Viernes 2 de Diciembre de 2011.
¡Nacida/Nacido del Espíritu!
Por Riqui Ricón*
Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley (Ga 5.22-23).
La Biblia, que es la Palabra de Dios, y no miente, dice que TODO AQUEL que cree que Jesús es el Cristo es NACIDO DE DIOS (1 Jn 5.1). Por lo tanto, si tú crees que Jesús es el Cristo, el Mesías, el Salvador que murió en la cruz para pagar todos tus pecados, entonces, la Biblia se está refiriendo a ti; tú eres esa(e) Nacida(o) de Dios.
Se habla, aquí, del Nuevo Nacimiento; aquel Jesús le enseñó a Nicodemo cuando le dijo: el que no naciere del Espíritu no podrá entrar al reino de Dios, lo nacido de la carne, carne es y lo nacido del Espíritu, espíritu es (Jn 3.5-6).
Al parecer, de acuerdo a lo que Jesús enseñó, es de suma importancia que entiendas y reflexiones en que, por haber creído en Jesús, tú eres Nacida(o) de Nuevo y que, éste, tu Nuevo Nacimiento, fue espiritual. Así que, ahora tú eres espíritu engendrado de nuevo no de una semilla corruptible sino de una incorruptible que es la Palabra de Dios que vive y permanece para siempre (1 P 1.23).
¡Has Nacido del Espíritu Santo por la Palabra de Dios!
Aquí es dónde la Biblia tiene que dejar de ser un mero libro de instrucción religiosa para comenzar a ser lo que realmente es, lo que tú dices que es: ¡la Palabra de Dios! ¡La Verdad!
En la Biblia están las Palabras que han salido de la boca de Dios y, por lo tanto, se van a cumplir todas.
Ahora bien, al comprender que ahora eres Hija(o) de Dios Nacida(o) de Nuevo por el Espíritu Santo, recibe esa identidad que te permite darte cuenta que tú misma(o) eres el fruto del Espíritu. Pon atención, pues no dice los frutos sino el fruto, en singular, y es, precisamente, en tu nueva naturaleza donde está latente ese fruto que sólo tienes que desarrollar por medio de tu fe.
¿Cómo se logra esto? ¡Fácil! Solamente tienes que saber:
Pero la serpiente era astuta, más que todos los animales del campo que Jehová Dios había hecho; la cual dijo a la mujer: ¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto? Y la mujer respondió a la serpiente: Del fruto de los árboles del huerto podemos comer; pero del fruto del árbol que está en medio del huerto dijo Dios: No comeréis de él, ni le tocaréis, para que no muráis. Entonces la serpiente dijo a la mujer: No moriréis; sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal. Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y comió; y dio también a su marido, el cual comió así como ella (Gen 3.1-6).
No necesitas gran revelación para darte cuenta que Adán y Eva cayeron porque, después de haber ESCUCHADO a Satanás, ya no sabían quién decía la Verdad, ¿la serpiente o Dios? No sabían a quién CREER, ¿a la serpiente o a Dios? Y al poner su vista en la realidad de sus circunstancias, pues el árbol era bueno para comer, agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría, tomaron la peor decisión: decidieron NO CREER la Palabra de Dios para creer la mentira.
Si te das cuenta, el pecado original no fue la desobediencia. Lo que le dio origen al miedo, a la muerte y al desastre de vida que antes vivías, fue el no haberle creído a Dios. Esto, la incredulidad, es lo que da a luz la desobediencia y todo lo demás se desarrolla por sí mismo por la ley del pecado y de la muerte.
Entonces, ¿cómo puedes desarrollar una Vida Nueva, plena y abundante? ¡Fácil! Solamente tienes que creerle a Dios y a Su Palabra; creer que en Verdad ERES la persona que Dios dice, en Su Palabra, que ahora tú eres: Su Hija(o); NACIDA(O) DE NUEVO, nacida(o) del Espíritu Santo, quién es Dios, y, por lo tanto, el amor de Él, el gozo de Él, la paz de Él, la paciencia, la bondad, la benignidad, la FE, la mansedumbre y la templanza, todas de Él, ya están dentro de ti.
Deja de escuchar la realidad de tus circunstancias que te quieren convencer a que creas que eres la misma persona fracasada, perdedora, débil, insignificante, mala y pecadora que antes eras. ¡No! ¡Nada de eso! ¡No escuches más esas mentiras!
La circunstancias no pueden cambiar la Verdad, pero la Verdad siempre cambiará tus circunstancias y la Verdad es que tú eres la persona que Dios dice que eres: Su Hija(o) Amada(o), llena(o) del Espíritu Santo.
Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios. Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre! El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios (Ro 8.14-16).
Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley, para que redimiese a los que estaban bajo la ley, a fin de que recibiésemos la adopción de hijos. Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, el cual clama: ¡Abba, Padre! Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo, también heredero de Dios por medio de Cristo (Gal 4.7).
Después de todo, Él te creó de nuevo ¿no es así?
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, gracias al Amor con que me has amado hoy puedo declarar con toda certeza que yo, ________________(dí tu nombre aquí), soy un(a) Hija(o) de Dios Nacida(o) de Nuevo. He Nacido de Nuevo no de una simiente corruptible sino de la incorruptible semilla que es Tu Palabra, mi Dios. De ninguna manera soy un(a) fracasada(o), ni perdedora(o), ni débil, ni insignificante, ni mala persona, ni pecadora(o). Todo lo contrario, yo, ________________(dí tu nombre aquí), soy llena(o) de Amor, de gozo, de paz, soy paciente, bondadosa(o), benigna(o), estoy llena(o) de Fe, mansedumbre y templanza. ¡Soy Hija(o) del Dios Vivo y Verdadero! ¡Todo lo puedo en Cristo! ¡Mayor es el Espíritu Santo, que vive en mí, que cualquiera que está en el mundo! ¡Ante toda enfermedad, aflicción o pecado, soy más que vencedor(a) por medio de Aquel que me ama, Cristo Jesús, mi Rey, Señor y Salvador! ¡Rechazo todo pensamiento o sentimiento de condenación en mi vida! ¡Soy Nacida(o) de Nuevo! ¡Yo ando, vivo, pienso y respiro conforme al espíritu! ¡No estoy conforme con mi carne! ¡La ley del Espíritu de Vida en Cristo Jesús me ha hecho libre de la ley del pecado y de la muerte! ¡Estoy decidida(o), con Tu ayuda, Espíritu Santo, estoy firme con la libertad con que Cristo me hizo libre y ya no estaré, nunca más, sujeta(o) al yugo de esclavitud! En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo Jaime © 2010
Lectura y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Diciembre 2 Gal 5.16-26 / Ez 1 / Sal 148
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