Sábado 2 de Junio
de 2012.
¡Con Tu Santo Espíritu!
Por Riqui Ricón*
Entonces habló David a los que estaban junto a
él, diciendo: ¿Qué harán al hombre que venciere a este filisteo, y quitare el
oprobio de Israel? Porque ¿quién es este filisteo incircunciso, para que
provoque a los escuadrones del Dios viviente? (1 S 17.26).
Cuando Dios instruyó a Samuel
para que ungiese a David por rey de Israel le dijo, He hallado a David hijo de Isaí, varón conforme
a mi corazón, quien hará todo lo que yo quiero (Hch 13.22). Esta es la cualidad que Dios busca en cualquiera de Sus
Hijas e Hijos Nacidos de Nuevo: ¡que tengas un corazón conforme al Suyo y
obedezcas Su Palabra!
Quizá estés
pensando, ¡como si no supiera eso! Lo interesante aquí es comprender que tú,
sí, tú, también tienes esa misma cualidad. Lo único que hay que saber es que, sin fe es
imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea
que le hay, y que es galardonador de los que le buscan (He 11.6).
El simple
hecho que estés leyendo este devocional es prueba fehaciente que tienes fe (o
que la estás buscando). La forma más sencilla que he encontrado para definir la
fe es, si Dios lo dijo, entonces, Él lo va a cumplir, si Dios lo habló,
entonces, Él lo va a ejecutar. Esto significa que la fe es creerle a Dios,
creerle a Su Palabra.
David no
venció a Goliat con honda y piedra, lo venció con su fe al declarar a todo el
pueblo de Israel, incluyendo al propio rey Saúl, que Goliat era un
incircunciso. ¿Qué estaba diciendo David con eso? Estaba estableciendo su
victoria: Ese gigante bravucón no tiene
un pacto con Dios, ¡Nosotros sí!
No fue su
experiencia de enfrentar leones y osos lo que le daba valor a David. De hecho,
lo que le permitía enfrentar a leones y osos era saberse dentro de un pacto con
Dios estando consciente que Él jamás faltará a Su Palabra.
Cuando
Goliat seguía sus tácticas de temor insultando a David por sus dioses, éste no
se amedrentó, no prestó atención a las ofensas, ni a lo alto de la estatura, ni
a la musculatura del gigante, sino que se fortaleció en el Señor y en el poder de Su
fuerza, poniendo sus ojos, mente y
corazón en la Palabra de Dios. David se dio prisa, y corrió a la línea de batalla contra el filisteo, declarando en voz audible: Tú vienes a mí con espada y lanza y jabalina; mas yo vengo a ti en el
nombre de Jehová de los ejércitos, el Dios de los escuadrones de Israel, a
quien tú has provocado. Jehová te entregará hoy en mi mano, y yo te venceré, y te cortaré la
cabeza, y daré hoy los cuerpos de los filisteos a las aves del cielo y a las
bestias de la tierra; y toda la tierra sabrá que hay Dios en Israel. Y sabrá toda
esta congregación que Jehová no salva con espada y con lanza; porque de Jehová
es la batalla, y él os entregará en nuestras manos (1 S 17.45-47).
¿Te das cuenta? David no venció a
Goliat con honda y piedra. Lo venció con su fe poniendo la Palabra de Dios en
Su boca.
Nunca se apartará de tu boca
este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que
guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces
harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien (Jos 1.8).
Al igual que Josué y David, tú
puedes enfrentar a tus gigantes con la certeza de vencerlos porque Dios lo ha
dicho así en Su Palabra.
Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel
que nos amó (Ro 8.37).
El Amor que
Dios siente por ti es tan grande que prefirió entregar a Su propio Hijo, para
pagar todos tus pecados, antes que perderte a ti. Esto lo hizo para
justificarte, perdonarte y, así, establecerte como Su propia(o) Hija(o).
Pues no habéis
recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que
habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre! El Espíritu
mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios. Y si hijos,
también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo (Ro 8.15-17a).
Dios no te ha dejado, ni te dejará.
Tú le eres más especial que David, pues, a través de la muerte y resurrección
de Jesucristo, ahora tú eres el especial objeto del Nuevo Pacto en la Sangre de
Jesús: un(a) Hija(o) de Dios Nacida(o) de Nuevo.
Por tanto, Jesús es hecho fiador de un mejor pacto… Pero ahora tanto
mejor ministerio es el suyo, cuanto es mediador de un mejor pacto, establecido
sobre mejores promesas (He 7.22; 8.6)
Éste, el Nuevo Pacto, es un mejor
pacto, establecido sobre mejores promesas. Tiene un fiador y una garantía.
En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio
de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el
Espíritu Santo de la promesa, que es las arras de nuestra herencia hasta la redención de la posesión
adquirida, para alabanza de su gloria (Efe
1.13-14).
¡Cristo Jesús en persona es tu
fiador en el Nuevo Pacto y el Espíritu Santo es tu garantía!
¿Qué, pues,
diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros? El que no
escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no
nos dará también con él todas las cosas? (Ro 8.31-32).
Sea cual sea la situación que
estás enfrentando el día de hoy, tú no necesitas honda, ni piedra; lo único que
tienes que saber, y creer, es que Dios te ama y ha comprometido Su Palabra
mediante el Nuevo Pacto en la Sangre de Su Hijo Jesucristo, para hacer de ti
una Nueva creatura, un(a) Hija(o) de Dios Nacida(o) de Nuevo.
Recibe esto mediante la fe,
creyendo que es así pues está escrito en la Palabra de Dios. Él lo ha hablado,
acerca de ti, y lo va hacer; Él lo ha dicho, respecto a ti, y lo va a ejecutar.
Dios no miente. Ahora tienes a Cristo Jesús como tu fiador y al glorioso
Espíritu de Dios como tu garantía. ¡No hay forma que puedas perder!
No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho Jehová de
los ejércitos (Zac 4.6).
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, hoy quiero
decirte que no importa lo que pase a mi alrededor, yo te alabare y te adoraré,
pues ahora sé lo que has hecho por mí y dentro de mí. Gracias, Señor Jesús, porque
Tú, siendo Dios, no estimaste el ser igual a Dios como cosa a que aferrarte, sino que Te
despojaste a Ti mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, Te humillaste a Ti mismo, haciéndote
obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Todo por amor a mí, para hacerme un(a) Hija(o) de
Dios Nacida(o) de Nuevo. ¡Gracias por Tu Sangre! Con ella lavaste todos mis
pecados. ¡Gracias por Tu resurrección! Con ella venciste a la muerte y me diste
la Vida Eterna. ¡Gracias por el Nuevo Pacto! ¡Soy un(a) Hija(o) de Dios!
Bendito Espíritu Santo, ¿qué te puedo decir a Ti? Que te amo. Que te adoro y
cada día Te necesito más y más. Tú eres mi amigo, mi consejero y mi ayudador.
Gracias por ser la promesa del Padre la cual Jesús dijo vendría sobre mí.
Espíritu Santo, Tú eres mi garantía, las arras de mi herencia para la redención
de la posesión adquirida. ¡No hay forma que pueda perder! ¡Todas las cosas me
ayudan a bien! Yo, _______________ (tu nombre aquí), he sido llamada(o)
conforme al propósito de Dios, mi Padre. Quien me predestino para que fuese
hecha(o) conforme a la imagen de Su Hijo, para que Jesús fuese mi hermano
mayor. Dios, el Espíritu Santo, está en
mí y conmigo. Jesús, ¿qué puedo decir a todo esto? Si Tú estás conmigo, ¿quién
contra mí? Padre celestial, si Tú no escatimaste ni a Tu propio
Hijo, sino que lo entregaste por amor a mí, ¿cómo no me darás también con Él
todas las cosas? ¿Quién me acusará si soy escogida(o) de Dios?
Dios es el que me justifica. ¿Quién es el que me condenará? Cristo
es el que murió por mí; más aún, el que también resucitó por mí, el que además
está a la diestra de Dios, el que también intercede por mí. ¿Quién
me separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o
hambre, o desnudez, o peligro, o espada? Como está escrito: Por
causa de ti soy muerta(o) todo el tiempo; Soy contada(o) como ovejas de
matadero. Antes, en todas estas cosas, Yo, _______________ (tu nombre aquí), soy más que vencedor(a) por
medio de aquel que me amó. Por lo cual estoy segura(o) de que ni
la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente,
ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa
creada me podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús mi Señor y
Salvador. Así que, Satanás, tú vienes a mí con problemas y enfermedades y aflicciones; mas yo vengo a
ti en el nombre de Jesús, el Señor de los ejércitos, el Dios de los escuadrones
de Israel, a quien tú has provocado. Dios, mi Padre, te entregará
hoy en mi mano, y yo te venceré, y te cortaré la cabeza. ¡Soy sana(o)! ¡Soy libre! ¡Soy
próspera(o)! ¡Soy feliz! En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo
C. Peredo Jaime © 2011
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al
final de un año habrás leído toda la Biblia.
Jun
2 Ro
8 /
1 Sam 17 / Sal 62
Como siempre un gusto leer las promesas que Dios tiene para nosotros...Saludos!!!...Atte: Milko
ResponderEliminarGracias Milko. ¡Es Palabra de Dios! ¡Es Palabra de Honor! ¡No hay forma que puedas perder!
ResponderEliminargracias espiritu santo por estar con nosotros te amamos y te adoramos.
ResponderEliminarTe recomiendo:
ResponderEliminarhttp://honorword.blogspot.mx/2012/07/como-vencer-al-miedo-y-la-depresion.html