Domingo 15 de Enero de 2012.
¡Permanentemente en Su Presencia!
Por Riqui Ricón*
Jehová, ¿quién habitará en tu tabernáculo? ¿Quién morará en tu monte santo? El que anda en integridad y hace justicia, Y habla verdad en su corazón (Sal 15.1-2).
¿Quién no querría vivir en la Presencia de Dios? Pienso que solamente aquellos que no lo conocen, pero nosotros, sus Hijas e Hijos amados, anhelamos estar con Él.
En la lectura de hoy, el Salmo 15 nos da una lista de conductas que manifiestan aquellos que habitan en Su Presencia y, además, nos ofrece una garantía pues termina declarando: El que hace estas cosas, no resbalará jamás.
Durante muchos años yo cometí el error de intentar desarrollar, una y otra vez, esas conductas en mi vida y, aunque he sido un hombre de oración, muy pocos resultados obtuve al respecto, hasta que me di cuenta cabal de lo que el versículo dos dice: para andar en integridad y hacer justicia tiene que habitar la Verdad en mi corazón.
Jesús nos enseña que, El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca lo bueno; y el hombre malo, del mal tesoro de su corazón saca lo malo; porque de la abundancia del corazón habla la boca (Luc 6.45).
Nota que lo único que tienes que hacer es creer, creerle a Dios, creer que la Biblia es realmente la Palabra de Dios, y comienza a llenar tu corazón de Su Palabra; nota que para despojarme del hombre viejo que está viciado conforme a los deseos engañosos y renovarme en el espíritu de mi mente vistiéndome del hombre nuevo creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad (Efe 4.22-24), lo único que necesitas hacer es creerle a Dios y a llenar tu corazón con Su Palabra, la Biblia, y de esta forma comenzarás hablar la Verdad.
Y llamó el ángel de Jehová a Abraham por segunda vez desde el cielo, y dijo: Por mí mismo he jurado, dice Jehová, que por cuanto has hecho esto, y no me has rehusado tu hijo, tu único hijo; de cierto te bendeciré, y multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo y como la arena que está a la orilla del mar; y tu descendencia poseerá las puertas de sus enemigos. En tu simiente serán benditas todas las naciones de la tierra, por cuanto obedeciste a mi voz (Gen 22.15-18).
Se piensa por ahí, que cuando Abraham iba en camino a sacrificar a su hijo Isaac, realizó una gran lucha por obedecer a Dios y llevar a cabo, con mucho sacrificio y dolor, lo que se le pedía. Si en verdad Abraham hubiese ido en sus fuerzas, en su carne, jamás se le habría contado como justicia, pues no dice la Escritura, “pagó el precio Abraham y se le conto por justicia” sino que dice Y creyó a Jehová, y le fue contado por justicia (Gen 15.6).
Fue por creer y no por pagar que Abraham obtuvo semejante promesa por parte de Dios, quien, sin ninguna reserva, le juro por Sí mismo.
Por la fe Abraham, cuando fue probado, ofreció a Isaac; y el que había recibido las promesas ofrecía su unigénito, habiéndosele dicho: En Isaac te será llamada descendencia; pensando que Dios es poderoso para levantar aun de entre los muertos, de donde, en sentido figurado, también le volvió a recibir (He 11.17-19).
Así es familia, Abraham no pagó ningún precio, ni sufrimiento, ni dolor por lo que se le pedía. Abraham sabía perfectamente bien en Quién había creído, en el Todopoderoso Dios, quien no miente ni se arrepiente y Dios le había dado Su Palabra que de Isaac vendría su descendencia y el cumplimiento de TODO lo que Él, le había prometido.
¡Abraham le creyó a Dios!
Es tu fe en la Biblia, y no tus esfuerzos, lo que realmente te va a permitir manifestar la conducta de un(a) Hija(o) de Dios Nacida(o) de Nuevo. Es tu fe en la Biblia y no tus esfuerzos para habitar permanentemente en Su Presencia.
*Ricardo C. Peredo Jaime © 2010
Lectura y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Enero 15 Luc 12.32-59 / Gen 22 / Sal 15
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