Domingo
21 de Julio de 2013.
¡Sólo
con el Amor de Dios!
Por
Riqui Ricón*
En
cuanto a lo sacrificado a los ídolos, sabemos que todos tenemos
conocimiento. El conocimiento envanece, pero el amor edifica
(1 Co 8.1).
Es por Amor que Dios
prefirió entregar a Su propio Hijo, Jesús, para así pagar todos
tus pecados y no perderte, sino ganarte por toda la eternidad
haciendo de ti un Hijo(a) Suyo(a), exactamente igual que Jesucristo.
Mirad
cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de
Dios;
por
esto el mundo no nos conoce, porque no le conoció a él
(1
Jn 3.1).
Es el Amor de Dios
el que cubre TODAS las faltas (Pro 10.12). Es el Amor de Dios el que
te edifica como nueva creatura para que conozcas, mediante el
Espíritu Santo, que ahora eres un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de
Nuevo y no
de simiente corruptible, sino incorruptible por la Palabra de Dios
que vive y permanece para siempre
(1
P 1.23).
Porque
todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos
de Dios.
Pues
no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en
temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el
cual clamamos: ¡Abba, Padre!
El
Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos
de Dios.
Y
si hijos, también herederos;
herederos
de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con
él, para que juntamente con él seamos glorificados
(Ro 8.14-17).
Tú ya padeciste
juntamente con Él, pues al ser Jesús tu substituto en la
condenación eterna, tú moriste con Él y resucitaste a una Vida
totalmente Nueva.
Porque
el amor de Cristo nos constriñe, pensando esto: que si uno murió
por todos, luego todos murieron;
y
por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino
para aquel que murió y resucitó por ellos (2
Co 5.14-15).
¿O acaso olvidaron
que, cuando fuimos unidos a Cristo en el bautismo, nos unimos a él
en su muerte? Pues
hemos muerto y fuimos sepultados con Cristo mediante el bautismo. Y,
tal como Cristo fue levantado de los muertos por el poder glorioso
del Padre, ahora nosotros también podemos vivir una vida nueva (Ro
6.3-4).
Por otro lado, ¿en
qué hemos de padecer si somos Hijos del Rey del Universo? ¿Quién o
qué nos puede hacer daño si Dios es nuestro propio Padre? ¿Qué
problema, enfermedad o tribulación nos podría robar el gozo de ser
Hijos de Dios Nacidos de Nuevo, comprados a precio de la Sangre de
Jesús para ser eternos y reinar juntamente con Él?
¿Qué,
pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra
nosotros?
El
que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos
nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?
¿Quién
acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica.
¿Quién
es el que condenará? Cristo es el que murió; más aun, el que
también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que
también intercede por nosotros.
¿Quién
nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o
persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada?
Como
está escrito: Por causa de ti somos muertos todo el tiempo; Somos
contados como ovejas de matadero.
Antes,
en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que
nos amó.
Por
lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni
principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir,
ni
lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá
separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro
(Ro 8.31-39).
¡Estas son las
buenas nuevas del Evangelio de Jesucristo! No existe nada ni nadie
que te pueda vencer pues eres literal y efectivamente un(a) Hijo(a)
de Dios, creado de Nuevo, justo(a), santo(a) y perfecto(a). ¡La
Biblia, que es la Palabra de Dios y no miente, lo dice así!
Solamente que
aceptes el miedo, la incredulidad y los engaños del diablo, estos te
podrían separar de la libertad gloriosa de los Hijos de Dios, y
esto, insisto, siempre y cuando, tú le prestes oído y des crédito
a sus mentiras, que no vales, que no sirves, que no puedes, que te
vas a morir, que no eres digno(a), que eres falso(a), etc., etc.,
etc.
¡No! ¡Nada de eso
eres tú! En lugar de escuchar o creer esas mentiras, mantente firme,
constante y persistente en creer a la Verdad, que es la Biblia, la
Palabra de Dios.
Si
bien la vianda no nos hace más aceptos ante Dios; pues ni porque
comamos, seremos más, ni porque no comamos, seremos menos.
Pero
mirad que esta libertad vuestra no venga a ser tropezadero para los
débiles.
Porque
si alguno te ve a ti, que tienes conocimiento, sentado a la mesa en
un lugar de ídolos, la conciencia de aquel que es débil, ¿no será
estimulada a comer de lo sacrificado a los ídolos?
Y
por el conocimiento tuyo, se perderá el hermano débil por quien
Cristo murió.
De
esta manera, pues, pecando contra los hermanos e hiriendo su débil
conciencia, contra Cristo pecáis.
Por
lo cual, si la comida le es a mi hermano ocasión de caer, no comeré
carne jamás, para no poner tropiezo a mi hermano
(1 Co 8.8-13).
Es precisamente la
certeza de saberte un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, amado(a)
del Padre, lo que te permite, por Amor y con Amor, padecer juntamente
con Cristo a favor de los más débiles en la fe. No necesitas
demostrar a nadie quien eres pues sabes perfectamente quien tú ahora
eres y así, puedes amar a los demás con el mismo Amor que tu Padre
te da. Puedes ir donde los drogadictos, las prostitutas o los
idólatras sin juzgarles ni criticarles sino edificarles con Amor.
Y la esperanza no
defrauda, sino que ayuda a superar cualquier circunstancia adversa,
sabiendo que Dios nos ha llenado con el don del Espíritu Santo y
que, por medio de él, ha derramado su amor en nuestro corazón
(Ro 5.5 CST).
Sin importar el
problema, enfermedad o circunstancia que estés enfrentando el día
de hoy, la Verdad es que tú eres un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de
Nuevo y el glorioso Espíritu de Dios te ha llenado con Su Amor para
vivir en ti, y contigo, para que así creas, de una vez por todas,
que en todas las cosas eres más que vencedor(a), pues todo lo puedes
en Cristo que te fortalece.
Por todo esto, ten
por seguro que, ¡ahora, en Cristo Jesús, sí puedes amar a tu
prójimo como a ti mismo(a)!
Oremos en voz
audible:
Amado Padre
celestial, que hermosa es la Vida Nueva que me has dado por medio de
Tu Hijo. Jesús, Tú eres mi Rey, Señor y Salvador y gracias a Ti,
hoy, yo ________________ (tu nombre aquí), soy también un(a)
Hijo(a) amado(a) de Nuestro Dios y Padre. Tengo Vida Eterna y la
puedo (y debo), vivir en plenitud y abundancia. Aunque sé que en el
mundo tendré aflicciones, me has dado Tu Palabra, la Biblia, para
que en Ti yo tenga paz, pues Tú has vencido al mundo y yo contigo.
Gracias Señor, pues esta identidad de Hijo(a) me permite amar a mis
semejantes como a mí mismo(a). Por tanto, desecho el temor y la
duda, me someto a Ti, Padre, a Tu Verdad y a Tu Palabra, resisto al
diablo, a sus engaños y mentiras y éste tiene que huir de mi vida.
Ahora
sé, que sé, que en todas las cosas he de salir más que
vencedor(a), pues todo lo puedo en Cristo que me fortalece. ¡Ya he
vencido al mundo! Pues mayor eres Tú, Espíritu Santo, que estás en
mí, y conmigo, que el que está en el mundo. Hoy tomo mi identidad y
con toda certeza y autoridad, resisto
y hecho fuera de mi vida toda enfermedad, pobreza, tristeza,
depresión, soledad, temor y angustia. Cubro todo mi ser, espíritu,
alma y cuerpo, con la Sangre de Jesús y llamo y recibo toda la
salud, amor, paz y gozo que Tú, Jesucristo, compraste para mí al
morir en la cruz. ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)!
¡Soy feliz! ¡Soy un(a) Hija(o) de Dios Nacida(o) de Nuevo! Gracias
a Ti, Señor Jesús. Amén.
Nota
Importante:
¿Cómo me hago Hijo
de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la
siguiente oración en voz audible poniendo toda tu atención y
corazón a lo que le estás diciendo a Dios:
Señor
Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de
la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a)
pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí
acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa
derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y
te invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para
siempre Tú seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y
mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta simple oración y
profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido trasladado(a) de
las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo! ¡Dios,
ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más
estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de
Jesús. Amén.
*Ricardo
C. Peredo Jaime © 2011
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la
Biblia.
Julio
21 1
Co 8 / 1 R 22 / Am 6
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