lunes, 23 de enero de 2012

¡Esta es UNA de las razones por las cuales puedes afirmar que no hay forma en la que puedas perder en esta vida!

Martes 17 de Enero de 2012.
¡Esto significa ser un(a) Hija(o) del reino de Dios!
Por Riqui Ricón*
Esforzaos a entrar por la puerta angosta; porque os digo que muchos procurarán entrar, y no podrán. Después que el padre de familia se haya levantado y cerrado la puerta, y estando fuera empecéis a llamar a la puerta, diciendo: Señor, Señor, ábrenos, él respondiendo os dirá: No sé de dónde sois. Entonces comenzaréis a decir: Delante de ti hemos comido y bebido, y en nuestras plazas enseñaste. Pero os dirá: Os digo que no sé de dónde sois; apartaos de mí todos vosotros, hacedores de maldad. Allí será el llanto y el crujir de dientes, cuando veáis a Abraham, a Isaac, a Jacob y a todos los profetas en el reino de Dios, y vosotros estéis excluidos. Porque vendrán del oriente y del occidente, del norte y del sur, y se sentarán a la mesa en el reino de Dios (Luc 13.24-29).
El reino de Dios es, en contraste con el reino carnal de este mundo, el reino del Espíritu Santo. Es la dimensión donde nosotros, los Hijos de Dios nacidos de Nuevo a imagen y semejanza de nuestro Padre, podemos y debemos realizar la vida eterna, vida plena y abundante, que por Jesús nos ha sido concedida.
Muchos creyentes fallan al confundir el reino de Dios con el cielo y al creer que serán merecedores de entrar al reino si realizan suficientes obras de justicia, olvidando que la Biblia, la Palabra de Dios, que no miente, nos enseña claramente que, por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe. Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas (Efe 2.8-10).
Y, sobre todo, el reino de Dios es el tiempo presente, es este momento que estás viviendo, aquí y ahora, como escribiera ese erudito cristiano C. S. Lewis, autor de Las Crónicas de Narnia, "Los humanos viven en el tiempo, pero Dios les destina a la Eternidad. Él quiere, por tanto, creo yo, que atiendan principalmente a dos cosas: a la eternidad misma y a ese punto del tiempo que llaman el presente. Porque el presente es el punto en el que el tiempo coincide con la eternidad. Del momento presente, y sólo de él, los humanos tienen una experiencia análoga a la que Dios tiene de la realidad como un todo; sólo en el presente la libertad y la realidad les son ofrecidas”  (C. S. Lewis, Cartas a un diablo novato, 1941).
Preguntado por los fariseos, cuándo había de venir el reino de Dios, les respondió y dijo: El reino de Dios no vendrá con advertencia, ni dirán: Helo aquí, o helo allí;  porque he aquí el reino de Dios está entre vosotros (Luc 17.20-21).
Jesús les advertía a los judíos que podrían quedar excluidos del reino mientras que muchos otros que no son judíos serán aceptados y tendrán un lugar dentro del reino de Dios. La buena noticia, y la única noticia, porque de esto se trata el Evangelio, es que tú y yo, las Hijas e Hijos de Dios Nacidos de Nuevo somos los hijos y ciudadanos de dicho reino.
Así que, si tú y yo somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas, entonces lo único que tenemos que hacer es creer, creerle a Dios, creerle a la Biblia y comenzar a caminar en esas buenas obras manifestando nuestra nueva naturaleza como Hijos semejantes al Padre.
En cuanto a mí, veré tu rostro en justicia; Estaré satisfecho cuando despierte a tu semejanza (Sal 17.15).
Así es mi amada(o), tú estarás satisfecha(o) cuando te des cuenta que, de acuerdo a la voluntad de Dios, por Su Amor y el sacrificio de Jesús en la cruz, tú eres un(a) Hija(o) de Dios Nacida(o) de Nuevo y puedes, y debes, vivir una vida plena y abundante, pues ahora tú eres conforme a Su semejanza.
De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aun mayores hará, porque yo voy al Padre (Jn 14.12).
En esto se ha perfeccionado el amor en nosotros, para que tengamos confianza en el día del juicio; pues como él es, así somos nosotros en este mundo (1 Jn 4.17).
No es lo difícil, ni lo concluyente de tu situación, enfermedad o problema lo que determina cómo vas a concluir y salir de todo eso, sino lo que Dios dice en Su Palabra acerca de ti y de las capacidades que ahora tienes como Hija(o) del Reino. ¡No hay forma que puedas perder en esta vida!
Oremos en voz audible:
Amado padre celestial, quiero agradecerte por Tu gran Amor con que me has amado, pues no solo me justificaste y perdonaste al pagar todos mis pecados con la Vida y la Sangre de Tu Hijo Jesús, sino que, además, me has adoptado como Hija(o) Tuya(o), según el puro afecto de Tu Voluntad, para darme Vida Eterna haciéndome un(a) Hija(o) del Reino. Muchas gracias, Señor Jesús, pues ahora sé que, en todas las cosas, soy más que vencedor(a) por medio de Tu Amor. ¡Soy heredera(o) de Dios y coheredera(o) juntamente con Cristo Jesús! He decidido, con Tu ayuda, Espíritu Santo, tomar mi identidad como Hija(o) del Rey, así como asumir mi posición dentro del Reino. Por lo tanto, resisto al espíritu de temor y de duda. Me declaro sana(o) de cualquier enfermedad o dolencia y confío plenamente que Tú, mi Dios, suplirás todo lo que me falta conforme a Tus riquezas en gloria. Ahora sé que, en verdad, las cosas que mi Rey y Salvador hizo, las mismas yo puedo hacer y aún mayores, porque Tú, Jesús estás con Tu Padre, quién es también mi Padre. En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2010


Lectura y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Enero 17                                Luc 13.18-35  /  Gen 24  /  Sal 17

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