Viernes
1 de Marzo de 2013.
¡Sólo con La
Palabra!
Por
Riqui Ricón*
Y vinieron sus discípulos y le despertaron, diciendo: ¡Señor, sálvanos, que
perecemos! El les dijo: ¿Por qué teméis, hombres de poca fe?
Entonces, levantándose, reprendió a los vientos y al mar; y se hizo grande
bonanza (Mat 8.25-26).
Al igual que
en este episodio, que sucedió apenas uno o dos días después que los discípulos
fueran instruidos en el sermón del monte con las asombrosas enseñanzas de Jesús
y cuando sólo unas cuantas horas antes de la tempestad ellos habían sido
testigos de grandes milagros, es casi seguro que tú te encuentres enfrentando
poderosas tormentas tan sólo instantes después de haber experimentado el Amor y
la fidelidad de Dios.
Amados hermanos, no os sorprenda que
la oposición contra vosotros se haya desatado como un voraz incendio, porque
eso no tiene nada de extraño. Sin embargo debéis estar gozosos, por cuanto así,
hechos partícipes de los padecimientos de Cristo, el día en que su gloria sea
revelada tendréis también la inmensa dicha de compartirla (1 P 4.12-13
CST).
Así pues,
aquí tenemos a los grandes discípulos quienes después de haber experimentado el
Amor y poder de Dios se encuentran todos confundidos y llenos de temor ante la
intensidad de la primera tormenta.
Jesús, a popa, apoyado sobre un
cabezal, dormía tranquilamente; pero los discípulos, llenos de pánico, le
despertaron diciendo: ¡Maestro!, ¿no te importa que nos estemos hundiendo? (Mar 4.38
CST)
Pon mucha atención pues, al igual
que a ellos, si le das lugar al miedo, éste puede llenar tu corazón de tanta
duda que te llevará a CREER y reclamar a Dios que no tiene cuidado de ti.
El miedo es una fuerza espiritual
maligna, producto del pecado, cuyo único propósito es anular tu fe para
alejarte de Dios.
Y oyeron la voz de Jehová Dios que se paseaba en el
huerto, al aire del día; y el hombre y su mujer se escondieron de la presencia
de Jehová Dios entre los árboles del huerto. Mas Jehová Dios llamó
al hombre, y le dijo: ¿Dónde estás tú? Y él respondió: Oí tu voz
en el huerto, y tuve miedo, porque estaba desnudo; y me escondí (Gen 3.8-10).
¿Cómo puedes
tú salir vencedor de las tormentas que enfrentas? ¿Cómo dejar de temer?
Para obtener
la respuesta correcta a estas preguntas primero hay que recordar que el pecado
original, allá en el huerto de Edén, no fue desobediencia sino incredulidad a
la Palabra de Dios.
Pero la serpiente era astuta, más que todos los
animales del campo que Jehová Dios había hecho; la cual dijo a la mujer:
¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto? Y la
mujer respondió a la serpiente: Del fruto de los árboles del huerto podemos
comer; pero del fruto del árbol que está en medio del huerto dijo
Dios: No comeréis de él, ni le tocaréis, para que no muráis. Entonces
la serpiente dijo a la mujer: No moriréis; sino que sabe Dios que
el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo
el bien y el mal (Gen 3.1-5).
Antes de
desobedecer Eva tuvo que tomar una decisión en base a cierto razonamiento
simple: Dios mi creador dice una cosa y
este bicho rastrero dice otra cosa, ¿quién de los dos dirá la verdad? ¿A cuál
de los dos le voy a CREER?
Aunque lo
que Satanás decía eran puras mentiras, Eva al mirar que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol
codiciable para alcanzar la sabiduría (Gen 3.6), decidió negar la
Verdad (la Palabra de Dios) para creer la mentira y desobedecer.
Viéndose Jesús rodeado de mucha gente, mandó pasar
al otro lado (Mat 8.18).
Momentos antes
de la tormenta tenemos que Jesús, viéndose rodeado de
aquella muchedumbre, mandó a
sus discípulos pasar a la otra orilla. Esto quiere decir que tenía el propósito
de cruzar el lago para lo cual, HABLANDO (Palabra de Dios), dio la orden de
dirigirse al otro lado.
Pon mucha
atención, pues lo que la tormenta hizo con sus manifestaciones físicas de
viento rugiente y grandes olas, que anegaban la barca, fue hablar tan fuerte a
los discípulos que sus sentidos y emociones se vieron alterados a tal grado que
el miedo encontró un lugar donde afectar sus corazones también y así, ellos
dieron mayor credibilidad a lo que veían y sentían que a la Palabra de Dios.
Inalterable, Jesús se levantó,
reprendió a los vientos y dijo a las olas: —¡Cálmense! Cuando los vientos
cesaron y todo quedó en calma, Jesús se volvió a los discípulos y les dijo: —¿A
qué viene tanto miedo? ¿No tienen confianza en mí? (Mar 4.39-40
BAD).
Por inverosímil que te parezca tu
situación actual no difiere en nada con la que enfrentó Eva, ni con la que
enfrentaron los discípulos. Pues, así como en aquellos casos en que Dios había
hablado, tú también tienes hoy la Palabra de Dios.
Así que, muy probablemente, tu
enfermedad, problema o aflicción, cual poderosa tormenta, te esté rugiendo
fuertemente amenazando con hundirte, sin embargo, Dios todopoderoso te dice:
Ø Te amo
tanto que preferí entregar a mi propio Hijo antes que perderte a ti.
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado
a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas
tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para
condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Jua 3.16-17).
Ø Te amo tanto
que he decidido hacer de ti mi propio(a) Hijo(a).
MIREN CUÁNTO NOS ama el Padre
celestial que permite que seamos llamados hijos de Dios. ¡Y lo mas maravilloso
es que de veras lo somos! Naturalmente, como la mayoría de la gente no conoce a
Dios, no comprende por qué lo somos (1 Jua 3.1).
Ø Acude a
Mí que Yo te responderé.
Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y
se os abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca,
halla; y al que llama, se le abrirá. ¿Qué hombre hay de vosotros,
que si su hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿O si le pide un
pescado, le dará una serpiente? Pues si vosotros, siendo malos,
sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está
en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan? (Mat 7.7-11).
Ø Yo deseo que
vivas una Vida Plena y Abundante.
Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las
cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma (3 Jua 2).
El ladrón no viene sino para hurtar y matar y
destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia (Jua 10.10).
Ø Ahora eres
Mi Hijo(a) y tú TODO lo puedes y ya has vencido.
Todo lo puedo en Cristo que me fortalece (Fil
4.13).
Hijitos, vosotros sois de Dios, y los habéis
vencido; porque mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo (1 Jua 4.4).
Ø En TODO problema,
enfermedad o aflicción tú saldrás más
que vencedor(a).
Antes, en todas estas cosas somos más que
vencedores por medio de aquel que nos amó (Rom 8.37).
Entonces,
las aflicciones de este mundo te están hablando y el dilema sigue siendo el
mismo: ¿Quién dirá la verdad, tus problemas o Dios? ¿A quién le vas a creer, a
tus circunstancias o a tu Padre celestial?
Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis
paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo (Jua 16.33).
La única
oportunidad que tienes para vencer al miedo es siendo constante y persistente
en la Palabra de Dios haciendo de ella la norma básica de tu existencia.
Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído
en él: Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis
discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres (Jua 8.31-32).
La única
oportunidad que tienes para vencer al miedo es llenándote tanto de la Palabra
de Dios que cuando el temor te ataque entonces tu fe fluya veloz anulando el
miedo y estableciendo tu Victoria.
Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley,
sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a
todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y
todo te saldrá bien (Jos 1.8).
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, hoy quiero
agradecerte una vez más que me hayas amado tanto, tanto, que preferiste
entregar a Tu propio Hijo, Jesús, antes que perderme a mí. Señor Jesús, por Tu
sacrificio en la cruz yo fui justificado(a), perdonado(a) y santificado(a) y
ahora soy un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo. Todo gracias a Ti, mi
Señor, Rey y Salvador. En esta Nueva Vida que compraste para mí, comienzo a
entender lo importante que es Tu Palabra, la Biblia, para que yo cumpla el
propósito por el cual me dejaste aquí en el mundo. Tu Palabra es la Verdad y
por lo tanto mi garantía acerca de lo que es y lo que no es. Yo soy lo que la
Biblia dice que soy y esta es mi Victoria que vence al mundo, mi fe. Por Tu
Palabra he vencido al miedo y puedo caminar en Victoria. Yo estoy en Cristo y
las cosas viejas ya pasaron he aquí que TODA mi vida es hecha Nueva. Gracias
amado Padre celestial, muchas gracias. Hoy puedo levantarme y hacer frente a
cualquier circunstancia adversa en mi vida, porque sé que sé, que Tú, mi Dios
estás conmigo. Y qué pues diremos a esto, si Dios es conmigo, ¿quién contra mí?
El que no escatimo ni a Su propio Hijo sino que lo entregó por amor a mí, ¿cómo
no me dará, juntamente con Él, todas las cosas? ¡Gracias Abba, Padre! Hoy oro a
Ti para declarar en plena certeza de fe, que en todas las cosas soy más que
vencedor(a) por medio de Aquel que me ha amado, Cristo Jesús. Así que, TODO lo
puedo en Cristo que me fortalece. Yo soy Tu Hijo(a) y ya he vencido, porque
mayor eres Tú, que estás en mí, que el que está en el mundo. ¡Soy sano(a)! ¡Soy
libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy dichoso(a)! ¡Soy Hijo(a) del Rey! En el nombre de
Jesús. Amén.
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo
establezco una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en
voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a
Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el
Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis
pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí
acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa
derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a
entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi
único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios
Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a
Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido
de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más
estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C.
Peredo Jaime © 2011
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Marzo
1 Mat
8.14-34 / Lev 1-2 / Pro 19
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