19 de Octubre
¡Victoria!
Por Riqui Ricón*
Y oí como la voz de una gran
multitud, como el estruendo de muchas aguas, y como la voz de grandes
truenos, que decía: ¡Aleluya, porque el Señor nuestro Dios Todopoderoso reina!
Gocémonos y alegrémonos y démosle gloria; porque han llegado las bodas
del Cordero, y su esposa se ha preparado. Y a ella se le ha
concedido que se vista de lino fino, limpio y resplandeciente… Y el ángel me dijo: Escribe: Bienaventurados los que son llamados a
la cena de las bodas del Cordero. Y me dijo: Estas son palabras verdaderas de Dios… Entonces
vi el cielo abierto; y he aquí un caballo blanco, y el que lo montaba se
llamaba Fiel y Verdadero, y con justicia juzga y pelea. Sus ojos
eran como llama de fuego, y había en su cabeza muchas diademas; y tenía un
nombre escrito que ninguno conocía sino él mismo. Estaba vestido de una ropa teñida en
sangre; y su nombre es: EL VERBO DE DIOS.
Y los ejércitos celestiales, vestidos de lino finísimo, blanco y
limpio, le seguían en caballos blancos.
De su boca sale una espada aguda, para herir con ella a las
naciones, y él las regirá con vara de hierro; y él pisa el lagar
del vino del furor y de la ira del Dios Todopoderoso. Y en su vestidura y en su muslo tiene escrito
este nombre: REY DE REYES Y SEÑOR DE SEÑORES (Apo 19.
6-8, 9, 11-16).
Oh, qué
maravilloso es poder decirle en su propia cara a Satanás: ¡Ya leí el final del
libro, nosotros ganamos!
Lamentablemente,
demasiadas Hijas e Hijos de Dios Nacidos de Nuevo viven sus vidas con la única
esperanza de llegar al final de los tiempos para entonces, ver y disfrutar el
día de la victoria. ¡Qué tremendo error! Con razón la Biblia, que es la Palabra
de Dios, que no miente, enseña que:
Por tanto, mi pueblo fue
llevado cautivo, porque no tuvo conocimiento; y su gloria pereció de hambre, y
su multitud se secó de sed (Isa 5.13).
Estimado(a)
creyente, la Victoria no se conseguirá el día final, la Victoria SE OBTUVO
cuando Jesús entregó Su Vida y Su Espíritu, en esa cruz mientras exclamaba: ¡CONSUMADO
ES!
Tú eres Hijo(a)
del Rey de reyes y Señor de señores, y estás sobre esta tierra para establecer
el reino de Dios. Has sido dejado(a) por tu Padre en este mundo para que
establezcas el reino que ya ha sido obtenido por nuestro Señor Jesucristo y que
ahora tú, Su Hijo(a) amado(a), debes manifestar en esta tierra.
Porque en el evangelio la
justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo
por la fe vivirá (Ro 1.17).
No se trata
de manifestar algo que tú no tienes, sino de creer, de aceptar y entonces sí, manifestar
(vivir) todo aquello que ahora tú eres. Y tú eres, ni más, ni menos, la persona
que Dios dice, en Su Palabra, la Biblia, que tú eres: justo(a), santo(a),
perfecto(a), en todas las cosas, más que vencedor(a) y quien todo lo puede.
Jesús le dijo: Si puedes
creer, al que cree todo le es posible (Mar 9.23).
La espada
que sale de la boca de Jesús es Su Palabra, la Biblia, y te corresponde a ti
poner la Palabra de Dios en tu mente, boca y corazón para que, como la viuda le
dijo a Elías, todos a tu alrededor exclamen: “ahora
reconocemos que eres Hijo(a) de Dios y que la Palabra de Dios es Verdad en tu
boca” (1 R 17.24).
Hacer de Su
Palabra la Norma máxima de su existencia fue el mandato y recomendación que
Josué recibió de parte del Señor, para que así, él pudiera cumplir el propósito
que Dios le dio de introducir al pueblo de Israel a la tierra prometida. Sin
hacer esto, jamás lo hubiera logrado.
Nunca se apartará de tu boca
este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que
guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces
harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien (Jos 1.8).
De la misma
forma, tú tienes una misión y propósito que cumplir en este mundo y sólo lo
podrás lograr al atender y obedecer el mismo consejo. Así que, haz de la Biblia
la norma máxima de tu existencia, medita en ella de día y de noche, apréndela y
ponla en tu boca como respuesta y sentencia de Victoria a todos tus problemas,
enfermedades y/o necesidades. Dios mismo te garantiza que harás prosperar tu
camino y todo te saldrá bien. ¡Sólo hazlo!
Entonces dejarás
de dudar y de temer para levantarte, con gozo, autoridad y poder, a manifestar
lo que Cristo Jesús ya obtuvo para ti: ¡La Victoria!
¡Victoria
sobre la enfermedad y la muerte! ¡Victoria sobre el pecado! ¡Victoria sobre la
soledad y la tristeza! ¡Victoria sobre toda depresión! ¡Victoria sobre el
fracaso! ¡Victoria sobre la pobreza y la escasez!
Por lo
tanto, ¡no temas! ¡Ya conoces el final de la historia! ¡Nosotros ganamos!
Oremos en
voz audible:
Amado Padre
celestial, estoy sumamente agradecido(a) por el gran Amor con que me has amado
al darme vida juntamente con Cristo Jesús. Creo y recibo esta victoria
contundente que Tú, Jesucristo, compraste con Tu Sangre para mí. Resisto al
espíritu de temor que con engaños y mentiras me quiera hacer fracasar ante la
enfermedad, pobreza, depresión o cualquier otra aflicción. Yo no he recibido
espíritu de temor para estar otra vez en esclavitud, sino que he recibido el
espíritu de adopción y hoy clamo, ¡Abba! ¡Padre! Gracias, Señor Jesús, Nací de
Nuevo para triunfar, todo lo puedo en Ti. Así que, me determino, con Tu ayuda,
Espíritu Santo, a levantarme y vivir esa vida victoriosa que ganaste para mí.
¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy dichoso(a)! ¡Soy un(a) Hijo(a)
de Dios! En el nombre de Jesús. Amén.
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el
Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu
atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:
Señor Jesús, yo
creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para
pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día
de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre
preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te
invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú
seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios
Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a
Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido
de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más
estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo
Jaime © 2011
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas
lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Octubre
19 Apo 19
/ Isa 5-6 / Sal 109. 20-31
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