Lunes 11 de Junio
de 2012.
¡Tan sólo di la Palabra!
Por Riqui Ricón*
Y no les faltó cosa alguna, chica ni grande, así
de hijos como de hijas, del robo, y de todas las cosas que les habían tomado;
todo lo recuperó David (1
Sm 30.19).
La Biblia, la Palabra de Dios,
hace alusión aquí a aquella ocasión cuando David y sus hombres perdieron todo
lo que tenían. No solamente perdieron sus propiedades y posesiones sino también
a sus familias (esposas e hijos).
Aunque la historia tiene un final
feliz, lo importante es escuchar lo que Dios te quiere enseñar. ¿Cómo obtuvo
David semejante restauración y restitución? ¡Escuchando la voz de Dios y
obedeciendo a Su Palabra!
Pudiera ser
que el día de hoy estés atravesando situaciones muy difíciles y estés a punto
de tomar serias decisiones. Si este fuera tu caso, ¡qué bueno que estás
haciendo este devocional! Pon atención y mira a David quien es un prototipo de
Jesucristo.
Y David se angustió mucho,
porque el pueblo hablaba de apedrearlo, pues todo el pueblo estaba en amargura
de alma, cada uno por sus hijos y por sus hijas; mas David se fortaleció en
Jehová su Dios (1 S 30.6).
David era el
ungido del Señor y su vida para nada estuvo exenta de peligros y aflicciones.
Sin embargo, en los momentos más difíciles de su vida nunca se volvió contra Dios,
ni se deprimió, ni se compadeció de sí mismo, ni se desesperó de las promesas
de Dios, sino que se
fortaleció en Jehová su Dios. ¿Cómo hacia
esto?
Estas cosas os he hablado para
que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he
vencido al mundo (Jn 16.33).
Sin importar
cuáles sean tus circunstancias en este preciso momento de tu vida, Jesús te
enseña que puedes tener paz en medio de la aflicción si te atreves a creer; a
creerle a Él creyendo Su Palabra, la Biblia.
Hijitos, vosotros sois de Dios,
y los habéis vencido; porque mayor es el que está en vosotros, que el que está
en el mundo (1 Jn 4.4).
Todo
problema o aflicción que el sistema de este mundo arroje contra ti ya ha sido
vencido con la sangre de Jesús y su victoria sobre la muerte. Ahora Él vive en
ti y contigo, por lo tanto tú has vencido con Él porque mayor es el que está en ti, que el que está en el mundo.
¡Fíjense qué gran amor nos ha dado el Padre, que se nos llame hijos de Dios! ¡Y lo somos!
El mundo no nos conoce,
precisamente porque no lo conoció a él (1 Jn 3.1 NVI).
Tú eres
un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo y de todo problema, angustia o
enfermedad has de salir más que vencedor(a) por medio de Aquel que te amó,
Cristo Jesús.
Porque de tal manera amó Dios
al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree,
no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino
para que el mundo sea salvo por él (Jn 3.16-17).
Tienes que
comprender que Dios te ama tanto que prefirió entregar a Su propio Hijo para
pagar todos tus pecados y así, con toda justicia, hacer de ti Su Hijo(a)
amado(a).
Ahora, esto
te permite encarar cualquier situación sabiendo que vas a vencer. No que tal
vez obtengas la victoria después de una ardua lucha. ¡No! ¡Esto no es así!
Dios, el Todopoderoso, creador del cielo y de la tierra, de todo lo visible y
de lo invisible, ha hablado y decretado acerca de ti que Todo lo puedes en
Cristo que te fortalece (fil 4.13) y que, Antes, en todas estas cosas eres
más que vencedor(a) por medio de aquel que te amó (Ro 8.37).
Saber esto, mejor dicho, creer
esto te permite enfocar tu mirada no en el problema sino en el autor y
consumador de la fe, quién tiene todas las respuestas y siempre te dirá cual es
el camino que debes tomar.
Y David consultó a Jehová,
diciendo: ¿Perseguiré a estos merodeadores? ¿Los podré alcanzar? Y él le dijo:
Síguelos, porque ciertamente los alcanzarás, y de cierto librarás a los
cautivos (1 S 30.8).
¿Te das cuenta? David no se
precipitó para salir corriendo detrás de sus enemigos, ni se enfrentó a sus
amigos que hablaban de apedrearlo. Él se fortaleció en el Señor su Dios.
Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos
en el Señor, y en el poder de su fuerza (Efe 6.10).
¿Cuál es la fortaleza de Dios, tu
Padre? ¿Cuál es el poder de Su fuerza? ¿Sus músculos? ¿Su voz tronante? ¿Sus
ángeles? No, no y no. El poder de la fuerza de Dios, en el cual tú te debes
fortalecer antes de encarar cualquier circunstancia, es Su Palabra.
Entrando Jesús en Capernaum,
vino a él un centurión, rogándole, y diciendo: Señor, mi criado
está postrado en casa, paralítico, gravemente atormentado. Y Jesús le dijo: Yo iré y le
sanaré. Respondió el centurión y dijo: Señor, no soy digno de que entres bajo mi
techo; solamente di la palabra, y mi criado sanará. Porque también yo soy hombre
bajo autoridad, y tengo bajo mis órdenes soldados; y digo a éste: Ve, y va; y
al otro: Ven, y viene; y a mi siervo: Haz esto, y lo hace. Al oírlo Jesús, se maravilló,
y dijo a los que le seguían: De cierto os digo, que ni aun en Israel he hallado
tanta fe (Mat 8.5-10).
La Palabra de Dios, la Biblia,
tiene toda autoridad para hacer que las cosas sucedan a tu favor. ¡Con Su
Palabra Dios creo todo lo que existe!
siendo renacidos, no de
simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y
permanece para siempre (1 P 1.23).
Con Su Palabra, Dios te hizo
Nacer de Nuevo y ahora eres un(a) incorruptible Hijo(a) de Dios. Todas y cada
una de las Promesas que están en la Biblia, Dios las hizo para cumplirlas en ti
y para ti.
Así que, no des lugar al
desánimo, pues es seguro que saldrás victorioso(a). Fortalécete en el Señor y
en el poder de Su Fuerza. Lee y medita la Palabra de Dios; escucha Su Voz, pues
la respuesta ya está a tu alcance.
Nunca se apartará de tu boca
este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que
guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces
harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien (Jos 1.8).
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, hoy recibo
de Ti la Sabiduría y el Poder que me has otorgado por medio de Tu Hijo
Jesucristo para hacer frente a cualquier problema, angustia o enfermedad que
venga a mi vida. Gracias, Señor Jesús, por lo que hiciste por mí y en mí, puedo
ahora resistir al espíritu de temor y de mentira que quiere amedrentarme. En ti, Jesús, me he refugiado; No seré yo avergonzado(a) jamás. Tú me
socorres y me libras en tu justicia; Inclina hoy tu oído y sálvame. Tú, Señor,
eres para mí una roca de refugio, adonde recurro yo continuamente. Tú has dado
mandamiento en Tu Palabra para salvarme, Porque tú eres mi roca y mi fortaleza.
Dios mío, líbrame de la mano del impío, De la mano del perverso y violento. Porque
tú, oh Señor Jehová, eres mi esperanza, Seguridad mía desde mi juventud. En ti
he sido sustentado desde el vientre; De las entrañas de mi madre tú fuiste el
que me sacó; De ti será siempre mi alabanza. Como prodigio he sido a muchos, Y
tú mi refugio fuerte. Sea llena mi boca de tu alabanza, De tu gloria todo el
día. No me deseches en el tiempo de la vejez; Cuando mi fuerza se acabare, no
me desampares. Porque mis enemigos hablan de mí, Y los que acechan mi alma
consultaron juntamente, Diciendo: Dios lo ha desamparado; Perseguidle y
tomadle, porque no hay quien le libre. Oh Dios, yo sé que Tú no te alejas de mí;
Dios mío, acude pronto en mi socorro. Sean avergonzados, perezcan los
adversarios de mi alma; Sean cubiertos de vergüenza y de confusión los que mi
mal buscan. Mas yo esperaré siempre, Y te alabaré más y más. Mi boca publicará
tu justicia Y tus hechos de salvación todo el día, Aunque no sé su número. Vendré
a los hechos poderosos de Jehová el Señor; Haré memoria de tu justicia, de la
tuya sola. Oh Dios, me enseñaste desde mi juventud, Y hasta ahora he
manifestado tus maravillas. Aun en la vejez y las canas, oh Dios, no me
desampararás, Hasta que anuncie tu poder a la posteridad, Y tu potencia a todos
los que han de venir, Y tu justicia, oh Dios, hasta lo excelso. Tú has hecho
grandes cosas; Oh Dios, ¿quién como tú? Tú, que por causa de mis pecados he
visto muchas angustias y males, En Cristo Jesús, has vuelto a darme vida, Y de
nuevo me levantarás de los abismos de la tierra. Aumentarás mi grandeza, Y
volverás a consolarme. Asimismo yo te alabaré con instrumento de salterio, Oh
Dios mío; tu verdad cantaré a ti en el arpa, Oh Santo de Israel. Mis labios se
alegrarán cuando cante a ti, Y mi alma, la cual redimiste. Mi lengua hablará
también de tu justicia todo el día; Por cuanto han sido avergonzados, porque
han sido confundidos los que mi mal procuraban. Por lo tanto, Todo lo puedo en Cristo que me
fortalece, pues mayor es el que está en mí que el que está en el mundo y ese
eres Tú, Precioso Espíritu de Dios. No le daré lugar al diablo y a sus mentiras
en mi vida. ¡No voy a temer más! Echo fuera de mi vida toda ansiedad e
inquietud. ¡En todas las cosas soy más
que vencedor(a) por medio de Aquel que me amó, Cristo Jesús! ¡Ya he sido
sanada(o) por las heridas de Jesús! ¡He sido establecida(o) para reinar en esta
vida por la sangre de Jesús! No hay forma que pueda perder, pues Tú, mi Dios y
Padre, estás en mí y conmigo, y si Dios es conmigo, ¿quién contra mí? ¡Soy
sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspera(a)! ¡Soy feliz! En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo
C. Peredo Jaime © 2011
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al
final de un año habrás leído toda la Biblia.
Junio
11 Ro
15.14-33 / 1 Sam 29 31 / Sal 71
ultimamente he dejado de congregarme,y me he dado cuenta que mi vida ha sido bombardeada por el enemigo me ha estado mandando pensamientos de mal y no de bien,a veces me ha entrado un desanimo por las cosas de dios aun leyendo la biblia. que bueno que esta pagina en internet,gracias a dios y a ust. pastor, llego del trabajo a la casa que me dio dios y entro a la pagina y se alimenta mi espiritu, gracias pastor dios lo bendiga mucho.
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