Lunes
11 de Marzo de 2013.
¡Escrito está!
Por
Riqui Ricón*
Y no hizo allí muchos milagros, a causa de la incredulidad de ellos (Mat 13.58).
Aprendemos aquí, que la única
forma de limitar el amor y el poder de Jesucristo es mediante la duda y la incredulidad.
Teniendo pensamientos de crítica y juicio en sus mentes y corazones, estas
personas LLEGARON A CREER que no había forma posible en que ese hijo del
carpintero, a quien todos conocían, fuese siquiera un profeta, mucho menos el
Cristo.
¡Cuántas veces le ensañaron en el desierto, le enojaron
en la soledad! Y volvieron, y tentaron a Dios: y limitaron al Santo de Israel (Sal
78.40-41 RV1865).
Como puedes ver, aunque
Jesucristo es el autor y consumador de la fe, la incredulidad, la falta de
confianza a la Palabra de Dios, es lo único que puede limitar el Poder y el
Amor de Dios.
Porque en el evangelio la
justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo
por la fe vivirá (Ro 1.17).
Cada vez que leo lo que le
sucedió a Jesús en Nazaret, me asombró más y más por la simplicidad y
perfección del Plan de Dios para tu redención. Esto es, ser comprado(a) por
precio en un estado de esclavitud y muerte eterna para recibir la Vida Eterna, siendo
renovado(a) para manifestar la libertad gloriosa de los Hijos de Dios Nacidos
de Nuevo, y todo mediante la fe.
Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que
no se ve (He 11.1).
¿Cómo puedes estar seguro de algo
que no ves? ¿Cómo puedes estar convencido de recibir lo que estás esperando?
Muy fácil, si Dios lo dijo, entonces, Él lo va a cumplir; si Dios lo habló,
entonces, Él lo va a ejecutar. Dios no miente ni se arrepiente, Él tiene
Palabra de Honor.
Entonces fe es creerle a Dios,
creerle a Su Palabra.
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito,
para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque
no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo
sea salvo por él (Jn 3.16-17).
Sin importar cuál sea la
situación o circunstancia en que te encuentres, sabes que sabes que Dios te ama
tanto que prefirió entregar a Su propio Hijo, Jesús, para pagar el justo precio
por TODOS tus delitos y pecados, antes que perderte a ti.
En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de
vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu
Santo de la promesa, que es las arras de nuestra herencia hasta la
redención de la posesión adquirida, para alabanza de su gloria (Efe 1.13-14).
Ahora puedes poner toda tu confianza
en Dios ya que además de amarte tanto, te ha dado Su Palabra y te ha dado Su
Espíritu Santo como garantía de que con Él, en el Nuevo Pacto en la Sangre de
Jesús, TODO te va a salir muy bien.
Aunque ande en valle de sombra de muerte, No temeré mal alguno, porque
tú estarás conmigo; Tu vara y tu cayado me infundirán aliento. Aderezas mesa
delante de mí en presencia de mis angustiadores; Unges mi cabeza con aceite; mi
copa está rebosando. Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos
los días de mi vida, Y en la casa de Jehová moraré por largos días (Sal
23.4-6).
No temerás el terror nocturno, Ni saeta que vuele de día, Ni
pestilencia que ande en oscuridad, Ni mortandad que en medio del día destruya.
Caerán a tu lado mil, Y diez mil a tu diestra; Mas a ti no llegará (Sal 91.
5-7).
Antes, en todas estas cosas somos más que
vencedores por medio de aquel que nos amó (Ro 8.37).
Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta
conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús (Fil 4.19).
Gracias a Dios que en Cristo
Jesús has sido creado(a) de nuevo (Nacido(a) de Nuevo) y tienes la fe de Dios para
creer cada una de Sus Palabras y nunca más le volverás a limitar con duda,
mucho menos con incredulidad.
Simón Pedro, siervo y apóstol de Jesucristo, a los que habéis alcanzado,
por la justicia de nuestro Dios y Salvador Jesucristo, una fe igualmente
preciosa que la nuestra (2 Ped 1.1).
Así que, respecto a cualquier
milagro que necesites el día de hoy, sólo necesitas contestar las 4 preguntas
del Ricón:
1.
¿Puede Dios hacer eso? ¡Claro! Es
el Todopoderoso.
2.
¿Será la voluntad de Dios
hacerlo? Estudia y medita Su Palabra y encontrarás que, efectivamente, Él quiere
hacerlo por ti y para ti.
3.
¿Por qué lo haría Dios? Simple y
sencillamente porque te ama.
4.
¿Cómo lo sabes? ¿Cómo puedes
estar seguro(a)? ¿Cómo puedes tener tal certeza? ¡ESTÁ ESCRITO EN SU PALABRA! ¡Y
la Palabra de Dios es Palabra de Honor!
Oremos en voz
audible:
Amado Padre celestial, hoy quiero agradarte con mi fe, pues en verdad
creo que eres el creador del universo, de todo lo visible y de lo invisible.
Creo que me amas tanto que preferiste entregar a Tu propio Hijo, Jesús, antes
que perderme a mí. Creo y recibo este Tu gran Amor con que me amas. Gracias,
Señor Jesús; por lo que hiciste al morir en esa cruz y resucitar, yo tengo la
Vida Eterna. Me has hecho un(a) Hijo(a) de Dios. Sé que, que, aunque yo estaba
muerto(a) en mis delitos y pecados, por este Tu Gran Amor con que me has amado,
me diste Vida juntamente con Cristo Jesús; por Tu Gracia soy salvo(a) por medio
de la fe, y aún ésta última no es mía sino que es un regalo Tuyo. ¡Cuán Grande
y Hermoso Eres mi Señor! ¡Cuán maravilloso es Tu Amor por mí! En esta hora me
pongo de acuerdo con Tu Eterna e Infalible Palabra para creer y declarar que,
por el Nuevo Pacto en la Sangre de Jesús, recibo mi sanidad. Me declaro libre
de toda dolencia y enfermedad. Hablo salud y bienestar a cada célula, tejido,
órgano y sistema de mi ser. Me declaro libre de cualquier tipo de adicción que
me haya querido esclavizar. Rechazo todo miedo, pues yo no he recibido el
espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que he recibido el
espíritu de adopción y hoy puedo decir, Abba, Padre. Pongo mis ojos, emociones
y sentimientos en Ti, Señor Jesús, quien eres el autor y consumador de mi fe.
¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy más que vencedor(a)! ¡Todo lo
puedo en Cristo! Y, por la Sangre de Jesús, soy dichoso(a) para vivir una Vida
Plena y Abundante. Muchas gracias, Señor Jesús. Gracias por esta Nueva Vida en
Plenitud que ahora tengo. Gracias por mi sanidad. Gracias por mi salud. Gracias
por mi prosperidad. Gracias por el Amor, la paz y el gozo que ahora disfruto.
Gracias porque por Tu Palabra, la Biblia, sin lugar a dudas, soy y recibo todo
esto que he declarado delante de Tu Presencia. Pues, ¡ESCRITO ESTÁ! En el
nombre de Jesús. Amén.
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo
establezco una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en
voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a
Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el
Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis
pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí
acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa
derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a
entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi
único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios
Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a
Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido
de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más
estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C.
Peredo Jaime © 2011
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Marzo 11 Mat
13.24-58 / Lev 19 / Pro 29
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