Domingo 14 de
Julio de 2013.
¡Una Vida Totalmente Nueva por el
Espíritu de Dios!
Por Riqui Ricón*
Y después de esto derramaré mi
Espíritu sobre toda carne, y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas;
vuestros ancianos soñarán sueños, y vuestros jóvenes verán visiones. Y
también sobre los siervos y sobre las siervas derramaré mi Espíritu en aquellos
días (Jo 2.28-29).
La Biblia, que es la Palabra de
Dios y no miente, te enseña que Dios estableció un tiempo para que Su Espíritu,
el Espíritu Santo, fuese derramado sobre toda carne. Este derramamiento del
Espíritu tiene un propósito bien claro y definido, y lo puedes encontrar
establecido por el Amor de Dios para contigo a todo lo largo y lo ancho de las
Escrituras: ¡Revestirte con Su Poder!
Y estuve
entre vosotros con debilidad, y mucho temor y temblor; y ni mi
palabra ni mi predicación fue con palabras persuasivas de humana sabiduría,
sino con demostración del Espíritu y de poder, para que vuestra fe
no esté fundada en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios (1 Co 2.3-5).
La Presencia del Espíritu Santo
es tan importante en tu vida como el aire que respiras o los latidos de tu
corazón para vivir. Él es la promesa del Padre que debías esperar, la cual,
dijo Jesús, oisteís de mí, Porque Juan ciertamente
bautizó con agua, mas vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro
de no muchos días (Hch 1.4-5).
Ahora bien, esta promesa se
cumplió cuando Jesús estableció el Nuevo Pacto en Su Sangre, pues cuando Dios
prometió el Nuevo Pacto en Jeremías 31.31-34 aseguró que Él, Dios mismo, daría
Su ley en tu mente y la escribiría en tu corazón. Así que, es Él y no tú el que
tiene que cumplir esta promesa. Y la forma en que lo hizo es por si misma
asombrosa: ¡Te dio Su propio Espíritu!
Esparciré sobre vosotros agua
limpia, y seréis limpiados de todas vuestras inmundicias; y de todos vuestros
ídolos os limpiaré. Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo
dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré
un corazón de carne. Y
pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos,
y guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra (Eze
36.25-27).
Es por esta razón y no otra que
tu vida cambió al instante que recibiste a Jesús como Señor y Salvador de tu
vida. ¡Dios cumplió, en ti, Su parte del Nuevo Pacto para tu vida! Esto lo sé
bien, pues por más de 30 años he escuchado y presenciado testimonios de como
las vidas son cambiadas al momento que pecadores y pecadoras empedernidos
aceptan el sacrificio de Jesús como el pago para la redención de sus vidas.
El Nuevo Nacimiento no es una
doctrina religiosa sino una realidad espiritual de la promesa del Nuevo Pacto
que Dios hizo para asegurarse que podrías entrar al Reino, no como un pecador
salvo por gracia (o eres pecador o eres salvo), sino como nueva creación, en
novedad de vida: un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo y no de una simiente corruptible sino de incorruptible por la Palabra de
Dios que vive y permanece para siempre (1 P 1.23).
En Cristo Jesús, tú has sido
hecho(a) justo(a), santo(a) y perfecto(a). Con Su muerte en la cruz tú moriste
al pecado y con Su resurrección recibiste una VIDA TOTALMENTE NUEVA para ser
Hijo(a) amado(a) de Dios. Es por eso que ahora también eres el templo o lugar
de habitación de Su Santo Espíritu.
¿No se dan cuenta de que su cuerpo es el templo del
Espíritu Santo, quien vive en ustedes y les fue dado por Dios? (1 Co 6.19a NTV)
Nada de esto sería posible sin el
Espíritu Santo. Fue Él quien ayudó, instruyó y manifestó Su Poder en la vida de
Jesús. Fue Él quien lo levantó de los muertos, haciendo de Jesús el primer Hijo
de Dios Nacido de Nuevo. Y es Él quien, por el Nuevo Pacto en la Sangre de
Jesús, te hizo Nacer de Nuevo y ahora Vive en ti y contigo para que creas y
vivas en la certeza de que eres ese(a) Hijo(a) de Dios que la Biblia dice que
eres.
Y nosotros no hemos recibido
el espíritu del mundo, sino el Espíritu que proviene de Dios, para que sepamos
lo que Dios nos ha concedido (1 Co 2.12).
Y lo que
Dios te ha concedido es una Vida Nueva totalmente diferente: ¡La Vida Eterna de
un(a) Hijo(a) de Dios!
¡Fíjense qué gran amor nos ha dado el Padre, que se nos llame hijos de Dios! ¡Y lo somos!
El mundo no nos conoce,
precisamente porque no lo conoció a él (1 Jn 3.1 NVI).
Antes
estabas muerto(a) en tus delitos y pecados, ahora Él te llama Hijo(a) amado(a),
y eso es lo que eres.
Antes
estabas perdido(a), ahora ¡Todo lo puedes en Cristo que te fortalece!
Antes
estabas vencido y fracasado, ahora ¡En todas las cosas eres más que
vencedor(a)!
Antes vivías
esclavizado por la angustia y el temor de este mundo, ahora ¡Mayor es el que
está en ti, que el que está en el mundo!
También en Cristo, vosotros, que escuchasteis la palabra
de la verdad, la buena nueva de la salvación, y que habéis creído en él,
fuisteis sellados con el Espíritu Santo prometido. Este sello es la garantía de
la herencia que hemos de recibir, por la cual alabamos a nuestro Dios glorioso (Efe 1.13-14
CST).
El Espíritu Santo está en tu vida
como el sello de garantía de todo lo que Dios ha dicho en Su Palabra acerca de
ti. ¡Él es Dios, tu ayudador, consejero y mejor amigo! ¡No hay forma que puedas
perder!
Jehová de los ejércitos,
Dichoso el hombre [la mujer] que en ti confía (Sal 84.12).
El miedo, la enfermedad, la
tristeza o la depresión ya nada tienen en ti. ¡Has Nacido de Nuevo!
Ahora puedes ser dichoso(a) –mil
veces feliz-, pues tienes un Padre que te ama, un hermano mayor, Jesús, que te
guarda y un amigo, el Espíritu Santo, que te acompaña.
Insisto, ¡no hay forma que puedas
perder!
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, ¡qué
grande, sublime y hermoso es Tu Amor para conmigo! Quiero decirte que te amo
con todo mi corazón, que el tenerte a Ti, Espíritu Santo, en mi Vida y conmigo
es asombroso y maravilloso. Gracias Señor. Ahora sé que no hay forma que pueda
perder pues mayor eres Tú, que estás en mí, que el que está en el mundo. Y ¿qué
puedo decir a esto? Si Tú, Espíritu Santo, estás en mi y conmigo ¿quién puede
siquiera intentar estar contra mí? Gracias porque en Ti, Jesucristo, en Tu
Amor, soy más que vencedor. Señor Jesús, no encuentro palabras suficientes para
declararte mi amor y gratitud. Por lo que hiciste por mí en esa cruz yo fui
hecho justo(a); al vencer a la muerte y resucitar de entre los muertos me
abriste el camino a la Vida Eterna. Espíritu Santo, al darme Tú la fe para
creer en la Palabra de Dios, para creer en Jesús como mi Señor y Salvador, me
hiciste Nacer de Nuevo dotándome de la Vida Eterna que Él pagó a precio de Su
Sangre. Ahora, por la Sangre del Nuevo Pacto, soy Nueva Creatura, las cosas
viejas pasaron y he aquí que toda mi vida es hecha nueva. ¡Gracias Padre!
¡Gracias Jesús! ¡Gracias Espíritu Santo! Ahora comprendo más el por qué en
todas las cosas soy más que vencedor(a), pues TODO lo puedo en Cristo Jesús, el
cual me amó y se entregó a sí mismo por mí. Sé que soy Tuyo(a), Padre, y que
los he vencido (al mundo y sus deseos engañosos), pues mayor eres Tú, Espíritu
Santo, que estás en mí y conmigo, que el que está en el mundo. Sé que soy un(a)
Hijo(a) del Rey por lo que Jesús hizo por Amor a mí. Por todo esto, creo
y declaro que caerán a mi lado mil y diez mil a mi diestra más a mí no llegará,
porque aunque ande en valle de sombra y de muerte NO TEMERÉ mal alguno porque
Tú, Señor, estás conmigo. Tú eres el que me guarda y el maligno no me toca.
Someto todo problema, angustia o enfermedad a la autoridad de la Palabra de
Dios, mi Padre, y los pongo bajo mis pies. ¡Soy sano(a)! ¡Soy Libre! ¡Soy próspero(a)!
Creo y recibo el Amor, el gozo y la paz que sólo yo, un(a) Hijo(a) del Rey,
puedo experimentar para vivir una vida en la Plenitud de Dios, mi Padre. ¡No
voy a temer! Solamente creeré lo que la Biblia, la Palabra de Dios, que no miente,
dice acerca de mí. Abba,
Padre, me parece que la Eternidad será corta para amarte y agradecerte lo que
hiciste por mí. En el nombre de Jesús. Amén.
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo
establezco una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en
voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a
Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el
Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis
pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí
acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa
derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a
entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi
único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios
Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a
Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido
de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más
estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo
Jaime © 2011
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Julio
14 1 Co 2 / 1 R 15.1-32
/ Jo 2.12-32
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