Jueves 14 de Junio de 2012.
¡Buena, Agradable y Perfecta!
Por Riqui Ricón*
Vino a él un leproso,
rogándole; e hincada la rodilla, le dijo: Si quieres, puedes limpiarme. Y Jesús, teniendo misericordia de él, extendió la mano y le tocó, y le dijo: Quiero, sé limpio. Y así que él hubo hablado, al instante la
lepra se fue de aquél, y quedó limpio (Mar 1.40-42).
No existe nada más hermoso, que experimentar
el asombroso y maravilloso Amor que Dios siente por ti. Mira al ejemplo de este
leproso, quien es el tipo perfecto del hombre y de la mujer que han sido pecadores.
Él se encuentra plagado por la enfermedad más terrible de aquella época. Es un
apestado, un marginado y repudiado por la sociedad. Alguien quien, al parecer,
su vida ya estaba terminada. Había sido sentenciado y condenado. A este hombre
(o mujer), sólo un milagro, una intervención del Todopoderoso, podría devolver
el sentido y propósito a su existencia, pero, ¿acaso querría Dios atender a un
desventurado(a) como este(a)?
Sabemos que Dios todo lo puede y
que no hay nada imposible para Él, pero, ¿querrá Él ayudarte hoy? ¿Será la
voluntad de Dios sanarte o rescatarte de ese hoyo donde te encuentras?
Insisto en que no hay nada más
hermoso que el asombroso y maravilloso Amor que Dios siente por ti, pues así
como Jesús no dudo un instante para tocar a aquel desventurado y asegurarle su
amor y voluntad, sanándole al instante, de la misma forma, hoy, en este día, el
mismo Jesús, Rey y Señor Soberano, te afirma en Su Palabra, la Biblia, cuál es
Su Voluntad para contigo.
Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas
salud, así como prospera tu alma. Pues mucho me regocijé cuando
vinieron los hermanos y dieron testimonio de tu verdad, de cómo andas en la
verdad. No tengo yo mayor gozo que
este, el oír que mis hijos andan en la verdad (3 Jn 2-4).
Así que, sea cual sea la
situación o problema que estés enfrentando el día de hoy, sábete muy bien que
la Voluntad de tu Dios y Padre es ayudarte a que salgas más que vencedor(a) en
todas las cosas. Él no te ha dejado ni te dejará pues ahora, por medio de
Jesús, tú eres Su Hija(o) amada(o) y tienes Su Santo Espíritu como amigo y
consejero.
¿Qué hombre hay de vosotros, que si su hijo le pide pan, le dará una
piedra? ¿O si le pide un pescado, le dará una serpiente? Pues si vosotros, siendo
malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre
que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan? (Mat 7.9-11).
¿Te das cuenta? Tu identidad, tu
plenitud, fluye del gran Amor que Dios tiene por ti.
Porque de tal manera amó Dios
al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree,
no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino
para que el mundo sea salvo por él (Jn 3.16-17).
Dios te ama tanto que prefirió
entregar a su propio Hijo para pagar por tus pecados, antes que perderte a ti.
Jesús como tu Rey, Señor y Salvador; y Dios como tu Padre amoroso, quieren
entrar a tu vida no para condenarte o castigarte sino para ofrecerte un camino
de salvación y una vida de plenitud sobre de esta tierra.
Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo
tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo (Jn 16.33).
La Vida Eterna, la Vida Plena, no
significa que no vayas a tener problemas o aflicciones, pero sí quiere decir
que, gracias a Cristo Jesús, ahora tienes al Espíritu Santo como la garantía de
tu herencia en Dios y, por lo tanto, saldrás más que vencedor(a) sobre de todos
los problemas o aflicciones que enfrentes. ¡Has Nacido de Nuevo para triunfar!
No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la
renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena
voluntad de Dios, agradable y perfecta (Ro 12.2).
¡Camba tu forma de pensar acerca
de Dios para que compruebes que Su buena voluntad para contigo es agradable y
perfecta!
Mirad cuál amor nos ha dado el
Padre, para que seamos llamados hijos de Dios; por esto el mundo no nos
conoce, porque no le conoció a él (1 Jn 3.1).
Ahora, por la Sangre de Jesús y
la Palabra del Señor, eres un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo y el
Glorioso Espíritu de Dios ha hecho Su morada en ti y contigo. Tú no eres como
ese leproso que sabía del Poder de Dios pero no estaba seguro si sería Su
Voluntad sanarle o no. Tú conoces la Voluntad de tu Padre para contigo que es
buena, agradable y perfecta.
¡No dudes más! ¡Jesús te ama!
Oremos audiblemente:
Amado Padre celestial, este día
te doy gracias por tanto y tan grande amor con que me has amado. Señor Jesús, por
Tu Sangre preciosa derramada en esa cruz pagaste todos mis pecados. ¡He sido
justificado(a)! Con tu resurrección venciste al pecado y a la muere, y ahora yo,
como un Hijo de Dios, he recibido la Vida Eterna, que es una Vida Nueva, Plena
y Abundante. Gracias porque puedo ver, entender y creer cuánto me amas. No
dudaré, pues yo sé, que sé, que Tu Voluntad para conmigo es buena, agradable y
perfecta. Mi Dios, puedo, con la Verdad, que es Tu Palabra, hacer de mi vida
una vida que valga la pena vivirse. Espíritu Santo, que hermoso es saber que
estás conmigo, que me acompañas de día y de noche. Tú eres mi garantía. Tú eres
mi ayudador, mi amigo, mi consejero, mi maestro y mi todo. Ayúdame a despojarme
del viejo(a) hombre (mujer), a renovarme en el espíritu de mi mente y a
vestirme de este(a) Nuevo(a) yo que ha sido creado(a) según Dios en justicia y
santidad de la verdad. Contigo, todo lo puedo. Contigo, soy más que vencedor(a)
en todas las cosas. Lléname más y más de Ti, Señor. Sabiendo y creyendo esto,
hoy puedo declarar, delante de Tu presencia, que yo, ______________ (tu nombre
aquí), antes que nada, he sido lavado y comprado al precio de la Sangre de
Jesús para ser hecho un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo. ¡Soy Eterno(a)!
Por lo tanto, voy a vivir mi vida plena y abundantemente porque es mi derecho.
Todo problema, enfermedad o circunstancia adversa lo encararé con fe, con la
certeza de quién ahora yo soy en Cristo Jesús. Yo confío en Dios, mi Padre, y
creo toda Su Palabra. Así que, Todo lo puedo en Cristo que me fortalece, pues
mayor es el que está en mí que el que está en el mundo y ese eres Tú, Precioso
Espíritu de Dios. No le daré lugar al diablo y a sus mentiras en mi vida. ¡No
voy a temer más! Echo fuera de mi vida toda ansiedad e inquietud. ¡En todas las cosas soy más que vencedor(a)
por medio de Aquel que me amó, Cristo Jesús! ¡Ya he sido sanada(o) por las
heridas de Jesús! ¡He sido establecida(o) para reinar en esta vida por la
sangre de Jesús! No hay forma que pueda perder, pues Tú, mi Dios y Padre, estás
en mí y conmigo, y si Dios es conmigo, ¿quién contra mí? ¡Soy sano(a)! ¡Soy
libre! ¡Soy próspera(a)! ¡Soy feliz! Jehová de los ejércitos, Dichoso
el hombre que en ti confía. ¡Yo soy ese(a) hombre(mujer)! En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo
C. Peredo Jaime © 2011
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al
final de un año habrás leído toda la Biblia.
Junio
14 Mar
1.21-45 / 2 Sam 3.2-39 / Dan
2.1-23
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