Jueves
14 de Marzo de 2013.
¡Nunca desarraigado(a)!
Por
Riqui Ricón*
Pero respondiendo él, dijo: Toda planta que no plantó mi Padre
celestial, será desarraigada. Dejadlos; son ciegos guías de
ciegos; y si el ciego guiare al ciego, ambos caerán en el hoyo (Mat 15.13-14).
Toda planta nace de una semilla y
toda planta cultivada para que dé fruto fue sembrada por alguien. En tu caso la
semilla es la Palabra de Dios y al creer que Jesús es el Cristo, el Mesías
Salvador de todos los hombres esta semilla te dio Vida Eterna haciéndote Nacer
de Nuevo como un(a) Hijo(a) de Dios.
porque en vosotros se ha operado un nuevo nacimiento, que ya no es debido a una simiente
corruptible, sino a la incorruptible
y permanente palabra de Dios (1 Ped
1.23 CST).
Así que tú has Nacido de Nuevo
por la Palabra de Dios y por lo tanto, ahora Dios es tu Padre.
Todo aquel
que cree que Jesús es el Cristo, es nacido de Dios (1 Jn 5.
1a).
Tu Padre te plantó y no te
desarraiga sino que te cultiva y te cuida.
Porque somos
hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales
Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas (Efe 2.10).
La Biblia, que es la Palabra de
Dios y no miente, establece claramente que ahora tú eres hechura Suya, un(a) Hijo(a)
Nacido(a) de Nuevo; amado(a) del Padre; creado(a) de Nuevo en Cristo Jesús con
el propósito de manifestar las buenas obras de Dios.
Respondió entonces Jesús, y les dijo: De cierto, de cierto os digo: No
puede el Hijo hacer nada por sí mismo, sino lo que ve hacer al Padre; porque
todo lo que el Padre hace, también lo hace el Hijo igualmente. Porque
el Padre ama al Hijo, y le muestra todas las cosas que él hace; y mayores obras
que estas le mostrará, de modo que vosotros os maravilléis (Jn 5.19-20).
Al aceptar
lo que Jesús hizo al morir y resucitar por Amor a ti, recibiste la Vida Eterna
de un(a) Hijo(a) de Dios y la única diferencia que existe entre Jesucristo y tú
es que Él es tu hermano mayor.
Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen
hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre
muchos hermanos (Rom 8.29).
Sin lugar a
dudas que Dios te ama tanto que prefirió entregar a Su único Hijo antes que
perderte a ti.
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito,
para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque
no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo
sea salvo por él (Jn 3.16-17).
La Biblia,
que es la Palabra de Dios y no puede mentir, es muy clara y determinante para
enseñarte que Dios Padre y Cristo Jesús hicieron todo esto con el propósito de
rescatarte de la muerte eterna a la que te dirigías para hacer de ti un(a)
legítimo Hijo(a) de Dios. ¡Exactamente igual a Jesús!
MIREN CUÁNTO NOS ama el Padre
celestial que permite que seamos llamados hijos de Dios. ¡Y lo mas maravilloso
es que de veras lo somos! Naturalmente, como la mayoría de la gente no conoce a
Dios, no comprende por qué lo somos (1 Jua 3.1 BAD).
Así que, caer en el hoyo no es para
nada tu destino. Tu destino es ser arraigado(a) y cimentado(a) en Su amor hasta
que seas lleno(a) del propósito y de la plenitud de Dios.
para que habite Cristo por la fe en vuestros
corazones, a fin de que, arraigados y
cimentados en amor, seáis plenamente capaces de comprender
con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la
altura, y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo
conocimiento, para que seáis llenos
de toda la plenitud de Dios (Efe 3.17-19).
Es por la fe (por creerle a Dios
Su Palabra), que Cristo Jesús habita en tu corazón. Es por fe, porque Dios lo
dice así en Su Palabra, que ahora, en Cristo, tú has sido arraigado(a) (no
desarraigado(a)) y cimentado(a) en amor para que puedas experimentar toda la
plenitud de Dios.
Asimismo tomó también la copa, después de haber cenado, diciendo: Esta copa
es el nuevo pacto en mi sangre; haced esto todas las veces que la
bebiereis, en memoria de mí (1 Cor 11.25).
¿Qué significa realmente todo esto?
Que creyéndole a Dios, creyendo lo que dice Su Palabra, creyendo a la semilla
que te hizo Nacer de Nuevo, has entrado al Nuevo Pacto en la Sangre de Jesús.
Esparciré sobre vosotros agua limpia, y seréis limpiados de todas vuestras
inmundicias; y de todos vuestros ídolos os limpiaré (Eze 36.25).
¡Haz sido
lavado y limpiado por la Sangre de Jesús y por la Palabra de Dios!
Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y
quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne (Eze 36.26).
¡Eres espíritu
nuevo con un nuevo corazón!
Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis
estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra (Eze 36.27).
Y, por si
fuera poco, ¡tienes al Espíritu Santo, Dios mismo, viviendo y morando en ti y
contigo!
Y todo esto por amor, pues es por
amor que Dios prefirió entregar a Su propio Hijo para pagar todos tus pecados,
antes que perderte a ti. Es en Su amor que estás y permaneces arraigado(a) y
cimentado(a) para ser lleno(a) de toda
la plenitud de Dios.
¡Nunca desarraigado(a)!
Al fin y al cabo, ahora eres Su
Hijo(a) Amado(a).
Oremos en
voz audible:
Amado Padre celestial, en este
día, una vez más, quiero agradecerte por todo lo que hiciste por Amor a mí.
Gracias por no haber escatimado a Tu propio Hijo Jesús, sino que lo entregaste
por Amor a mí. Señor Jesús, muchas gracias porque Tú, siendo en
forma de Dios, no estimaste el ser igual a Dios como cosa a que aferrarte, sino que Te
despojaste a Ti mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en
la condición de hombre, Te humillaste a Ti mismo, haciéndote obediente hasta la
muerte, y muerte de cruz. Gracias porque con Tu muerte y resurrección, destruiste
por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al
diablo, y así, me
has hecho totalmente libre, pues yo, por el temor de la muerte estaba durante
toda mi vida sujeto(a) a servidumbre. ¡Porque Tú moriste, mi vieja naturaleza,
mi viejo(a) yo, murió contigo! ¡Porque Tú vives, yo también vivo! ¡La Vida
Eterna que Tú tienes, es la misma que adquiriste para mí! ¡Puedo dejar de
temerle a la muerte! ¡La muerte ya no se enseñorea más de mí! ¡Gracias! ¡Muchas
gracias, Señor Jesús! Ahora sé que estoy arraigado(a) y cimentado(a) en Tu Amor y puedo,
con toda certeza declarar que, ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy
próspero(a)! ¡Soy más que vencedor(a)! ¡Todo lo puedo en Cristo! Y, por la
Sangre de Jesús, soy dichoso(a) para vivir una vida plena y abundante. Muchas
gracias, Señor Jesús. Gracias por esta Nueva Vida en Plenitud que ahora tengo.
Gracias por mi sanidad. Gracias por mi salud. Gracias por mi prosperidad.
Gracias por el Amor, la paz y el gozo que ahora disfruto. ¡Gracias por mi
Victoria sobre la muerte! En el nombre de Jesús. Amén
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo
establezco una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en
voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a
Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el
Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis
pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí
acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa
derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a
entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi
único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios
Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a
Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido
de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más
estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C.
Peredo Jaime © 2011
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Marzo 14 Mat
15-1-20 / Lev 24-25 / Ecl 1.1-11
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