martes, 12 de abril de 2016

¡Cómo vivir Pentecostés!

 
10 de Abril

¡Aceptando y recibiendo lo que Jesús ya hizo por ti!

Por Riqui Ricón*

Y de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban sentados; y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos. Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen (Hch 2.2-4).

Este día la Palabra de Dios nos relata uno de los eventos más hermosos y asombrosos en la historia de la humanidad: la llegada del Espíritu Santo de Dios para vivir en y con el corazón de los hombres.

El Espíritu Santo es Dios y tú eres tan importante para Él, que Él mismo se constituyó como garantía del Nuevo Pacto, y éste Nuevo Pacto fue prometido por Dios para restaurar la comunión contigo.

En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa, que es las arras de nuestra herencia hasta la redención de la posesión adquirida, para alabanza de su gloria (Efe 1.13-14).

Dado que el Antiguo Pacto fue invalidado por los continuos fracasos ante el pecado y la incredulidad haciéndolo imposible de cumplir, entonces Dios propuso un Nuevo Pacto donde (sólo por Amor a ti), Él se haría cargo de todo.

He aquí que vienen días, dice Jehová, en los cuales haré nuevo pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá. No como el pacto que hice con sus padres el día que tomé su mano para sacarlos de la tierra de Egipto; porque ellos invalidaron mi pacto, aunque fui yo un marido para ellos, dice Jehová. Pero este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová: Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón;  y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo. Y no enseñará más ninguno a su prójimo, ni ninguno a su hermano, diciendo: Conoce a Jehová; porque todos me conocerán, desde el más pequeño de ellos hasta el más grande, dice Jehová; porque perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré más de su pecado (Jer 31.31-34).

El Nuevo Pacto en la Sangre de Jesús implica que Dios pondrá Su Palabra en tu mente y la escribirá en tu corazón para que tengas un conocimiento y tal relación de intimidad con Él que el pecado nunca más se volverá a interponer entre ustedes dos.

¡Bajo el Nuevo Pacto nunca más volverás a desconfiar de la Palabra de Dios!

Pero, ¿cómo planeó Dios conseguir semejante propósito?

Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne. Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra (Eze 36.26-27).

El Plan de Redención para tu Vida es un Plan totalmente sobrenatural. Para poder llevarlo a cabo, Dios cambiará tu corazón corrompido y malvado por uno totalmente nuevo y que ya no se pueda corromper. Te hará nacer de nuevo como un espíritu renacido; y pondrá dentro de ti al Espíritu Santo.

En el Nuevo Pacto, Dios te hizo Nacer de Nuevo para que, a semejanza de Jesús, recibas como herencia la Vida Eterna de un(a) Hijo(a) de Dios y como sello de garantía de esta tu Nueva Naturaleza divina, te dio el don, el regalo, de Su Espíritu Santo.

Tú bien sabes que Dios te ama tanto que prefirió entregar a su propio Hijo, como sustituto para pagar el precio de TODOS tus pecados, antes que perderte a ti por toda la eternidad.

Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Jn 3.16-17).

Es evidente que por ese Amor que Dios siente por ti, y mediante el Nuevo Pacto en la Sangre de Jesús, ahora mismo Él te puede llamar Su propio(a) Hijo(a).

MIREN CUÁNTO NOS ama el Padre celestial que permite que seamos llamados hijos de Dios. ¡Y lo mas maravilloso es que de veras lo somos! Naturalmente, como la mayoría de la gente no conoce a Dios, no comprende por qué lo somos  (1 Jn 3.1).

Este asombroso milagro de regeneración donde, por la muerte y resurrección de Jesucristo, tú pasaste de muerte a Vida para ser hecho(a) un(a) legítimo(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, sólo fue posible mediante la acción poderosa y concertada del Espíritu Santo y la Palabra de Dios.

Pero cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador, y su amor para con los hombres, nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo (Ti 3.4-5).

siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre (1 P 1.23).

¡Tú, por la fe [por creerle a Dios, creyendo Su Palabra], Naciste de Nuevo como Hijo(a) de Dios!

Todo aquel que cree que Jesús es el Cristo, es nacido de Dios; y todo aquel que ama al que engendró, ama también al que ha sido engendrado por él (1 Jn 5.1).

¡Tú, de la misma forma que Jesús, fuiste engendrado(a) por el Espíritu Santo y la Palabra de Dios!

Entonces María dijo al ángel: ¿Cómo será esto? pues no conozco varón. Respondiendo el ángel, le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo Ser que nacerá, será llamado Hijo de Dios. Y he aquí tu parienta Elisabet, ella también ha concebido hijo en su vejez; y este es el sexto mes para ella, la que llamaban estéril; porque nada hay imposible para Dios. Entonces María dijo: He aquí la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra (Luc 1.34-38).

Por el Espíritu Santo y el Amor de Dios, ahora eres un(a) hermano(a) de Jesús.

Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos (Ro 8.29).

Por el Espíritu Santo y el Amor de Dios, ahora eres igual a Jesús.

En esto se ha perfeccionado el amor en nosotros, para que tengamos confianza en el día del juicio; pues como él es, así somos nosotros en este mundo (1 Jn 4.17).

El Espíritu Santo no solamente es Dios y la garantía de tu Nueva Naturaleza divina, sino que además es tu amigo, compañero y maestro en esta asombrosa y maravillosa aventura que es ser un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo.

No en balde la Escritura dice:

¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros? (Ro 8.31).

A ti sólo te corresponde creer Su Palabra y aceptar y recibir lo que Jesús ya hizo por ti. ¡Esto es Pentecostés!

Dios, el Espíritu Santo, ahora vive en ti y contigo. ¡Él es tu mejor amigo! ¡No hay forma que puedas perder!

Oremos en voz audible:

Amado Padre celestial, que asombroso y maravilloso es Tu Amor por mí. Te doy gracias que estando yo muerto(a) en delitos y pecados me diste Vida juntamente con Tu Hijo, Cristo Jesús. ¡Y no cualquier tipo de Vida! Señor Jesús, por Tu muerte y resurrección, ahora yo tengo todo el derecho a la Vida Eterna de un(a) Hijo(a) de Dios. ¡Exactamente igual a Ti, mi Señor Jesús! ¡En verdad que esto es asombroso y maravilloso! Te tengo a Ti, Espíritu Santo, viviendo en mí y conmigo. ¡Tu Poder, Tu Amor y Tu sabiduría están a mi disposición! ¿Qué, pues, diré a todo esto? Si Tú estás conmigo, ¿quién contra mí? Si Tú, Padre, no vacilaste al entregar a Tu Hijo por mí, ¿cómo no me darás también, junto con Él, todas las cosas? ¿Quién se atreve a acusarme si soy escogido(a) de Dios? ¡Nadie! Tú mismo, oh Dios, me has perdonado y me has puesto en muy buena estima entre Tú y yo. ¡Me has hecho Tu Hijo(a)! ¿Quién me condenará entonces? ¿Cristo Jesús? ¡No! Tú, Señor Jesús, fuiste el que murió por mí y el que volvió a la vida por mí y estás en el cielo en un sitial de honor junto a Dios Padre intercediendo por mí. ¿Quién podrá apartarme del amor de Cristo? Si me vienen problemas o calamidades, si me persiguen o matan, ¿es acaso que Tú has dejado de amarme? Y si tengo hambre o necesidad, o si estoy en peligro, amenazado(a) de muerte, ¿es acaso que Tú me has abandonado? ¡No! ¡Nada de eso! Las Escrituras dicen que debo estar dispuesto(a) a morir en cualquier momento por la causa de Cristo, que soy como oveja de matadero. ¿Quién me separará del amor de Cristo? ¡Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? Antes, en todas estas cosas soy más que vencedores por medio de aquel que me amó. Por lo cual estoy seguro(a) de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada me podrá separar de Tu Amor, oh Dios, que es en Cristo Jesús mi Señor. Por todo esto, porque Tú, Espíritu Santo, estás en mí y conmigo, yo, ______________ (tu nombre aquí), resisto al espíritu de temor, duda, pobreza y enfermedad, creyendo y recibiendo lo que Tú, mi Señor y Salvador, Jesucristo, pagaste para mí. ¡Soy sano(a) y libre de toda enfermedad y dolencia! ¡Soy libre del temor, la ansiedad y la duda! Pues no he recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que he recibido el espíritu de adopción y hoy clamo, ¡Abba, Padre! Declaro mi libertad y prosperidad financiera. Recibo el Amor, gozo y paz que Tú, Espíritu Santo, has puesto en mí para vivir una vida plena y abundante. En el nombre de Jesús. Amén.

 Nota Importante:

¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el Todopoderoso?

Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:

Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.

*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2012

 


Lectura y Meditación de la Palabra de Dios

Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.

Abril 10             Hch 2. 1-13 /  Deu 13-14 /  Job 10

 


 

 

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