Viernes
15 de Marzo de 2013.
¡Tu fe en la Palabra!
Por
Riqui Ricón*
Entonces ella vino y se postró
ante él, diciendo: ¡Señor, socórreme! Respondiendo él, dijo: No
está bien tomar el pan de los hijos, y echarlo a los perrillos. Y ella dijo: Sí, Señor;
pero aun los perrillos comen de las migajas que caen de la mesa de sus amos.
Entonces respondiendo Jesús, dijo: Oh
mujer, grande es tu fe; hágase contigo como quieres. Y su hija fue
sanada desde aquella hora (Mat 15.25-28).
Respecto a este pasaje de la
Escritura, continuamente he escuchado la interpretación que Jesús no le hacía
caso a esta mujer sirofenicia porque pretendía llevarla a tal grado de
quebrantamiento y necesidad donde ella pudiera tener fe, sin embargo, por
ningún lado en la Biblia encontrarás a Dios manipulando los sentimientos y las
necesidades de los seres humanos con el propósito de enseñarles algún tipo de
lección. ¡No necesita hacer eso! ¡Él no es así! ¡Dios es bueno! ¡Dios es amor!
Jesús le dijo: ¿Por qué me llamas bueno? Ninguno hay bueno, sino sólo uno,
Dios (Mar 10.18).
La Verdad es que Jesús no atendía
a esta mujer dado que, de acuerdo a la palabra de Dios (Jesús siempre actuará
conforme a la Palabra de Dios), el Pacto fue establecido con el pueblo de
Israel, la descendencia de Abraham, y el Nuevo Pacto no había sido revelado
todavía, así que Jesús le explicó a ella lo que decía la Palabra.
El respondiendo, dijo: No soy enviado sino a las ovejas perdidas de la
casa de Israel (Mat 15.24).
La grande fe de esta mujer surgió
en el momento que aceptó la Palabra de Jesús y actuó de acuerdo con ella al
responder: “es cierto, tienes razón y lo
acepto, pero aún nosotros los que no estamos en Pacto con Dios podremos tomar,
creyendo, lo que los hijos dejan caer al no creer”.
Entonces respondiendo Jesús, dijo: Oh
mujer, grande es tu fe; hágase contigo como quieres. Y su hija fue
sanada desde aquella hora.
¿Te das cuenta? Exactamente igual
que Abram (no Abraham), pues aún no entraba en pacto con Dios, esta mujer creyó
a Dios, creyó Su Palabra, y le fue contado por justicia.
Después de
estas cosas vino la palabra de Jehová a Abram en visión, diciendo: No temas,
Abram; yo soy tu escudo, y tu galardón será sobremanera grande… Y creyó a
Jehová, y le fue contado por justicia (Gen15.1, 6).
La fe viene por el oír y lo que
tenemos que oír, poner en nuestra mente boca y corazón, es la Biblia, que es la
Palabra de Dios y no miente, porque primero la tierra y el cielo pasarán antes
de que deje de cumplirse la Palabra de Dios.
El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán (Luc 21.33).
De la misma forma que la mujer
sirofenicia y Abram, Josué pudo detener las fuerzas astronómicas que hacen
girar al Sol, la luna y la tierra porque prestó atención a la Palabra de Dios y
obedeció la orden que se le dio de leerla y meditarla todos los días de su
vida.
Nunca se apartará de tu boca
este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que
guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien. (Jos 1.8).
Entonces
Josué habló a Jehová el día en que Jehová entregó al amorreo delante de los
hijos de Israel, y dijo en presencia de los israelitas: Sol, detente en Gabaón;
Y tú, luna, en el valle de Ajalón. Y el sol se detuvo y la luna se paró, Hasta
que la gente se hubo vengado de sus enemigos. ¿No está escrito esto en el libro
de Jaser? Y el sol se paró en medio del cielo, y no se apresuró a ponerse casi
un día entero. Y no hubo día como aquel, ni antes ni después de él,
habiendo atendido Jehová a la voz de un hombre; porque Jehová peleaba por
Israel (Jos 10.12-14).
¡Dios lo dijo y Él mismo lo
cumplió! ¡Dios lo habló y Él mismo lo ejecuto!
Pon la Biblia en tu mente, boca y
corazón. Léela y medita en ella de mañana, tarde y noche pues así, y solamente
así (no antes, ni después, ni de ninguna otra forma), harás prosperar tu camino
y todo te saldrá bien al poner tu fe en la Palabra de Dios.
Si anduviereis en mis decretos y guardareis mis mandamientos, y los
pusiereis por obra, yo daré vuestra lluvia en su tiempo, y la
tierra rendirá sus productos, y el árbol del campo dará su fruto. Vuestra
trilla alcanzará a la vendimia, y la vendimia alcanzará a la sementera, y
comeréis vuestro pan hasta saciaros, y habitaréis seguros en vuestra tierra.
Y yo daré paz en la tierra, y dormiréis, y no habrá quien os espante; y
haré quitar de vuestra tierra las malas bestias, y la espada no pasará por
vuestro país. Y perseguiréis a vuestros enemigos, y caerán a espada
delante de vosotros. Cinco de vosotros perseguirán a ciento, y
ciento de vosotros perseguirán a diez mil, y vuestros enemigos caerán a filo de
espada delante de vosotros. Porque yo me volveré a vosotros, y os
haré crecer, y os multiplicaré, y afirmaré mi pacto con vosotros (Lev 26.3-9).
Amado(a), la Voluntad de Dios
hacia contigo es buena, agradable y perfecta. Él no va a dejar de cumplirte Su
Palabra, pues Su Palabra es Palabra de Honor.
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito,
para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque
no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo
sea salvo por él (Jn 3.16-17).
¡Dios te ama
tanto que prefirió entregar a Su único Hijo antes que perderte a ti!
MIREN CUÁNTO NOS ama el Padre
celestial que permite que seamos llamados hijos de Dios. ¡Y lo mas maravilloso
es que de veras lo somos! Naturalmente, como la mayoría de la gente no conoce a
Dios, no comprende por qué lo somos (1 Jua 3.1
BAD).
Por ese
grande Amor con que Dios te ama, te ha llamado(a) Hijo(a) y eso es lo que en
Verdad eres, un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo. Ahora, por Cristo Jesús,
el “Pan de los Hijos”, la salud, la prosperidad, el gozo y la paz son por
derecho legítimamente tuyos.
Así que, tú puedes con toda
certeza de fe, como la mujer siriofenicia, o el centurión o la virgen María,
decir en este día, “creo que recibo lo
que te estoy pidiendo pues te creo a Ti, Señor, creo a Tu Palabra”.
Oremos en
voz audible:
Amado Padre celestial, este día quiero agradecerte por el gran Amor con
que me has amado. Cristo Jesús, me asombro cada día más y más por todo lo que
has hecho por mí y en mí. Estoy decidido(a), con Tu ayuda, Espíritu Santo, a
cambiar mi forma de pensar transformándome en el espíritu de mi mente. Sin
importar las circunstancias del momento o la forma en que hoy me siento, creo y
declaro que soy ese(a) Hijo(a) que Tú, mi Dios y Padre, siempre has deseado,
justo(a), santo(a) y perfecto(a). Lo sé porque así está escrito en Tu Palabra y
esa es la Verdad. Estoy dispuesto(a) a dejar atrás todas esas emociones y
pensamientos negativos de fracaso y de derrota. Esa vieja naturaleza nada tiene
en mí, pues yo he sido regenerado(a) en Cristo Jesús para vivir una vida plena
y victoriosa. Lo sé porque lo dice la Biblia, lo creo porque es Tu Palabra de
Honor y me dispongo, con Tu ayuda, Espíritu Santo, a vivirlo. Viviré esa vida
prospera, en salud, amor, paz y gozo que Tú, oh Dios, deseas para mí. Yo,
_____________ (tu nombre aquí), soy un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo.
Todo lo puedo en Cristo que me fortalece, pues mayor es el que está en mí que
el que está en el mundo y ese eres Tú, Precioso Espíritu de Dios. No le daré
lugar al diablo y a sus mentiras en mi vida. ¡No voy a temer más! Echo fuera de
mi vida toda ansiedad e inquietud. ¡En todas las cosas soy más que vencedor(a)
por medio de Aquel que me amó, Cristo Jesús! ¡Ya he sido sanado(a) por las
heridas de Jesús! ¡He sido establecido(a) para reinar en esta vida por la
sangre de Jesús! No hay forma que pueda perder, pues Tú, mi Dios y Padre, estás
en mí y conmigo, y si Dios es conmigo, ¿quién contra mí? ¡Soy sano(a)! ¡Soy
libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy feliz! En el nombre de Jesús. Amén
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo
establezco una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en
voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a
Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el
Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis
pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí
acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa
derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a
entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi
único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios
Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a
Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido
de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más
estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C.
Peredo Jaime © 2011
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Marzo 15 Mat
15-21-39 / Lev 26-27 / Ecl 1.11-2.36
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