Martes
17 de Julio de 2012.
¡Creyéndole
a Dios, creyendo Su Palabra!
Por
Riqui Ricón*
Así
ha dicho Jehová: Por tres pecados de Judá, y por el cuarto, no
revocaré su castigo; porque menospreciaron la ley de Jehová, y no
guardaron sus ordenanzas, y les hicieron errar sus mentiras, en pos
de las cuales anduvieron sus padres.
Prenderé,
por tanto, fuego en Judá, el cual consumirá los palacios de
Jerusalén
(Am 2.4-5).
Las
lecturas del día de hoy te hacen notar como a veces, por estar más
enfocados en los aspectos materiales de la existencia, los creyentes
pasan por alto las verdades más profundas de la Palabra de Dios.
Esto, inevitablemente, es un impedimento para una buena relación con
Dios, pues pareciera que es más importante los suplementos para la
buena vida que las razones y fundamentos que nos dan derecho a ella.
Es decir, parece ser más importante tener que comer y vestir que
saber vivir.
Por
tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer
o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de
vestir. ¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el
vestido? Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni
recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No
valéis vosotros mucho más que ellas? ¿Y quién de vosotros podrá,
por mucho que se afane, añadir a su estatura un codo? Y por el
vestido, ¿por qué os afanáis? Considerad los lirios del campo,
cómo crecen: no trabajan ni hilan; pero os digo, que ni aun Salomón
con toda su gloria se vistió así como uno de ellos. Y si la hierba
del campo que hoy es, y mañana se echa en el horno, Dios la viste
así, ¿no hará mucho más a vosotros, hombres de poca fe? No os
afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué
vestiremos? Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero
vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas
cosas. Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y
todas estas cosas os serán añadidas (Mat
6.25-33).
La
enseñanza de Jesús es clara y radical al respecto: ¡No te
preocupes, ni te angusties, por tu vida, que has de beber, ni por tu
cuerpo, qué has de vestir! ¡Tu Padre celestial sabe que tienes
necesidad de todas esas cosas! ¡Deja que Él se haga cargo! Tú sólo
busca primeramente el Reino de Dios y Su Justicia y todas estas cosas
te serán añadidas.
¡Que
grata simpleza hay en las Palabras de Jesús! ¿No es la vida más
que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? ¿No vales tú
mucho más que las aves que Dios alimenta?
Según
la Biblia, que es la Palabra de Dios y no miente, así
como los palacios de Jerusalén (los cuales fueron consumidos por el
fuego), todas las cosas, casas, autos, alimentos, vestidos,
celulares, etc., sólo son accesorios, añadiduras, y Dios, tu
Padre, sabe que tienes necesidad de ellas.
Jehová
es mi pastor; nada me faltará (Sal
23.1).
Sin
embargo, tu vida, tú mismo(a), vales, para Dios, mucho más que esas
cosas.
De
acuerdo al libro de Amos, Dios tuvo que consumir esas vidas
materiales que son producto de menospreciar Su Palabra y caer en el
error de vivir en base a la mentira. Lo importante a destacar aquí,
lo que tenemos que aprender, no es el haber perdido los palacios de
Jerusalén, como usualmente se podría pensar o sentir, sino el hecho
de vivir en el error de la mentira en lugar del acierto de la Verdad.
Pero
yo te declararé lo que está escrito en
el libro de la verdad;
y ninguno me ayuda contra ellos, sino Miguel vuestro príncipe (Dan
10.21).
Tu
justicia es justicia eterna, Y
tu ley la verdad…
Cercano estás tú, oh Jehová, Y todos
tus mandamientos son verdad…
La
suma de tu palabra es verdad,
Y eterno es todo juicio de tu justicia (Sal
119.142, 151, 160).
La
ley de verdad
estuvo en su boca, e iniquidad no fue hallada en sus labios; en paz y
en justicia anduvo conmigo, y a muchos hizo apartar de la iniquidad
(Mal
2.6).
Pero
sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos
a vosotros mismos. Porque si alguno es oidor de la palabra pero no
hacedor de ella, éste es semejante al hombre que considera en un
espejo su rostro natural. Porque él se considera a sí mismo, y se
va, y luego olvida cómo era. Mas
el que mira atentamente en la perfecta ley, la de la libertad,
y persevera en ella, no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la
obra, éste será bienaventurado en lo que hace (Sgo
1.22-25).
Ahora
pues, Jehová Dios, tú
eres Dios, y tus palabras son verdad,
y tú has prometido este bien a tu siervo (2
S 7.28).
¿Por
qué es tan importante esto? ¿Por qué Dios se molesta tanto con las
mentiras? Porque todas las fuerzas del infierno están obrando en tu
contra para que tú no te enteres (y mucho menos lo creas), que la
Biblia realmente es la Palabra de Dios y por lo tanto es la Verdad.
La
serpiente era el más astuto de todos los animales salvajes que el
SEÑOR Dios había hecho. Cierto día le preguntó a la mujer: —¿De
veras Dios les dijo que no deben comer del fruto de ninguno de los
árboles del huerto? —Claro que podemos comer del fruto de los
árboles del huerto —contestó la mujer—. Es sólo del fruto del
árbol que está en medio del huerto del que no se nos permite comer.
Dios dijo: “No deben comerlo, ni siquiera tocarlo; si lo hacen,
morirán”. —¡No morirán! —respondió la serpiente a la
mujer—. Dios sabe que, en cuanto coman del fruto, se les abrirán
los ojos y serán como Dios, con el conocimiento del bien y del mal
(Gen
3.1-5 NTV).
Nunca
olvides que en el Paraíso, en el huerto de Edén, Dios le enseñó a
Adán y Eva que no comieran del fruto del árbol del conocimiento del
bien y del mal porque si lo hacían ciertamente morirían (lo cual
resultó ser la Verdad). Sin embargo, Satanás (en forma de
serpiente), contradijo la Palabra de Dios con sus mentiras y planteó
un dilema para Adán y Eva: Dios mi creador DICE una cosa y este
animalito DICE otra, ¿quién de los dos dirá la VERDAD? ¿A cuál
de los dos le voy a CREER?
Este
es el mismo dilema que vivían los israelitas en los días de Amos y
en los días de Elías.
Y
acercándose Elías a todo el pueblo, dijo: ¿Hasta cuándo
claudicaréis vosotros entre dos pensamientos? Si Jehová es Dios,
seguidle; y si Baal, id en pos de él. Y el pueblo no respondió
palabra
(1 R 18.21).
Vemos así, que en
los tiempos de Elías el pueblo de Israel vivía una vida de
constante fracaso y derrota debido a sus constantes dudas e
incredulidad a la Palabra de Dios. A pesar de que Baal y sus
sacerdotes habían fracasado en responder con fuego para el
sacrificio, Israel calló y no respondió palabra. Como Tomás con
Jesús resucitado, ellos necesitaban ver para creer.
Cuando
llegó la hora de ofrecerse el holocausto, se acercó el profeta
Elías y dijo: Jehová Dios de Abraham, de Isaac y de Israel, sea hoy
manifiesto que tú eres Dios en Israel, y que yo soy tu siervo, y que
por mandato tuyo he hecho todas estas cosas.
Respóndeme,
Jehová, respóndeme, para que conozca este pueblo que tú, oh
Jehová, eres el Dios, y que tú vuelves a ti el corazón de ellos.
Entonces
cayó fuego de Jehová, y consumió el holocausto, la leña, las
piedras y el polvo, y aun lamió el agua que estaba en la zanja
(1 R 18.36-38).
Dado que fe es
creerle a Dios creyendo Su Palabra, el problema aquí es que los
milagros no producen fe. Esto es evidente pues desde que Moisés sacó
al pueblo de Egipto hasta Elías pasaron más de 600 años llenos de
milagros y de la intervención sobre natural de Dios a favor de
Israel, ¡y ellos continuaban sin creerle a Dios!
De hecho, fuego
descendió del cielo y todos clamaron que Jehová era Dios, pero ni
el rey Acab, ni el pueblo de Israel se volvieron hacia Dios de todo
corazón. ¡Asombroso! Hoy en día muchos dirían que si vieran caer
fuego de Dios como respuesta a sus oraciones, entonces en verdad
creerían en Dios. Pero, ¿le creerían a Dios? ¿Creerían a Su
Palabra la Biblia?
Entonces
todos los discípulos, dejándole, huyeron. Pero cierto joven le
seguía, cubierto el cuerpo con una sábana; y le prendieron;
mas él, dejando la
sábana, huyó desnudo (Mar 14.50-52).
Lo mismo sucedió
con Jesucristo quien hizo gran cantidad de señales y milagros y aun
así hasta sus discípulos lo abandonaron.
En su sabiduría, Dios
comprendió que el mundo jamás lo encontraría por medio de la
inteligencia humana, y determinó salvar precisamente a los que creen
de corazón este mensaje que el mundo tilda de tonto e insensato. Es
insensato para los judíos porque piden señales en el cielo que
confirmen la veracidad de lo que se les anuncia; y es insensato para
los griegos porque sólo confían en lo que concuerda con sus
filosofías y en lo que consideran sabio. Por eso, cuando les
predicamos que Cristo que murió puede salvarlos, los judíos se
ofuscan y los griegos dicen que es tontería. Mas para los llamados,
ya sean judíos o griegos, Cristo es el gran poder de Dios que los
salva, el centro mismo del sabio plan de salvación divina (1
Co 1.21-24 BAD).
Muy probablemente tú
necesites un milagro el día de hoy. Es muy probable que este día
necesites la intervención divina en algún asunto o problema que
estés enfrentando. Si este es tu caso, te tengo buenas noticias, lo
único que necesitas hacer es resolver el dilema de la Vida: ¿Quién
dirá la Verdad? ¿A quién le vas a creer?
¿Vas a creerle al
pecado y a la condenación y a la certeza de la muerte eterna? ¿O
vas a creerle a Dios, tu Padre, que te ama tanto que prefirió
entregar a Su propio Hijo antes que perderte a ti y ha decretado en
Su Palabra que, Porque
de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito,
para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida
eterna.
Porque
no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para
que el mundo sea salvo por él (Jn 3.16-17)?
¿Vas a creer a la
tristeza, la depresión, la soledad y la falta de significado de tu
existencia? ¿O vas a creerle a Dios, tu Padre, que te ama tanto que
ha hecho de ti Su propio(a) Hijo(a) decretando en Su Palabra que,
MIREN CUÁNTO NOS ama el Padre
celestial que permite que seamos llamados hijos de Dios. ¡Y lo mas
maravilloso es que de veras lo somos! (1 Jn 3.1a BAD)?
¿Vas a creer en el
dolor, los diagnósticos, el malestar y la enfermedad que tienes que
sobrellevar con resignación por tu suerte? ¿O vas a creerle a Dios,
tu Padre, quien te dice en Su Palabra que, Ciertamente
llevó él nuestras [tus]
enfermedades, y
sufrió nuestros [tus]
dolores; y nosotros
le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. Mas él herido
fue por nuestras [tus]
rebeliones, molido
por nuestros [tus]
pecados; el castigo
de nuestra [tu]
paz fue sobre él, y
por su llaga fuimos nosotros [tu]
curados (Isa
53.4-5)?
¿Vas a creer en la
pobreza y la escasez de la vida miserable que te tocó vivir? ¿O vas
a creerle a Dios, tu Padre, quien te dice en Su Palabra que, Mi
Dios [tu
Padre], pues, suplirá
todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo
Jesús (Fil 4.19)?
¿Vas a creer en las
circunstancias y lo malo de los tiempos que te han arrebatado el
corazón de tus hijos para llevarlos a la perdición? ¿O vas a
creerle a Dios, tu Padre, quien te jura en Su Palabra que, Y
este será mi pacto con ellos [contigo],
dijo Jehová: El Espíritu mío que está sobre ti [el
Espíritu Santo], y
mis palabras que puse en tu boca [la
Biblia], no faltarán
de tu boca, ni de la boca de tus hijos, ni de la boca de los hijos
de tus hijos, dijo Jehová, desde ahora y para siempre (Isa
59.21)?
¡Sólo creyéndole
a Dios, creyendo Su Palabra, dejarás de ser derrotado(a) entre dos
pensamientos para vivir la Vida Victoriosa que Cristo Jesús compró
para ti!
¡Sólo la fe
produce los milagros!
Regocijémonos en El,
crezcamos en la vida cristiana y dejemos atrás nuestra vieja y
cancerosa vida con sus malicias y perversidades. Celebrémoslo con el
purísimo pan del honor, la sinceridad y la verdad (1
Co 5.8 BAD).
Tú no eres un(a)
viejo(a) pecador(a) salvo(a) por gracia. En honor a la Verdad, que es
la Palabra de Dios, tú eres un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de
Nuevo y no de una simiente que se pueda corromper sino de la
incorruptible semilla que es la Palabra de Dios que vive y permanece
para siempre.
¡Tú eres el (la)
amado(a) de tu Padre!
Oremos en voz
audible:
Amado Padre
celestial, en esta hora quiero agradecer Tu Gran Amor para conmigo,
que estando yo muerto(a) en delitos y pecados me diste Vida
juntamente con Cristo. Señor Jesús, gracias por la Vida Nueva que
compraste para mí. Gracias porque no es una vida común y corriente.
Por ti, Señor Jesús, ahora puedo gozar la Vida Eterna de un(a)
Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo. ¡Tengo Vida de Reino! ¡Tengo
Vida de Poder! Por Ti, mi amado Jesús, he Nacido de Nuevo y ahora
Dios, el Todopoderoso, es Abba, Padre, mi Papá. Leer de esto en Tu
Palabra, la Biblia, me hace conocer la Verdad y la Verdad me hace
libre. ¡Tengo entendimiento y resplandezco como el resplandor del
firmamento! Soy libre para recibir, por medio de la fe en Ti,
Jesucristo, esta Nueva Vida. Soy libre para recibir, por medio de la
fe en Tu Palabra, esta identidad de Hijo(a) de Dios Nacido(a) de
Nuevo, siendo
renacido(a), no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por
la palabra de Dios que vive y permanece para siempre. Por lo tanto,
amado Padre celestial, todas y cada una de las Promesas que están en
Tu Palabra son mías y para mí. Hoy
puedo orar a Ti con la certeza de que me escuchas y me respondes.
Tengo gozo y paz en mi corazón pues puedo pedir y recibir. Por lo
tanto, en el nombre poderoso de Cristo Jesús, declaró que soy
sano(a) y libre de toda enfermedad o dolencia; creo y recibo la
voluntad expresa de mi Padre, Dios Todopoderoso, para ser y vivir
prosperado(a) en todas las cosas. Echo fuera de mi vida todo
pensamiento de temor y duda resistiendo todo engaño y mentira acerca
de mí. Yo soy lo que la Biblia dice que soy. Un(a) Hijo(a) amado(a)
de Dios; especial tesoro de mi Padre; todo lo puedo en Cristo que me
fortalece y en todas las cosas, absolutamente todas las cosas, soy
más que vencedor(a) por medio del Amor de Cristo Jesús, mi Rey,
Señor y Salvador. Señor Jesús, hoy me alegro en el gozo y la paz
que brindan el ser la persona que Tú dices que soy. Amén.
Nota
Importante:
¿Cómo me hago Hijo
de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la
siguiente oración en voz audible poniendo toda tu atención y
corazón a lo que le estás diciendo a Dios:
Señor Jesús, yo
creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen
María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a).
Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu
sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada
hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito
a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre
Tú seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor.
Gracias, Dios Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de
fe he pasado de muerte a Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas
a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu
Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré solo(a)!
Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo
C. Peredo Jaime © 2011
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la
Biblia.
Julio
17 1
Co 5 / 1 R 18 / Am 2
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