el Poder) para
realizar milagros a nombre de Jesucristo. Quizá hoy estás enfrentando problemas
particulares que te impiden pensar en otra cosa que no sea cómo solucionarlos.
Quizá pienses que hoy no es el día indicado para hablarte de la fe, los milagros
y el Poder de Dios. Pero, quizá sí.
¡Quién me diera quien me oyese! He aquí mi
confianza es que el Omnipotente testificará por mí, Aunque mi adversario me
forme proceso (Job 31.35).
Ante la
adversidad, ante las dudas, problemas y aflicciones, que le embargaron más allá
de sus fuerzas y recursos, Job terminó por declarar que su confianza estaba en
el Todopoderoso Dios.
A Jehová he puesto siempre delante de mí; Porque
está a mi diestra, no seré conmovido. Se alegró por tanto mi corazón, y se gozó
mi alma; Mi carne también reposará confiadamente (Sal 16.8-9).
Bienaventurado aquel cuyo ayudador es el Dios de
Jacob, Cuya esperanza está en Jehová su Dios (Sal 146.5).
Pacientemente esperé a Jehová, Y se inclinó a mí, y
oyó mi clamor. Y me hizo sacar del pozo de la desesperación, del lodo cenagoso;
Puso mis pies sobre peña, y enderezó mis pasos. Puso luego en mi boca cántico
nuevo, alabanza a nuestro Dios. Verán esto muchos, y temerán, Y confiarán en
Jehová. Bienaventurado el hombre que puso en Jehová su confianza, Y no mira a
los soberbios, ni a los que se desvían tras la mentira. Has aumentado, oh
Jehová Dios mío, tus maravillas; Y tus pensamientos para con nosotros, No es
posible contarlos ante ti. Si yo anunciare y hablare de ellos, No pueden ser
enumerados (Sal 40.1-5).
Jehová de los ejércitos, Dichoso el hombre que en
ti confía (Sal 84.12).
El poder y
la fe del Evangelio emanan no de cómo tú te sientas el día de hoy, ni de qué
tan grandes o difíciles son los problemas que estás enfrentando. El poder y la
fe del Evangelio emanan de tu confianza en la Palabra de Dios.
Dios no es un simple mortal para
mentir y cambiar de parecer. ¿Acaso no cumple lo que promete ni lleva a cabo lo
que dice? (Num 23.19).
La Biblia es
la Palabra de Dios y ésta es la Palabra de Honor del único Dios Todopoderoso, y
es Él quien afirma en Su Palabra amarte tanto que prefirió entregar a Su propio
Hijo antes que perderte a ti.
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado
a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas
tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para
condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Jn 3.16-17).
Dios no te ha
dejado a merced de tus circunstancias, ni te dejará. Dios te ama y tú eres muy
valioso(a) para Él.
Como con
Pablo y Bernabé, hoy en día, Dios respalda a aquellos que creen; Dios respalda
a aquellos que creen en Él y lo demuestran creyendo Su Palabra, pues, al fin y
al cabo, Dios respalda Su Palabra de Honor.
Por tanto, os digo que todo lo que pidiereis
orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá (Mar 11.24).
- Mira Riqui
Ricón, yo ya leí eso y lo puse en práctica; me puse a orar y no sucedió nada.
Pues tienes
que saber que el secreto no está en que ores sino en que creas que lo recibirás
por la simple y sencilla razón de que Dios lo dijo así, y si Dios lo dijo,
entonces, Él lo va hacer, si Dios lo hablo, entonces, Él lo va a ejecutar.
El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no
pasarán (Luc 21.33).
¡Primero el
cielo y la tierra dejan de existir antes que Dios deje de cumplir Su Palabra de
Honor!
Mira cómo Job
buscaba un abogado en Dios.
Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no
pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a
Jesucristo el justo (1 Jn 2.1).
Ahora, tú
tienes un abogado en Cristo Jesús.
Job buscaba
ser justificado delante de Dios.
Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo
pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él (2 Co 5.21).
Tú has sido
justificado(a) por Dios.
Job quería
hablar con Dios.
Por tanto, teniendo un gran sumo sacerdote que
traspasó los cielos, Jesús el Hijo de Dios, retengamos nuestra profesión.
Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de
nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza,
pero sin pecado. Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la
gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro (He 4-14-16).
Tú tienes
libre acceso a la Presencia de Dios, pues ahora eres legal y legítimamente
un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo.
¡Fíjense qué gran amor nos ha dado
el Padre, que se nos llame hijos de Dios! ¡Y lo somos! El mundo no nos conoce,
precisamente porque no lo conoció a él (1 Jn 3.1 BAD).
¡Tú eres, ni
más ni menos que un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo!
¿Por qué esto
es tan importante para creer?
De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree,
las obras que yo hago, él las hará también; y aun mayores hará, porque yo voy
al Padre (Jn 14.12).
Si no crees,
no podrás hacer las cosas que Él hizo y, entonces, no podrás cumplir el
propósito por el cual estás en este mundo.
Jesús le dijo: Si puedes creer, al que cree todo le
es posible (Mar 9.23).
Recuerda,
¡sin fe es imposible agradar a Dios!
Tú crees que Dios es uno; bien haces. También los
demonios creen, y tiemblan (Sgo 2.19).
Los
demonios, como la mayoría de los seres humanos, creen en Dios y tiemblan. Pero,
no es suficiente con creer en Dios, es necesario creerle, creerle a Él creyendo
Su Palabra.
Tú has sido
destinado(a) a realizar grandes cosas para el Reino, así que, confía en la
Palabra de Dios y Él dará testimonio de la Palabra de Su Gracia concediendo que
por tu mano se hagan señales y prodigios tal y como la ha prometido.
¡Son tiempos
emocionantes!
Oremos en
voz audible:
Amado Padre
celestial, gracias por tanto y tan grande Amor con que me has amado que siendo
yo un(a) pecador(a) entregaste a Tu Hijo, Jesucristo, para pagar todas mis
deudas y así hacerme a mí un(a) Hijo(a) Tuyo(a) igual a Jesús. Oh Dios, es algo
tan asombroso saberme amado(a) de tal manera. Jesús, por Tu sacrificio en la
cruz, por Tu Sangre preciosa, Tu muerte y resurrección, he sido justificado(a),
perdonado(a) y santificado(a). Abba, Padre, gracias por haber procurado para mí un camino de salvación, un camino
vivo y perfecto mediante la muerte y resurrección de Tu Hijo, Jesús.
Jesucristo, Tú eres mi Rey, Señor y Salvador. Tú me has trasladado de las
tinieblas a Tu luz admirable otorgándome Tu propia Vida. Gracias Señor Jesús,
por Ti soy Eterno(a). Juntamente contigo, ¡viviré para siempre! ¡Nunca moriré!
Padre celestial, yo creo y recibo esta identidad Eterna de Hijo(a) Tuyo(a).
¡Acepto el precio que se pagó por ella! Así que, Si Tú estás por mí, ¿quién
contra mí? Si no escatimaste ni a Tu propio Hijo, sino que lo entregaste por Amor a
mí, ¿cómo no me darás también con Él todas las cosas? ¿Quién me acusará si soy escogido(a) de Dios? Dios, Tú mismo eres el que
me justifica. ¿Quién es el que me condenará? Cristo Jesús, Tú moriste por mí; más aún,
Tú, Señor, eres el que también resucitó, el que además está a la diestra de
Dios, el que también intercedes por mí. ¿Quién me separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o
persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? A todos esos males se refieren las
Escrituras diciendo: "Por ser fieles a tu causa nos persiguen a muerte sin
descanso; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero".Por causa de ti somos muertos todo el tiempo; Antes, en todas estas
cosas yo, ___________ (tu nombre aquí), soy más que vencedor(a) por medio de
aquel que me amó. Por lo cual estoy seguro(a) de que ni la muerte,
ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo
por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada
me podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor mío. Así que,
¡Abba! ¡Padre! Yo soy Tuyo(a), y en Cristo Jesús ya he vencido, pues mayor eres
Tú, Espíritu Santo, que vives en mí y conmigo, que el que está en el mundo.
Padre, ¡Todas y cada una de Tus Promesas son en mí, sí y amén! Me someto a Ti,
mi Dios y Padre, me someto a Tu Palabra, resisto a Satanás y éste tiene que
huir de mi vida. No recibo ni la duda, ni el temor, ni la enfermedad, ni la
pobreza, ni la angustia, ni la depresión. ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy
próspero(a)! ¡Soy dichoso(a)! En el nombre de Jesús. Amén.
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo
establezco una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en
voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a
Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el
Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis
pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí
acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa
derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a
entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi
único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios
Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a
Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido
de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más
estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C.
Peredo Jaime © 2011
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Mayo 1 Hch
14 / Jos 22 /
Job 31
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