Domingo 4 de Diciembre de 2011.
¡Todo lo que respira, alabe al Señor!
Por Riqui Ricón*
Alabad a Dios en su santuario; Alabadle en la magnificencia de su firmamento. Alabadle por sus proezas; Alabadle conforme a la muchedumbre de su grandeza (Sal 150.1-2).
Entre más aprendas de la Biblia, más conocerás a Dios y te maravillarás y alegrarás por Su Amor y Fidelidad para con los seres humanos. La alabanza y la adoración son expresiones del corazón agradecido y maravillado ante un Dios todopoderoso, creador del cielo y de la tierra, de todo lo visible y lo invisible, que ha decidido amarte de tal manera, que prefirió entregar a Su propio Hijo, Jesús, antes que perderte a ti. Esto lo hizo con el propósito de que Él y tú estén juntos, conviviendo por siempre. Y no más como Dios y creatura sino, ahora, como Padre e Hijo.
Esa es la magnificencia de Su grandeza, que tú, siendo como eras, viviendo muerta(o) en delitos y pecado, hayas sido reconocida(o) y aceptada(o) por Él, mediante la fe en Cristo Jesús.
Y a vosotros, estando muertos en pecados y en la incircuncisión de vuestra carne, os dio vida juntamente con él, perdonándoos todos los pecados (Col 2.13).
Y, como si fuera poco el haberte perdonado TODOS los pecados y darte vida eterna juntamente con Él, primero te escogió antes de la fundación del mundo para ser adoptada(o) como Hija(o) Suya(o) para que puedas vivir, en esta tierra, bendecida(o) con toda bendición espiritual.
Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo, según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él, en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad, para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado, en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia (Efe 1.3-7).
¿Cómo no adorar a un Dios y Padre tan bueno? ¿Cómo no vivir eternamente enamorado y agradecido de Aquel que te amó y predestino para ser adoptada(o) Hija(o) Suya(o) por medio de Jesucristo, según el puro afecto de Su Voluntad? ¿Cómo no danzar y cantar de alegría ante Aquel que, además, te ha dado Su Espíritu Santo, sólo por haber creído a Su Palabra?
En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa (Efe 1.13).
Ahora bien, ¿cuánta trascendencia puede tener esto en tu vida presente? Sean cuales sean las circunstancias que estés enfrentando el día de hoy, puedes tener la certeza, la total seguridad, que este Padre y Dios tuyo no te ha dejado, ni te dejará.
Él no pagó tan alto precio por Amor a ti para luego dejarte a merced de las enfermedades, ni de la pobreza, ni de la tristeza o depresión. ¡No! ¡Nada de eso! Dios es tu Padre y te mira con amor.
Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios; por esto el mundo no nos conoce, porque no le conoció a él (1 Jn 3.1).
Así que, puedes hacer frente a cualquier situación, cambiando la aflicción en gozo, ya que sabes que Dios cumple sus promesas. ¡Dios sí tiene Palabra de Honor! Sin importar lo que pase a tu alrededor, decídete alabarle y adorarle con todo tu corazón. Dale una expresión de gozo y alegría a tu fe para con Él. Y recibe la paz que sobrepasa todo entendimiento pues, al fin y al cabo, eres más que vencedor(a) por medio de Aquel que te ama, Cristo Jesús.
¡Alábenlo cielos y tierra, todo lo que respira alabe al Señor!
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, sin importar el tipo de aflicción que pueda venir a mi vida, yo sé que puedo confiar en Ti creyendo a Tu Palabra. Señor Jesús, alabo y bendigo Tu Nombre precioso pues, ni las enfermedades, ni la pobreza, ni la soledad, ni el resentimiento, ni el temor pueden robarme el gozo de Tu salvación. Soy Tu Hija(o) Nacida(o) de Nuevo y no practico el pecado sino que Aquel que fue engendrado por Dios, Cristo Jesús, me guarda y el maligno no me toca. Con toda autoridad, resisto la ansiedad, el temor, la pobreza, la enfermedad, el pecado y la depresión. No los recibo, y los hecho fuera de mi vida. Yo soy heredera(o) de Dios y coheredera(o) con Cristo, por lo tanto, llamo y declaro la total restauración de mi salud, prosperidad, paz y gozo. En el nombre de Jesús. Me gozo y deleito en Tu Presencia mi amado Señor Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo Jaime © 2010
Lectura y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Diciembre 4 Efesios 1 / Ez 4-5 / Sal 150
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