Viernes 13 de Mayo de 2011.
¡En Tu Presencia!
Por Riqui Ricón*
Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas, Así clama por ti, oh Dios, el alma mía. Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo; ¿Cuándo vendré, y me presentaré delante de Dios? (Sal 42. 1-2).
En verdad en el corazón de cada creyente existe un clamor, un reclamo, que fluye de la profunda necesidad que tenemos de la Presencia de nuestro Dios y Padre. No sólo en momentos de apremiante necesidad, sino en cualquier momento desearía poder reducir la velocidad de los acontecimientos que me rodean para acallar mí alma y disfrutar la delicia de la comunión con Aquel que me ama tanto que dio Su propia vida por amor a mí: Cristo Jesús.
Lamentablemente, muchos creyentes dejan de lado su identidad como Hijas e Hijos de Dios Nacidos de Nuevo y acuden delante de Su Padre, mayormente, sólo en momentos de necesidad. Desconociendo mucho de Su Amor, Poder y Fidelidad se olvidan que Aquel que da de comer a las aves y viste a los lirios del campo, prometió cuidar de nosotros.
Y si así viste Dios la hierba que hoy está en el campo, y mañana es echada al horno, ¿cuánto más a vosotros, hombres de poca fe? Vosotros, pues, no os preocupéis por lo que habéis de comer, ni por lo que habéis de beber, ni estéis en ansiosa inquietud. Porque todas estas cosas buscan las gentes del mundo; pero vuestro Padre sabe que tenéis necesidad de estas cosas. Mas buscad el reino de Dios, y todas estas cosas os serán añadidas (Luc 12. 28-31).
¡Dios es bueno! Lo único que pide de nosotros es que permanezcamos en Su Palabra, creyéndole a Él. Creyendo lo que Dios dice acerca de quién tú eres hoy. Tú ya no eres más una creatura, ni hombre o mujer de poca fe, ahora, por Cristo Jesús, por Su Sangre derramada hasta la última gota en esa cruz, por amor a ti, eres una/un Hija/Hijo de Dios Nacida/Nacido de Nuevo, adquirida/adquirido para Dios al precio más alto. Al único precio que podía establecerte en justicia como Hija/Hijo de Él: la Vida de Su propio Hijo, Jesús.
El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas? (Ro 8. 32).
Cuando haces de la Biblia, la Palabra de Dios que no miente, la norma máxima de tu vida, te das cuenta que no existe problema, ni enfermedad, ni situación, ni condición alguna que te pueda separar del Amor de Dios, que es en Cristo Jesús, tu Señor y Salvador. Esto te hace, en todas las cosas, más que vencedora/vencedor.
¿Por qué te abates, oh alma mía, Y te turbas dentro de mí? Espera en Dios; porque aún he de alabarle, Salvación mía y Dios mío (Sal 42. 5).
Esperar en Dios no significa resignarse con la esperanza de que Él, si quiere, haga algo a tu favor. ¡No! Esperar en Dios significa ser constante y persistente para recibir lo que Él te ha prometido. Significa tener tal conocimiento de Su Persona que puedes permanecer en Su Presencia en tranquila adoración, teniendo la certeza de lo que estás esperando y la convicción de que aquello que aún no ves se materializara, pues Él jamás faltará a Su Palabra.
Así que, no pongas tu atención a lo difícil de tu situación, ni en tus emociones ni sentimientos. Atiende a la Palabra de Dios, comienza alabar y adorarle, y no te permitas estar en ansiosa inquietud. Eres una/un Hija/Hijo del Rey y puedes esperar constante y persistentemente en Su Palabra, pues primero el cielo y la tierra dejarán de existir, antes que Dios, tu Padre, deje de cumplirte Su Palabra.
Amado Padre celestial, en este día quiero alabarte y adorarte más que nunca. Eres mi Padre, mi amigo, mi Dios, mi Rey, Señor y Salvador. Sin Ti no vivo. Gracias por lo que has hecho por mí y en mí. ¡Soy Nueva creación! Gracias Jesús por Tu Sangre preciosa que me ha lavado y limpiado de toda mi maldad y hoy soy justa/justo santa/santo y perfecta/perfecto por lo que Tú hiciste por mí en esa cruz. ¡Te amo, Jesús! En Tu nombre resisto al espíritu de temor y duda. Sé, que sé, que en todas las cosas soy más que vencedor por medio de Tu Amor, que estás en mí y conmigo. Hoy le digo a mis circunstancias que Tú estás conmigo y, si Dios es conmigo ¿quién contra mí? ¡Todo lo puedo en Cristo que me fortalece! En Tu Presencia Señor yo tengo plenitud de gozo. Amén.
*Ricardo C. Peredo Jaime © 2011
Lectura y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Mayo 13 Hch 21. 1-36 / Jue 16 / Sal 42
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