Jueves
18 de Julio de 2013.
¡Soy
Hijo(a) del Rey!
Por
Riqui Ricón*
Y
él se fue por el desierto un día de camino, y vino y se sentó
debajo de un enebro; y deseando morirse, dijo: Basta ya, oh Jehová,
quítame la vida, pues no soy yo mejor que mis padres
(1
R 19.4).
No obstante las
grandes victorias que hemos experimentado en nuestra vida con el
Señor Jesús, es realmente curioso como muchas veces, al igual que
Elías, nos dejamos atrapar por el desánimo y la depresión. ¿A qué
se debe esto?
Primero, no debes
olvidar que la Biblia, la Palabra de Dios, te enseña claramente que
tú te encuentras en plena guerra.
Sed sobrios y velad
para que no os sorprendan los ataques de ese gran enemigo vuestro que
es el diablo, el cual, como un león rugiente, anda dando vueltas en
busca de alguien a quien devorar
(1 P 5.8 CST).
Pelea la buena batalla
de la fe; haz tuya la vida eterna, a la que fuiste llamado y por la
cual hiciste aquella admirable declaración de fe delante de muchos
testigos
(1 Ti
6.12 NVI).
"Cuando el ladrón
llega, se dedica a robar, matar y destruir. Yo he venido para que
todos ustedes tengan vida, y para que la vivan plenamente
(Jn 10.10 BLS).
Las 24 horas del
día, los sesenta minutos de cada hora y los 60 segundos de cada
minuto, tu adversario, el diablo, está buscando la forma de anularte
y destruirte.
Yo
les he dado tu palabra; y el mundo los aborreció, porque no son del
mundo, como tampoco yo soy del mundo. No ruego que los quites del
mundo, sino que los guardes del mal. No son del mundo, como tampoco
yo soy del mundo (Jn
17.14-16).
Ahora eres un(a)
Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, no eres de este mundo y, aunque a
ti no te guste, hay toda una guerra dispuesta contra ti.
El SEÑOR es mi luz y
mi salvación, entonces ¿por qué habría de temer? El SEÑOR es mi
fortaleza y me protege del peligro, entonces ¿por qué habría de
temblar? Cuando
los malvados vengan a devorarme, cuando mis enemigos y adversarios me
ataquen, tropezarán y caerán.
Aunque un ejército poderoso me rodee, mi corazón no temerá. Aunque
me ataquen, permaneceré confiado (Sal
27.1-3 NTV).
Segundo, el
verdadero problema se presenta cuando vienen nuevos o mayores
problemas y tú te has olvidado de mantener tu mirada, y tu fe,
constante y consistentemente en Jesús y en Su Palabra. Esto te
debilita en la fe, ya que fe es estár constantemente creyendo a
Dios, creyendo Su Palabra.
Ahora pues, la fe
viene por escuchar, por escuchar atentamente
la palabra de Dios (Ro
10.17 SyE)
Dado que la Biblia
establece que la fe viene por oir atentamente la Palabra de Dios,
entonces, si descuidas la lectura y meditación de la Biblia le das
oportunidad a tu adversario, el diablo, para amedrentarte con las
apariencias
de las dificultades que estés enfrentando el día de hoy.
Entonces
le respondió Pedro, y dijo: Señor, si eres tú, manda que yo vaya a
ti sobre las aguas.
Y
él dijo: Ven. Y descendiendo Pedro de la barca, andaba sobre las
aguas para ir a Jesús.
Pero
al ver el fuerte viento, tuvo miedo;
y comenzando a hundirse, dio voces, diciendo: ¡Señor, sálvame!
Al
momento Jesús, extendiendo la mano, asió de él, y le dijo: ¡Hombre
de poca fe! ¿Por qué dudaste?
Y
cuando ellos subieron en la barca, se calmó el viento.
Entonces
los que estaban en la barca vinieron y le adoraron, diciendo:
Verdaderamente eres
Hijo
de Dios
(Mat 14.28-33).
Nota que Pedro ya
caminaba
sobre las aguas para ir a Jesús. Él había confiado, creído, en la
Palabra de Jesús cuando éste le dijo “ven”
y por eso comenzó a experimentar la misma Verdad que su Señor y
Maestro. PERO, cuando puso su atención en las circunstancias,
entonces permitió que el espíritu de temor le robara la fe que
manifestó al decir: Señor,
si eres tú, manda que yo vaya a ti sobre las aguas.
Jesús sólo dijo, ven y Pedro creyó. Sin embargo, al parecer, su
declaración no fue suficiente, pues al quitar sus ojos de Jesús y
considerar lo que veía con sus ojos y escuchaba con sus oídos, tuvo
miedo y comenzó a hundirse.
Pero
sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se
acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le
buscan
(He 11.6).
Al igual que antaño,
hoy en día muchos creyentes están demasiado acostumbrados a
conducir sus vidas por medio de lo que ven o sienten en lugar de
hacerlo por fe (creerle a Dios, creyendo Su Palabra). De este modo,
cuando se presentan los problemas y vicisitudes de la vida se ven
abrumados por la preocupación y el temor a tal grado que,
efectivamente, pueden darle lugar al desánimo y a la depresión.
Así
que vivimos confiados siempre,
y sabiendo que entre tanto que estamos en el cuerpo, estamos ausentes
del Señor
(porque
por fe andamos, no por vista);
pero
confiamos, y más quisiéramos estar ausentes del cuerpo, y presentes
al Señor.
Por
tanto procuramos también, o ausentes o presentes, serle agradables
(2 Co 5.6-9).
Me llama la atención
que en ese episodio de la vida de Elías, Dios no lo consintió, ni
lo apapachó por sentirse como se sentía, sino que lo fortaleció en
su espíritu (fue un ángel quien le tocó y le alimentó), y le
dijo: anda, levántate y vuélvete por tu camino para hacer esto,
esto y esto otro.
Satanás siempre
tratará, por todos los medios que tenga a su alcance, de anular tu
fe (que no le creas a Dios, creyendo Su Palabra). Se valdrá de tus
sentidos y emociones para inspirarte temor por medio de las
circunstancias que te rodeen y luego utilizará la condenación por
causa de tus faltas y pecados con el propósito exclusivo de que
caigas en el error de olvidarte quien ahora tú eres en Cristo Jesús:
¡Un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo!
¿No
sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No erréis;
ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los
afeminados, ni los que se echan con varones,
ni
los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes,
ni los estafadores, heredarán el reino de Dios.
Y
esto erais algunos; mas ya habéis sido lavados, ya habéis sido
santificados, ya habéis sido justificados en el nombre del Señor
Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios
(1
Co 6.9-11).
Si te das cuenta, tu
confianza, tu certeza, tu fe, debes ponerla en lo que Dios ha dicho
en Su Palabra acerca de ti y no en la forma cómo te ves a ti
mismo(a), ni en la forma cómo te sientes contigo mismo(a).
porque en vosotros se
ha operado un nuevo nacimiento, que ya no es debido a una simiente
corruptible, sino a la incorruptible y permanente palabra de Dios
(1 P
1.23 CST).
Entonces, de acuerdo
a la Biblia, que es la Palabra de Dios y no miente, tú eres ya un(a)
Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, y no de una simiente corruptible
sino de la incorruptible simiente que es la Palabra de Dios que vive
y permanece para siempre.
Esto no quiere decir
que, como Hijo(a) de Dios, puedes pecar y olvidarte de la santidad
(sin la cual NADIE vera a Dios). ¡No! ¡Nada de eso! Es todo lo
contrario. Ahora sabes perfectamente quién eres tú y lo que Dios
dice acerca de ti. ¡Tienes identidad! Ahora crees, hablas y actuas
para manifestar esa justicia, santidad y perfección que Él ya puso
en ti al decretarlo con Su Palabra. ¡Sólo tienes que creerlo!
Y
ciertamente todo sacerdote está día tras día ministrando y
ofreciendo muchas veces los mismos sacrificios, que nunca pueden
quitar los pecados; pero Cristo, habiendo ofrecido una vez para
siempre un solo sacrificio por los pecados, se ha sentado a la
diestra de Dios, de ahí en adelante esperando hasta que sus enemigos
sean puestos por estrado de sus pies; porque con una sola ofrenda
hizo perfectos para siempre a los santificados. Y nos atestigua lo
mismo el Espíritu Santo; porque después de haber dicho: Este
es el pacto que haré con ellos Después de aquellos días, dice el
Señor: Pondré mis leyes en sus corazones, Y en sus mentes las
escribiré,
añade: Y
nunca más me acordaré de sus pecados y transgresiones.
Pues donde hay remisión de éstos, no hay más ofrenda por el pecado
(He
10.11-18).
Por esto, como
Hijo(a) del Rey, ya no tratas de alcanzar la santidad como algo que
no tienes (eso es lo que el diablo pretende que creas), sino que
ahora crees que tienes todo lo que Dios dice en Su Palabra que eres:
justo(a), santo(a) y perfecto(a). Pues, además, si Dios lo dice,
entonces, es la verdad y por lo tanto puedes vivir como justo(a),
santo(a) y perfecto(a).
En
cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre,
que
está viciado conforme a los deseos engañosos,
y
renovaos en el espíritu de vuestra mente,
y
vestíos
del nuevo hombre,
creado
según Dios
en
la justicia y santidad de la verdad
(Efe
4.22-24).
Así
que, echa fuera de tu vida todo desánimo o depresión. ¡Ahora estás
en Cristo! Dios es contigo, y si Dios es contigo, ¿Quién contra ti?
Oremos en voz
audible:
Amado Padre
celestial, en Tu Palabra puedo notar el gran Amor con que me has
amado, pues aún estando yo muerto(a) en delitos y pecados me diste
vida juntamente con Cristo. Gracias Señor por esta Vida Nueva que me
has dado. Me creaste de Nuevo en justicia y santidad de la verdad.
Creo y recibo este gran Amor. Creo y recibo a Jesús como mi Señor y
Salvador. En Ti, Jesús, tengo vida eterna, vida abundante. Me
determino, con Tu ayuda, Espíritu Santo, a no dejar que las
aflicciones del mundo me infundan temor pues yo no he recibido el
espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor sino que he
recibido el espíritu de adopción y te puedo decir a Ti, Dios, Abba,
Padre. ¡Soy Hijo(a) del Rey! Nada ni nadie me pueden derrotar pues
en todas las cosas soy más que vencedor(a) por medio de Aquel que me
amó, Cristo Jesús. Padre,
cómo no agradecerte Tu Amor tan grande y sublime, pues me has
escogido, redimido y renovado como Hijo(a) Tuyo(a). Tengo Tu Palabra
de Honor y sé que he llegado a mi destino. Ahora estoy más que
dispuesto(a) a utilizar la fe perfecta que ya tengo por Tu Palabra,
para cumplir mi propósito en esta tierra: ser luz en medio de las
tinieblas como embajador de Jesucristo dondequiera que esté y como
quiera que esté, pues no tengo la más mínima duda que, ante todo
problema, enfermedad o adversidad, yo, ______________ (tu nombre
aquí), soy más que vencedor(a) por medio de Aquel que me ha amado,
Cristo Jesús. No recibo el espíritu de temor, ni la duda que
genera, sino que recibo el espíritu de adopción por el cual te
puedo decir Abba, Padre, Papá, Papito. Por Tu Palabra, la Biblia,
estoy seguro(a) de quién ahora yo soy gracias a Jesús: un(a)
Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo. Y soy Nacido(a) de Nuevo, no de
una simiente corruptible, sino de la incorruptible semilla que es la
Palabra de Dios que vive y permanece para siempre. Recibo Tu paz que
sobrepasa todo entendimiento y me lleno con Tu Amor para vivir esta
vida llena de gozo, que Tú has destinado para mí. Por lo tanto, voy
a manifestar, con mi vida, la libertad gloriosa que sólo YO Tu
Hijo(a) puedo tener. ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)!
¡Soy un(a) Hijo(a) del Rey! En el nombre de Jesús. Amén.
Nota
Importante:
¿Cómo me hago Hijo
de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la
siguiente oración en voz audible poniendo toda tu atención y
corazón a lo que le estás diciendo a Dios:
Señor Jesús, yo
creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen
María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a).
Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu
sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada
hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito
a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre
Tú seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor.
Gracias, Dios Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de
fe he pasado de muerte a Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas
a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu
Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré solo(a)!
Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo
C. Peredo Jaime © 2011
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la
Biblia.
Julio
18 1
Co 6 / 1 R 19 / Am 3.1-4.3
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