Domingo
28 de Julio de 2013.
¡La
buena voluntad de Dios para contigo!
Por
Riqui Ricón*
Con
todo eso, Jehová no quiso destruir a Judá, por amor a David su
siervo, porque había prometido darle lámpara a él y a sus hijos
perpetuamente
(2
R 8.19).
Desde hace años
está de moda decir que los cristianos, los Hijos de Dios Nacidos de
Nuevo, no tienen una religión sino una relación con Dios. Esto sólo
puede ser verdad para aquellos que, a través de la Biblia, han
creído a TODA la Palabra de Dios. Los creyentes debemos, porque así
está escrito, vivir vidas plenas, siendo prósperos y saludables al
caminar de la mano de nuestro Dios y Padre, escuchando y obedeciendo
lo que Él nos dice.
Nunca
se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de
noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo
que en él está escrito;
porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien.
Mira
que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes,
porque
Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas
(Jos 1.8-9).
-Pero, pero, Riqui
Ricón -me dicen-, ojalá fuera así. Mi realidad parece ser muy
diferente, me encuentro en una lucha continua, resistiendo al pecado
y las aflicciones de este mundo, buscando no fallarle a Dios. Oro,
ayuno, leo la Biblia y hasta diezmo. Sin embargo, así como que yo
tenga una vida próspera y todo me salga bien pues la verdad, no.
¡Eso quisiera!
Yo te preguntaría:
¿caminas con Jesús como lo haces con tu mejor amigo? ¿Pasas tiempo
con Él conversando y escuchando? ¿Crees sus Palabras? ¿Lo
consideras digno de confianza? ¿Le conoces tanto como para creerle?
En el versículo con
que iniciamos esta reflexión, puedes notar una de las principales
cualidades de Dios, pues 800 años antes del episodio que se narra en
Segunda de Reyes Ocho, ya les había advertido sobre las
consecuencias de entrar en una relación de Pacto con Él, para luego
invalidarla. Constantemente les envió jueces, reyes y profetas,
exhortándolos a que volviesen a Él. Sin embargo, por Amor, le hizo
una promesa a David dándole Su Palabra y, recuerda, Dios tiene
Palabra de Honor, Él no puede mentir.
Dios
no es hombre, para que mienta, Ni hijo de hombre para que se
arrepienta. El dijo, ¿y no hará? Habló, ¿y no lo ejecutará?
(Núm 23.19).
El hombre cuando se
arrepiente de su palabra es para su propio provecho, ya que lo hace
cuando se da cuenta que lo que dijo le va a perjudicar de alguna
manera. ¡Dios no actúa así!
Y
vio Dios lo que hicieron, que se convirtieron de su mal camino; y se
arrepintió del mal que había dicho que les haría, y no lo hizo
(Jon 3.10).
Cuando Dios se ha
arrepentido de algo que ha dicho siempre ha sido en respuesta al Amor
que tiene por los seres humanos. Sólo para tu provecho y beneficio.
¡Dios es bueno!
Amado,
yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas
salud, así como prospera tu alma
(3
Jn 2).
De
hecho, cuando lees y meditas la Palabra de Dios, encuentras que en la
Biblia está expresada la Voluntad de Dios para tu Vida y ésta es
buena, agradable y perfecta. Dios desea que tú seas próspero(a) en
todas las cosas; Él desea que tengas buena salud y que vivas tu Vida
con gozo, paz y Amor, sabiendo que Él está contigo; que nunca te ha
dejado y nunca te dejará.
¿Se
olvidará la mujer de lo que dio a luz, para dejar de compadecerse
del hijo de su vientre? Aunque olvide ella, yo nunca me olvidaré de
ti (Isa
49.15).
Sin
importar cuáles hayan sido las condiciones de tu Vida, Dios ha
comprometido Su Palabra para nunca olvidarse de ti.
Te
abrirá Jehová su buen tesoro, el cielo, para enviar la lluvia a tu
tierra en su tiempo, y para bendecir toda obra de tus manos. Y
prestarás a muchas naciones, y tú no pedirás prestado.
Te
pondrá Jehová por cabeza, y no por cola; y estarás encima
solamente, y no estarás debajo, si obedecieres los mandamientos de
Jehová tu Dios, que yo te ordeno hoy, para que los guardes y cumplas
(Deu 28.12-13).
La Biblia, la
Palabra de Dios, que no miente, es indiscutiblemente clara acerca de
cuál es el deseo de Dios para tu vida. Él sólo pide de ti una
cosa, que le creas, que creas que hay honor en Su Palabra.
Pero
sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se
acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le
buscan
(He 11.6).
Así que, ante
cualquier problema, enfermedad o aflicción que estés enfrentando el
día de hoy, lo mejor que puedes hacer es creerle a Dios, creyendo Su
Palabra. Cambia tu forma de pensar y tu actitud ante las
circunstancias. No pongas tu atención en los problemas y
aflicciones, sino ponla en Jesús, ponla en Sus Palabras. Haz de la
Biblia la Norma máxima de tu vida leyéndola, meditándola y
utilizándola de noche y de día. La Palabra de Dios es viva y
eficaz, es espíritu y es vida, así que, permítele cambiar tus
problemas y circunstancias mientras te llena de fe.
No
os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la
renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea
la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta
(Ro
12.2).
Tener una relación
con Dios, en lugar de una religión, significa involucrarte
afectivamente con Él, y para lograrlo es necesario que conozcas y
reconozcas quién es Él y también que conozcas y reconozcas quién,
ahora, tú eres, gracias a Él.
Oremos en voz
audible:
Amado Padre
celestial, cada vez comprendo más que es a través de Tu Palabra, y
no de mis acciones, que renuevo mi entendimiento. La meditación de
Tu Palabra produce en mi vida la fe que necesito para actuar conforme
y coherentemente a quien Tú, Señor, dices que ahora yo soy: un(a)
Hijo(a) Tuyo(a). Alabo y bendigo Tu Nombre por esto. Fue mediante Tu
muerte y resurrección, Jesucristo, que yo Nací de Nuevo para
recibir la Vida Eterna que con Tu Sangre compraste para mí. Es
mediante Tu Palabra, la Biblia, que renuevo el espíritu de mi
entendimiento y así, sólo así, puedo despojarme del (la)
hombre(mujer) viejo(a) que está viciado(a) conforme a los deseos
engañosos, para vestirme del(la) hombre(mujer) nuevo(a) creado(a)
por Ti, oh Dios, conforme a la justicia y santidad de la verdad. Así
que, en Tu nombre, Jesús, declaro que no son los problemas ni las
circunstancias los que determinan quien soy ni cómo voy a vivir. Soy
un(a) Hijo(a) del Rey, por lo tanto, puedo y debo vivir una Vida
Plena y Abundante. Tú me diste Tu Palabra, Jesús, y en ella tengo
paz y plenitud, pues aunque en el mundo tendré aflicciones, puedo
confiar en Ti. Tú has vencido al mundo y yo en Ti y Contigo, pues
mayor eres Tú, Espíritu Santo, que vives en mí, que el que está
en el mundo. Así que, en Tu nombre Jesús, recibo mi sanidad; recibo
mi libertad; recibo la restauración de mi matrimonio y de mi familia
y recibo prosperidad en todas las áreas de mi vida. Creo y declaro
que de todo problema, aflicción o enfermedad yo, __________ (tu
nombre aquí), he de salir más que vencedor(a) por medio de Tu Amor,
mi Señor Jesús. ¡Todo lo puedo en Cristo que me fortalece! Amén.
Nota
Importante:
¿Cómo me hago Hijo
de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la
siguiente oración en voz audible poniendo toda tu atención y
corazón a lo que le estás diciendo a Dios:
Señor
Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de
la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a)
pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí
acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa
derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y
te invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para
siempre Tú seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y
mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta simple oración y
profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido trasladado(a) de
las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo! ¡Dios,
ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más
estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de
Jesús. Amén.
*Ricardo
C. Peredo Jaime © 2011
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la
Biblia.
Julio
28 1
Co 14.1-25 / 2 R 8 / Jon 3
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