miércoles, 11 de mayo de 2011

¿Cómo ser justa/justo?

Martes 10  de Mayo de 2011.
¡Preciosa Sangre!
Por Riqui Ricón*
Además respondió Jehová a Job, y dijo: ¿Es sabiduría contender con el Omnipotente? El que disputa con Dios, responda a esto… Cíñete ahora como varón tus lomos; Yo te preguntaré, y tú me responderás. ¿Invalidarás tú también mi juicio? ¿Me condenarás a mí, para justificarte tú? ¿Tienes tú un brazo como el de Dios? ¿Y truenas con voz como la suya? (Job 40. 1-2, 7-9).
A veces me pregunto si en verdad, aquellos que pretenden presentarse delante de Dios abogando por sí mismos y declarando su propia justicia, podrán siquiera pronunciar una palabra delante de Su Presencia. Claro que, para los que aseguran que Dios no existe el choque de la impresión será tal, que estoy seguro no podrán articular palabra delante de Él. Pero, ¿qué será de los que se creen lo suficientemente buenos como para pretender señalar a Dios unas cuantas de sus muchas opiniones que tienen?
Para responder a esto sólo tenemos que acudir a la Escritura donde encontramos que David, el amado y escogido por Dios, clamaba:
Oh Jehová, oye mi oración, escucha mis ruegos; Respóndeme por tu verdad, por tu justicia. Y no entres en juicio con tu siervo; Porque no se justificará delante de ti ningún ser humano (Sal 142. 1-2).
Ahora bien, lo importante aquí no es señalar lo indigno o poca cosa que el hombre es delante de Dios sino, en verdad, resaltar el maravilloso Amor con que nos ha amado a todos los seres humanos. ¿Cómo podría cualquier mujer u hombre permanecer delante de Su Majestad si todos somos injustos, hemos pecado y estamos destituidos de la gloria de Dios?
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Jn 3. 16-17).
¡Él, el único y todopoderoso Dios, decidió amarte tanto que prefirió entregar a Su propio Hijo, como el precio para pagar tus culpas y pecados, antes que perderte a ti! Por Su Amor, Dios desea trasladarte de tu condición de muerte eterna a una vida eterna, plena y abundante donde, en lugar de condenación, encuentres tu plenitud como Hija/Hijo de Dios Nacida/Nacido de Nuevo.
El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia (Jn 10. 10).
El propósito de la muerte de Jesucristo en esa cruz siempre ha sido llevarte de ese estilo de vida de fracaso, desesperación, enfermedad, pobreza, temor y muerte a una vida plena y abundante que solamente Él te puede ofrecer. Una vida llena de luz y de amor; con la certeza de quién tu ahora eres en Cristo: una/un Hija/Hijo amada/amado del único Dios vivo y verdadero. Que gracias a tu Nuevo Nacimiento de la semilla incorruptible que es la Palabra de Dios, ahora el pecado NADA tiene en ti. Si caes, puedes correr hacia tu Padre celestial, en lugar de huir de Él, arrepentirte y pedirle perdón, sabiendo de antemano que, por Su gran Amor, Él te perdona y no te condena. Además, la muerte ya ha sido vencida en ti y no tienes absolutamente nada que temer, pues tú moriste con Jesús y juntamente con Él fuiste resucitada/resucitado: la muerte ya no te puede tocar. Recuerda que la paga del pecado es muerte (eso lo pagó Jesús por ti), pero el regalo de Dios es VIDA ETERNA en Cristo Jesús (esto lo recibes tú al creer, al creerle a Dios, al creerle a Su Palabra -Ro 6.23-).
Hijitos, vosotros sois de Dios, y los habéis vencido; porque mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo (1 Jn 4. 4).
Nuestra situación actual es totalmente distinta a la del pasado. Hoy, tú y yo somos Hijas e Hijos de Dios Nacidos de Nuevo y el Espíritu Santo vive en nosotros y con nosotros. La victoria es nuestra y no tenemos nada que temer. No nos justificamos delante de Dios, ni pretendemos discutir con Él. Ahora le conocemos, conocemos Su Amor y le amamos como Hijas e Hijos de Él.
Amado Padre celestial, ahora entiendo que Job pretendía tener un derecho que no tenía pero anhelaba tener: hablar Contigo cara a cara. Y yo, Señor, tengo ese derecho y privilegio por la Sangre de Tu Hijo Jesús, mi Rey, Señor y Salvador. Cómo no decirles que les amo y les adoro. Gracias por tan grande Amor. Hoy estoy delante de Tu Presencia sabiéndome Tu Hija/Hijo amada/amado. Creo lo que hiciste por mí en la Cruz, Señor Jesús, y recibo todos los beneficios que Tu Sangre compró para mí: Vida Eterna, Vida Abundante, Vida Plena. Me parece que la Eternidad será corta para amarte y agradecerte lo que hiciste por mi. En el nombre de Jesús. Amén.
¡Dios me justificó en la Sangre de Jesús! ¡Preciosa Sangre!
*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2011


Lectura y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
                                                                                   
Mayo 10                               Hch 19. 23-41  /  Jue -11.34-12.15  /  Job 40

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