Miércoles 25 de Enero de 2012.
¡Porque Tú me lo has dicho!
Por Riqui Ricón*
Líbrame ahora de la mano de mi hermano, de la mano de Esaú, porque le temo; no venga acaso y me hiera la madre con los hijos. Y tú has dicho: Yo te haré bien, y tu descendencia será como la arena del mar, que no se puede contar por la multitud (Gen 32.11-12).
Si acaso tú estás pasando por alguna dificultad en este día, te conviene prestar atención a lo que sucedió a Jacob cuando regresaba a su tierra y se enteró que su hermano Esaú venía a su encuentro con 400 hombres. Jacob se encontraba en una situación muy grave pues no olvidaba que Esaú había jurado darle muerte.
¿Qué hacer en circunstancias tan apremiantes? Jacob oró, pero no oró de una forma ordinaria, de hecho su oración fue tan extraordinaria que, no sólo le valió el favor de su hermano sino que Dios mismo le cambió su nombre por el de Israel.
¿Cuál fue su secreto? Él tenía la Palabra que Dios le había dado y la utilizó para recordarle a Dios y a sus circunstancias que ésta, la Palabra de Dios, se habría de cumplir sea cual fueren las circunstancias: Y tú has dicho: Yo te haré bien, y tu descendencia será como la arena del mar, que no se puede contar por la multitud.
Para aplicar esto a tu vida hoy, sólo pregúntate a ti misma(o), ¿qué Palabra tengo departe de Dios?
Ciertamente ninguno de cuantos esperan en ti será confundido; Serán avergonzados los que se rebelan sin causa… Bueno y recto es Jehová; Por tanto, él enseñará a los pecadores el camino. Encaminará a los humildes por el juicio, Y enseñará a los mansos su carrera. Todas las sendas de Jehová son misericordia y verdad, Para los que guardan su pacto y sus testimonios. Por amor de tu nombre, oh Jehová, Perdonarás también mi pecado, que es grande. ¿Quién es el hombre que teme a Jehová? El le enseñará el camino que ha de escoger. Gozará él de bienestar, Y su descendencia heredará la tierra. La comunión íntima de Jehová es con los que le temen, Y a ellos hará conocer su pacto. Mis ojos están siempre hacia Jehová, Porque él sacará mis pies de la red (Sal 25.3,8-15).
Efectivamente, el encuentro de Jacob con Esaú tuvo un final feliz, y más certeza tienes tú, un(a) Hija(o) de Dios Nacida(o) de Nuevo, ante cualquier circunstancia adversa, pues la Biblia, que es la Palabra de Dios y no miente, te declara cuánto es el Amor de Dios que prefirió entregar a su propio Hijo antes que perderte a ti.
El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas? (Ro 8.32).
¡Todas las cosas! Sin importar cuál sea tu condición actual, Dios está dispuesto a responderte y lo hará por amor a Su Nombre y a Su Palabra. Aunque tus pecados hayan sido grandes, Él ya te ha perdonado al creer y recibir el sacrificio que Su Hijo Jesús hizo por Amor a ti.
Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido (Luc 19.10).
Estimada(o) amiga(o), ¡ya no estás más sola(o)! Dios, tu Padre, no te ha dejado, ni te dejará. Puedes confiar y descansar en Él, pues Dios jamás ha faltado a Su Palabra.
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, vengo ante Ti en este día con la plena certeza que Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado. Yo te creo, Señor; creo Tu Palabra, la Biblia. Sé perfectamente que Tu Palabra, la Biblia, es la Verdad. Y sé que aún esta certeza me la has dado Tú por el gran Amor con que me amas. Gracias, Señor Jesús, porque estando yo en tinieblas me trasladaste a Tu luz admirable; estando yo muerta(o) me has dado vida y la vida que has comprado para mí con Tu Sangre es una vida buena, plena y abundante. ¡Soy un(a) Hija(o) del Rey de reyes y Señor de Señores! Por lo tanto, aunque hoy esté enfrentando problemas y aflicciones, yo declaró en Tu nombre Jesucristo que saldré adelante en libertad y victoria, en salud y prosperidad pues escrito está acerca de mí que en todas las cosas soy más que vencedor(a) por medio de Aquel que me ama, Cristo Jesús. Resisto y hecho fuera de mi vida toda enfermedad, pobreza, tristeza, depresión, soledad, temor y angustia. Cubro todo mi ser, espíritu, alma y cuerpo, con la Sangre de Jesús y llamo y recibo toda la salud, amor, paz y gozo que Tú, Jesucristo, compraste para mí al morir en la cruz. ¡Soy sana(o)! ¡Soy libre! ¡Insisto, soy un(a) Hija(o) de Dios Nacida(o) de Nuevo! Gracias a Ti, Señor Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo Jaime © 2010
Lectura y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Enero 25 Luc 19.1-27 / Gen 32-33 / Sal 25
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