viernes, 2 de diciembre de 2011

¿Cómo hacer que Dios se deleite?

Jueves 1 de Diciembre de 2011.
¡Dios se deleita!
Por Riqui Ricón*
Cantad a Jehová con alabanza, Cantad con arpa a nuestro Dios. El es quien cubre de nubes los cielos, El que prepara la lluvia para la tierra, El que hace a los montes producir hierba. El da a la bestia su mantenimiento, Y a los hijos de los cuervos que claman. No se deleita en la fuerza del caballo, Ni se complace en la agilidad del hombre. Se complace Jehová en los que le temen, Y en los que esperan en su misericordia (Sal 147.7-11).
¿Sabías que a Dios se le puede complacer, que se le puede agradar? Antiguamente pensaban que a Dios le complacían la sangre de los sacrificios y las ofrendas quemadas. Hoy en día, aún hay personas que piensan que haciendo algún tipo de sacrificio, en su economía, en sus personas u ofreciendo el sufrimiento que produce alguna tragedia o enfermedad, pueden, de esa forma, agradar a Dios.
¡Nada más lejano a la Verdad que eso! Cuando el rey Saúl pretendió agradar a Dios con sus sacrificios en lugar de obedecer Su Palabra, sólo recibió el rechazo y la destitución de su cargo.
Y Samuel dijo: ¿Se complace Jehová tanto en los holocaustos y víctimas, como en que se obedezca a las palabras de Jehová? Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios, y el prestar atención que la grosura de los carneros. Porque como pecado de adivinación es la rebelión, y como ídolos e idolatría la obstinación. Por cuanto tú desechaste la palabra de Jehová, él también te ha desechado para que no seas rey (1 S 15.22-23).
Dios no se deleita en la fuerza del caballo ni se complace en la agilidad del hombre, ni siquiera es la alabanza y la adoración lo que realmente le agrada; como si Él, el todopoderoso, tuviera la necesidad de ser adorado por sus criaturas. Solamente una cosa complace a Dios y ésta se nos muestra en la Escritura:
No tengo yo mayor gozo que este, el oír que mis hijos andan en la verdad (3 Jn 4).
Cuando Dios escucha que tú caminas en la Verdad, la cual es Su Palabra, la Biblia, Él se goza, ya que esto, precisamente, es la fe: creerle a Dios, creerle a Su Palabra.
Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan (He 11.6).
Así es, mi amada(o), tu fe es lo que complace y deleita a tu Padre celestial. Cuando tú decides creer que eres la persona quien Él dice que eres, Su Hija(o) amada(o), entonces comienzas a complacer y deleitar a Dios.
Por más victoriosa(o) que tú puedas salir de las aflicciones, Dios no se deleita al verte sumergida(o) en problemas o enfermedades, esperando a ver si los resuelves. ¿Qué clase de Padre sería Él? ¡No! Dios se deleita al mirarte encarar la vida con amor, gozo y paz. Dios se deleita cuando tú tienes la certeza de ser un(a) Hija(o) amada(o), capaz de salir más que vencedor(a) en todas las cosas. En fin, Dios se deleita al notar que has creído Su Palabra y vives en ella.
No es algo que tú tengas o que puedas hacer lo que agrada a Dios, sino lo que tú ahora eres en Cristo Jesús.
¡Fíjense qué gran amor nos ha dado el Padre,  que se nos llame hijos de Dios!  ¡Y lo somos!  El mundo no nos conoce,  precisamente porque no lo conoció a él (1 Jn 3.1 NIV).
Cuando de todo tu corazón salen por tu boca palabras llenas de certeza como: todo lo puedo en Cristo que me fortalece; soy más que vencedor(a) por medio de Aquel que me amó, Cristo Jesús; mayor es el que está en mí que el que está en el mundo; si Dios es conmigo ¿quién contra mí? Etc. ¡Entonces es que Dios se deleita en ti!
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, quiero decirte este día que creo y recibo todo lo que hiciste conmigo por Amor a mí. Quiero que te deleites con mi fe. Yo te creo, creo a Tu Palabra, la Biblia, y he decidido vivir agradándote, mi Dios. Jesús, Tú eres mi Señor, Rey y Salvador. Todo lo que ahora soy, lo soy gracias a Ti. Por Tu Sangre he sido justificada(o); en Tu muerte Dios me ha perdonado y por Tu resurrección me has dado Vida Eterna. ¡Por la Ley del Espíritu de Vida en Cristo Jesús me has hecho libre de la ley del pecado y de la muerte! ¡Soy un(a) Hija(o) de Dios Nacida(o) de Nuevo, no de simiente corruptible sino de la incorruptible semilla que es la Palabra de Dios que vive y permanece para siempre! Así que, con toda autoridad, resisto  al espíritu de temor y duda, echo fuera de mi vida la enfermedad, pobreza, tristeza y depresión. Recibo mi salud, prosperidad, libertad y gozo. En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2010


Lectura y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
                                                                                   
Diciembre 1                                       Gal 5.1-15   /  Lam 5  /  Sal 147

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