Viernes 27 de Mayo de 2011.
¡Primero creer!
Por Riqui Ricón*
porque no son los oidores de la ley los justos ante Dios, sino los hacedores de la ley serán justificados (Ro 2.13).
Lo asombroso del mensaje del Evangelio es que, a pesar de que está escrito que no se justificará delante de Dios hombre alguno (Sal 143.2), y por este motivo por más que nos esforzábamos en cumplir la ley siempre caíamos, Dios rompe este círculo de fracasos y derrotas al justificarnos Él, por Su Amor, mediante nuestro Señor y Salvador Jesucristo.
Pero ahora, aparte de la ley, se ha manifestado la justicia de Dios, testificada por la ley y por los profetas; la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen en él. Porque no hay diferencia, por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios, siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús, a quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre, para manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados, con la mira de manifestar en este tiempo su justicia, a fin de que él sea el justo, y el que justifica al que es de la fe de Jesús (Ro 3.21-26).
Ser justificados significa que Cristo Jesús YA PAGÓ el precio, las consecuencias, de TODOS nuestros pecados al morir en esa cruz derramando hasta la última gota de Su Sangre por Amor a ti y a mí. Porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios, siendo a la verdad muerto en la carne, pero vivificado en espíritu (1 P 3.18).
Así que, tú y yo, vivimos ahora como Hijas e Hijos de Dios Nacidos de Nuevo sabiendo y creyendo que somos justificados no por nuestras obras sino por nuestra fe en Jesús. Sin embargo, como la fe sin obras es muerta en sí misma, nosotros, sabiendo y creyendo que nacimos de nuevo no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre (1 P 1.23), pensamos, hablamos y actuamos como Hijos del Rey, cumpliendo la ley de Cristo.
y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad (Efe 4.24).
porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados (He 10.14).
Ser un(a) Hija(o) de Dios Nacida(o) de Nuevo básicamente significa dos cosas; primero, creer, tener la certeza, la convicción, que eres quien Dios dice en Su Palabra que ahora tú eres: incorruptible, justa(o), santa(o) y perfecta(o). Luego, actuar, obrar, vivir de acuerdo a lo que ya sabes y crees que eres: un(a) Hija(o) de Dios Nacida(o) de Nuevo.
En el día que temo, Yo en ti confío. En Dios alabaré su palabra; En Dios he confiado; no temeré; ¿Qué puede hacerme el hombre? (Sal 56.3-4).
Es la Eterna e Infalible Palabra de Dios la que te garantiza que todo esto es así. Puedes vivir confiada(o) pues sabes quién eres: un(a) Hija(o) del Rey; una princesa o príncipe del Dios vivo y verdadero; un(a) escogida(o) y amada(o) del Todopoderoso. ¿Qué puede hacerte el hombre o demonio o pobreza o enfermedad?
Amado Padre celestial, ¿Qué, puedo decir a todo esto? Si Tú estás por mí y conmigo, ¿quién contra de mí? ¿Quién me podrá hacer daño? ¿Quién podrá atemorizarme? Si Tú no escatimaste ni a Tu propio Hijo, sino que lo entregaste por Amor a mí, ¿cómo no me darás también con él todas las cosas? ¿Quién me acusará si soy escogida(o) de Dios? Tú eres el que me justifica. ¿Quién es el que me condenará? Cristo Jesús es el que murió; más aún, el que también resucitó, el que además está a Tu diestra, oh Dios. ¡Jesús, Tú eres el que intercede por mí! ¿Quién me separará del amor de Cristo Jesús? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? Como está escrito en Tu Palabra, la Biblia: Por causa de ti soy muerta(o) todo el tiempo; Soy contada(o) como oveja que va al matadero. Gracias Padre, porque, antes, en todas estas cosas soy más que vencedor(a) por medio de aquel que me amó, Jesús. Por lo cual estoy segura(o) de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada me puede separar de Tu Amor, oh Dios, que es en Cristo Jesús, mi Rey, Señor y Salvador. Amén. (Ro 8.31-39).
*Ricardo C. Peredo Jaime © 2011
Lectura y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Mayo 27 Ro 2.1-3.8 / 1 Sam 10.17-11.15 / Sal 56
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